La filosofía como modo de vida
Joaquín Miras Albarrán
Nota de edición (SLA)
El próximo 5 de septiembre de 2025 se cumplirá el primer centenario del nacimiento de Manuel Sacristán Luzón (pocos días antes, 27 de agosto, los 40 años de su prematuro fallecimiento). Serán numerosos, así lo esperamos, los encuentros, conferencias, exposiciones y congresos (*) que se celebrarán para recordar y homenajear a uno de los grandes filósofos españoles del siglo XX, a un verdadero y nunca olvidado maestro de ciudadanos y universitarios, a uno de nuestros pensadores marxistas más sólidos, creativos e interesantes, fuertemente comprometido con una arriesgada praxis comunista democrática de la que fue militante (y en años dirigente) activo durante unos 30 años. Intentaremos falsar entre todos la brillante (y pesimista) ocurrencia borgiana sobre centenarios: «noventa y nueve años olvidadizos y uno de liviana atención es lo que por centenario se entiende»
Para contribuir al recuerdo y homenaje, el colectivo Espai Marx ha acordado publicar semanalmente, todos los viernes, a lo largo de 2025, trabajos del autor de Panfletos y materiales, intentando cubrir un amplio arco de reflexión, conocimiento, sugerencias y propuestas que abarcará desde sus primeros textos publicados en las revistas barceloneses Qvadrante y Laye hasta sus últimas cartas y su último escrito largo, la presentación del undécimo Cuaderno de Gramsci, traducido por su amigo y discípulo Miguel Candel.
En aras de abrir nuestro apetito lector, para irnos introduciendo en el recuerdo y homenaje, para «dar calor a la llama de siempre», Espai Marx está publicando a lo largo de estas semanas de diciembre artículos de estudiosos y conocedores de su obra. En las dos entregas anteriores hemos editado un artículo de otro maestro no olvidado, Francisco Fernández Buey (1943-2012) y un segundo del gran helenista Miguel Candel. En esta ocasión, publicamos un artículo no publicado hasta el momento del presidente de Espai Marx, Joaquín Miras Albarrán, alumno y discípulo de Giulia Adinolfi, primera esposa y compañera de Sacristán.
Pueden seguirse las intervenciones de Joaquín en el seminario que Espai Marx dedicó a la obra de Sacristán en https://www.espai-marx.net/ (para los audios del seminario https://espai-marx.net/?cat=1615). Joaquín Miras, gran conocedor de la obra de Hegel, es autor también de «La lucha por la hegemonía en el frente intelectual. La práctica política de Manuel Sacristán Luzón» (El legado de un maestro, Madrid: FIM. 2006, pp. 263-280).
(*) un primer ejemplo de estos encuentros:
«Manuel Sacristán (1925-1985), hoy: aproximaciones a su legado». Día y hora: lunes, 27 enero 2025, 17 h. lugar: Salón de actos «Francisco A. Muñoz». Centro de documentación científica. c/ Rector López Argüeta s/n, Granada. Dentro del ciclo «Miradas al mundo» (Instituto de la Paz y los Conflictos, Universidad de Granada), coordinado por Jesús A. Sánchez Cazorla.
Primera parte (17 – 18:30 h.)
Gonzalo Gallardo Blanco: «La ortodoxia marxista bien entendida: Manuel Sacristán como intelectual comunista». GHECO-UAM, Grupo de investigación en Humanidades Ecológicas.
Jesús Ángel Ruiz Moreno: «El giro aristotélico de Manuel Sacristán». Grupo de Investigación Filosofía Social HUM-1036, Universidad de Granada.
Sebastián Martínez Solás: «Continuidad y discontinuidad en el legado de Manuel Sacristán: Francisco Fernández Buey». Grupo de Investigación Filosofía Social HUM-1036, Universidad de Granada.
18:30 – 19 h. Pausa.
Segunda parte (19 – 21 h.).
Violeta I. Garrido Sánchez: ««De nada en demasía»: Manuel Sacristán, el comunismo y el exceso». Dpto. de Filosofía I, Universidad de Granada.
José Luis Moreno Pestaña: «Manuel Sacristán a través de Gramsci». Dpto. de Filosofía I, Universidad de Granada.
Jorge Riechmann: «Estamos a medio hacer. Sobre Manuel Sacristán y la noción gramsciana de ‘centro de anudamiento’». Dpto. de Filosofía, Universidad Autónoma de Madrid.
Debate final (20:30-21 h.).
Sesión presencial, pero se podrá asistir también por videoconferencia, a través de la aplicación Meet de Google.
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I. A menudo Sacristán juzga con rigor la validez de su obra. Por ejemplo, en la carta a Andalán1, la que envió a Eloy Fernández Clemente.
Creo que, más allá de todas las dificultades que tuvo para disponer de tiempo y medios, hay un punto en el que se equivoca y no estoy de acuerdo con su valoración sobre sí mismo, y dirimo con él una querelle teórica.
Me explico: cuando leo sobre Diógenes Laercio y sus vidas de filósofos ilustres, siempre encuentro la misma opinión: es un centón de vidas de filósofos de anécdotas vitales, pero Diógenes se olvida de explicarnos sus «sistemas». Habla de vidas: ¡de vidas! Pero, si el filosofar es algo, es precisamente ser un saber segundo cuya primordial función debe ser orientar la propia vida, apelarse a sí mismo y ser capaz de vivir de otro modo, de un modo filosófico. En esto suscribo lo que explica Pierre Hadot2. Hubo en la clasicidad personas a las que todos consideraban filósofos y que no escribieron nunca nada –a comenzar por Sócrates–, pero sus vidas eran vidas de filósofos, y por eso seducían, servían, orientaban, por eso eran y se convertían en maestros, es decir, tenían discípulos. No por su obra.
Entonces, para seguir con el ejemplo, si Diógenes Laercio nos cuenta cómo Diógenes el cínico, en su frugalidad, tira la taza que utilizaba para beber agua al ver a un niño que bebía con la mano –«hasta un niño me da lecciones»–, eso es anecdótico; si hubiese recogido las reflexiones de Diógenes el cínico sobre «el ser» o los atributos divinos eso sería filosofía. El filosofar de Sacristán –y el de Giulia Adinolfi3–, su concepción de la vida sabia, esto es, de la vida del sofós, incluía la reflexión y el estudio, ciertamente, como forma filosófica de praxis y de vida; incluía la praxis política y la preocupación por la polis. Desplegaba y acogía estas actividades y la sobriedad de vida, y la apertura a los demás. Lo que meditaba, meditaban, lo escribían; y lo que estudiaban lo escribían porque el estudio formaba parte de ese modo de vida que es el que nos impresionaba, el que nos cautivaba. Eran Silenos buscando seducirnos para la vida sabia, tal y como dice el Alcibíades de Sócrates en El Banquete4.
Ninguna obra sistemática puede lograr eso, ninguna elaboración intelectual puede convertir a nadie en conciencia crítica de nadie. Sólo una vida filosófica. Por lo demás, el trabajo intelectual de Sacristán siempre poseía erudición, saber, rigor intelectual, y además rigor moral y capacidad de interpelar al sujeto.
Sería triste que una reminiscencia teoreticista nos hubiese hecho perder alguna página más de Sacristán que hubiese podido ser escrita, a pesar de su poco tiempo y de todas sus dificultades vitales5.
II. Hay una cosa que no he añadido y que muestra hasta qué punto no se le entiende –no se les entiende–, hasta qué punto se les interpreta como absurdos por leerlos desde el cursus honorum, esto es, desde fuera de la filosofía: cuando algunas personas se pasman por el hecho de que renunciara a las ofertas de trabajo e investigación que le hicieron en el extranjero –o que Giulia se quedase a vivir en España siendo italiana–6. Pero, por encima de todo, Sacristán no era un investigador, no era una persona cuya meta y fin fuese una obra «científica», teorética. Por encima de todo su meta era vivir una vida conforme a unos principios, muy exigentes desde luego. Es la idea de vida sabia, que incluye el estudio como autodespliegue.
Tienen «razón», sin embargo, los que, para destruirles, atentan contra su recuerdo inventando calumnias sobre su moralidad7: saben, sintieron lo que eran; les pesó lo que eran, sus miradas. Y saben dónde estaba su fuerza, por eso tratan de destruirla. Es criticarlo de «inmoral».
III. Amigos, uno de nosotros, que sabía que yo tenía encargado el libro La tradición de la intradición8, me ha preguntado sobre el libro. Hasta esta tarde, que he tenido que ir a Barcelona, no lo he tenido en las manos. Tengo, por tanto, muy poco leído, pero escribo esta nota como acuse de recibo de la pregunta. Creo que está magníficamente bien escrito, y decir eso es decir mucho. Y tiene una admirable concepción clara de lo que es la filosofía y el filósofo, pero eso ya lo había leído en la entrevista de Salvador, que editamos en EM, y cuya dirección electrónica adjunto de nuevo9.
Lo que dice sobre qué es, cómo se entiende la filosofía y qué es un filósofo, cuando por ejemplo dice que hay que imitar a Unamuno, más que estudiarle… y que se aclara de forma meridiana, cuando habla de Sacristán. Considera que Sacristán es un filósofo logrado, «destino» es la palabra que usa de alguna manera10. Yo estoy de acuerdo, por entero. Decir esto es decir «bastante», porque, precisamente, hace poco, otra persona, en un artículo por lo demás muy interesante, definía la obra de «Manolo» como «inacabada», como no creadora de «nada original», como «frustrada» por las circunstancias, la historia, el esto y lo otro. Hay ahí, una interpretación, dos, de lo que es ser filósofo. Una, es decir originalidades, en papers en inglés a ser posible, y esa es la que Méndez Baiges define como «grasa escolástica». En esa no está Manuel Sacristán Luzón; sí, quizá algunos de «los manolos». Otra, «ir en serio»11, aunque eso no sea considerado «original» dentro de alguna corriente filosófica, y ese sí es el modelo de Sacristán: la filosofía como modo de vida.
IV. Sobre filosofías «acabadas», sobre obras filosóficas «acabadas» que, cuando se juzga la obra de MSL, es lo que se entiende por perfección, nada más sistemático, redondo y acabado que un estudio sobre Quine, o sobre el primer libro de El capital: estudios, en sí, sobre un material concluso, quietos y firmes, unos y otros, como las pirámides de Egipto. Por el contrario, nada más abierto e inacabado, por ser inacabable, que el filosofar sobre lo que pasa. Sólo que lo que es incierto, «in-cierto», precisamente porque fue y ya no es, es lo que pasó, y lo único que es cierto es lo que está pasando, que precisamente por eso, lo que nos causa es «incertidumbre» –me estoy poniendo cursi como Ortega, y sus «a redropelo», etc., disculpad–; y por ello, trabajar lo ido y concluido, es redondo, pero sobre el pasado, que es ficción, en relación con el presente. Y pensar lo que está pasando, filosofarlo, es trabajo abierto, tentativo e inacabado porque es inacabable. El «devenir» es lo que tiene, que constantemente está deviniendo, que es un no parar, o sea, un «despropósito», un «sindiós» de los de Amanece, que no es poco… ¡Qué se le va a hacer!
Por lo demás, él, MSL, en algún texto, recuerda que durante los años cincuenta, había pensado –«habíamos pensado»– que con Marx y el marxismo se tenía un pensamiento que bastaba; o una frase semejante. Supongo que quería decir que bastaba para elaborar una práctica revolucionaria. Cuando escribía esto, MSL consideraba implícitamente como positivo haber salido de aquel estadio intelectual. Salvador sabrá señalar dónde escribe esto MSL12. Esto no excluye –según MSL– la necesidad de leer: 1) los clásicos, todos los clásicos 2) la tradición, el marxismo como tradición, incluida dentro de la tradición revolucionaria. Clásicos y tradición, palabras usadas por MSL a sabiendas de lo que quería decir clásicos y tradición: no saber perennis, sive ciencia, que sería siempre «Remurimiento»13.
Notas de edición
1 Carta de Sacristán, fechada en Barcelona el 30/VI/1985, dirigida a Eloy Fernández Clemente, Zaragoza, director entonces de la revista aragonesa Andalán:
Querido amigo,
estoy cascado, pero no chocheo. Con esa precisión podrás inferir que no me olvido de los amigos (al menos, todavía, y si el estar cascado no da un «salto cualitativo», tampoco los olvidaré en el futuro).
También he de protestar de que llames «magníficos» a los dos tomos [Sobre Marx y marxismo, Papeles de filosofía] aparecidos de Panfletos y Materiales. Me parece que ellos revelan bastante bien el desastre que en muchos de nosotros produjo el franquismo (en mí desde luego): son escritos de ocasión, sin tiempo suficiente para la reflexión ni para la documentación.
En cambio, te agradezco mucho lo que dices de una posible utilidad mía en otras épocas. Supongo que también eso es falso, pero el hombre es débil y acepta algunas falsedades.
Y en cuanto a la entrevista para Andalán, la hacemos cuando quieras. A propósito de lo cual es bueno que sepas que yo tengo algunas limitaciones graves: después de una operación de corazón, me falló definitivamente el riñón que me quedaba. Hace veinte años, cuando le pasaba a uno eso, el parte médico decía que falleció de fallo renal. Ahora te enchufan a una máquina de hemodiálisis cada 48 horas y sobrevives, aunque no lo pasas muy bien. Consecuencia: no haremos la entrevista en día de hemodiálisis. Cuando haya que hacerla me telefoneas antes (o me telefonea alguien de Andalán) y fijamos la fecha.
Mandaré uno de estos días una carta internacional a Lola Albiac: se trata de componer una cadena universitaria mundial en pro del desame nuclear. Espero que ella te enganche a la cadena,
Mientras tanto, un saludo afectuoso
Manolo
2) Véase, por ejemplo, Pierre Hadot, La filosofía como forma de vida. Conversaciones con Arnold I. Davidson y Jeannie Carlier, Barcelona: Ediciones Alpha Decay, S.A (varias ediciones).
3 Véase la página web dedicada a Giulia Adinolfi: https://giuliaadinolfi.wordpress.com/.
4 Sacristán tradujo, presentó y anotó en 1956 para la editorial Fama El Banquete de Platón, una traducción muy elogiada por José M.ª Valverde. Fue reeditada por Icaria en 1982, por iniciativa de discípulos suyos, profesores de filosofía en secundaria. Entre ellos: Paco Tauste, Maria Rosa Borràs, Sara Estrada, Pere de la Fuente, Francesc Xavier Pardo,…
5 Sacristán falleció el 27 de agosto de 1985, con 59 años. Como señala en la carta de la primera nota, en 1984 le fue extirpado su segundo riñón, el primero de muy joven, y tuvo que seguir sesiones de diálisis hasta sus últimos días. Falleció de vuelta a casa, cuando salía de una de estas sesiones.
6 Giulia Adinolfi, militante del PCI, dejó Nápoles para vivir en Barcelona desde 1957, en la España franquista.
Sacristán no aceptó una oferta para dar clases en el Instituto de Lógica de Münster al finalizar sus cuatro semestres de estudio (1954-1956) en el centro de investigación y enseñanza alemán. Poco después pasaría a militar en el PCE-PSUC.
Declinó también varias ofertas y ayudas –una de ellas de Mario Bunge, de quien tradujo La investigación científica– para dar clases en universidades extranjeras al ser expulsado por razones políticas, vía no renovación de su contrato laboral, de la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona en 1965.
7 Los casos, por ejemplo, de Jaime Gil de Biedma, Gabriel Ferrater, Manuel Vázquez Montalbán y Josep Maria Castellet. Véase SLA, La observación de Goethe, Madrid: La Linterna Sorda, 2015 (pròlogo de Jordi Torrent Bestit).
8 Véase Víctor Méndez Baiges, La tradición de la intradición. Historias de la filosofía española entre 1843 y 1973, Madrid: Taurus, 2021.
9 Entrevista a Víctor Méndez Baiges sobre La tradición de la intradición «Si algo llama la atención es el gran desconocimiento que hay, incluso entre los profesores de filosofía, de la historia de la filosofía española.» El Viejo Topo, diciembre de 2021 https://espai-marx.net/?p=10975.
10 Véase Manuel Sacristán, «Lógica formal y filosofía en la obra de Heinrich Scholz». Papeles de filosofía, Barcelona: Icaria, 1984, p. 65.
11 Sacristán usa esta expresión hablando de Ulrike Meinhof en su conversación con Antoni Munné y Jordi Guiu de 1979. Véase De la Primavdera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas con Manuel Sacristán, Madrid: Los Libros de la Catarata, 2004, pp. 98-100 (edición de Francisco Fernández Buey y SLA).
12 Tal vez en la entrevista con Dialéctica de 1983 o en la conversación con Antoni Munné y Jordi Guiu para El Viejo Topo anteriormente citada. Ambas en Ibidem, pp. 147-178 y pp. 91-114 respectivamente.
13 Neologismo usado por Sacristán en «Nota acerca de la constitución de una nueva filosofía» (1953). Papeles de filosofía, ob. cit., pp. 7-12. No fue el único neologismo que inventó. Otros ejemplos: tontiastuto, cultiprofundo, fobosofía, logorragia, sociofísica, letrateniente, liporiosa, sototeoría, polihístor, hierocracia,…