Lectura con lágrimas
Salvador López Arnal
Reseña de: Mario Amorós, La vida es eterna. Biografía de Víctor Jara, Barcelona, Penguin Random House Grupo Editorial, 2023, 401 páginas
Si Chile sigue muy metido en su corazón. Si le duelen (y no es cualquier dolor) los resultados de la elecciones chilenas de mayo de 2023. Si el 11 de septiembre sigue siendo para usted, esencialmente, el 11 de septiembre chileno. Si nunca ha habitado en usted el olvido de la granza poliética de Salvador Allende y si siguen siendo imborrables aquellas palabras pronunciadas en la mañana de aquel día: «Ante estos hechos, solo me cabe decirle a los trabajadores: yo no voy a renunciar. Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo y les digo que tengo la certeza de que la semila que entregaremos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos.» Si quieren saber por qué Víctor Jara es uno de los símbolos universales de la canción revolucionaria en su sentido más profundo, y que entre 1969 y 1973 grabó sus principales discos: «Pongo en tus manos abiertas» (homenaje a Luis Emilio Recabarren, fundador del PC de Chile), «Canto libre», «El derecho de vivir en paz» (tributo a la lucha del pueblo vietnamita), «La población» y las canciones del póstumo Manifiesto. Si Amanda es para usted más que el nombre de una amiga o de una compañera y se sigue emocionando escuchando «Et recordo Amanda» de Raimon-Víctor Jara: «A mí me estremece siempre cantar ‘Te recuerdo Amanda’; me produce un estado de emoción que, aunque la cante mil veces, mil veces la siento igual» (1973). Si para usted, como para Jara, Violeta Parra es una cantautora de dimensiones inconmensurables (a la altura, no por debajo, de otros grandes de la música como Leonard Cohen o Bob Dylan). Si le resulta admirable que el autor de «Plegaria de un labrador» rechazara la generosa oferta de una empresa para dirigir el musical Hair por considerarlo alienante. Si también sigue pensando (con algún matiz no esencial) que la canción auténtica, la revolucionaria, tiene que intentar cambiar al ser humano para que este cambie el sistema de explotación y marginación. Si a usted no le deja indiferente el testimonio escrito de Silvio Rodríguez para el libro de Mario Amorós: «Un año después lo asesinaron con saña, pero aquella vileza no fue lo que lo inmortalizó. Ya Víctor era un cantor eterno por la exquisita calidad estética y ética de sus canciones». Si siguen teniendo muy presente en su corazón enrojecido los nombres de Luis Corvalán, Volodia Teitelboim y Gladys Marín. Si no ha olvidado nunca las imágenes de aquella grandiosa película: La batatalla de Chile (ni tampoco La espiral o Missing). Si le siguen estremeciendo aquellos versos cantados del Manifiesto: «Mi canto es de los andamios/ para alcanzar las estrellas.» Si quieren conocer en profundidad la grandeza humana de Joan Jara: «Yo era Joan Turner hasta 1973, pero cuando salí de Chile con mi pasaporte británico estaba allí el nombre de Joan Jara. Y decidí que ese iba a ser mi nombre desde entonces, porque me daba fuerzas para hablar de mi conexión con Chile y de Víctor». Si quieren emocionarse con el grito de Amanda Jara. Si quieren conocer la dignísima historia de un poema inacabado, «Estadio Chile»: «Canto. Que mal me sales/ cuando tengo que cantar espanto./ Espanto como el que vivo/ como el que muero, espanto/ de verme entre tantos y tantos/ momentos de infinito/ en que el silencio y el grito son las metas/ de este canto./ Lo que nunca vi/ lo que he sentido y lo que siento/ hará brotar el momento…» Si quieren recordar la opinión de Víctor Jara sobre el significado de la palabra «Patria»: «Patria es amor a mi hogar, a mi mujer, a mis hijas. Es amor a la tierra que me ha ayudado a vivir; es el amor a la educación y al trabajo; es amor a los demás, que trabajan por el bienestar común; es amor a la justicia como instrumento de equilibrio para la dignidad del hombre; es el amor a la paz para gozar de la vida; el amor de la libertad, no al libre albredrío, no a la libertad de unos para vivir de otros, sino la libertad de todos. La libertad para que yo exista y existan mis hijas y mi hogar…» Si quieren saber del concierto celebrado el 9 de mayo de 1974 en el Madison Square Garden de Nueva York, en el evento An evening with Salvador Allende, en el que participó Bob Dylan, «quien al día siguiente acompañó a Joan Jara a visitar el MoMA donde entonces se exponía el Guernica de Picasso». Si quieren conocer el testimonio de José Navarrete, que entre 1978 y 1980 hizo el servicio militar «en el Regimiento de Ingenieros n.º 6 Azapa, en las proximidades de Arica, donde coincidió con Pedro Barrientos y Jorge Smith, quienes se jactaron de haber asesinado a Víctor Jara». Si quieren rendir homenaje a la librería Víctor Jara de Salamanca, al teatro Víctor Jara de la localidad grancanaria de Vetros y a la calle Víctor Jara de Barcelona (al lado de la plaza Karl Marx y de la calle Antonio Machado). Si quieren recordar el homenaje que U2 le rindieron en «One Tree Hill»: «Jara cantó su canción, un arma/ en las manos del amor./ Se sabe que su sangre aún grita/ de la tierra/ Corre como un río…» Si quieren recordar aquel 4 de septiembre, en la última y multitudinaria manifestación de la UP, cuando Jara sostuvo junto con sus compañeros una pancarta que proclamaba: «Trabajadores de la cultura en contra del fascismo». Si quieren saber de su 11 de septiembre de 1973, cuando cerca de las once de la mañana, llegó a la Universidad Técnica del Estado (UTE), en cuya Secretaría Nacional de Extensión y Comunicaciones trabajaba desde 1971, tras escuchar el llamamiento a los trabajadores del presidente Allende desde La Moneda y recibir las instrucciones de la dirección de las Juventudes Comunistas, a cuyo Comité Central pertenecía desde hacía un año. Si quieren admirarse del valor del joven de 23 años Héctor Herra, joven funcionario del Registro Civil, quien confirmó la identidad de Víctor Jara, ya asesinado, y avisó a Joan Turner, arriesgando su vida, permitiendo que pudiera darle sepultura el 18 de septiembre, ahorrando «a sus seres queridos el sufrimiento infinito, eterno, de los familiares de los detenidos desaparecidos.» Si quieren conocer con detalle la falsa leyenda del «cantor de las manos cortadas». Si conoce la extensa, la extraordinaria obra de Mario Amorós. Si sigue considerando imprescindibles sus biografías de Pinochet, Neruda, Allende, Miguel Enríquez (o la de Pasionaria). Si está ansioso por leer Entre la araña y la flecha. La trama civil contra la Unidad Popular. Si …. Entonces no lo dude, este es su libro, un libro imprescindible para millones de lectores, de Chile, de España, del mundo.
Léanlo y recomiéndelo. No les dejará indiferentes.
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