Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Se ha creado la Unión de Asociaciones para la Promoción y Defensa del Patrimonio Cultural y Natural

María-Cruz Santos

En 2003, SOS-Monuments, asociación cívica para la defensa y protección del patrimonio, puso en marcha unos encuentros entre distintas asociaciones de España con las que se compartían unos mismos objetivos y similares sensibilidades. La idea era ir conociendo de primera mano los problemas a que se enfrentaban estas asociaciones y sus circunstancias particulares. Desde ese año se han celebrado 18 encuentros porque el año 2020 nos lo impidió la pandemia y el año 2016 hubo algún malentendido con la asociación que nos había de acoger.

Todo ese tiempo ha servido para constatar año tras año, que por encima de las diferencias de funcionamiento, por encima de las diferencias territoriales y las diferentes sensibilidades, los problemas eran comunes y que para enfrentarlos se hacía necesaria una fuerza conjunta capaz de hacerse oír y que su voz sea recogida en leyes y normativas.

Para hablar de los problemas hay que definir primero lo que entendemos por patrimonio. Recuerdo un año en que marchaba de viaje a uno de esos encuentros, esa vez fuera de España, y cuando se lo dije a un compañero de trabajo abrió los ojos como platos y me dijo «Así, ¿vas a invertir?». Sí, invertí tiempo. No siempre ese es el concepto que se entiende por patrimonio, no obstante la anécdota nos pone sobre la pista de uno de los mayores peligros que acechan a los bienes patrimoniales, la especulación porque casi siempre, tras las palabras «poner en valor» se entiende conseguir, beneficio, el máximo beneficio aunque se a costa de la fuente del mismo, el bien patrimonial. Seguro que en este momento muchos están pensando en edificios, monumentos, palacios y castillos que se han desfigurado con distintas excusas. No ocurre solo con eso. Podemos hablar de paisajes singulares que lo son porque apenas han sido objeto de la transformación antrópica hasta que son reconocidos como espacios singulares y entonces empieza la modificación siempre «respetuosa con el entorno, por supuesto.» Creo que aquí viene a cuento recordar que delitos de lesa humanidad como lo puede ser la destrucción de la selva amazónica, también son un atentado al Patrimonio de la humanidad.

Con suma frecuencia encerramos el patrimonio entre dos límites: monumentos arquitectónicos y grandes fortunas. Esta visión tan simplista llega a olvidar el inmenso y valiosísimo patrimonio mueble al que con frecuencia se da por inalterable a lo largo del tiempo cuando también se ve afectado por el deterioro, las condiciones en que se guarda o el trato que recibe. El patrimonio mueble abarca desde esculturas o pinturas, a mobiliario u orfebrería. En 2021 estuvo a punto de salir de España un cuadro de Goya porque no estaba clasificado, no estaba declarado y, en consecuencia, podía saltarse toda la documentación exigida y la legislación existente. Este año (2022-2023) algo parecido ha vuelto a ocurrir con dos Murillos en Sevilla, por fortuna, uno ya ha sido adquirido por la Junta y el otro se está en negociaciones para que lo compre el Estado. (Hoy, 23 d febrero, se está subastando)

Actualmente el concepto de Patrimonio va mucho más allá de lo que hasta aquí venimos desarrollando. Sin ánimo de ser exhaustiva quiero señalar que actualmente se reconocen como patrimonio paisajes e instalaciones industriales, trama urbana y oficios o costumbres ancestrales. Últimamente han pasado a ser considerados patrimonio elementos o paisajes que despierten emociones y sentimientos de identidad. Ya no es solo mi opinión o la opinión de un grupo más o menos grande, este reconocimiento viene reconocido en Cartas y declaraciones internacionales a los que España se ha adherido con mayor o menor diligencia y que, consecuentemente ha de incluir en la legislación. De hecho, y desde hace ya muchos años, la obra pública ha de destinar el 1% del presupuesto a la conservación y rehabilitación del patrimonio. ¿Se cumple?

Con esta pregunta entramos en una cultura que no es exclusiva de la cultura o el patrimonio, una cultura que afecta a todas las esferas en nuestro país: la ley se acata pero no se cumple y la cultura, el patrimonio son la última preocupación de políticos y gobernantes. De hecho, en este momento en Barcelona no hay una concejalía de cultura. La situación es parecida en todo el territorio nacional. Cuando algún delito contra el patrimonio se comete, las reclamaciones no son atendidas y, casi siempre, para que lo sean, hay que recurrir a los juzgados. Esto es así no solo en asuntos menores, bienes de menor valor artístico o reconocimiento popular, hay casos de elementos declarados BCIN (BIC fuera de Cataluña), cuya protección es ignorada o simplemente se le quita, si así interesa. En el caso de los edificios con frecuencia se les deja solo la fachada (edificios sin alma) con lo que la destrucción es prácticamente completa. Conservar es reutilizar, un concepto estrechamente ligado a la solución de algunos de los problemas medioambientales. La conservación del patrimonio es mucho más que una actitud snob y diletante, las administraciones de distinto rango, son las responsables de su conservación y de velar por que las normativas sean observadas sean los bienes de titularidad pública o privada.

Algunas veces la defensa del patrimonio (por no decir casi siempre) tiene unas implicaciones que sobrepasan nuestros fines pero bienvenidas sean. Fue precisamente una de estas asociaciones quien destapó el escándalo de las inmatriculaciones de la Iglesia. Un informe de enero del 2022, fechado el día 27, de la presidencia de gobierno, daba como inmatriculados irregularmente, aunque no de todos había información completa, 1027 edificios. En la misma fecha el diario El País, decía que el total que la Iglesia se había adjudicado libremente era de 35.000. Aparte del escándalo de todo tipo que esto supone, a mí me genera una reflexión, ¿para qué los quiere? Con frecuencia la Iglesia, que no olvidemos, está exenta de pagar IBI, se declara incapaz de mantener todos los edificios que posee, ¿para qué quiere más? ¿Para declararlos ruinosos y especular con el suelo? Cierto que no entra en nuestro cometido cuestionar acciones particulares

En 2018, en el encuentro que tuvo lugar en Madrid, se puso sobre la mesa la necesidad de unirnos. No todos cuantos acudimos lo vimos de la misma manera, por eso hasta el 2021, en Zaragoza, no se puso en marcha el proceso. Lo primero fue elaborar unos estatutos conjuntos. El número de asociaciones que participaron fue variable, algunas acudieron a alguna sesión y no a otras. Hay dudas y reticencias que permanecen. De todas maneras llegamos el año pasado a Almería con unos estatutos consensuados y se empezó un proceso burocrático que más o menos es el que culminó el sábado pasado (18 de febrero de 2023) en Madrid (la asamblea fue de carácter mixto, presencial y on-line, por eso una parte de las asociaciones todavía han de firmar el acta). No todas las que empezamos hemos llegado hasta aquí pero también es cierto que algunas que no estaban desde el principio, se han unido en el último minuto. Hemos firmado 21 asociaciones a las que, esperamos, se unan más cuando ya estemos reconocidos.

No somos la única entidad de estas características que existe, es cierto. Hay otras muy especializadas, los hórreos, los museos… Pretendemos una visión global y de conjunto. La condición indispensable para pertenecer es ser una asociación cívica sin ánimo de lucro y en la que en sus estatutos se reconozca explícitamente la conservación y defensa del patrimonio como uno de sus objetivos. Probablemente nuestra máxima aspiración es ser tenidas en cuenta a la hora de tomar decisiones que afecten al patrimonio. Personalmente creo que igual o más importante, es conseguir que se apliquen leyes y normativas, que exista una inspección y suficiente personal cualificado para realizar el trabajo.

Más difícil es crear conciencia, hacer comprender que el patrimonio forma parte de nuestras raíces, que no es «una cosa de ricos». Patrimonio también son las fosas comunes o las prisiones y que perder el patrimonio industrial es borrar una parte esencial de nuestra historia. Además, hay que hacer entender que catedrales y palacios, ermitas y mausoleos fueron levantados por los trabajadores con su trabajo y su sudor. Será necesario hacer campañas y coordinar esfuerzos.

Hay una Junta elegida formada por Presidente, vicepresidenta, secretario, tesorera y 7 vocales. Ahora, lo primero de todo, es tener entidad jurídica y recoger papeles y llevarlos al ministerio. Luego habrá que coordinar las distintas urgencias de las asociaciones socios. Enseguida deberemos explicar que no son piedras viejas, los dueños no son los ricos. Son elementos que explican nuestra historia y nos explican. Son pruebas de que generamos cultura y por eso, somos humanos.

 

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