Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Si no es ahora, será después

Antonio Turiel

Queridos lectores:

Durante estos días se ha hablado mucho sobre la eventual detención del brazo Atlántico de la Corriente de Lazo Meridional (AMOC por sus siglas en inglés: Atlantic Meridional Overturning Current). No me entretendré aquí en explicarles que es la MOC y su brazo Atlántico: para saber más sobre ello, pueden leer este excelente hilo divulgativo en Twitter (o X, le dicen ahora) de la Agencia Estatal de Meteorología de España.

La razón por la que ha cobrado tanto interés ahora lo que pueda estar pasando con la AMOC es por la reciente publicación de un artículo que, usando un método novedoso para la identificación de puntos críticos, señala que esta corriente marina podría detenerse por completo en algún momento del siglo XXI.

La preocupación por la posible detención de la AMOC no es algo nuevo: durante los últimos 20 años se han publicado numerosos análisis sobre su posible ralentización, y en realidad los primeros avisos de que tal cosa podría pasar datan de hace unos 60 años. Sin embargo, este año estos avisos cobran una especial importancia por culpa de lo que está sucediendo en el océano global y en particular en el Atlántico Norte. Y es que la temperatura de la superficie del mar está llegando a valores nunca vistos.

En estos momentos, la temperatura promedio de todo el Atlántico Norte está aproximadamente 1,4ºC por encima de la media de referencia (tomada como el promedio entre los años 1982 y 2011). Hasta ahora las temperaturas del mar estaban moviéndose tanto hacia arriba como hacia abajo de esa media (aunque en los últimos años decantándose siempre en la dirección hacia arriba) en torno a unos 0,6ºC; por tanto, una desviación de 1,4ºC es más que significativa, sobre todo para un único año. Eso sucede, además, en un año en el que la temperatura del aire en superficie (se toma la referencia de 2 metros) está en máximos históricos y seguramente en el valor más alto de los últimos 100.000 años, aproximadamente 1,72ºC por encima de la media preindustrial y por tanto dejando atrás el límite de 1,5ºC que se había propuesto en los Acuerdos de París sobre el clima.

Este calentamiento tan anómalo y repentino del Atlántico Norte podría ser un síntoma de la detención de la AMOC, así que la publicación del artículo arriba mencionado básicamente ha echado más leña a un fuego que ya ardía con bastante intensidad.

Se tiene que decir que los modelos del IPCC (CMIP6) no contemplan la posibilidad de un colapso de la AMOC en este siglo como un evento probable. Sin embargo, como explica el profesor Stefan Rahmstorf (quien es una referencia mundial en el estudio de la AMOC), los modelos del IPCC le atribuyen a la AMOC una estabilidad excesivamente elevada, como pone de manifiesto que en los modelos del IPCC solo comienza a aparecer una zona de enfriamento al sur de Groenlandia (síntoma de ralentización de la AMOC) para calentamientos globales de más de 2ºC cuando, en realidad, ya estamos observando esa anomalía desde hace años con calentamientos de aproximadamente 1ºC.

Esta estabilización excesiva de la AMOC en los modelos climáticos nos dejaba bastante desarmados para entender cuáles son las posibles consecuencias de la detención de esta corriente marina fundamental para la redistribución del calor en el planeta. Tenemos como referencia qué sucedió en otras épocas geológicas cuando se detuvo la AMOC, pero las circunstancias eran muy diferentes, sobre todo porque había menos gases de efecto invernadero en la atmósfera. En cualquier caso, todo parece indicar que si la AMOC finalmente se detiene, las consecuencias para la vida en el planeta, y particularmente en Europa, serían muy drásticas.

La AMOC lleva agua cálida del Golfo de México hasta Noruega y en el camino va desprendiendo calor y humedad, que hacen que Europa, a pesar de estar en latitudes bastante elevadas, sea un continente con un clima bastante benigno. Este agua después retrocede hacia Groenlandia, desprendiendo más calor, hasta que se enfría lo suficiente para volverse más densa y hundirse en el mar, y circular a una profundidad de unos 1000 metros o más. Precisamente, su detención anticipa que Europa se volvería un continente más frío y más seco, y también que el océano profundo reduciría su ventilación, habiendo menos oxígeno y causando una mortandad masiva de la vida marina. Además, el aumento continuado de la temperatura superficial del mar garantiza que se producirán tormentas cada vez más violentas y destructivas. Pero la cosa va mucho más allá. En los escenarios más extremos, el planeta se convertiría en dos enorme zonas polares y una zona central recalentada. Porque otro de los problemas asociados a la detención de la AMOC, que es uno de los puntos de no retorno del sistema planetario, es que puede desencadenar que se sobrepasen otros puntos de no retorno, desestabilizando el clima del planeta hasta convertirlo en algo irreconocible pero sin duda extremo y muy probablemente incompatible con la vida humana.

No tenemos certeza de qué es lo que pasará exactamente si la AMOC colapsa, en buena medida porque nuestros modelos numéricos son muy conservadores y tienden a privilegiar configuraciones que se parecen a nuestro clima actual y a penalizar aquellos estados que se desvían mucho de ello. Es precisamente esa contradicción entre los modelos y la realidad a lo que se agarra la nueva oleada negacionista que asola el planeta y particularmente España para negar la mayor y dar por hecho que lo que se dice son exageraciones. En realidad no comprenden que los modelos, por construcción, predicen una evolución continua y suave, y por eso tienen dificultades para modelizar correctamente lo que son cambios abruptos, transiciones de fase. Como norma general, los modelos climáticos pecan de optimistas, no de todo lo contrario.

Tampoco estamos completamente seguros de si lo que estamos viendo es un síntoma de la ralentización y eventualmente detención de la AMOC. Existen diversos factores, con gravedad diferente, que podrían explicar la anomalía de este año, aunque en suma la tendencia a la subida de la temperatura del mar debida al Cambio Climático garantiza que, tarde o temprano, llegaríamos al escenario de colapso de la AMOC.

Aquéllos que han comprendido la gravedad de la situación están, como es natural, muy alarmados y angustiados esperando a que la ciencia diga la última palabra sobre este nuevo sobresalto en la salud del planeta. Para la mayoría de la población, el posible colapso de la AMOC es algo completamente ajeno a sus vidas y por supuesto motivo de poco interés y preocupación.

Durante los próximos meses y años, los oceanógrafos nos dedicaremos a hacer mediciones masivamente, mejorar modelos, procesar datos, analizarlos exhaustivamente, cruzarlos con datos de los meteorólogos, paleoclimatólogos, biólogos marinos, etc, con la intención de entender mejor qué está pasando. Y tras ese intenso trabajo, que llevará mucho tiempo, se emitirá un veredicto. Y habrá dos posibilidades. La primera, que AMOC se está ralentizando o colapsando ya. La segunda, que eso todavía no ha sucedido y que lo que observamos es una anomalía transitoria.

En el primer caso, dará igual lo que digamos, porque seguramente los efectos del colapso de la AMOC se habrán hecho más que evidentes para el común de la población. En el caso concreto de Europa, tendremos inviernos más fríos, más sequía y tormentas cada vez más destructivas, en un proceso que con el paso de los años irá a peor, hasta que lleguemos a un punto de estabilidad que será la nueva normalidad, y que sin duda implicará el desplazamiento de millones de seres humanos hacia zonas más habitables.

En el segundo caso, toda esta discusión parecerá el típico culebrón de un verano, la gente no le prestará la más mínima atención y seguirá con sus diarios quehaceres. Todo seguirá igual. Seguiremos emitiendo CO2 a la atmósfera como si no hubiera mañana, lo cual precisamente garantiza que no habrá mañana.

Porque ésta es la conclusión. Con nuestra manera de actuar, estamos garantizando que este desastre en ciernes se acabe materializando.

Si no es ahora, será después.

Con nuestra actitud indolente, con la obstinación en no cambiar el rumbo como sociedad, estamos garantizando que sucederán los peores escenarios. El susto de este año debería de servir para hacernos reflexionar, para movernos a cambiar. Si no lo hacemos, ¿qué creemos que nos va a pasar?

Recuerden: Si no es ahora, será después.

Salu2.

AMT

Post Data: Hace un par de años me grabaron en una larga entrevista, al final de la cual comentábamos sobre el proceso que ya entonces comenzaba a ser evidente, y las posibles consecuencias que tendría la detención de la AMOC (en el vídeo referida como circulación termohalina). Espero que les interese.

Fuente: The Oil Crash, 29-7-2023 (https://crashoil.blogspot.com/2023/07/si-no-es-ahora-sera-despues.html)

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