Observaciones a un artículo de Michael Roberts sobre dialéctica
Fernando H. Azcurra
En el grupo de Debat polític i social impulsado por Espai Marx discutimos recientemente sobre una reseña que Michael Roberts publicó en su blog, The Next Recession–se puede acceder a la versión en español en la Miscelánea en la que Salvador López Arnal reúne los artículos propuestos cada día para el debate–. Una de las intervenciones es esta de Fernando H. Azcurra.
El conocido (y brillante) economista marxista Michael Roberts ha redactado una reseña sobre un libro de Murray E.G. Smith y Tim Hayslip: Thinking Systematics, exponiendo su entusiasmo y elogios ante lo realizado por estos dos autores canadienses en relación con el «razonamiento dialéctico». No ponemos en discusión la honestidad intelectual y la buena voluntad de los autores para participar en lo que, de hecho, es la «lucha teórica» desde el análisis materialista en oposición a la apología y tergiversaciones de los ideólogos de la burguesía en cualquier campo de las disciplinas sociales: economía, sociología, comunicación, psicología, etc. situación ésta que no es de este momento histórico, sino que es una característica de la clase burguesa capitalista desde sus inicios; toda clase propietaria, por medio de sus intelectuales, políticos y dirigentes, generan discursos ideológicos para justificar la explotación de clase, dando una «legitimación» filosófica y jurídica, a sus intereses singulares e imponiéndolos desde el Estado, reforzándolos además desde las Fuerzas Armadas ante quienes pudieran «osar» subvertir, cambiar, transformar el orden establecido (Status quo), en el caso burgués, por la naturaleza y Dios como complemento de su dominio.
La lectura de los fragmentos pareciera que no dejan dudas: quien expresa tales opiniones y ejemplos son de Roberts no de los autores, pero él da la impresión que en esto sigue estrictamente a los mismos. Habría que leer cuidadosamente el texto y esto será para cuando se vuelva necesario debatir con Smith y Hayslip directamente.
Escribe Roberts:
¿Cómo se pueden aplicar estas ideas a los problemas y controversias actuales? Un ejemplo, en mi opinión, es que el razonamiento dialéctico puede ayudarnos a comprender la naturaleza de la economía y el estado chinos. Muchos dicen que es capitalista; otros dicen que es socialista. En mi opinión, no es ninguna de las dos. ¿Cómo puede ser? En lógica formal, A = A, pero no B. Así que China debe ser capitalista o socialista. Pero cuando se piensa dialécticamente (y «sistemáticamente»), China puede verse como una economía en proceso de cambio: está «en medio».
En 1949, el capitalismo y el latifundismo fueron derrocados por un ejército campesino dirigido por los comunistas maoístas. Estos últimos acabaron nacionalizando la industria y la tierra, e intentaron, con un éxito limitado, planificar una economía mayoritariamente colectivizada. Pero esto por sí solo no convirtió a China en socialista: se estableció una gran maquinaria estatal, controlada por una élite burocrática que no rendía cuentas a la clase trabajadora china ni, de hecho, a las masas campesinas. Hoy en día, bajo su liderazgo posmaoísta, cuenta con un importante sector capitalista que intenta maximizar los beneficios con multimillonarios y mano de obra asalariada.
Nada de esto existiría en una sociedad verdaderamente socialista, al menos tal como la definirían los marxistas. «China socialista» no es un descriptor más correcto que «China capitalista». Si nos basamos en una lógica formal estricta, esto es confuso. Pero el razonamiento dialéctico aclara la confusión al permitirnos ver a China a través de la lente del desarrollo desigual y combinado y el concepto de formas transicionales.
Debo señalar un notable error de Roberts cuando propone, como supuesto ejemplo de «razonamiento dialéctico» que China no es socialista, no es capitalista: «China está en el medio», complementa esto con el final del tercer fragmento: el «razonamiento dialéctico» permite ver a China «… a través de la lente del desarrollo desigual y combinado, y el concepto de formas transicionales».
Desde el ángulo de las categorías analíticas materialistas ¿cuándo se puede hablar del cambio o transformación de las sociedades que permita comprender sus diferencias históricas, sociales, políticas, culturales, etc.? Pues, cuando lo que se ha transformado, luego de muchos avatares y vicisitudes (lucha de clases) es el «modo de producción» que implica una modificación en las «relaciones de propiedad» y, por tanto, de propietarios de la estructura socio-económica de las sociedades. Aceptado que sea esto. Veamos el caso chino.
¿Muestra un cambio rotundo e irreversible en el «modo de producción», esto es, en la organización social del trabajo y de las relaciones de propiedad? ¡No! El «modo de producción» de China se basa en relaciones de dominio del capital sobre el trabajo. Millones de trabajadores asalariados; una parte de ellos son explotados por los 60 millones de capitalistas chinos, y la otra parte son explotados por la burocracia del Partido Comunista Chino y los administradores del Estado y de sus empresas, quienes cumplen efectivamente el comportamiento de capitalistas «en funciones», capitalistas «estatales».
La estructura socio-económica china es capitalista: el capital privado y el estatal explotan la Fuerza de trabajo de los trabajadores bajo la paga de un salario, este dinero así entregado actúa como «adelanto» que se transforma en capital (privado y estatal) porque es valorizado por los trabajadores; trabajadores asalariados cuya característica consiste en que no son «propietarios» de los Mp. Se trata en consecuencia de un capitalismo «mixto». ¿Pero no hubo cambio en las relaciones de propiedad? ¡Si! Una fracción propietaria es la de los capitalistas privados, la otra fracción es la del PCCh-Estado como proto-burguesía de Estado: dirige el Estado, planifica con sus economistas estatales, da órdenes a las empresas por medio de sus instituciones económicas; administra las FF.AA. como institución autonomizada del pueblo ¡nada de pueblo armado! Es un ámbito que debe estar en manos de «profesionales» para contrarrestar las agresiones del imperio capitalista occidental, y finalmente «legitima» su dominio sobre el conjunto del pueblo con un discurso que alude al «socialismo con características chinas» que, en rigor, no es otra cosa que un capitalismo con características chinas ¿de socialismo? ¡absolutamente nada!
Pero ¿han «mejorado» las condiciones de vida de los trabajadores asalariados chinos? Sin dudas de ningún tipo: ¡¡Sí!! Por supuesto que sí. Pero lo que se debe tener en cuenta que se tratan de mejoras «dentro» de relaciones capitalistas de producción y consumo; socialismo no es igual a «mejoras» económicas bajo el capitalismo. Lo mismo puede y debe decirse del standard de vida de los trabajadores asalariados bajo el capitalismo occidental: ¿han mejorado su condición desde la 2da. G.M.? ¡Sin dudas! Pero debe aclararse que tales «mejoras»: 1º) no alcanza a la totalidad de la clase trabajadora occidental, y 2º) tales mejoras no han cambiado la relación de dominio del capital sobre el trabajo ¡el capital y los capitalistas mantienen su función de clase explotadora!
En consecuencia, tan brillante como es en otros aspectos, Roberts queda atrapado por una «vaguedad» incomprensible en él, tan fino, tan perspicaz en otros temas: «China se ubica en el medio» de un desarrollo desigual y combinado; aquí el supuesto razonamiento dialéctico se ha transformado en «formalidad» ilógica. China capitalista es un «descriptor» correcto e irrefutable siguiendo los cánones del análisis materialista, dialéctico o no dialéctico para no abusar de los términos.
Marzo 2025