Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Reseña: Les irresponsables. Qui ha porté Hitler au pouvoir? de Johann Chaupoutot

M. Cruz Santos

Johann Chaupoutot es profesor de Historia Contemporánea en la Sorbona, en París. Sus estudios se centran en la sociedad nazi y su cultura. Al español se han traducido tres de sus libros: Libres para obedecer, La Ley de la sangre. Pensar y actuar como un nazi, La revolución cultura nazi y El nacionalismo y la antigüedad, enumerados en orden inverso a su año de publicación. Como se puede ver por sus títulos, sus intereses nos alejan de los derroteros por los que transcurren la mayoría de publicaciones relativas al período alemán entre 1933 y 1945. Este año de 2025 se ha publicado su último trabajo Les irreponsables.

Además de su actividad docente e investigadora, Chapoutot también colabora con Liberation, su último artículo es «L’Amérique, sous haut potenciel fasciste» de noviembre último.

Les irreponsables, editado por Gallimard, tampoco nos lleva por los caminos trillados de la actuación nazi y su demencial control racial y político de Alemania, primero, y el resto de países que controlaron a lo largo de la IIª Guerra Mundial, después. Chapoutot se centra en ese momento antes del momento, ese período en el que todo era posible y la historia aún no estaba escrita. Se interroga, diciéndolo con sus palabras

« La disparition d’une réflexion sérieuse sur la fin de cette démocratie majeure, sise au cœur d’Europe, dans un pays de vieille culture, d’alphabétisations ancienne, une démocratie dont le nom même, entre Lumières et Weltliteraur, redoublait la signification universelle pour penser le lien entre intelligence, culture et exercice de la citoyenneté, interroge singulièrement »1

Inicia el relato con Hindenburg. Empieza, sobre todo, en 1929, antes de la crisis. Acaba justo la noche del 28 al 29 de enero de 1933, cuando Hitler consigue ser nombrado Canciller de Alemania. Son años que podían haber dibujado otra historia, pero las decisiones que se tomaron llevaron al totalitarismo que desembocó en la IIª Guerra Mundial.

El libro recorre la actuación de los hombres en el poder, sus simpatías políticas, sus orígenes y sus actuaciones. La «ayuda» de magnates de la comunicación racistas y convencidos de la necesidad de una figura fuerte que devolviera Alemania a la expansión de Bismark. La «ayuda» también de los magnates de la industria, deseosos de «paz social», aterrorizados por el comunismo y acaba con el intento de impedir la llegada de Hitler al poder con maniobras torpes y el autoengaño de creer que una vez en el poder, el nazismo sería domesticado.

Arranca el relato con una anécdota significativa, la entrevista que el general Kurt von Schleicher, a quien califica de «arquetipo del «político profesional» que es una figura recurrente de la historia prusiano-alemana»2, con Heinrich Brüning que un año más tarde ya era Ministro de Finanzas al tiempo que ocupaba el cargo de Canciller desde donde aplicó unas políticas económicas restrictivas. El encuentro se realiza en casa del primero, es primavera de 1929, falta casi cuatro meses para el Crack. Schleicher le habla a Brüning de la incomodidad de Hindenburg con los socialdemócratas. Brüning, católico, pertenece al partido de Zentrum. Le habla de la rémora que suponen el Reichstag y las garantías de la Constitución de 1919. Insinúa, deja entrever, la posibilidad de reinstaurar la monarquía, «en un instante» [en un tournemain]. Brüning no disiente. En marzo de 1930 Brüning es nombrado Canciller. Schleicher se propone realizar todas las reformas impopulares antes de volver a la monarquía.

De ese instante arranca Chapoutot su trabajo en el que describe con detalle cómo se socava la esencia de la Constitución de 1919 precisamente por aquellos que habían sido escogidos para hacerla cumplir y muy especialmente, el presidente de la misma, el mariscal Hinderburg quien usa y abusa de los resquicios que presenta aquella para conducir Alemania a terrenos autócratas desde donde deshacerse de los molestos partidos de izquierda. El argumento que se empezará a usar al aproximarnos a 1932, es la falta de legitimidad del Reichstag para oponerse a las iniciativas de la presidencia puesto que los representantes que en ella están no lo son de todo el pueblo alemán, solo de un sector de la sociedad, mientras que el Presidente ha sido elegido directamente por todo el pueblo. Un argumento que hemos oído no hace mucho al otro lado del Atlántico.

La obra insiste en los orígenes de Hindenburg, como lo hará con todos los demás protagonistas. De formación militar, no solo porque en el ejército había transcurrido su carrera, también porque creció en una familia de militares. Son políticos que provienen de la nobleza, la alta burguesía, antiguos monárquicos que lo siguen siendo de corazón. La mayoría de ideas autoritarias que desprecian la presencia de las masas en un ámbito del que se sentían como propietarios expulsados de sus posesiones. Ese es el sustrato de Hindenburg, de Papen, de la mayoría de hombres con poder en esa recta final de la República de Weimar.

En esos años la Constitución de Weimar se ve devaluada poco a poco por el Presidente que reclama más poder, retorciendo el significado del artículo 48 que dotaba a la máxima autoridad de la República de poderes excepcionales en el caso de situaciones también excepcionales. Paralelamente la prensa, el poder económico e institucional, reclaman más autoridad y menos competencias del parlamento, menos restricciones de las leyes laborales. Un puesto destacado corresponde a Alfred Hungebert, político, empresario y cuyas convicciones son de extrema derecha. Hungebert fundó una editorial y desde su actividad mediática en los años 20, transformó el espacio y los debates públicos alemanes en incubadores de ideas de extrema derecha cuyas premisas en poco se diferenciaban de los postulados nazis. Cuando llegue la reelección de Hindenburg en 1932, en principio, el partido de Hitler solo era una de las dos fuerzas de extrema derecha alemana. En las elecciones de marzo fue el NSDAP el triunfador mientras que el DNVP, partido fundado por Hungebert, era prácticamente barrido del escenario y, a pesar de la derrota, el DNAP continuó colaborando con el partido nazi.

Esos meses que van de la reelección de Hindenburg a final de 1932 son decisivos. Chapoutot muestra todas las maniobras que se hicieron para escalar en un gobierno cada vez más autoritario y presidencial. Hindenburg había sido elegido con los votos de la Weimarer Koalition (SPD, Zentro, DDP), una situación que le resulta humillante al mariscal. Hitler queda segundo. Goebbels en su diario escribe: hay que disolver el Reichstag.

En los meses siguientes las intrigas aumentan. El objetivo es deshacerse de Brünning, todavía demasiado respetuoso con el orden constitucional, para ello se fuerza su dimisión y el 4 de junio von Papen es nombrado Canciller. La violencia que ha desatado y protagonizada esencialmente por las SA y las SS, quienes reciben un trato de favor, lleva a disolver el Reichstag. Todo ocurre en un contexto en el que las diferentes elecciones que se efectúan en los Länder muestran el avance de los nazis. Especialmente relevante es su triunfo en Prusia, el land más grande y feudo de la izquierda. La violencia, nuevamente, los enfrentamientos entre militantes del KDP y las SS y las SA, donde estas últimas son las más activas, servirá de excusa a von Papen para intervenir en Prusia, convertirse en Comisario del Reich para Prusia y suspender los derechos constitucionales. Poco después cerrará el Reicshtag y convocará elecciones para el 31 de julio. En esas elecciones el NSDAP conseguirá el mejor resultado de su historia, el 37,3% de los votos emitidos, un resultado que enfurece a Gobbels porque significa tan solo un 0’5% más de los obtenidos en marzo.

Los comicios representan un fracaso sin paliativos del gobierno que obligatoriamente deberá pactar con los nazis. Von Papen y el presidente han planteado la convocatoria como un paso más en el retorno de la monarquía, incluso el antiguo kaiser interviene apelando al patriotismo de su hijo. Hitler y Gobbels se niegan a que el jefe de la NSADP forme parte del nuevo gobierno, solo aceptará si es nombrado Canciller, cosa que no ocurre.

Los meses siguientes Hitler los emplea en tranquilizar a las fuerzas sociales sobre sus intenciones. Acude a encuentros con empresarios e instituciones representativas de los poderes fácticos, abogados, ejército, sindicatos porque, en estos años, se subraya el programa social nacionalsocialista que, luego, será despreciado… A cada cual le dice lo que quiere oír. Incluso deja que los partidarios del retorno de la monarquía crean que es lo que desean los nacionalsocialistas. Al tiempo, el partido da muestras claras de impaciencia, no se han conseguido nuevas cuotas de poder. Gregor Strasser, uno de los hombres con más ascendiente, plantea que la política de todo o nada que llevan Hitler y Goebbels no es la más acertada, busca convertirse en el nuevo referente de la ultraderecha y el 8 de diciembre dimite de sus cargos en el partido y consigue atraer un número sustancial de militantes.

En esos días von Papen es substituido por el general Schleicher que, por fin, ha decidido mostrar cuáles son sus ambiciones. Schleicher busca formar un gobierno que llamaríamos transversal con la derecha y, en el partido nazi, Strasser es su opción principal, al menos hasta el 15 de enero. El 15 de enero hay unas nuevas elecciones, esta vez en el land de Lippe Delmont. El NSDAP vuelca en ellas toda su artillería: diarios, mítines, presencia de líderes. Hasta el príncipe heredero de la depuesta monarquía. Los resultados doblan a los obtenidos en 1929 en ese land, pero, porcentualmente, continúan descendiendo respecto a los de los comicios del 31 de julio. Los ánimos decaen hasta que llega Hitler y habla y todo el mundo sale entusiasmado. A partir de ese momento se maniobra. Cuentan con la colaboración de von Papen, quien ha digerido mal su substitución por Schlecher. Von Papen gestiona una entrevista con Oskar Hindenburg, el hijo del Presidente. Pronto Hindenburg padre se entrevistará con Göering, un héroe de la aviación alemana en la Guerra del 14, uno de los suyos. El 29 de enero Hitler es nombrado Canceller, la propuesta del todo o nada ha triunfado.

En las encrucijadas históricas no hay nada predeterminado. Siempre hay alternativas. Las hubo hasta el 29 de enero de 1933. Chapoutot nos habla de esas alternativas, pero también nos explica como las ideas racistas y xenófobas no eran patrimonio exclusivo de Hitler y sus seguidores. De haber triunfado el proyecto de Brüning y Schlecher de acabar reponiendo la monarquía, muchos de los postulados defendidos por los nazis, se habrían hecho realidad. Chapoutot tiene, además, el mérito de ir dejando comentarios que ponen de relieve como viejas consideraciones parecen repetirse en la actualidad. Él se limita a hablar de Francia y la gobernanza autoritaria y arrogante de Macron, creo que en estos momentos, poco costaría encontrar ejemplos parecidos en cualquier lugar que miremos.

Los escasos 12 años que estuvo Hitler en el poder fueron testigos de tanta aberración que la historiografía vuelve una y otra vez a los mismos escenarios sin preguntarse por las razones profundas y extensas que los hicieron posible. Chapoutot ilumina esos personajes que «trabajaron» la tierra, la labraron, abonaron y dejaron a punto para que se asentara el nazismo y que habitualmente quedan en la sombra. No estudia los grandes partidos ni las corrientes sociales y sindicales que llenaban Alemania como llenaban toda Europa. No explica suficientemente, en mi opinión, la decisión del SPD de votar a Hindenburg en 1932 y que tan funestas consecuencias tuvo. No entra en el devenir del KPD, aunque su sombra se extiende a todos los acuerdos y desacuerdos a que llegan las derechas. Evitar el comunismo es uno de los principales objetivos de todos esos grupos y grupitos de derecha que les da coherencia. A la premisa de la que parte que hemos citado más arriba, se contesta:

«L’histoire des effondrements et les disparitions de 1932-1933 […] Cést, de fait, une petite oligarchie désinvolte, égoïste et bornée qui a fait les choix, le calcul et le pari de l’assassinat d’un démocratie»3 [ 35]

En un momento en que toda clase de amenazas se ciernen sobre la democracia, en un momento en que algunas de ellas ya se están materializando, las investigaciones de Chapoutot son especialmente oportunas. Algunos de los resultados han sorprendido al mismo autor quien nos interpela y provoca porque «toda historia es contemporánea», como nos sigue recordando March Bloch.

Notas

1 CHAPOUTOT, Johann: Les irresponsables, 2025, pág. 34

2 Traducción mía desde el francés: «archétype du “politischer General” qui est une figure récurrente de l’histoire prussienne-allemande».

3 CHAPOUTOT, 2025, pág. 35

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