Ramón y Ramón
Antonio Ruiz
Título original: Ramón y Ramón. Año: 2024. Duración: 100 min. País: Perú. Dirección: Salvador del Solar
Sinopsis: Tras recibir las cenizas de su padre, con quien mantenía una relación distante, Ramón conoce a Mateo durante el confinamiento. A pesar de sus diferencias, surge una profunda conexión que los lleva a cuestionarse. Mateo decide acompañar a Ramón en un viaje para esparcir las cenizas en Huancayo. En esa travesía, Ramón descubre que buscaba respuestas a las preguntas equivocadas y que debe sanarse para seguir adelante.
Salvador del Solar (Lima 1970), a más de director, interprete y guionista, fue presidente del Consejo de Ministros de Perú, durante siete meses, con Vizcarra en 2019. Anteriormente fue durante un año (2017) Ministro de Cultura con Kuczynski. Información que desconocía antes de ver su segundo largometraje que comentamos.
La película, de humilde presupuesto, contiene varios ángulos que me parecen interesante destacar: interpretación, dirección, y la trama del guion en los tiempos que se desarrolla.
En cine, una buena interpretación, nunca se sabe si es mérito del interprete o de la dirección y montaje. Cuando realmente se consigue, ambos artes se han complementado. Esto ocurre en esta película y en proporción al tiempo de cada personaje ante la cámara. Es el actor principal, el peruano Emanuel Soriano, en un complejo personaje, el que destaca, seguido del español Álvaro Cervantes.
La dirección es relevante, por aprovechar el limitado espacio de la primera parte y limitación de medios en la segunda, captando en encuadres diversos la expresión de los protagonistas, algunos, no profesionales.
En mi opinión, lo más significativo es el desarrollo del guion. Se inicia recibiendo el personaje central, treintañero, las cenizas del padre y mostrando que tiene problemas con su pareja sentimental masculina. Ese inicio marca el desarrollo de todo el relato que se irá desgranando hasta el final. El valor está; en el como, los medios, y el fin.
En general siempre han existido películas impregnadas de sentimientos familiares y de genero. Pero en los últimos tiempos se han generalizado tanto que no se ve la diferencia de unas a otras. Básicamente por ser incompletas. No ensamblan la narración con el entorno social o cultural histórico más allá de su presente generacional. Una exposición artística no puede limitarse a exponer los sentimientos del presente inmediato sin reflexionar como se han creado. Es necesario orientar elementos externos, más o menos acertados (según sean estos, a sí sera la obra). Solo a nivel de un personaje se puede caer en ese error, pero no la obra en sí. Esto es lo que echo en falta, en buena parte, del cine actual. Otras veces, te presentan con planteamiento interesante y te quedas esperando a ver el momento del giro, pero después de escenas con poco sentido durante una hora acabas donde empezó o se resuelve mal.
La película que comentamos, si tiene sentido. La primera parte te hace el planteamiento y sus matices, y en la segunda le da el sentido a la anterior: enlace con la tradición cultural, de una forma de vida que viene de lejos, que hay que conocer y entender para comprender, o al menos, para reflexionar y poder encontrar las respuestas internas. Otro valor, es que el final es abierto para ambos personajes «perdidos», ahora, con el ánimo de buscar.
Sencilla película, bien realizada y trabajada, que no esperaba.