Un relato de cercanía
Antonio Ruiz
Reseña de La caja de cristal. Dirección y guion: Asli Özge. País: Alemania 2023. Productores: los hermanos Dardenne. Duración: 120 m
Argumento: En la primera escena, una inmensa grúa, deposita un contenedor acristalado en el patio interior de un viejo y céntrico edificio en una ciudad alemana, habitado por inquilinos y propiedad de un grupo financiero-especulativo. Al mando del “monstruo acristalado” un personaje frio e intemporal, socio inversor. Solo aterrizar el malicioso artefacto, siembra el malestar y discordia entre los que habitan los pisos. A la mañana siguiente la totalidad del edificio es tomado por la policía de asalto sin dejar salir ni entrar a sus vecinos, sin argumentos claro convincentes. El noventa y ocho por ciento del largometraje transcurre en su interior.
En los últimos tiempos he comprobado que películas de mediana producción y cierto interés, limitan sus difusión, mientras otras similares, de mayor coste y menor o nulo valor cinematográfico, se proyectan un muchas salas. La que comentamos solo se ha estrenado hoy en tres cines de Cataluña y en una sola sala de Barcelona ciudad.
Asli Özge (Estambul-1975. Establecida entre Estambul y Berlín desde 2000), ha realizado tres o cuatro largometrajes. Esta última, posiblemente, ha podido realizarla por la aportación económica en su producción de los hermanos Dardenne, unos de los creadores del cine social europeo actual, que debieron apreciar el contenido del guion. El valor de este, no solo es importante en la Europa actual, más bien, es necesaria.
La Caja de Cristal, nos cuenta la especulación de la vivienda que podemos apreciar en cualquier ciudad Europea hoy. Pero es bastante más por como lo plantea. En las disputas que “el mal” financiero introduce entre las vecinos, van surgiendo los intereses personales de estos, donde se pueden apreciar: egoísmo, misoginia, racismo, fascismo. En este ambiente kafkiano surgen los sentimientos y debilidades de la sociedad contemporánea actual que la deja lejos de ser una comunidad de seres pensantes. Los sitúa en una debilidad de acción colectiva de autodestrucción sin intuir el problema que lo motiva. Su moral y ética de vida queda reducida a su egoísmo personal en la mayoría de sujetos. Otros intentan ayudar y el resultado es lo contrario.
La película va más lejos de los hechos que narra. Nos sitúa en la sensible debilidad de la comunidad acomodada actual. Lo fácil que el poder económico que nos rige pueden enfrentarnos y autodestruirnos. No solo a nivel vecinal, también colectivo, somos producto del sistema. Nos han amoldado a la medida de este. Nos pueden hacer creer lo que en cada momento le convenga. Somos su creación y nos hemos acomodado a ello. ¿Cuando vengan mal dadas como vamos a reaccionar? Lo que nos cuenta el film es un ejemplo a tener en cuenta en una dimensión más general. Somos la comunidad que actualmente lo vivimos y la única que históricamente la podemos cambiar.
El largometraje, desde el principio, está impregnado de un ambiente inquietante que asciende progresivamente a un estado de claustrofobia, pero con una dinámica creíble y bien desarrollada. Solo hacia el final, si bien, se puede percibir antes, vemos la intención de todo el proceso. Está bien enlazada y un final coherente con lo mostrado. Bien realizada, a pesar de su complejidad, y ajustados los personajes en esa dinámica progresiva del relato.
Insisto, es una muestra que va más allá de lo que se ve. Es una exposición del conjunto y del estado en que nos encontramos, al menos, la inmensa mayoría. De esta comunidad llamada europea (y alguna más).
Antonio Ruiz 17/05/24