Lo llaman democracia y no lo es
Salvador López Arnal
Pascual Serrano, ¿El mejor de los mundos? Un paseo crítico por lo que llaman “democracia”. Icaria-Asaco, Barcelona, 2011, 87 páginas.
La mayoría de las personas de los países económicamente desarrollados, reza en la contraportada del libro, están convencidas de que viven en el mejor sistema posible; creen que eso que se denomina democracia debe ser la máxima aspiración de una sociedad y, por supuesto, no dudan de que es democracia lo que ellos tienen.
No estoy seguro de que esas creencias estén tan extendidas y tan firmemente asentadas en los últimos años y no sea el miedo, la angustia o la simple desesperanza lo que paralice la acción y la reflexión. Sea como fuere, “la idea del volumen es mostrar las miserias, desmanes y aberraciones que el capitalismo ofrece como sinónimo de democracia, no con la intención de reformar el sistema o parchearlo, sino de combatirlo, ya que es incompatible con el humanismo y la decencia”.
El capitalismo es, pues, incompatible con la democracia real, con la decencia, sea cual sea nuestra consideración de ella, y con el humanismo. Pascual Serrano, periodista crítico, activista político, fundador de rebelión, autor de numerosas publicaciones, uno de nuestros mejores conocedores del entramado económico, político y cultural de los medios de (in)comunicación y generación del consenso, ha escrito un libro indignado de intervención que, sin pretender decir nada nuevo, no estamos ante un libro de investigación, expone sucintamente y con claridad informaciones y argumentos sustantivos contra esas falsas creencias sobre el mejor de los mundos posibles, el sistema no superable, la inexistencia de alternativas y las falaces teorías sobre la democracia demediada y bajo mínimos y la existencia del helado vacío tras el capitalismo depredador.
El libro consta de una introducción y de siete breves capítulos: “Falsa democracia”; “Así funciona el mercado”; “Dinero público/ dinero privado”; “Mercado y cultura; “Paradojas y dramas de la emigración”; “Doble rasero / doble moral”, e “Incoherencia”. Se trata de desarrollar el espíritu crítico de la ciudadanía. Para ello, se invita al lector en las páginas que lo componen “a la gimnasia mental de superar estereotipos y chichés mentales esculpidos por años de formación de una mentalidad sumisa, oxigenar neuronas asfixiadas, sacudir mentes perezosas, espabilar sensibilidades que lograron que adormeciéramos, indignar a ciudadanos desmovilizados, activar pasiones que creíamos que no teníamos” (p. 6). Nada menos, ahí es nada.
Serrano intenta su objetivo, despertar consciencia crítica, agitar nuestras mentes, mover a la acción social, con argumentos, tesis, descripciones y preguntas como los siguientes. “El uso discursivo del derecho al trabajo es una de las muestras más hipócritas del capitalismo y sus portavoces” (p. 9). “Los defensores del capitalismo aceptan sin rechistar las muertes y los desempleos causados por su modelo económico, sin embargo no los soportan cuando van ligados a las luchas sociales” (p. 10). ¿Votaron en libertad los trabajadores de la Fiat o de la Nissan española cuando aceptaron el convenio y las condiciones que aceptaron? (p. 10). Si con la Ilustración habíamos dejado atrás nuestro papel de súbditos para convertirnos en ciudadanos, “el capitalismo moderno nos está devolviendo a convertir en súbditos de un servicio de atención telefónica” (p. 23). Una trabajadora británica del “Lloyd’s Banking Group Stephanie Bon fue despedida por denunciar desde su página de Facebook que mientras ella cobraba 7 libras la hora, uno de sus superiores cobraba 4.000”, unas 600 veces más (p. 34). “La Autoridad de Cualificaciones y currículum del Reino Unido aprobó que la cadena de hamburgueserías McDonald’s pudiera desarrollar programas educativos de formación profesional y dar titulaciones oficiales a los empleados” (p. 52). “Las autoridades decomisaron en Algeciras más de 230.000 artículos de ropa falsificada con un precio en el mecado de 200 millones de euros. En virtud de la lucha contra “competencia desleal y la protección al consumidor”, toda esta ropa se destruye en lo que se supone que es una campaña contra la falsificación y la piratería. Mientras las caritativas ONG van por los países ricos apelando a la solidaridad y recogiendo la ropa usada para los pobres del mundo, la policía quema la nueva” (pp. 80-81)
No hace falta seguir. El lector/a se hace idea de los argumentos e informaciones esgrimidos. Valen la pena, incluso cuando algunos de ellos no nos sean extraños ni desconocidos.
Entre muchos otros, a los jóvenes estudiantes chilenos, que han hecho suyo un hermoso lema nerudiano -“Me gustas democracia aunque estás como ausente”-, les gustará el libro de Pascual Serrano. Al autor de Traficantes de información le habrá encantado el tema de los estudiantes chilenos en lucha.
Publicado en El Viejo Topo, septiembre de 2011.