Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Música entre lazos de vida social

Antonio Ruiz

Por todo lo alto. Título original: En fanfare. Año: 2024. País: Francia Dirección: Emmanuel Courcol Guion: Emmanuel Courcol, Irène Muscari
Sinopsis: Thibaut es un director de orquesta de renombre internacional que viaja por el mundo. Cuando se entera de que es adoptado, descubre la existencia de un hermano, Jimmy, un empleado de un comedor escolar que toca el trombón en una banda de música en el norte de Francia. Al parecer todo les separa, excepto el amor por la música. Al detectar las excepcionales habilidades musicales de su hermano, Thibaut se propone reparar la injusticia del destino. Jimmy entonces comienza a soñar con otra vida…

En las últimas dos décadas, en el cine europeo, apenas se realiza largometrajes que nos narre historias de la vida cotidiana actual y colectiva que vaya más allá del ‘Yo’ o de un género determinado. Por este motivo, en parte, la que hoy comentamos me ha sorprendido.

Este último trabajo del director, actor y guionista francés Emmanuel Courcol contiene una narrativa, que no esperaba, por lo más arriba comentado. De inicio, apunta a comedia francesa, y en su desarrollo se va ampliando a una generalidad de situaciones que son reflejo de la vida cotidiana e intemporal. La historia nos va introduciendo, sin percibirlo, en unas relaciones humanas de vida cercanas, o vividas, por la mayoría de nuestro medio: diferente clase económica y social, pequeña empresa de minería que quiere cerrar y están de conflicto sindical,… Esto hace que el inicio de comedia se vaya convirtiendo en algo que nos afecta socialmente, y como espectador, no lo abandones hasta el final.

Hay una pluralidad de elementos que el argumento va, suavemente, aportando. La relación entre los personajes, su evolución, inquietudes y un final sorpresivo y pleno de emotividad, te deja la impresión de querer prolongar esa escena final, aun sabiendo que la historia ya está contada.

La puesta en escena, los «tiempos» narrativos, los espectros y elementos que van surgiendo durante su desarrollo, me hace recordar el clásico cine europeo occidental que se realizaba en los 50-70. Donde cada escena tenia un motivo argumental que enlazaba, necesariamente, con lo anterior y posterior produciendo ese ritmo expositivo que el espectador requiere para desear la siguiente escena. Buena parte de las películas de ficción que se realizan hoy, no lo consiguen.

Técnicamente está muy equilibrada: buen guion, montaje, dirección, cuidada y sutil interpretación. Y un elemento que, no solo potencia la calidad y fuerza del desarrollo argumental, es, a mi entender, lo que aporta cohesión y sensibilidad durante toda la película: la música: orquesta, banda…

Algo especial, como antes indicaba, es el final. La orquesta y el símbolo de la pieza interpretada, y la otra «parte»: el coro y orquesta con el Bolero de Ravel. Solo producir esa sensación en las escenas finales, es un tributo a la calidad artística y técnica de quienes lo han realizado, y un placer para el espectador que ha conectado con la narración.

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