Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La ocasión constituyente en Argentina: entre Marat y Virilio

Nada es menos pasivo que una fuga. Nada es menos falto de creatividad que un escape absoluto. Nada menos irracional que una crítica social sin presupuestos. Argentina y su nuevo movimiento social, cuyo punto de inflexión fue el levantamiento de diciembre del 2001, vive una temporalidad kairológica, un tempo de ritmo y vivencia novísimo. La dimensión de la mutación rebelde es que no sólo se protesta a viva voz, sino, sobre todo, la gente defecciona de las reglas del sistema. Ya no mera “voice” (que exige una lealtad hasta el final) y si “exit”. Cinismo revolucionario con pasión por lo colectivo. Nueva praxis huérfana de teorías, que anula la reproducción del capitalismo. El grito “¡Qué se vayan todos!” es la gramática furiosa de la multitud. El movimiento se extiende saliendo y plegándose sobre sí mismo, modifica la arena de la contienda, anula la autonomía vacía de lo político. Instintivamente se opone con rabia a una farsa electoral vacía. El éxodo y revalorización de lo social, su puesta en escena, es una invención desprejuiciada, un “uso” de la imaginación constituyente que enloquece la brújula del enemigo, introduce caos en la maquinaria gótica del “Capital-Parlamentarismo”. El éxodo ontológico de asambleas, piquetes, okupas, autogestión en fábricas, listas sindicales clasistas y servicios es una defensa que ataca, una estrategia indirecta de poder, una abundancia material y virtual (con gasto intensivo de Internet) que cristaliza en un nivel altísimo de antagonismo. Es Marat (la densidad social de la revolución francesa) más Virilio. Es 1793 en código binario. Es el valor y afecto del “cara-a-cara”, “sans-culotte” con la E-democracy de las redes. Es el “uso” micropolítico de la virtualidad y macropolítico de la calle. Se usa y abusa de redes informales, alternativas, impolíticas, a contracorriente de los flujos de la entropía del sistema. La nueva “Weltanschauung” es absolutamente negativa: la defección, el “exit” por sobre la “voice”, le otorga una expresión autónoma, anti-institucional, prefigurativa de nuevos niveles de comunidad y sociabilidad. Virtuosismo que construye día a día el nexo colectivo entre institución e historia. Se trata, de los que los vivimos en lo cotidiano, de la fundación de una verdadera “Comunidad” en la cual la potencia social, el contrapoder material, sean ya no mediación, ya no referencia, ya no representación, sino una verdadera función ontológica y constituyente de la multitud posfordista. “La multitud es más sabia y más constante que el Príncipe” es nuestro lema. Unidad constituyente del instinto social por sobre la forma política, el principio constituyente del movimiento como cerebro colectivo de la potencia social. ¿Una Oceana en el Sur? ¿Será la ocasión constituyente abierta en Argentina una hipótesis de la libertad futura?

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