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Simone Weil en la columna Durruti

Salvador López Arnal

Reseña de: Adrien Bosc, La columna, Barcelona, Tusquets, 2022, 153 páginas (traducción de Juan Manuel Salmerón Arjona).

Excelente escritura, buena narración que atrapa al lector desde el primer momento. Un ejemplo: «Es una tumba sin flores, en un cementerio no muy lustroso. Con sus bancos de piedra dispersos entre los árboles, el lugar parece más uno de esos jardines privados que hay en el centro de Londres. En la zona católica, medio oculta entre un espino, hay una losa de granito cubierta de hojas en la que reza, en francés: Simone Weil, 3 febrero 1909-24 agosto 1943.»

Libro para interesados en la vida y praxis de Simone Weil, una arista esencial de su filosofar, y para interesados en asuntos relacionados con nuestra guerra civil (el autor comete el error, aún demasiado frecuente, de llamar nacionales a los sublevados fascistas). Así, pues, de interés generalizado.

Breve apunte del autor: Adrien Bosc (1986), fundador de las Éditions du Sousol, recibió en 2004 el Gran Prix du Roman de l’Académie Française por Constellation. En 2018 publicó se segunda novela, Capitaine.

La columna, su tercer libro, es una novela breve que toma pie en la presencia de Weil en nuestro país durante la guerra civil. Sucintamente: En agosto de 1936, al poco de comenzar la guerra civil española, S.W., 27 años entonces, se alista en el Grupo Internacional de la Columna Durruti, en el frente de Aragón. Allí sufre un accidente y acaba regresando a Francia. Pasa unos 45 días en España de los que poco sabemos: sus apuntes en un Diario de España que llevó en su cuaderno Moleskine (se han conservado 34 hojas), primeras impresiones de la guerra y frases de la gramática española escrita en hojas sueltas. También un pasaporte con los sellos de la Generalitat de Cataluña y del Comité Central de las milicias, cartas y algunas fotografías (incluidas en el libro; la de la página 153 por ejemplo).

El accidente sufrido por la autora de La fuente griega: «[…] Cuando al fin los aviones se fueron, Simone se pasó a otra trinchera, donde había un fusil ametrallador. Esperó un rato a escondidas tras aquel montón de tierra, especie del fanal en medio del cementerio, y luego volvió al campamento. Fue así, imaginamos, como, al salir de su escondite, sin recordar el fuego que ardía en el hoyo, metió el pie en la enorme sartén con aceite hirviendo. Cayó cuan larga era, gritando de dolor. Hans acudió al instante, la cogió de los brazos y al sacó. Le pidió que se callara, lo aterraba la posibilidad de que se acercara un destacamento de nacionales. Aplicó un paño mojado a la quemadura. Pasó una hora larga hasta que los compañeros regresaron….»

Componen La columna dos partes: I. En la columna (sobre los días de Weil en España). 2. Una carta en una billetera (Historias, Exilios, Cartas, Entierros) y una nota del autor. La carta a Georges Bernanos cierra la primera parte (pp. 87-94).

La nota del autor informa de las fuentes usadas. «Los hechos de la vida de Simone Weil están extraídos de la biografía de su amiga Simone Pétrement, La vie de Simone Weil y de los libros de Laure Adler, François L’Yvonnet y Christiane Rancé… Les Fils de la nuit. Souvenirs de la guerre d’Espagne, de Antonio Giménez, cuenta la historia de los demás compañeros del Grupo Internacional. Los escritos políticos de uno de ellos, Sail Mohamed, se han reunido en un tomo con el título L’Étrange étranger. Écrits d’un anarchiste kabyle». De profundo interés la historia de la familia Caro.

Desde un punto de vista historio y poliético es esencial la carta de Charles Ridel de 1954, un antiguo camarada de Weil del Grupo Internacionalista de Pina (pp. 136-139 del libro). Abre así: «La manera de presentar manera los incidentes, hechos y acontecimientos, ¿corresponde a la realidad que Weil vivió en España? Según la opinión de los supervivientes del Grupo Internacional de la columna Durruti a la que ella perteneció, no.» Una réplica en toda regla, crítica de la complicidad de Weil con Bernanos.

Dos años después, Ridel publica en la misma revista un artículo titulado: «Rechazo de la leyenda». La revolución española, observa, «no fue ni una construcción perfecta ni un castillo de leyenda…. En los hoyos excavados en las faldas de los montes de Aragón, unos hombres vivieron fraternal y peligrosamente, sin necesidad de esperar nada porque vivieron, plenamente, sabedores de que eran lo que querían ser.»

Fuente: El Viejo Topo

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