Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Donde se habla de El Capital, un gran clásico filosófico, económico, histórico y sociológico traducido, editado, presentado y anotado detalladamente por el autor

Manuel Sacristán Luzón

Edición de Salvador López Arnal y José Sarrión

Estimados lectores, queridos amigos y amigas:

Seguimos con la serie de materiales de Manuel Sacristán Luzón (1925-1985) que estamos publicando en Espai Marx todos los viernes a lo largo de 2025, el año del primer centenario de su nacimiento (también de los 40 años de su prematuro fallecimiento). Esta vez, textos suyos sobre el gran clásico marxiano: El Capital. Crítica de la economía política.

Los materiales ya publicados, los futuros y las cuatro entradas de presentación pueden encontrarse pulsando la etiqueta «Centenario Sacristán» –https://espai-marx.net/?tag=centenario-sacristan que se encuentra además debajo de cada título de nuestras entradas.

Algunas informaciones:

Publicaciones

Manuel Sacristán Luzón, Seis conferencias, Barcelona: El Viejo Topo, 2025 (reimpresión; prólogo de Francisco Fernández Buey; epílogo de Manolo Monereo).

Manuel Sacristán Luzón, La filosofía de la práctica. Textos marxistas seleccionados (Irrecuperable, 2025). Edición y prólogo de Miguel Manzanera Salavert, epílogo de Francisco Fernández Buey).

Manuel Sacristán Luzón, Socialismo y filosofía, Madrid: Los libros de la Catarata, 2025 (edición de Gonzalo Gallardo Blanco).

Manuel Sacristán Luzón, M.A.R.X. (Máximas, aforismos, reflexiones, con algunas variables libres), Barcelona: El Viejo Topo, 2025 (prólogo de Jorge Riechmann; epílogo de Enric Tello; edición y presentación de SLA).

Manuel Sacristán, Filosofía y Metodología de las ciencias sociales III, Montesinos: Barcelona, 2025 (edición de José Sarrión y SLA).

Manuel Sacristán Luzón, Pacifismo ecologismo y política alternativa, Barcelona: El Viejo Topo, 2025. Edición de Juan-Ramón Capella.

Ariel Petruccelli: Ecomunismo. Defender la vida: destruir el sistema, Buenos Aires: Ediciones IPS, 2025 (por ahora no se distribuye en España). «…Recogeré unas cuantas botellas lanzadas al mar por dos de los pensadores más formidables que yo haya podido leer, y que significativamente se cuentan entre los menos frecuentados: Manuel Sacristán y Bernard Charbonneau.»

Nuevos artículos

Juan Dal Maso, «Manuel Sacristán y el marxismo del siglo XXI». https://www.laizquierdadiario.com/Manuel-Sacristan-y-el-marxismo-del-siglo-XXI.

Jordi Cuevas Gemar, «Sacristán: del ostracismo a los altares, o cómo beatificar al disidente sin tomarlo de verdad en serio» https://www.cronica-politica.es/sacristan-del-ostracismo-a-los-altares-o-como-beatificar-al-disidente-sin-tomarlo-de-verdad-en-serio/.

José Luis Moreno Pestaña: «Antonio Gramsci, Manuel Sacristán y la lucha contra la explotación cultural» https://journals.uniurb.it/index.php/igj/article/view/4812/4460

Jordi Sancho Galán, «Manuel Sacristán y el movimiento universitario» https://mientrastanto.org/247/ensayo/manuel-sacristan-y-el-movimiento-universitario/.

SLA, «¿Qué queda de la obra y praxis de Manuel Sacristán Luzón en el primer centenario de su nacimiento?»

La revista Realitat publicó un número especial dedicado a Sacristán con artículos del propio Sacristán y de Víctor Ríos, Miguel Manzanera, José Sarrión, Lucía Aliagas Picazo, Enric Tello, José Luis Gordillo, Joan Pallissé, Jordi Mir y otros autores y autoras. https://www.realitat.cat/monografics/centenari-manuel-sacristan/.

Vídeo editado por Comunistes de Catalunya y la JCC: «Manuel Sacristán: Referent del marxisme ecològic i del comunisme verd.» https://www.youtube.com/watch?

El mientrastanto.e de junio publicó un extenso artículo de Enric Tello: «Manuel Sacristán: ¿el primer marxista ecológico europeo?» https://mientrastanto.org/245/ensayo/manuel-sacristan-el-primer-marxista-ecologico-europeo/.

El próximo número de Nuestra Bandera estará dedicado a la obra y vida de Sacristán. El Viejo Topo ha publicado un dossier sobre él en el número de septiembre.

La grabación completa del acto «La Universidad en el pensamiento de Manuel Sacristán y Paco Fernández Buey» celebrado el pasado 5 de mayo. https://neuronasrojas.profesionalespcm.org/2025/06/05/acto_univeridad_sacristan_fim/

Un nuevo enlace: el encuentro del pasado sábado 17 de mayo en Barcelona: «Manuel Sacristán, militante comunista» (Giaime Pala, José Luis Martín Ramos, S. López Arnal) Centre Cívic Fort Pienc, Barcelona, https://www.youtube.com/watch?v=zZ00JhJwho0. ACIM (Associació Catalana d’Investigacions Marxistes).

Un tercer enlace: Canal Red, «Sacristán hoy» (19 de junio). Coordinadora: Montserrat Galcerán. Participación de Mario Espinosa, Alicia Durán, Jorge Riechmann, José Sarrión y SLA. https://youtu.be/T2b6qUgBLdw?

Más enlaces de interés

Vídeos del Seminario organizado el pasado 2 de junio en Salamanca:

MAÑANA: https://www.youtube.com/live/gxcFw9NxQws?si=OGjSWha2JX5yB-Ve

TARDE: https://www.youtube.com/live/ACXyG6r2gWE?si=xy4yGq2tqzzuL-jj

Nuevo artículo del incansable Víctor Ríos: «Manuel Sacristán, un pensamiento vivo y actual» https://www.eldiario.es/catalunya/opinions/manuel-sacristan-pensamiento-vivo-actual_129_12304153.html.

Próximas actividades

1. Conferencias en la librería Anònims de Granollers. 16 de setembre: SLA, «De qui parlem quan parlem de Manuel Sacristán?». Alfredo Apilánez

2. 4 de octubre, nueva edición de la Fiesta Realitat, coorganizada por la Fundación Neus Català, Comunistes de Catalunya, la revista Realitat y la Joventut Comunista de Catalunya.

Durante todo el día, la plaça de les Treballadores (Trabajadoras) de la Harry Walker (Barcelona) se llenará de actividades diversas y para todos los públicos, como las Jornadas Neus Català (este año, enfocadas a la vida y legado de Manuel Sacristán), la Feria del Libro, un concierto y actividades para los y las más pequeñas y, como siempre, monólogos y conciertos por la tarde y ya entrada la noche….

3. Simposio sobre Manuel Sacristán en Barcelona. Organizadores: Càtedra Ferrater Mora (Universitat de Girona) en coorganización con el Memorial Democrático de la Generalitat de Catalunya y en colaboración con la Fundación Neus Català. Fechas: miércoles 26 (tarde), jueves 27 (mañana y tarde) y viernes 28 de noviembre (mañana y tarde) en el Ateneu Barcelonès (Barcelona).

Buena semana, muchas gracias.

ÍNDICE

1. Presentación
2. ¿A qué «género literario» pertenece El Capital de Marx?
3. La edición catalana de las cartas de Marx y Engels sobre El Capital
4. Breve precisión del concepto de capital
5. Presentación de La estructura lógica de «El Capital» de Marx
6. Nota editorial OME 40-44.
7. Nota editorial OME 41
8. Presentación de OME 42
9. Nota sobre OME
10. Cuatro notas complementarias
11. Apuntes en la corrección de K I, 1979.
12. Prólogo de la edición catalana de El Capital
13. Cartas de Marx y Engels: anotaciones de lectura

14. Marginalia

1. Presentación

El Capital fue, sin duda, uno de los clásicos de la tradición más estudiados por el autor. Fue su contribución central a la edición de las OME (las Obras de Marx y Engels). Su estudio, su rica y novedosa interpretación, le acompañó hasta el final de sus días. Basta recordar su conferencia de 1983: «Algunos atisbos político-ecológicos de Marx».

Sacristán tradujo los dos primeros libros de la gran obra marxiana: OME 40, OME 41, primer libro, y OME 42, segundo libro. Dejó a medias, no pudo continuar, la traducción del tercer libro (César Rendueles hizo uso de partes de la traducción en su Antología de El Capital publicada en Alianza).

El proyecto OME tuvo que interrumpirse por «razones de mercado» (falta de ventas desde el punto de vista empresarial). Marx, Engels y otros autores de la tradición dejaron de interesar a un sector de la ciudadanía española de izquierdas. Se impuso el carpe diem mal concebido (la movida), el desencanto, el «cazar ratones» por el método que fuera, el triunfo parcial de la ofensiva antimarxista y anticomunista.

Cuando trabajó para OME con los libros de El Capital, además de las interesantes notas al pie de página que incluyó, anotó detalladamente muchos pasajes del gran ensayo marxiano (y, en parte, engelsiano). Una buena parte de estas notas, no todas, se publicaron en Escritos sobre El Capital (y textos afines), Barcelona: El Viejo Topo, 2004. Recogemos aquí una selección de las notas al Capital I. (La totalidad de las anotaciones pueden verse entre la documentación depositada en BFEEUB).

En su artículo biográfico de 1973 sobre «Karl Marx» para la enciclopedia Universitas editada por Salvat, observaba Sacristán:

«Desde 1848 hasta casi su muerte, Marx vivirá intensamente los dos planos de su actividad: la fundamentación científica (“el arma de la crítica”) y la acción revolucionaria (“la crítica de las armas”); de 1848 a finales de 1849 está sumido en la agitación que acompaña a la crisis revolucionaria de aquellos años, hasta la derrota. Luego, en el exilio definitivo de Londres, desde 1850, seguirá, tan heroica como sistemáticamente, las investigaciones científicas que culminarán con la edición del volumen I de El Capital en 1867, precedido por la Aportación a la Crítica de la Economía Política en 1859. En estos trabajos completa relativamente Marx la síntesis económica, histórica y político-filosófica que, como visión del conjunto, está presente en el Manifiesto Comunista. Desde 1866 hasta 1872 Marx trabaja en la Primera Internacional (Asociación Internacional de Trabajadores, AIT) y publica algunos de sus textos más interesantes de análisis histórico-político, como, por ejemplo, La guerra civil en Francia.»

No se podía dejar de estudiar ninguno de esos textos, sobre todo El Capital, si se quería conocer con detalle

«el conjunto de teoremas o “teoría” de Marx, el “marxismo” en el sentido de sistema de proposiciones, a la manera de los tratados científicos. Pero tampoco parece que la enumeración de sus proposiciones científicas en este sentido fuera para Marx lo principal de su obra. Alguna vez que se presentó a Marx una manera de entender su pensamiento que consistía en esa rígida enumeración y en inferencias no menos estrictas de ella, él mismo comentó con disgusto: “Por lo que a mí hace, yo no soy marxista.”»

Marx, observa Sacristán, era comunista, no fiel de ninguna escolástica.

«Su comunismo consiguió ser científico, esto es, fundamentado críticamente en el conocimiento de la realidad social disponible en su época. Y el mismo Marx era lo suficientemente científico para saber y decir incluso en su madurez (por ejemplo, cuando fue conociendo mejor los restos de comunidad aldeana en Oriente y en Rusia) que sus análisis del Capital se basan en un sector sólo del mundo social, a saber, la historia de la Europa occidental y Norteamérica: “He limitado expresamente”, escribiría el viejo Marx en su célebre carta a Vera Sassulich, “la inevitabilidad de este camino (el estudiado en el Capital) a los pueblos de la Europa del Oeste”.»

El pensamiento de Marx no obedecía a las estrictas motivaciones de un científico que no fuera más que un científico.

«El trabajo científico de Marx es la fundamentación de una práctica integralmente social, no parcialmente social como pueden serlo la práctica tecnológica o la artística, las vertientes en que otras actividades científicas la física, por ejemplo, o la geometría son también a su modo fundamentación de prácticas. Pronto había sabido Marx que, para entender la importancia de la insurrección de los tejedores silesios en 1844, hacía falta “cierta penetración científica y algo de amor a los hombres”. Por eso pudo decir Wilhelm Liebknecht en su elogio fúnebre de Marx que la obra de éste era tanto una “enseñanza” cuanto una “aspiración”.»

Desde ese punto de vista «no desde el punto de vista respetable, pero diferente, del científico que se esfuerza por forjar sus hipótesis y sacrifica comodidades y descansos por verlas confirmarse», se podía entender la resistencia moral de Marx

«hasta la autodestrucción física, desde 1850 sobre todo (y en parte ya antes), sin tener una subsistencia simplemente tranquila sino desde el momento, desgraciadamente ya tardío, en que Engels consiguió asegurarle una discreta pensión.»

Se recogen aquí una selección de sus aportaciones sobre el clásico marxiano.

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2. ¿A qué «género literario» pertenece El Capital de Marx? (Propuesta de una investigación)

Redactado con motivo del primer centenario de la edición en alemán del libro I de El Capital. Albert Domingo Curto, su editor, comentó que «en origen parece haberse publicado en 1968 en alguna revista universitaria clandestina ciclostilada, probablemente del ámbito de la Facultad de Económicas de la UB», de la que, según parece, solo salió un número (11 de febrero de 1968).

Juan-Ramón Capella recuperó una copia del original de manos de Jacobo Muñoz, amigo, colaborador y discípulo de Sacristán, y su contenido fue reproducido en la revista mientras tanto, nº. 66, 1996, pp. 33-37.

En 1968, Sacristán impartió una conferencia en el Aula Magna de la UB, con el título «Conmemoración de El Capital», de la que no hemos podido encontrar documentación.

Leer El Capital, el título que Louis Althusser escogió hace unos tres años para presentar una colección de estudios, era una frase pensada provocativamente: como protesta contra la moda del «joven Marx», contra la creciente tendencia a leer a Marx como puro filósofo. Pero «leer El Capital» es también problema desde otro punto de vista, fuera de apasionamientos por o contra una moda. Para evitar esos apasionamientos, y también por brevedad, el problema de la lectura de Marx se va a plantear aquí de forma no polémica.

Una de las características más peculiares de la literatura acerca del Capital es la extremosidad de los juicios que suscita su lectura. Esto es muy sabido y no vale la pena insistir aquí sobre ello. Recordarlo era, empero, oportuno, porque ese clima característico de la lectura de Marx sugiere ya algo acerca de la naturaleza de la obra de éste.

Más interesante es, probablemente, considerar un momento el tipo de estimación del Capital mucho más deseoso de decencia objetiva académica –característico de los grandes autores que no pueden permitirse, por su personalidad científica, una apología directa del capitalismo a través de una refutación grosera del libro de Marx, ni, por otra parte, pueden prescindir tampoco, dada su posición de clase, de una apología indirecta de ese orden por medio de una sesuda justificación de la tesis de la caducidad del Capital. Schumpeter es, probablemente, la más alta autoridad de esta distinguida categoría. Pero no es bueno invadir el campo de otros especialistas, y, por otra parte, la mencionada y distinguida categoría de autores comprende también a prestigiosos filósofos con los cuales el firmante de esta nota puede entendérselas sin tanto riesgo de mala comprensión por insuficiencia técnica. El filósofo Benedetto Croce, contemporáneo de Schumpeter y titular, por algún tiempo, del alto trono ideológico luego detentado en Europa por autores como Bergson y Heidegger, ofrece un buen punto de partida. Su comunidad histórico-cultural con Schumpeter es, por otra parte, considerable: también Croce ha pasado por la experiencia de una dilatada lectura de Marx, también él decide pasar cuentas con Marx, también explica –a veces– el marxismo sobre la base de una (para él errada) sobreestimación de Ricardo, etc. Pero, sobre todo, Croce ha expresado de una manera típica el problema tomado en esta nota. Lo expresa, por supuesto, como antimarxista. En varios de sus libros, y principalmente en la Historia de la historiografía italiana del siglo XIX, Croce, en el marco de una crítica general del marxismo, señala como principal objeción a los escritos económicos de Marx, especialmente El Capital, el hecho de que esos textos no componen un tratado homogéneo de teoría económica –o de «economía política», como tradicionalmente se decía– sino un conjunto de «cánones» o métodos para la interpretación del pasado, más unos cuantos análisis y proposiciones de forma propiamente teórica, más un impulso «profético» o «elíptico» hacia otro tipo de sociedad, al que lleva la acción política.

Este tipo de crítica no puede reducirse directamente a la corriente propaganda según la cual El Capital ha caducado hace mucho tiempo como análisis de la realidad capitalista. Indirectamente sí que se mueve en el mismo sentido, pues esa crítica viene a decir: la ciencia económica ha conseguido ya formas de teoría pura –como la física o la biología– neutrales respecto de toda empresa o todo programa político-social; la obra de Marx, como la de Ricardo, es anterior a ese nivel teórico; luego es una obra caducada.

Algo hay que aprender de esa liquidación sutil del Capital y, en general, de los escritos de la madurez de Marx. Hay que aprender algo de ella porque recoge un hecho, aunque sea sólo para convertirlo en eje de una apología indirecta del capitalismo. El hecho en cuestión está al alcance de cualquier lector sin prejuicios demasiado inconscientes: parece claro que la lectura de la mayoría de las páginas del Marx más maduro –incluidas muchas del Capital– da inmediatamente la impresión de que uno está leyendo otro tipo de literatura que el que tiene delante cuando lee un tratado de teoría económica o una monografía sobre algún problema económico. Y la diferencia no se puede explicar sólo por factores ideológicos, esto es, por el hecho de que la mayoría de textos económicos, didácticos o de investigación, que uno lee aquí y ahora arraigan inequívocamente en la base y en la cultura burguesas. Esa explicación no basta, porque también se aprecia una gran diferencia de género de lectura entre gran parte del Capital y las exposiciones de Lange, Strumilin o Dobb, por ejemplo, acerca del funcionamiento de economías socialistas. (Por eso también resulta tan incorrecto y confusionario el uso por Althusser de la palabra «teoría» para referirse a todos los escritos de la madurez de Marx).

Las palabras no son tan inocentes como pueden parecerlo. Las palabras, por lo pronto, no van nunca –o no cuentan nunca– solas, sueltas: cuentan sólo en unas estructuras, los lenguajes (cotidianos o técnicos), que se presentan y funcionan como reproducción elemental e implícita de la realidad, porque son ellos mismos la articulación de conceptos más generales con que los hombres perciben y piensan la realidad. Una de esas estructuras -la que aquí interesa- es la formada con los términos técnicos que son nombres de las actividades intelectuales, los nombres de las ciencias, las teorías parciales, las técnicas, las artes, etc. Su conjunto estructurado puede llamarse -usando una palabra clásica en metodología- sistemática del trabajo intelectual. La sistemática del trabajo intelectual responde, en última instancia, a la división de ese trabajo, y en este sentido tiene una racionalidad: esa racionalidad justifica, por ejemplo, la creciente formación de neologismos para nuevas especialidades, etc. Pero como toda racionalidad lo es respecto de un sistema (o, a lo sumo, respecto de un conjunto o una sucesión de sistemas), no puede sorprender el que esa racionalidad básica sirva ideológicamente como instrumento para cerrar la sensibilidad de los hombres que viven dentro de un sistema social respecto de producciones intelectuales que rompan de algún modo la sistemática del orden dado. Es frecuente entonces oír o leer críticas a esas producciones por confusas, a-científicas, no-artísticas, etc. Un ejemplo típico en otro terreno es la vieja negación del carácter artístico-teatral de la obra de Bertolt Brecht, o de una parte de ella (las piezas didácticas).

Se sugiere aquí que ése es también el caso de la crítica que podría llamarse «formal» o «metodológica» de los escritos de la madurez de Marx: efectivamente no entran en la sistemática intelectual de la cultura académica contemporánea, y efectivamente se equivoca Althusser al llamarlos simplemente «teoría». El «género literario» del Marx maduro no es la teoría en el sentido fuerte o formal que hoy tiene esa palabra. Pero tampoco es –como querría Croce– el género literario de Ricardo. Y ello porque Ricardo no se ha propuesto lo que esencialmente se propone Marx: fundamentar y formular racionalmente un proyecto de transformación de la sociedad. Esta especial ocupación –que acaso pudiera llamarse «praxeología revolucionaria», de fundamentación científica de una práctica revolucionaria– es el «género literario» bajo el cual caen todas las obras de madurez de Marx, y hasta una gran parte de su epistolario. Por eso es inútil leer las obras de Marx como teoría pura en el sentido formal de la sistemática universitaria, y es inútil leerlas como si fueran puros programas de acción política. Ni tampoco son las dos cosas «a la vez», sumadas, por así decirlo: sino que son un discurso continuo, no cortado, que va constantemente del programa a la fundamentación científica, y viceversa.

Es obvio –y desconocerlo sería confundir la «praxeología revolucionaria» marxiana con un pragmatismo– que esa ocupación intelectual obliga a Marx a dominar y esclarecer científicamente la mayor cantidad de material posible y, por lo tanto, que siempre será una operación admisible y con sentido la crítica meramente científica de los elementos meramente teóricos de la obra de Marx. Como también lo es la operación que consiste en continuar, completar y desarrollar los aspectos puramente teóricos de esa obra (como hizo Hilferding), o el conjunto de su praxeología revolucionaria (como hizo Lenin). Lo único realmente estéril es hacer de la obra de Marx algo que tenga por fuerza que encasillarse en la sistemática intelectual académica: forzar su discurso en el de la pura teoría, como hizo la interpretación socialdemócrata y hacen hoy los althusserianos, o forzarlo en la pura filosofía, en la mera postulación de ideales, como hacen hoy numerosos intelectuales y católicos tan bien intencionados como unilaterales en su lectura de Marx.

Sugerida esa lectura de la obra madura de Marx, hay que añadir una advertencia para impedir, en la medida de lo posible, que la concisión, siempre involuntariamente tajante y categórica, sugiera también un desprecio de la teoría pura, formal: la actitud de Marx, la actitud que aquí se propone llamar «praxeología revolucionaria», ante la teoría pura no es ni puede ser de desprecio o ignorancia. La relación entre el «género literario» praxeológico revolucionario y el de la teoría pura (en sentido fuerte o formal) no es de antagonismo, sino de supraordinación: para la clarificación y la fundamentación de una práctica revolucionaria racional la teoría es el instrumento más valioso, aparte de su valor no instrumental, de conocimiento. Marx lo ha sabido muy bien –todavía hoy admira su erudición– y eso hace de él, precisamente, una figura única en la galería de los grandes revolucionarios de la historia.

Muy probablemente el planteamiento más académico de esta cuestión consistiría en tomarse en serio el subtítulo del Capital: «Crítica de la Economía Política». Una interesante tesis doctoral en Economía (en Historia de las doctrinas económicas) podría proponerse tomar en serio esa «interpretación auténtica», como dicen los filólogos y los juristas, o sea, esa autointerpretación de Marx; podría estudiar en qué medida parafrasea la Crítica de la Razón Pura de Kant –y se podría apostar, como hipótesis inicial, a que la parafrasea intencionadamente, aunque a través del «hegelianismo de izquierda»–; podría luego estudiar en qué medida eso supone que Marx no piensa estar haciendo Economía Política, sino otra cosa (su crítica), al modo como Kant no estaba haciendo «razón pura» tradicional (metafísica), sino otra cosa, sin abandonar por ello la temática cuya concepción tradicional crítica, etc.- Quede esta sugestión para algún estudioso de economía aficionado a la historia ideológica de su disciplina.

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3. La edición catalana de las cartas de Marx y Engels sobre El Capital

Se publicó en Nous Horitzons, otoño 1967, pp. 53-54 (firmado como M.C.). Sacristán era en aquel entonces director de la publicación, la revista teórica de los comunistas catalanes que se publicaba íntegramente en catalán.

Hay que celebrar que la empresa de editar los clásicos del marxismo continúe abriéndose tenazmente una brecha, por estrecha que sea, en la muralla, dos veces bautizada, de la censura franquista. Menos saludables son algunos rasgos de la manera como a menudo se hacen estas ediciones. Hemos visto editar y presentar a Gramsci con errores de tal calibre como los referentes a los datos de su vida, y ya no recordamos fácilmente la cantidad de Marx traducido del francés (sin tratarse de la Miseria de la filosofía, ni de otros textos franceses) o del inglés (y no eran los artículos de la New York Daily Tribune, ni declaraciones ni llamamientos ingleses) que nos han llegado a las manos. En algunos de estos casos, el mensajero entre Marx y el traductor catalán era, para acabarlo de arreglar, un antimarxista más o menos solvente y, sin ninguna duda, anticomunista más o menos frenético. En el caso del volumen que nos ocupa (K. Marx y F. Engels, Cartas sobre «El Capital», Barcelona, Edición de Materiales, 1967, 335 páginas), falta este agravante: los editores catalanes de la correspondencia de Marx y Engels sobre El Capital se han beneficiado del notable trabajo de selección y anotación del comunista francés Gilbert Badia, basado a su vez en el no menos considerable trabajo de desciframiento, selección y edición, realizado por los comunistas alemanes de la editorial Dietz, una de las más antiguas editoriales comunistas del mundo.

El lector se preguntará por qué hemos subrayado tres veces la palabra «comunista». He aquí la explicación: estos editores que utilizan por partida triple el trabajo editorial del Partido Comunista se permiten anteponer al texto de Marx y Engels (y a las valiosas notas de Badia), una páginas del señor Santi Soler, en las que dice, como lo han hecho tantas otros publicistas reaccionarios, incluyendo fascistas, que en Francia «las editoriales de filiación comunista han evitado curiosamente la publicación de ciertas obras del joven Marx (prácticamente todas)» y que «la edición de las obras completas de Marx-Engels en la URSS está todavía a medio hacer».

Es cierto que uno está ha acostumbrado a estas cosas, y sabe que en la mayoría de los casos no se trata de ignorancia, sino de anticomunismo. Pero puesto que en estas cuestiones parece que es necesario tener más paciencia que un faquir, daremos una ayuda a la hipotética ignorancia inocente del señor Santi Soler. Si quieren tomar nota:

a) Las Éditions Sociales de París tienen unas excelentes ediciones de casi todos los escritos juveniles de Marx. En especial, la edición de la principal obra juvenil de Marx (y de la que más se dice que los comunistas no editan), los Manuscritos económico-filosóficos de 1844, a cargo de Bottigelli, es, en nuestra opinión, la mejor que hay (en traducción). Y, no hay que decirlo, infinitamente superior a la que editó la anticomunista Landshut en la Kröners Taschenbuch-Ausgabe.

b) El concepto de «obras completas» de Marx y Engels es muy difícil de fijar, tanto que ninguna edición hecha por editoriales comunistas se ha decidido aún a usar esta denominación. Hay, por ejemplo, miles de folios de Marx con extractos de sus lecturas, con cálculos aritméticos o algebraicos sencillos de la época de preparación de El Capital, con ejercicios de la época, en que profundiza en el cálculo infinitesimal, etc. No todos estos papeles (de interés, cuando lo tienen, meramente erudito) han sido publicados. Pero todo trabajo un poco desarrollado de Marx y Engels que ha conseguido ser descifrado ha sido publicado diversas veces por las editoriales soviéticas y por las de otros partidos comunistas, incluidos los trabajos que ambos autores habían querido dejar –según frase de Marx– «a la roedora crítica de las ratas» (Por cierto, no otro que Gramsci sostuvo –y la opinión es respetable– que editar borradores de Marx, como han hecho las editoriales soviéticas, era empresa discutible y tal vez injusta con la memoria del maestro). Hay, todavía, en el mercado europeo dos ediciones –que nosotros hemos manejado– completas en ese sentido (pero sin afirmarlo en el título) de los textos originales (alemanes, franceses, ingleses). Recomendamos especialmente al señor Santi Soler la edición (alemana) del Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania (que es un partido comunista, naturalmente), basada en la edición del Instituto análogo del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética (que, como su nombre, indica, etc). Esta es la ficha técnica: Karl Marx-Friedrich Engels, Werke. 26 tomos en 29 volúmenes más tres volúmenes complementarios. Berlín, Editorial Dietz. 1956 y siguientes.

Las obras juveniles de Marx y Engels (¿por qué no recuerda el señor Soler que también Engels fue joven?), se encuentran en el volumen I y en los tres volúmenes complementarios, con un total de 2.000 páginas. El aspecto técnico de la edición nos gusta más que la rusa. Por eso la seleccionamos.

c) Con esto la situación de la edición Marx y Engels es mucho mejor que la de muchos clásicos de la filosofía y de la ciencia, por no hablar de otros clásicos no marxistas y no comunistas del pensamiento político. Esto no quiere decir, sin embargo, que sea necesario descansar tranquilamente en la casa ya acabada. Las dos principales tareas que restan pendientes son:

Primera: resolver definitivamente el desciframiento y, en general, el problema de la edición de numerosos pliegos y cuadernos, con o sin problemas doctrinales, sobre los que filológicamente todavía no se ha llegado a una clarificación. En ese momento podremos disponer de una edición literalmente completa.

Segunda: proceder a una edición diplomática de las obras, dando como irresolubles (como se ha hecho en la práctica con los Manuscritos de 1844) los problemas de interpretación que hoy todavía hay pendientes y añadiendo los papeles en cuestión meramente en fotocopia.

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4. Precisión breve del concepto de capital

En el apéndice de coloquio de su conferencia, una probable petición de su amiga Joaquina Joaniquet, sobre «Tres principales tendencias ante el actual problema de la enseñanza» (Palma de Mallorca, 15/2/1973, para estudiantes de COU), Sacristán incluyó una «Precisión breve del concepto de capital»:

1. Capital es básicamente riqueza utilizada (en acto o latentemente) para hacer trabajar a otros, que no podrían producir (en una sociedad dada, la capitalista, precisamente) con lo que ellos poseen, que es sólo la capacidad productiva neurofísica de la especie, la fuerza de trabajo.

2. El concepto requiere muchas precisiones más para ser dilucidado, no sólo esa diferenciación entre él y el de riqueza. Pero para los fines de este contexto, pueden bastar los siguientes rasgos:

2.1. Capital es poder sobre trabajadores.

¿Qué es lo que se adquiere con el capital, por ejemplo, al heredar un gran patrimonio?

«El que, por ejemplo, hereda un gran patrimonio, no hereda, ciertamente, con ello, de un modo directo, poder político. El tipo de poder que esa posesión le otorga inmediata y rectamente es el poder de comprar, un derecho de imperio sobre trabajo de otros o sobre todo producto de ese trabajo que existe en el momento dado en el mercado». Smith, tomo I; p. 61.

«El capital es, pues, el poder de imperio sobre los trabajadores y sus productos. El capitalista posee ese poder no a causa de sus propiedades personales o humanas, sino en cuanto que es propietario del capital. Su poder es el poder de compra de su capital, al que nada puede resistirse». (Karl Marx, Ökonomische-philosophische Manuskripte (1844), MEW, Ergänz-ungsband, Erster Teil, Berlin (DDR), Dietz Verlag, 1968, p. 484. Karl Marx, Manuscritos: economía y filosofía, traducción, introducción y notas de Francisco Rubio Llorente, Madrid, Alianza editorial, 1968, págs. 68-69.

2.2. El capital es propio de una sociedad cosificadora, despersonalizadora.

«El capitalista mismo no es soberano sino como personificación del capital. Por eso en la contabilidad italiana esta función suya de capitalista, de capital personificado, se contrapone constantemente a él mismo en cuanto simple persona, condición en la cual aparece sólo como consumidor privado y deudor de su propio capital.» (Karl Marx, Theorien über den Mehrwert [Teorías sobre la plusvalía], MEW, Band 26, Erster Teil, Berlin (DDR), 1965, págs. 365.

«A través del sistema bancario se substrae de las manos de los capitalistas privados y de los usureros la distribución del capital (…) en cuanto función social». (Karl Marx, Das Kapital, III, MEW, Band 25, Berlin (DDR), Dietz Verlag, 1964, p. 620. El Capital, III, Versión del alemán por Wenceslao Roces, México, FCE 1946, pág. 567).

2.3. El capital es una barrera contradictoria con la producción que él mismo puso históricamente en marcha.

«La verdadera limitación de la producción capitalista es el capital mismo, es lo siguiente: que el capital y su autovalorización aparecen como punto de partida y como punto final, como motivo y como finalidad de la producción; que la producción no es sino producción para el capital, en vez de ser, a la inversa, los medios de producción meros medios para una configuración en expansión constante del proceso vital para la sociedad de los productores (…) El medio –el desarrollo incondicional de las fuerzas productivas sociales– entra en conflicto permanente con la limitada finalidad, que es la de valorizar el capital existente. Por eso, aunque el modo de producción capitalista es un instrumento histórico del desarrollo de la fuerza productiva material y de la creación del mercado mundial correspondiente a esa fuerza, sin embargo, también es al mismo tiempo la contradicción permanente entre esa función histórica suya y las relaciones sociales de producción que le corresponden como modo de producción.» (Karl Marx, Das Kapital, III, cit., p. 260. El Capital III, cit., p. 248).

3.1. El primer rasgo tiene que ver con el hecho de que en una sociedad capitalista la enseñanza, el sistema de enseñanza, perjudique a los trabajadores.

3.2. El segundo rasgo tiene que ver con el hecho de que la estimación de las personas y de su educación se suela basar en los títulos que tiene, los cuales le sitúan en una jerarquía.

3.3. El tercero de los rasgos señalados tiene que ver con el hecho de presente crisis de la educación en las sociedades capitalistas.

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5. Presentación de La estructura lógica de «El Capital» de Marx

Un año después Sacristán escribió una breve presentación (solapa interior del libro) de su traducción de La estructura lógica de «El Capital» de Marx de Jindřich Zelený (publicado por la editorial Grijalbo en 1974, un texto muy apreciado por él).

Anteriormente tradujo una carta de DILIA-Departamento literario (Rudolf Sponar) para Grijalbo:

Querida señora (Grijalbo):

Acusamos recibo de su carta del 9 de febrero de 1971 sobre la traducción española de la obra La estructura lógica del Capital de Marx, del señor Jindřich Zelený.

Rogamos nos disculpe el retraso con que contestamos a su carta; ocurre que el autor no ha vuelto a Praga hasta estos días.

El autor está enteramente de acuerdo con sus propuestas, razón por la cual le enviamos el contrato que hallará usted ajunto en cuatro ejemplares.

Por lo que hace al título, el autor está de acuerdo en que el título español sea La estructura lógica del Capital de Marx y en que la obra se traduzca de la edición publicada por la casa AKADEMIE Verlag de Berlín o de la edición austríaca publicada con el título La ciencia de la lógica y el Capital por las ediciones EUROPA VERLAG de Viena.

El autor no desea hace ninguna modificación al texto: su única condición es que reciba la nota previa, el prólogo o epílogo que ustedes crean necesario añadir a la edición española, para aprobarlos en su caso.

Hemos observado que prevén ustedes una primera tirada de 3.000 ejemplares cuyo precio de venta se situaría entre las 250 y las 300 pesetas.

Esperamos que el contrato merezca la aprobación de ustedes y les rogamos, en este caso, que nos devuelvan tres copias firmadas, una de las cuales recibirán de nuevo ustedes, firmada por el autor.

Esperando con placer sus noticias les rogamos…

PS: ¿Podrían ustedes indicarnos el cambio pesetas-dólares?

Tres mil ejemplares no es una errata de la que se nos pueda responsabilizar.

Con dos observaciones de Sacristán:

Al mandarles el contrato se les prometerá que enviaremos el prólogo –si lo escribimos, que creo que sí– al autor.

¿No es asombrosa la pregunta sobre los dólares por aparte de una agencia comercial?

***

El meticuloso y amplio ensayo de Zelený sobre la estructura lógica del Capital de Marx es probablemente la elaboración más seria del punto de vista de reacción al entusiasmo por los escritos del joven Marx que fue parejo de la crisis del dogmatismo estalinista. No en vano la época de preparación del libro de Zelený coincide con la de las otras dos cristalizaciones principales de un marxismo neo-cientificista en la tradición de la II Internacional: los estudios del grupo Richta y los del grupo Althusser.

Pero la empresa intelectual de Zelený se diferencia con apreciable ventaja de esas otras dos líneas emparentadas con la suya: está libre del vago progresismo del Richta filósofo, y también de la ignorante retórica que caracteriza a gran parte de la producción del grupo de Althusser. Zelený no es un «marxólogo», sino un escritor de pensamiento inequívocamente socialista. Y ha leído de verdad a Marx, en vez de limitarse a aconsejar su lectura.

El tema de este estudio de Zelený es el problema epistemológico de en qué medida la formación del marxismo significa (si la significa, claro está) una revolución de la noción de ciencia. El autor no pretende plantear así una cuestión apocalíptica, como si la presumible revolución epistemológica no tuviera historia. Zelený sabe muy bien –y lo dice– que, en todo caso, su tema continúa, por innovadoramente que sea, la problemática presente en el pensamiento y en la sociedad moderna desde el momento de claro ascenso de la burguesía europea, desde Bacon hasta Hegel, pasando por Descartes, Locke, Leibniz y Kant (por citar sus principales puntos de referencia en el campo de las ideas).

El hilo conductor de la investigación es el análisis de la estructura lógica del Capital. La concepción de Zelený al respecto se podría resumir así: la principal obra de Marx sigue ante todo, en su estructura lógica, el movimiento de la sociedad burguesa. El sujeto del proceso que estudia El Capital no son los hombres. La causa de ello es que tampoco en el movimiento histórico real de la sociedad burguesa no son los seres humanos el sujeto soberano (Hasta aquí el resultado –no los análisis, incomparablemente más exactos en la obra de Zelený– coincide con la posición ideológica del grupo Althusser). Pero si los hombres no son el sujeto del movimiento estudiado en El Capital, o no son el sujeto soberano de ese movimiento, es porque en la realidad burguesa el sujeto soberano es el capital. El sujeto del movimiento estudiado por El Capital es el capital.

Se puede diferir de esa interpretación. Pero, en todo caso, es obligado reconocer que se trata de la versión más sólida del punto de vista que consiste en situar El Capital en el centro de la obra de Marx (la economía, pues, en el centro del pensamiento socialista) y no poner en primer término lo que fue título inicial de la empresa y se conserva como subtítulo de su parcial cumplimiento: Crítica de la economía política. Su solidez, la calidad científica, de la investigación de Zelený, le evita presentar, en el plano epistemológico, hinchadas vaciedades como contenido de la revolución del concepto de ciencia por el marxismo. En las páginas de Zelený Marx no aparece descubriendo continentes más conocidos que el Mediterráneo –como en la retórica francesa–, sino intentando con un éxito importante algo que estuvo desde antiguo presente en la intención intelectual de todos los pensadores revolucionarios: articular racionalmente el conocer con el hacer, lo que se sabe del mundo social con la voluntad de revolucionarlo. Zelený, situado en el académico ambiente del marxismo centroeuropeo, dice eso con los tecnicismos tradicionales y, a la vez, de moda en la primera mitad de los años sesenta: la formación del marxismo significa según él la superación de la contraposición tradicional entre gnoseología y ontología en un método filosófico de investigación lógica de fundamentos que es nuevo en sus principios y se podría llamar, desde el punto de vista de su contenido, método «onto-praxeológico».

Este importante ensayo de Zelený podría contribuir a poner, por fin, en un marco exacto, limpio de retórica e imprecisión parisiense, la lucha entre los que creen que en el principio de la dialéctica revolucionaria está la Palabra y los que creen que está la Acción.

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6. Nota editorial OME 40-44.

Poco después se inició la edición de las OME, las obras de Marx y Engels. Como comentamos, Sacristán, director de la edición, tradujo, prologó y anotó (con mucho detalle) los libros I y II de El Capital y dejó a medias la traducción del libro III. La mayor parte de estos materiales están recogidos en Escritos sobre El Capital y textos afines, Barcelona: El Viejo Topo, 2004.

El siguiente texto (de una erudición deslumbrante en nuestra opinión) es su nota editorial para OME 40-44, para los cinco libros proyectados para la edición completa de El Capital (se editaron finalmente OME 40, OME 41, el primer libro de El Capital, y OME-42, el segundo libro; quedó sin publicar el tercer libro). Apareció en OME 40 (pp. XIII-XXXIX) y fue incluida en Panfletos y materiales I. Sobre Marx y marxismo, pp. 371-414.

La forma en que se presenta en OME El Capital es la más corriente en la tradición editorial, la forma última que le dio Engels: la de la cuarta edición alemana del libro I y las primeras ediciones alemanas de los libros II y III. En cuanto al libro IV, es decir, a las Teorías sobre la plusvalía [NE: traducción de Javier Pérez Royo, OME 45-48; solo se editó el primer volumen, OME45, de los cuatro proyectados], éste se ofrecerá de acuerdo con los últimos resultados a que haya llegado en su momento la investigación del equipo editor de la Nueva MEGA. El criterio de OME para la edición de Capital I-III es el de MEW, edición tomada como base.

Esa solución editorial es discutible, nada inconcusa. Y ha sido ya puesta en discusión y abandonada en la práctica en un caso digno de nota: Maximilien Rubel, pese a expresar gran estimación del trabajo editorial de Engels, ha optado por separarse de él en algunos puntos de su edición de las obras económicas de Marx (también se aparta en un punto de los criterios del mismo Marx, al organizar el libro I de El Capital). De acuerdo con los principios generales de OME, aquí no se va a emprender la discusión posible sobre ese asunto, del mismo modo que, en general, los prólogos y las notas de esta edición intentarán abstenerse de afirmaciones doctrinales y de interpretaciones. En la presente nota se trata sólo de reunir para comodidad del lector informaciones, elementos de juicio acerca de la forma editorial en que se suele presentar y se presenta en OME la obra: principalmente, se ofrece un fichero de textos de Marx y Engels que documentan el proceso editorial de El Capital.

La publicación de una Nueva MEGA, que pondrá a disposición de los lectores interesados los manuscritos de Marx, da particular oportunidad a la tarea de reunir informaciones acerca de la génesis de la forma editorial de El Capital.

Antes de hacerlo conviene indicar la única diferencia entre esta edición y la cuarta de El Capital I, preparada por Engels: las notas de Marx en lenguas no alemanas (griego, latín, italiano, francés, inglés), conservadas de la misma forma por Engels en sus ediciones, aparecen en OME traducidas al castellano (salvo cuando su uso por Marx en aquellas lenguas originales se debe a razones técnicas y cuando tiene un valor estilístico. Se trata del mismo criterio aplicado por Rubel en su traducción de otros textos de Marx). Esta solución ha parecido la más concorde con la naturaleza de la edición.

I. Los orígenes del proyecto literario de Marx

La forma final de El Capital tiene una larga historia. Marx ha trabajado en su proyecto científico, con numerosas interrupciones, durante unos 24 años contados hasta la aparición del libro primero de El Capital. Al preparar para la imprenta la 4ª edición alemana de Capital I, en junio de 1890, Engels ha tenido que retocar citas de autores ingleses que Marx había tomado de sus cuadernos de apuntes y extractos de 1844, aún utilizados, pues, por él para la redacción definitiva de 1866-1867. Entre los

textos que le han presentado dificultades editoriales, escribe Engels en su prólogo a la edición dicha (véaselo más adelante, pág. 27), hay «algunos trozos citados a partir de los viejos cuadernos de París de los años 1843-1845, cuando Marx no sabía inglés y leía a los economistas ingleses en lengua francesa <…>»

En el año 1857, cuando las perspectivas de una nueva crisis económica —así como, tal vez, la reciente aparición de escritos proudhonianos, según lo han observado varios autores— le incitan a terminar una de sus numerosas interrupciones del trabajo literario, Marx escribe por dos veces a Lassalle fechando en 1843 el comienzo de su proyecto científico:

«After all <después de todo>, me huelo que, ahora que tras 15 años de estudio había llegado al punto de poder poner manos a la obra, es probable que interfere <interfieran> tempestuosos movimientos exteriores. Never mind <No importa>. Si termino demasiado tarde para poder aún hallar al mundo atento a cosas semejantes, la culpa será evidentemente my own <mía>.» (Carta de Marx a Lassalle, 22/2/1858; MEW 29, 551).

«Por lo que hace a mi retraso en el envío del manuscrito, primero me impidió hacerlo la enfermedad y luego tuve que hacer trabajos atrasados para ganarme la vida. Pero la verdadera causa es ésta: tenía ante mí el material; no se trataba ya más que de la forma. Pero en todo lo que escribí, el estilo me dejaba sabor a enfermedad hepática. Y tengo motivo doble para no permitirle a este escrito estropearse por causas médicas: 1º: es el resultado de 15 años de investigaciones, o sea, de la mejor época de mi vida <…>» (Carta de Marx a Lassalle, 11/11/1858; MEW 29, 566).

El retraso que Marx justifica ante Lassalle en 1858 no había sido el primero. Baste recordar por vía de ejemplo que en febrero de 1845 Marx había concertado un contrato para publicar una Crítica de la política y de la economía política en dos volúmenes, que nunca llegó a escribir con ese título y en esa forma. Los 15 años de estudio a que se refiere Marx en 1858 —y que llegarían a ser, al menos, 35, puesto que en 1878 Marx ha trabajado todavía en un manuscrito de temas del libro II de El Capital han sido interrumpidos muy frecuentemente por acontecimientos político-sociales y por desgracias personales y familiares. Desde finales de 1843 Marx ha trabajado con cierta continuidad en su proyecto hasta 1848. Ha interrumpido ese trabajo durante el período revolucionario de 1848-1849. Lo reanuda en 1850, exiliado en Londres, con estudios (principalmente) sobre la historia de la propiedad y la renta de la tierra, la rotación del dinero, los precios, las crisis económicas, la historia de la técnica y la aplicación de la ciencia natural moderna a la agricultura. En 1853 se produce una interrupción de unos 3 años, por causa de la pobreza. Un nuevo período de estudio culmina en 1857-1858 con la redacción del manuscrito Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse) y la publicación de la Contribución a la crítica de la economía política (1859). De nuevo una interrupción de más de un año (1860). En 1861 empieza otro período de investigación intensa, que afloja en 1864 por causa de la fundación de la Internacional, pero ya no se corta del todo hasta la publicación del libro I de El Capital (1867). Luego, la mala salud y otras causas hacen que el trabajo científico de Marx y su materialización literaria sean cada vez menos continuos. Marx no consiguió publicar los libros restantes de El Capital y su trabajo editorial en ellos (no así el estudio, ni la redacción de partes nuevas de manuscritos) se redujo a las modificaciones para la 2.ª edición alemana, la 1ª edición rusa (1872), y la 1ª francesa (1872-1875). Marx murió en 1883. Engels publicó el libro II de El Capital en 1885 y el tercero en 1890.

En el curso de los 24 años anteriores a la publicación de El Capital I Marx ha pensado en varios proyectos editoriales o literarios diferentes.

El primer proyecto editorial, al que remite Marx cuando habla de los 15 años de estudio que lleva, se encuentra formulado, en dos variantes, en textos de 1843-1844:

«Así pues, la tarea de la historia, una vez desaparecido el más allá de la verdad <una vez concluida la crítica de la religión>, consiste en establecer la verdad del más acá. La tarea de la filosofía que está al servicio de la historia es, por de pronto, una vez desenmascarada la figura santificada de la autoalienación humana, desenmascarar la alienación en sus figuras no santas. La crítica del cielo se transforma con eso en crítica de la tierra, la crítica de la religión en crítica del derecho, la crítica de la teología en crítica de la política.» (Contribución a la crítica de la filosofía del derecho hegeliana; MEW 1, 379).

La economía política, o «nacional», está ahí incluida en la crítica del estado, o de la política.

«En los “Anales franco alemanes” he anunciado <…> la crítica de la ciencia del derecho y del estado. En la elaboración para la imprenta, la mezcla de la crítica dirigida exclusivamente contra la especulación con la crítica de las diferentes materias mismas resultó muy inadecuada, obstáculo para el desarrollo y dificultad para la comprensión <…>. Por eso haré que se vayan sucediendo en varios folletos independientes la crítica del derecho, de la moral, de la política, etc., y al final intentaré reproducir en un trabajo especial la conexión del todo, la relación entre las partes singulares, así como, por último, la crítica de la elaboración especulativa de aquel material. Por eso, en el presente escrito <dedicado a la economía> la conexión entre la economía nacional y el estado, el derecho, la moral, la vida civil, etc., no se toca más que en la medida en que la economía nacional misma toca ex professo esos objetos.» (Manuscritos económico-filosóficos de 1844, Prólogo; MEW EB I, 467).

El prólogo a los Manuscritos de 1844 está escrito no más tarde de agosto de aquel año. La publicación parecía inminente, pues el 10/5/1845 Engels la anunciaba en el periódico New Moral World: «También se está imprimiendo “Crítica de la política y de la economía nacional”, del Dr. Marx <…>» (MEW 2, 519).

La primera noticia suficientemente segura de que Marx ha pasado a considerar un proyecto editorial reducido a temas económicos, aunque en un sentido amplio de economía, se refiere a su oferta a la editorial Rütten und Lünning de una obra en tres partes: crítica de la economía política, socialismo e historia de la economía política. La gestión es de 1851. El 7/1/1851 Marx había escrito a Engels de un modo que sugiere también un proyecto editorial reducido a temática económica, como parece indicarlo el uso del adverbio «naturalmente» en este paso de la carta:

«Te escribo hoy para exponerte una questiuncula theoretica <pequeña cuestión teórica>, naturalmente naturae politico-economicae <de naturaleza político-económica>.» (MEW 27, 157).

Poco después, Engels escribe a Marx urdiéndole la «publicación de la Economía»:

«Ahora ya has puesto en dato el asunto <la renta de la tierra>, y eso es un motivo más para darte prisa con la terminación y publicación de la economía.» (Carta de Engels a Marx 29/1/1851; MEW 27, 171).

El 2/4/1851 Marx considera casi terminados sus estudios para «la Economía» lo que sugiere cuál debía de ser la dimensión prevista de ésta. Con esa fecha escribe a Engels:

«Estoy tan adelantado que en 5 semanas terminaré <en la biblioteca del British Museum de Londres> con toda la mierda económica. Et cela fait <y una vez hecho eso> prepararé en casa la Economía y en el Museum me lanzaré a otra ciencia. Ça commence à m’ennuyer <Esto empieza a aburrirme>.» (MEW 27, 228).

Ése era, dicho sea de paso, el estilo de trabajo intelectual de Engels, que aquel año, por ejemplo, estudiaba, entre otras cosas, fisiología y táctica y estrategia militares.

Entre 1843 y 1851 Marx ha pasado, pues, de contemplar un proyecto editorial temáticamente amplio, que incluía la crítica del derecho, del estado y de la vida civil y presuponía la de la religión, a trabajar por de pronto en el proyecto de una «Economía» los estudios para la cual creía poder terminar cinco semanas después del 2 de abril de 1851. A finales de ese año seguía en pie un plan para la ejecución de ese proyecto: el de su propuesta editorial de tres partes (crítica de la economía política, socialismo, historia de la economía política). Así lo indica el que le preocupe en esa fecha el deseo del presunto editor de alterar el orden de esas partes:

«<…> Ebner me ha escrito que Löwenthal quiere hacer la prueba con un solo volumen, pero no mencionó que yo tendría que empezar por la Historia de la Economía. Y eso sería la inversión de todo mi plan.» (Carta de Marx a Engels, 24/11/1851; MEW 27, 370).

De hecho, el proyecto de la «Economía» sería objeto de varios planes editoriales diferentes, sin que la alteración de los planes indique cambio del proyecto general.

II. El plan de los Grundrisse

El manuscrito de 1857-1858, que es el primer borrador amplio de la «Economía» de El Capital, y, en sus partes correspondientes, precedente inmediato de la Contribución a la crítica de la economía política (1859), ofrece un esquema general desde el cual es ya posible seguir con claridad el hilo de una evolución hasta la publicación del libro primero de El Capital (1867). En las primeras páginas del borrador se encuentra el siguiente párrafo, escrito durante el mes de septiembre de 1857:

«La división, evidentemente, hacerla de tal modo que 1) las determinaciones genéricamente abstractas, las cuales, por serlo, convienen más o menos a todas las formas de sociedad <…>. 2) Las categorías que constituyen la articulación interna de la sociedad burguesa y en las que descansan las clases fundamentales. Capital, trabajo asalariado, propiedad de la tierra. Su relación unas con otras. Ciudad y campo. Las tres grandes clases sociales. Intercambio entre las mismas. Circulación. Sistema del crédito (private). 3) Condensación de la sociedad burguesa en la forma del estado. Considerado en relación consigo mismo. Las clases “improductivas”. Impuestos. Deuda pública. Crédito público. La población. Las colonias. Emigración. 4) Aspecto internacional de la producción. División internacional del trabajo. Intercambio internacional. Exportación e importación. Tipo de cambio. 5) El mercado mundial y las crisis.» (Grundrisse 28/29).

El plan de septiembre de 1857 se puede esquematizar así:

1. Determinaciones genéricamente abstractas.

2. Categorías de la sociedad burguesa: capital, trabajo asalariado, propiedad de la tierra (por este orden).

3. El estado.

4. Intercambio internacional.

5. Mercado mundial y crisis.

Ese plan estará presente, con algunas variaciones, durante muchos años en las gestiones y el trabajo literario de Marx, aunque el título de la obra económica principal de éste acabe por ser sólo uno de los términos centrales del punto 2 («capital»).

Variantes de interés y casi inmediatas las hay en el mismo manuscrito de los Grundrisse, en dos pasos escritos en noviembre de 1857:

«I. 1) Concepto general del capital. 2) Particularidad del capital: capital circulant, capital fixe. (Capital como medio de vida, como materia prima, como instrumento de trabajo). 3) El capital como dinero. II. 1) Cantidad del capital. Acumulación. 2) El capital medido consigo mismo. Beneficio. Interés. Valor del capital: i. e., el capital en la diferencia de sí como interés y beneficio. 3) La circulación de los capitales: α) Intercambio del capital por capital. Intercambio del capital por renta. Capital y precios. β) Concurrencia de los capitales. γ) Concentración de los capitales. III. El capital como crédito. IV. El capital como capital por acciones. V. El capital como mercado monetario. VI. El capital como fuente de la riqueza. El capitalista. Después del capital habría entonces que tratar la propiedad de la tierra. Después de ésta el trabajo asalariado. Presupuestos los tres, el movimiento de los precios, en cuanto la circulación ahora ya determinada en su interna totalidad. Por otra parte las tres clases, una vez puesta la producción en sus tres formas básicas y presupuestos de la circulación. Luego el estado (Estado y sociedad burguesa.– El impuesto, o la existencia de las clases improductivas.– La deuda pública. La población.– El estado hacia fuera: colonias. Comercio exterior. Tipo de cambio. Dinero como moneda internacional.-Por último el mercado mundial. Rebasamiento del estado por la sociedad burguesa. Las crisis. Disolución del modo de producción y forma de sociedad fundado en el valor de cambio. Instauración real del trabajo individual como trabajo social y viceversa.)» (Grundrisse 175).

El plan, que detalla mucho más la parte referente al capital que las demás, se puede esquematizar resumidamente así:

El capital

<I. El capital en general. Los precios

II. La cantidad del capital. Los precios. Las tres clases

III. El capital como crédito. Las tres clases fundamentales

IV. El capital como capital por acciones fundamentales de la sociedad

V. El capital como mercado monetario de la sociedad.

VI. El capital como fuente de la riqueza.

La propiedad de la tierra

El trabajo asalariado

El estado en sí mismo.>

El estado hacia fuera: comercio exterior, colonias

El mercado mundial. Las crisis.

Disolución de la sociedad capitalista.

Esa variante del plan de 1857 presenta por vez primera el tratamiento del trabajo asalariado después del de la propiedad y la renta de la tierra. El hecho de que la parte referente al capital esté mucho más detallada en el plan que las otras partes se explica porque los Grundrisse son principalmente un borrador de esa parte.

En el mismo mes de noviembre de 1857 está escrito otro plan, que empieza siendo sólo esquema de la parte sobre el capital y luego, a partir de la referente a la propiedad y renta de la tierra, se amplía hasta ser desarrollo razonado (Grundrisse 186 ss.). He aquí su comienzo:

«Capital. I. Generalidad: 1) a) Devenir del capital a partir del dinero. b) Capital y trabajo (mediándose a través del trabajo ajeno ). c) Los elementos del capital, sueltos, según su relación con el trabajo (Producto. Material bruto. Instrumento de trabajo). 2) Particularización del capital: a) capital circulant, capital fixe. Rotación del capital. 3) La singularidad del capital: capital y beneficio. Capital e interés. El capital como valor, distinto de sí como interés y beneficio. II. Particularidad: 1) Acumulación de los capitales. 2) Competición entre los capitales. 3) Concentración de los capitales (diferencia cuantitativa del capital como al mismo tiempo cualitativamente, como medida de su magnitud y de su efecto. III.Singularidad: 1) El capital como crédito. 2) El capital como capital por acciones. 3) El capital como mercado monetario <…>»

Durante los primeros meses de 1858, mientras sigue trabajando el borrador conocido por Grundrisse, Marx describe su plan literario en varias cartas de interés:

«El trabajo de que se trata por de pronto es Crítica de las categorías económicas, o bien, if you like <si lo prefieres así>, el sistema de la economía burguesa expuesto críticamente. Es simultáneamente exposición del sistema y, mediante la exposición, crítica del mismo. No tengo en absoluto en claro cuántos pliegos hará el total. Si tuviera tiempo, tranquilidad y medios para trabajar completamente el conjunto antes de entregarlo al público, lo condensaría mucho, pues siempre he sido aficionado al método de la condensación. Pero impreso así en cuadernos sucesivos, la cosa —quizás en beneficio de la comprensión del público, pero seguro que en perjuicio de la forma— se alarga algo inevitablemente. <…> La exposición, quiero decir, la manera, es completamente científica, o sea, no es subversiva en sentido corriente. El conjunto se divide en 6 libros. 1º Del capital (contiene algunos Vorchapters <capítulos previos>). 2.º De la propiedad de la tierra. 3.º Del trabajo asalariado. 4.º Del estado. 5.º Comercio internacional. 6.º Mercado mundial. Como es natural, no puedo dejar de considerar críticamente de vez en cuando a otros economistas. <…> Pero en general la crítica e historia de la economía política y del socialismo tendrían que ser objeto de otro trabajo. Y un tercero, por último, el breve boceto histórico de la evolución de las categorías y relaciones económicas.» (Carta de Marx a Lassalle 22/2/1858; MEW 29, 551).

En la fecha de esa carta Marx tiene, pues, un proyecto literario de tres obras, y el plan de una de ellas, titulada Crítica de las categorías económicas y cuyo primer libro se titula a su vez «Del Capital». En cuanto a las intenciones sobre el trabajo inmediato, otra carta del mes siguiente, también a Lassalle, da cuenta de lo que Marx pensaba hacer y permite también echar un vistazo a alguna de las causas por las cuales la obra económica final de Marx se llamó como tenía que llamarse el «primer libro» de la primera obra de este proyecto:

«Tampoco es, de ninguna manera, mi intención elaborar por igual los 6 libros en los que divido el conjunto, sino dar más bien en los 3 últimos sólo los trazos fundamentales, mientras que en los 3 primeros, que contienen el desarrollo económico propiamente dicho, no son siempre evitables los desarrollos de detalle.» (Carta de Marx a Lassalle 11/3/1858; MEW 29, 554).

En esa misma carta Marx indica a Lassalle el contenido de la primera entrega —parte de la cual habían de ser los «capítulos previos»— y revela así que en esa fecha las miles de páginas que hoy conocemos como El Capital eran en la imaginación del autor un mero fascículo, el primero de la primera obra de economía del proyecto:

«La primera entrega tendría que ser a toda costa un todo relativo <…> Contiene: 1º valor, 2º dinero, 3.º el capital en general (proceso de producción del capital, proceso de circulación del capital, unidad de ambos o capital y beneficio, interés). Eso constituye un folleto por sí mismo.» (Mismo lugar, 554).

El último documento aquí importante anterior a la Contribución a la crítica de la economía política es la carta de Marx a Engels del 2/4/1858 (MEW 29, 312-318), la cual contiene un esquema detallado de la obra prevista:

«Lo que sigue es short outline of the first part <breve esbozo de la primera parte>. La entera mierda se dividirá en 6 libros: 1º. Del capital. 2º. Propiedad de la tierra. 3º. Trabajo asalariado. 4º. Estado. 5º. Comercio internacional. 6º. Mercado mundial. I.Capital se descompone en 4 secciones. a) Capital en général (Esto es la materia del primer cuaderno). b) La competición o acción de los muchos capitales unos sobre otros. c) Crédito, donde el capital aparece como elemento general frente a los capitales individuales. d) El capital por acciones como la forma más consumada (que muta en comunismo), al mismo tiempo en todas sus contradicciones <…> I. Capital. Primera sección. El capital en general. <…> 1.º Valor <…> 2.º Dinero <…> a) Dinero como medida <…> b) El dinero como medio de cambio, o sea, la circulación simple <…> c) El dinero como dinero <…> d) Esta circulación simple considerada en sí misma <…> 3º.El capital <…>»

Este texto tiene el particular interés de mostrar muy llamativamente cómo una de las principales causas de las alteraciones de esquemas de Marx es que éste empieza por poner como apartados puntos de vista que luego se funden unos con otros sin diferenciación redaccional. En este hecho basó gran parte de su interpretación de la génesis de El Capital Roman Rosdolsky, de cuya obra al respecto se da información más adelante.

El plan de los Grundrisse ha empezado a realizarse con la publicación de la Contribución a la crítica de la economía política. En el prólogo, escrito en enero de 1859, figura este paso muy conocido por el lector de lengua castellana, a la que está traducido hace tiempo. Se reproduce aquí por ser una referencia tradicional:

«Considero el sistema de la economía burguesa en esta sucesión: capital, propiedad de la tierra, trabajo asalariado; estado, comercio exterior, mercado mundial. Bajo las tres primeras rúbricas investigo las condiciones económicas de vida de las tres grandes clases en que se divide la moderna sociedad burguesa; la conexión entre las otras tres rúbricas salta a la vista. La primera división del primer libro, el que trata del capital, consta de los siguientes capítulos:1º la mercancía; 2.º el dinero, o sea, la circulación simple; 3º el capital en general. Los dos primeros capítulos constituyen el contenido del presente volumen.» (MEW 13, 7).

En el momento de escribir el prólogo a la Contribución, lo que finalmente será los tres libros teóricos de El Capital son para Marx, si se toma su exposición al pie de la letra, la primera división del primer libro de la obra que proyecta. Lo mismo se aprecia en la carta a Weydemeyer del 1/2/1859, documento útil por su esquematismo para fijar esta cuestión:

«Divido toda la economía política en 6 libros: capital; propiedad de la tierra; trabajo asalariado; estado; comercio exterior; mercado mundial.

El libro I, del capital, se descompone en 4 divisiones. División I: El capital en general, se descompone en 3 capítulos: 1º La mercancía; 2º El dinero, o sea, la circulación simple; 3º El capital <…> » (MEW 29, 572).

La manera de decir de ese paso ilustra la concepción marxiana de la «economía política» e impide afirmar, dada esa concepción —la cual incluye el estudio del estado—, que el proyecto literario de Marx haya dejado de contar con la crítica de la política.

Todavía en el conjunto del manuscrito habitualmente llamado Grundrisse, aunque en anotación de fecha ya tardía (probablemente marzo de 1859), detalla Marx el plan de la primera sección del tercer capítulo («Capital» del plan en que entonces piensa. He aquí los epígrafes principales del esquema:

I. EL PROCESO DE PRODUCCIÓN DEL CAPITAL

1) Transformación de dinero en capital.

2) La plusvalía absoluta.

3) La plusvalía relativa

4) La acumulación originaria.

5) Trabajo asalariado y capital.

II. EL PROCESO DE CIRCULAClÓN DEL CAPITAL

III. CAPITAL Y BENEFICIO

VARIA

Cuando Marx deja de trabajar en el manuscrito de 1857-1858, para dedicarse a tareas políticas y polémicas, el plan de su obra tiene este aspecto (aunque con variantes menores):

CRÍTICA DE LAS CATEGORÍAS ECONÓMlCAS, O DE LA ECONOMÍA POLÍTICA

Libro primero: Del capital.

Sección primera: El capital en general.

Capítulo primero: La mercancía.

Capítulo segundo: El dinero

Capítulo tercero: El capital.

División primera: El proceso de producción del capital (ya subdividida, pero con

vacilaciones).

División segunda: El proceso de circulación del capital.

División tercera: La unidad de ambos, o sea, capital y beneficio, interés.

Sección segunda: La competición.

Sección tercera: El crédito.

Sección cuarta: El capital por acciones.

Libro segundo: Propiedad de la tierra.

Libro tercero: Trabajo asalariado.

Libro cuarto: Estado.

Libro quinto: Comercio exterior.

Libro sexto: Mercado mundial. Las crisis.

No hay, por otra parte, ningún documento que obligue a suponer que hubiera desistido de las otras dos obras previstas en el proyecto de esta época, aunque no planeadas con detalle (véase atrás, carta a Lassalle del 22/2/1858).

III. De los Grundrisse a El Capital

Al reanudar su trabajo científico intenso después de la interrupción de 1859-1861, Marx piensa todavía en realizar el plan que he llamado de los Grundrisse, el plan cuya ejecución empezó con la publicación de la Contribución a la crítica de la economía política en agosto de 1859. Así lo indica la carta a Kugelmann del 28/12/1862, que llama «segunda parte» a la continuación de aquella publicación:

«Finalmente, la segunda parte está lista, es decir, salvo ponerla en limpio y darle el último toque para la impresión. Será aproximadamente 30 pliegos. Es la continuación del cuaderno I <la Contribución>, pero aparece autónomamente con el título ‘El capital’ y ‘Contribución a la crítica de la economía política’ sólo como subtítulo. De hecho no abarca más que lo que había de constituir el tercer capítulo de la primera sección, a saber, ‘El capital en general’. No están, pues, incluidos en ella la competición entre los capitales ni el crédito. Es la quintaesencia (junto con la primera parte), y el desarrollo del resto (tal vez con la excepción de la relación entre las diferentes formas de estado y las diferentes estructuras económicas de la sociedad) sería fácil de ejecutar también por otros sobre la base de lo ya entregado.» (MEW 30, 639).

De las alusiones al tratamiento separado de la competición y el crédito, así como a «lo que sigue» —entre lo cual Marx menciona el estudio del estado—, parece desprenderse la persistencia del plan de los Grundrisse.

La misma carta recién citada tiene un curioso paso, poco aducido, que documenta por vez primera la organización de materiales que será luego la del volumen primero de El Capital. Marx escribe a Kugelmann que, una vez terminado el texto en el que está trabajando,

«<…> escribiré la continuación, esto es, el final de la exposición del capital, la competición y el sistema del crédito, o bien reuniré en un solo escrito, para el público inglés, los dos primeros trabajos <la Contribución y el texto que dice haber terminado>» (MEW 30, 640).

Ese texto que Marx considera prácticamente acabado, como borrador, a finales de 1862 es el manuscrito de 1861-1863, cuya descripción se encuentra en el prólogo de Engels al libro Il de El Capital. Ese manuscrito (un conjunto de 23 cuadernos) conserva el título inicial de «Contribución a la crítica de la economía política» y empieza, efectivamente, tratando el tema del capital, el capítulo 3º del plan aún no abandonado. Pero pronto se desvía de él y empieza a exponer los temas histórico-doctrinales de las Teorías sobre la plusvalía. De todos modos, el manuscrito de 1861-1863 trata con mayor o menor extensión temas de todos los libros de El Capital. Y contiene, por otra parte, esquemas que planean los futuros libros I y III de El Capital. He aquí el esquema del primero. El texto es de enero de 1863:

«La primera sección, “Proceso de producción del capital”, dividirla así:

1º. Introducción. Mercancía. Dinero.

2º. Conversión de dinero en capital.

3.º La plusvalía absoluta. a) Proceso de trabajo y proceso de valorización. b) Capital constante y capital variable. c) La plusvalía absoluta. d) Lucha por la jornada normal de trabajo. e) Jornadas de trabajo simultáneas (número de trabajadores ocupados simultáneamente). Importe de la plusvalía y cuota de la plusvalía. (¿Magnitud y altura?)

4º. La plusvalía relativa. a) Cooperación simple. b) División del trabajo. c) Maquinaria, etc.

5º. Combinación de plusvalía absoluta y relativa. Razón (proporción) entre trabajo asalariado y plusvalía. Subsunción formal y real del trabajo bajo el capital. Productividad del capital. Trabajo productivo e improductivo.

6º. Reconversión de plusvalía en capital. La acumulación originaria. La teoría colonial de Wakefield.

7º. Resultado del proceso de producción.

(Sub 6 o sub 7 se puede exponer el change of appropriation <cambio de apropiación>).

8º. Teorías sobre la plusvalía.

9º. Teorías sobre trabajo productivo e improductivo.» (MEW 26.1, 389).

El esquema del futuro libro III de El Capital se recoge en nota del volumen correspondiente de OME (OME 43).

De 1864 a 1866 es la redacción de los manuscritos luego utilizados por Engels para la composición y publicación de los libros Il y III de El Capital. Al publicar los volúmenes correspondientes de OME se reunirá información acerca de todos los manuscritos de la obra económica de Marx. Como el libro I ha rebasado la fase de borrador en vida de Marx, la atención a los manuscritos no es tan interesante cuando, como aquí, se trata principalmente de él. De todos modos, ya ahora vale la pena mencionar que en el manuscrito utilizado por Engels como base para componer Capital III hay por lo menos un par de pasos que indican la persistencia de las líneas generales del plan de los Grundrisse, por ejemplo, el mantenimiento de un tratamiento de la competición de los capitales después del estudio del capital en general Marx, en efecto, remite el estudio del precio de monopolio

«<…> a la doctrina de la competición, en la que se investiga el movimiento real de los precios de mercado.» (Capital III; MEW 25, 772).

o bien expone las limitaciones del estudio que luego será El Capital —ilustrando inequívocamente acerca del carácter incompleto de éste, e incompleto en lo más importante para el conocimiento revolucionario— con las siguientes palabras:

«En la exposición de la cosificación de las relaciones de producción y de su independización frente a los agentes de la producción, no entramos en el modo como las conexiones a través del mercado mundial, sus coyunturas, el movimiento de los precios de mercado, los períodos del crédito, los ciclos de la industria y del comercio, la alternancia de prosperidad y crisis, se aparecen a los agentes de la producción como leyes naturales que los dominan sin ejercicio de la voluntad y se les imponen como necesidad ciega. Y no entramos en eso porque el movimiento real de la competición queda fuera de nuestro plan, y sólo tenemos que exponer la organización interna del modo de producción capitalista, en su promedio ideal, por así decirlo.» (Capital III; MEW 25, 839).

Puesto que esas líneas pueden estar escritas en 1866, su interés es grande para la reconstrucción de la historia de la génesis de El Capital: unos dos años antes de la publicación del libro I, Marx había reducido ya la obra entera (su esquema) al tratamiento de la parte «El capital en general» más la historia crítica de la teoría. Como lo ha señalado Roman Rosdolsky, esa reducción del esquema o plan ha ido acompañada por un enriquecimiento del material y los temas incluidos en el esquema reducido: no se puede ignorar, en efecto, que el texto último del libro I y de los manuscritos de los libros II y III contiene numerosas e importantes incursiones por temas de la competición, etc., es decir, por temas de otras partes e incluso otros libros del plan de los Grundrisse.

El lugar clásico del plan definitivo de El Capital es la carta de Marx a Kugelmann del 13/10/1866:

«Mis circunstancias (constantes interrupciones por causa del cuerpo y por causas ciudadanas) hacen que tenga que aparecer primero el Primer volumen, no los dos a la vez, como yo pretendía. Además, probablemente van a ser ahora 3 volúmenes. La obra entera, en efecto, se divide en las partes siguientes: Libro I. Proceso de producción del capital. Libro II. Proceso de circulación del capital. Libro III. Configuración del proceso global. Libro IV. Contribución a la historia de la teoría.

El primer volumen contiene los 2 primeros libros.

El tercer libro llenará según creo, el segundo volumen; el 4º el 3º.

He considerado necesario volver a empezar ab ovo en el libro primero, esto es, resumir en un capítulo sobre mercancía y dinero mi escrito publicado por Duncker <la Contribución a la crítica de la economía política>» (MEW 31, 534).

Como se ve, incluso en vísperas de la publicación del libro I —y en el mismo prólogo a este libro, véaselo más adelante— el plan editorial de Marx discrepa algo de lo que va a ser la edición. Marx seguirá aferrado mucho tiempo a la idea de tres volúmenes para los cuatro libros, aunque luego compone el segundo volumen con los libros II y III. En una carta a Schott del 3/11/1877 se lee:

«De hecho empecé privatim “El capital” exactamente en el orden inverso (empezando por la parte 3.ª, la histórica) del orden en que se presenta al público, con la única salvedad de que el primer volumen, último en emprenderse, se dispuso inmediatamente para la impresión, mientras que los otros dos se quedaron en la forma en bruto que toda investigación tiene originaliter.» (MEW 34, 307).

Aún más llamativo es el error, incluso a última hora, una vez terminado el trabajo en el libro I, acerca de los plazos de publicación de los libros siguientes. El 30/4/1867 Marx escribe a Sigfried Meyer:

«Espero que dentro de un año haya aparecido toda la obra. El volumen II da la continuación y el final de la teoría, el volumen III la historia de la economía política desde la mitad del siglo XVII.» (MEW 31, 543).

Aunque trabajó hasta casi el final de la década de 1870 en los manuscritos luego utilizados por Engels para la edición de los libros II y III de El Capital, Marx no ha publicado más que el libro I. Cuatro años después de la publicación de éste enfría resueltamente las esperanzas de amigos y colaboradores en una próxima publicación del resto:

«Por lo que hace a la continuación de mi obra, la información of our Friend <de nuestro Amigo: Lopatin, el traductor que comenzó la versión rusa del libro I de El Capital> se basa en una confusión. He considerado necesaria una reelaboración completa del manuscrito. Además, por el momento me faltan documentos necesarios, los cuales, de todos modos, llegarán finalmente de United States.» (Carta de Marx a Nicolai Franzevich Danielson, el traductor que terminó la versión rusa de Capital I, 13/6/1871; MEW 33, 231).

La mala salud de Marx y de sus familiares ha influido mucho en la suerte última de los manuscritos de El Capital. Pero no menos importante ha sido el hecho insinuado por la alusión a los Estados Unidos de Norteamérica en esa carta. En el prólogo a la primera edición del libro primero de El Capital Marx había escrito lo siguiente:

«Lo que tengo que investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones de producción y de tráfico que le corresponden. Su lugar clásico es hasta ahora Inglaterra. Ésa es la razón por la cual Inglaterra sirve de ilustrador principal de mi desarrollo teórico.» (MEW 40, 5).

En 1867, pues, Marx no había pensado todavía que el «lugar clásico» del capitalismo lo fueran ya los Estados Unidos. (Aunque desde la época de los Grundrisse estaba atento a los hechos de Norteamérica.) En cambio, en 1871 lo sospecha ya, del mismo modo que da mucha importancia a las noticias, que pide a Danielson, sobre la evolución económica de Rusia. Y la sospecha de 1871 es convicción en 1878:

«El campo más interesante para el economista se encuentra ahora, sin duda, en los Estados Unidos y, ante todo, en el período de 1873 (desde el crac de septiembre) a 1878, el período de crisis crónica. Transformaciones cuya consecución exigió en Inglaterra siglos se realizan aquí en pocos años.» (Carta de Marx a Danielson, 15/11/1878; MEW 34, 359).

Una larga carta de Marx a Danielson fechada el 10/4/1879 explica y enumera causas de que no se concluya El Capital. La explicación empieza por causas externas a la obra:

«Cuando recibí su carta de febrero (y al mismo tiempo llegaron a mis manos los valiosos impresos y las demás cosas que menciona usted), mi mujer estaba tan enferma que los médicos ponían en duda que sobreviviera al ataque; y desde entonces yo también he tenido que aguantar lo mío en materia de salud. (Desde que, por la situación de Alemania y Austria, no puedo emprender mi viaje anual a Karlsbad, mi estado de salud no ha sido particularmente bueno). En estas circunstancias, que no han mejorado basta hace muy poco tiempo, no podía estudiar el material que se me enviaba.» (MEW 34, 370).

Luego Marx presenta una justificación algo enfática —y por eso convincente— seguida de la abierta declaración de que no tiene ganas de publicar sus manuscritos económicos:

«Y ahora he de empezar por comunicarle (cela est tout-à-fait confidentiel <esto es completamente confidencial>) que he recibido de Alemania la información de que mi segundo volumen no se puede publicar mientras se mantenga el presente régimen con su actual rigor. A la vista del status quo, esa noticia no ha sido ninguna sorpresa para mí y he de confesar que tampoco me ha molestado; por los siguientes motivos:

En primer lugar: De ninguna manera habría publicado el segundo volumen antes de que alcanzara su punto culminante la crisis inglesa del momento. Los fenómenos son esta vez muy peculiares, se distinguen en muchos respectos de los anteriores, y esto —prescindiendo totalmente de otras circunstancias modificadoras— se explica perfectamente por el hecho de que nunca anteriormente precedieron a la crisis inglesa crisis gigantescas y ya de cinco años de duración en los Estados Unidos, Sudamérica, Alemania, Austria, etc. Hay, pues, que observar el presente decurso hasta que las cosas maduren. Sólo entonces se las puede “consumir productivamente” o sea, “teóricamente”.» (MEW 34, 370-371).

Marx piensa que esas novedades tienen raíces también ellas nuevas, de importancia suficiente para desear el retraso de la publicación de una obra que estaba basada en otro ámbito de desarrollo principal del capitalismo:

«En segundo lugar: La masa de material que he recibido no sólo de Rusia, sino también de los Estados Unidos, etc., me da afortunadamente el “pretexto” para continuar mis investigaciones, en vez de “concluirlas definitivamente para la publicación”.» (MEW 34, 372).

El último argumento aducido en esta carta a Danielson es la prevención médica:

«En primer lugar: Mi consejero médico me ha intimado <…>.» (Mismo lugar).

Poco más de un año después, Marx llama ya «nuevo estadio de la evolución» —no sólo simple cambio de lugar— a la novedad ocurrida respecto del planteamiento de los manuscritos de El Capital:

«En las actuales circunstancias, la 2ª parte de El Capital no puede aparecer en Alemania, lo cual me resulta hasta oportuno, porque precisamente en este momento ciertos fenómenos económicos han entrado en un nuevo estadio de la evolución y, por lo tanto, exigen nueva elaboración.» (Carta de Marx a Ferdinand Domela Nieuwenhuis, 27/6/1880; MEW 34, 447).

Por último, ese mismo año indicó Marx a Danielson algunos elementos del nuevo estadio de la evolución económico-social. La carta de Marx a su traductor fechada el 17/9/1880 es quizá el último documento importante de la crisis última del trabajo literario principal de su autor:

«La crisis presente es, por lo que hace a duración, dimensión e intensidad, la mayor que ha atravesado nunca Inglaterra. Pero, pese a la quiebra de algunos bancos provinciales escoceses e ingleses, ha faltado completamente el punto culminante de las anteriores grandes crisis periódicas inglesas, el crac de la Bolsa de Londres. Este hecho totalmente extraordinario, la falta de lo que con razón se llama pánico del dinero, se tiene que atribuir a un encadenamiento de circunstancias cuyo análisis en este momento me llevaría muy lejos. Pero una de las circunstancias más decisivas ha sido la siguiente: el intenso drenaje de metales nobles en 1879 quedó compensado en gran medida por la colaboración de la Banque de France y de la Deutsche Reichsbank. Por otra parte, la repentina reanimación de los Estados Unidos actuó como un deus ex machina desde la primavera de 1879.» (MEW 34, 463-464).

IV. La fijación del texto del libro I del Capital

La primera edición de Capital I apareció en 1867. En la segunda, preparada en 1872 y con un epílogo fechado en enero de 1873, Marx practica algunas modificaciones, de las que da cuenta en ese epílogo (véaselo).

En 1872 aparece la traducción rusa del libro I de El Capital. Entre 1872 y 1875, la traducción francesa de Roy, por entregas. Marx ha revisado el texto francés. Con motivo de la preparación de la segunda edición rusa, Marx tiene ocasión de expresar su estimación de conjunto del texto francés. Escribe a su traductor ruso:

«Referente a la segunda edición de El Capital en ruso ruego tener en cuenta lo siguiente:

1º. Querría que la división en capítulos —y lo mismo vale de las subdivisiones— se hiciera según la edición francesa.

2º. Que el traductor compare siempre cuidadosamente la segunda edición alemana con la francesa, porque esta última contiene muchas alteraciones y complementaciones importantes (aunque también, ciertamente, me vi a veces obligado a ‘aplatir’ <achatar> la exposición en la versión francesa, sobre todo en el primer capítulo).» (Carta de Marx a Danielson, 15/11/1878; MEW 34, 358).

Engels ha recogido en sus ediciones alemanas de Capital I (la 3ª y la 4ª) las versiones de la edición francesa indicadas por Marx. Pero su aprecio del texto francés de Roy no era mucho:

«Ayer leí en francés el capítulo sobre la legislación fabril. Con todo respeto por el arte con que ese capítulo se ha convertido en elegante francés, lo siento por el hermoso capítulo. Fuerza, jugo y vida se han ido al diablo. La posibilidad para el escritor cotidiano de expresarse con cierta elegancia se ha pagado con la castración del lenguaje. Engendrar pensamientos en este moderno francés coactivo se hace cada vez más imposible. Ya la inversión de las oraciones, impuesta casi en todas partes por la pedantesca lógica formal, arrebata a la exposición todo lo llamativo, toda vivacidad.» (Carta de Engels a Marx, 29/11/1873; MEW 33, 94).

Ese juicio de Engels, fácil de comprender teniendo en cuenta su alemán y espontáneamente compartible, según me parece, por cualquiera que escriba el castellano como lengua materna, es un argumento más para atenerse a su tradición editorial en la traducción de El Capital. Sin embargo, por la importancia que le da Marx, en Apéndice a esta nota se reproduce, para cómoda comparación por el lector, la división y subdivisión de la traducción francesa del texto.

En la tercera edición de Capital I (noviembre de 1883), ya muerto Marx, Engels empieza a practicar las rectificaciones planeadas por Marx en anotaciones marginales a la segunda edición alemana y a la traducción francesa. En nota a esta tercera edición (véasela entera más adelante, 25-27) Engels advierte:

«Al principio Marx se proponía reelaborar en gran parte el texto del tomo primero, formular más afiladamente algunos puntos teóricos, añadir otros nuevos, completar hasta los últimos tiempos el material histórico y estadístico. Su mal estado de salud y el deseo de pasar a la redacción final del segundo tomo le hicieron renunciar a aquella tarea. Se trataría sólo de alterar lo más imprescindible y de insertar los añadidos que ya contenía la edición francesa aparecida entre tanto <…>. Entre los textos que han quedado para edición póstuma se ha encontrado un ejemplar alemán parcialmente corregido por Marx y con remisiones a la edición francesa; también se ha encontrado un ejemplar francés en el que había señalado exactamente los trozos que había que utilizar. Estas alteraciones y esos añadidos se limitan, con pocas excepciones, a la última parte del libro, a la sección “El proceso de acumulación del capital”.

<…> Por lo que hace al estilo, el mismo Marx había revisado a fondo varias subsecciones y con ello, así como en frecuentes alusiones de viva voz, me indicó la medida en que yo podía proceder a suprimir expresiones técnicas inglesas y otros anglicismos.

En cualquier caso, Marx habría trabajado aún los añadidos y las complementaciones, substituyendo el liso francés por su propio condensado alemán; yo he tenido que contentarme con traducir unos y otras con la mayor adecuación posible al texto original.»

Por último, la cuarta edición alemana (1890) de Capital I, última publicada por Engels, es el texto definitivo de la obra según el criterio editorial de OME. Engels ha expresado en una nota (véasela entera más adelante, 35-40) su intención editorial en la 4º edición:

«La cuarta edición me exigía en lo posible una fijación definitiva del texto y de las notas. He aquí breves indicaciones acerca de cómo he atendido a esa exigencia. Luego de una comparación más con la edición francesa y con los apuntes manuscritos de Marx, he introducido todavía en el texto alemán unos añadidos más tomados de aquélla. <…> Otras modificaciones son de naturaleza puramente técnica. He añadido, además, algunas notas aclaratorias, a saber, dónde pare cían exigirlo las nuevas circunstancias históricas.»

(Las inserciones de Engels van entre llaves: { }. Las de OME van entre grapas: < >. Entre corchetes, [ ], van las de los editores de MEW o las de editores franceses o ingleses, etc., cuando OME las recoge. Como queda dicho, la única discrepancia entre la cuarta edición del libro I de El Capital y esta traducción de OME es que ésta da en castellano, igual que el resto del texto, las citas de Marx en lengua no alemana).

No hay más que una edición importante de Capital I que se aparte en algo de la organización del texto en las cuatro ediciones aparecidas en vida de Marx o Engels: la de Maximilien Rubel (Karl Marx, Oeuvres. Economie I, París, Gallimard, 1965). Rubel es insuficientemente conocido en España, pese a ser uno de los principales conocedores contemporáneos de la obra de Marx y tal vez el más destacado intérprete anarquista de la misma. Rubel invierte el orden de los dos últimos capítulos de Capital I, pensando que el orden en que los ha puesto Marx, orden respetado por Engels en las ediciones tercera y cuarta, fue sólo un expediente para esquivar la censura prusiana y conseguir la publicación de la obra en Alemania:

«El Capital» escribe Rubel, «termina en todas las ediciones anteriores con el capítulo titulado ‘Sobre la teoría moderna de la colonización’, precedido por el capítulo ‘Sobre la tendencia histórica de la acumulación capitalista’. Un examen atento de esas páginas sugiere que Marx ha invertido el orden de los dos capítulos en el momento de la publicación. Ha debido obrar así —obedeciendo acaso al consejo o a la exigencia de su editor— con el fin de adormecer la desconfianza del censor. Los párrafos apocalípticos de la conclusión se dejaban en segundo plano, sustituidos al final del volumen por consideraciones de corte más profano. La astucia ha tenido éxito. Pero ya no es necesario dar a leer un ataque a la explotación colonial, visiblemente enlazado con los capítulos anteriores, luego del hasta la vista del autor, verdadera suma de sus cóleras y de sus esperanzas.» (Obra citada, 541).

V. Sobre la polémica a propósito del plan de la obra económica de Marx

Sin pretender dar más que una noticia breve de la polémica suscitada por las varias indicaciones de Marx acerca de la organización de su obra económica, se puede decir que el principal autor entre los que la suscitaron fue Henryk Grossmann («Die Änderung des ursprünglichen Aufbauplans des Marxchen Kapitals und ihre Ursachen <La alteración del plan originario de El Capital de Marx y sus causas>» Archiv für die Geschichte des Sozialismus und der Arbeiterbewegung, año 14, nº1, Leipzig 1929, págs. 305-338). Según Grossmann hay un cambio de plan (1857-1865) que se debe a «consideraciones gnoseológico-metodológicas»: Marx habría pasado del punto de vista descriptivo del material en bruto de la economía política —punto de vista propio de los clásicos burgueses de esa ciencia— a un punto de vista de verdadero conocimiento, de conocimiento de las funciones del capital. Este punto de vista, posibilitado por la construcción de los esquemas de reproducción, habría movido a Marx a abandonar el planteamiento triádico tradicional beneficio-renta de la tierra-salario; Grossmann, pues, entiende la presencia de un «libro del capital», otro sobre «la propiedad y la renta de la tierra» y otro sobre «el salario» (el trabajo asalariado) en el plan de los Grundrisse no como inspirado por el estudio de las tres clases principales de la sociedad de la época, sino como trasunto de la doctrina clásica burguesa de los «factores de la producción» y su «remuneración».

La atonía del pensamiento marxista causada por el estalinismo y por la represión en los estados burgueses explica quizá que el tema planteado por Grossmann fuera objeto de poca discusión. La primera intervención crítica de importancia sobre la tesis de Grossmann que sea imprescindible citar aquí no aparece hasta el período de postguerra. Se debe a Otto Morf. El siguiente párrafo puede ser muestra de la concepción de este autor:

«La alteración del plan no consiste en un paso del tratamiento material al tratamiento funcional. Todo lo que precede al plan I <Morf llama así al plan de los Grundrisse>, como el plan I mismo, tiene presen tes las tres grandes clases de la sociedad burguesa y sus intereses antagónicos. En ningún lugar ha tomado Marx para su elaboración sólo el material empírico, sino que siempre se ha esforzado por explicar las leyes de movimiento de la existencia económica de esas tres clases y las relaciones de producción subyacentes. Por lo tanto, Marx tiene siempre presente lo “funcional” <…>» (Otto Morf, Geschichte und Dialektik in der politischen Oekonomie [Historia y dialéctica en la economía política], Frankfurt am Main, Europäische Verlagsanstalt, 1970, pág. 105).

Este libro, del que hay en preparación edición castellana en la colección Teoría y Realidad de Grijalbo [NE: dirigida por Jacobo Muñoz; no se llegó a publicar] es edición ampliada y retocada de Das Verhältnis von Wirtschaftstheorie und Wirtschfatsgeschichte bei Karl Marx <La relación entre teoría económica e historia económica en Karl Marx>, Bern Francke Verlag, 1951).

Roman Rosdolsky es el autor que más sistemáticamente ha discutido esta cuestión (Zur Entstehungsgeschichte des Marxischen «Kapital» <Sobre la historia de la génesis del Capital de Marx>, 2 vols., 2ª edición retocada, Frankfurt am Main, Europäische Verlagsanstalt, 1968); la obra, apenas terminada al morir el autor en 1967, es básicamente un estudio de los Grundrisse. Rosdolsky, muy concienzudo en su trabajo, era un autor de tradición trotskista. Su opinión sobre el tema se resume en unos párrafos de las páginas 39 y 40 de su obra:

«En primer lugar, que el paso del plan viejo <el de los Grundrisse> al plan nuevo no se realizó antes de los años 1864-1865; y, en segundo lugar, que, respecto a la modificación del plan, hemos de distinguir estrictamente entre los iniciales libros I-III por un lado y IV-VI por otro.»

Se recordará que los libros del plan de los Grundrisse se distribuían así: I: capital; II: propiedad de la tierra; III: trabajo asalariado; IV: estado; V: comercio internacional; VI: mercado mundial y crisis. Sigue escribiendo Rosdolsky:

«Por lo que hace a estos últimos libros <o sea, los libros IV, V y VI > <…>, no fueron nunca ‘abandonados’, es decir, los temas que caen en su ámbito no fueron nunca asimilados del todo por la segunda estructura de la obra, sino que en el fondo se reservaron para la ‘posible continuación’ de la misma. En todo caso, los temas correspondientes no se tratan en El Capital más que ocasionalmente, de modo que también respecto de ellos parece justificada la llamada ‘teoría de las lagunas’ <…>».

El plan de 1857-1858 subdivide el libro del capital en los apartados siguientes: a) el capital en general; b) la competición entre los capitales; c) el sistema del crédito; d) el capital por acciones. Rosdolsky dice luego:

«Del todo diferente el caso de los libros II y III. Éstos se tuvieron que incorporar a la nueva estructura de la obra <la última> pues El Capital habría sido inimaginable sin el tratamiento de las cuestiones que caían en el ámbito de esos libros. (Lo mismo vale, naturalmente, también para las secciones b-d del “libro del capital” del plan antiguo). Y sólo respecto de los libros II y III, así como de las secciones b-d del libro I, puede subsistir el problema de la alteración del plan. <…>».

Rosdolsky piensa que el cambio de plan del proyecto económico de Marx ha consistido en reducir la amplitud del esquema, el número de libros y secciones, mientras que enriquecía el contenido de éstos, porque unas son las necesidades analíticas, diferenciadoras, propias de la investigación cuando empieza, y otras y en cierto sentido contrapuestas las exigencias de síntesis de la comprensión y la exposición. Aparte de eso, Rosdolsky piensa que gran parte del proyecto económico de Marx —y aun más por lo que hace a todo su proyecto económico, político y filosófico— contiene lagunas importantes.

Maximilien Rubel sostiene una tesis análoga, aunque no cita ni aprovecha a este propósito el importante estudio de Rosdolsky. Conoce, en cambio, el de Morf, y remite a él. Rubel se opone a la idea de un cambio de plan deliberado, debido a reflexiones profundas de Marx:

«<…> ni antes ni después de la publicación del prólogo <a la Contribución> de 1859 ha comunicado Marx la menor intención de cambiar el plan de la ‘Economía’. En cambio, el periodismo y las disputas políticas le roen el tiempo y, aunque constantemente reanuda sus estudios, le cuesta muchísimo condensar su exposición. <…> en realidad, éste es el único ‘cambio de plan’ de acuerdo con el método de trabajo de Marx: no ha realizado más que una parte ínfima de su enorme programa, aunque dando a esa parte un volumen imprevisto. <…> Nada de cambio de plan, sino una ampliación perpetua a ojos vistas; y, desde luego, descubrimientos y reflexiones nuevas <…>» (Obra citada, vol. II, págs. CVI, CVII, ex).

Un resumen muy característico del estilo apasionado del erudito Rubel:

«Marx había concebido pronto el plan de una ‘Economía’ para publicar por entregas <…> cuyos temas principales existen desde 1844 o 1847 y que en 1857 decide dividir en seis ‘rúbricas’: 1º El capital; 2º la propiedad de la tierra; 3º el trabajo asalariado; 4º el estado; 5º el comercio exterior; 6º el mercado mundial. Nunca ha podido pasar de escribir ‘la quintaesencia’ de eso, es decir, una parte de la primera rúbrica, aunque esta ‘quintaesencia’ haya quedado, al menos en su mitad, en estado de borrador. Que haya podido terminar esa parte de su tarea en lo más negro de los miserables años 1860 tiene algo de milagro. Así pues, es algo indecente, por no decir más, sostener que esta obra está concluida: eso es lo que afirman algunos comentaristas cuando registran un ‘cambio de plan’ gracias al cual Marx habría dicho ya en El Capital lo que pensaba exponer en sus ‘seis libros’ y sólo la ignorancia puede disculpar a los que creen en una revelación definitiva.» (Lugar citado, pág. LIV).

Los editores de MEW —los Institutos de Marxismo-Leninismo del Partido Comunista de la Unión Soviética y del Partido Socialista Unificado de Alemania (RDA)— presentan los volúmenes correspondientes de su edición limitándose a describir cronológicamente los manuscritos pertinentes, desde los de 1844 hasta los de la década de 1870. Para ilustrar su concepción de la historia formal de la principal empresa científica de Marx se puede aducir esta nota al volumen 29 de MEW (p. 689):

«En el otoño de 1856 las investigaciones económicas de Marx, que habían durado años, habían madurado ya lo suficiente como para que pudiera empezar la sistematización y generalización del material reunido. De agosto de 1857 a junio de 1858 elaboró su manuscrito <los Grundrisse>, que representa un esbozo del futuro Capital. En el verano y el otoño de 1857 proyectó el primer plan de su obra. Expuso los puntos principales de ese plan en varias cartas a Engels y otras personas <…>, así como en el esbozo inacabado de una ‘introducción general’ a esta obra <…>. Durante los ulteriores trabajos de investigación ese plan se alteró repetidamente. Se detalló, se precisó sustancialmente y nacieron las obras Contribución a la crítica de la economía política <…> y El Capital

Querría recordar, por último, que no faltan textos de Marx que mueven a negar o reducir la importancia presunta de esta debatida cuestión de la estructura literaria de El Capital, dando más peso a factores accidentales o, a lo sumo, didáctico-literarios. He aquí dos ejemplos:

«En toda esta sección, esto es, en la sección sobre ‘el capital en general’ se presupone que el salario del trabajo es siempre igual a su mínimo <…>. También se pone la propiedad de la tierra=0, esto es, que aquí no interesa todavía nada la propiedad de la tierra como relación económica particular. Sólo a este paso es posible no hablar de todas las relaciones a propósito de cualquiera de ellas.» (Carta de Marx a Engels, 2/4/1858; MEW 29, 312-315).

«Con la parte propiamente teórica no he podido seguir adelante. Tenía los sesos demasiado débiles para eso. Por ello he ampliado históricamente la sección sobre la ‘jornada de trabajo’ lo cual caía fuera de mi plan inicial.» (Carta de Marx a Engels, 10/2/1866; MEW 31, 174).

VI. Apéndice: La división del texto de El Capital I en la traducción francesa de J. Roy.

(El título dado al libro no es «El proceso de producción del capital» sino «Desarrollo de la producción capitalista»)

Primera sección: Mercancía y dinero

Capítulo primero: La mercancía.

I. Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor de cambio o valor propiamente dicho (Substancia del valor. Magnitud del valor)

II. Doble carácter del trabajo presentado por la mercancía.

III. Forma del valor.

A. Forma simple o accidental del valor

a) Los dos polos de la expresión del valor: su forma relativa y su forma equivalente

b) La forma relativa del valor

1. Contenido de esta forma

2. Determinación cuantitativa de la forma de valor relativa

c) La forma de equivalente y sus particularidades

d) Conjunto de la forma de valor simple

B. Forma valor total o desarrollada

a) La forma desarrollada del valor relativo

b) La forma equivalente particular

c) Defectos de la forma valor total o desarrollada

C. Forma valor general

a) Cambio de carácter de la forma valor

b) Relación de desarrollo de la forma valor relativa y la forma equivalente

c) Transición de la forma valor general a la forma dinero

D. Forma moneda o dinero

IV. El carácter fetiche de la mercancía y su secreto

Capítulo II: De los cambios

Capítulo III: La moneda o la circulación de las mercancías

I. Medida de los valores

Il. Medio de circulación

a) La metamorfosis de las mercancías

b) Curso de la moneda

c) El numerario o las especies. El signo de valor

III. La moneda o el dinero

a) Atesoramiento

b) Medio de pago

c) La moneda universal

Segunda sección: La transformación del dinero en capital

Capítulo IV: La fórmula general del capital

Capítulo V: Contradicción de la fórmula general del capital

Capítulo VI: Compra y venta de la fuerza de trabajo

Tercera sección: La producción de la plusvalía absoluta

Capítulo VII: Producción de valores de uso y producción de la plusvalía

I. Producción de valores de uso

II. Producción de la plusvalía

Capítulo VIII: Capital constante y capital variable

Capítulo IX: La tasa de la plusvalía

I. El grado de explotación de la fuerza de trabajo

II. Expresión del valor del producto en partes proporcionales del mismo producto

III. La «ultima hora» de Senior

IV. El producto neto

Capítulo X: La jornada de trabajo

I. Límite de la jornada de trabajo

II. El capital hambriento de plustrabajo. –Boyardo y fabricante

III. La jornada de trabajo en las ramas de la industria inglesa en que la explotación no está limitada por la ley

IV. Trabajo de día y de noche. –El sistema de relevos

V. Leyes coercitivas para la prolongación de la jornada de trabajo desde la mitad del siglo XIV hasta el final del siglo XVII

VI. Lucha por la jornada de trabajo normal.–Limitación legal coercitiva del tiempo de trabajo. –La legislación manufacturera inglesa de 1833 a 1864

VII. La lucha por la jornada de trabajo normal. Repercusión de la legislación inglesa en los demás países

Capítulo XI: Tasa y masa de la plusvalía

Cuarta sección. La producción de la plusvalía relativa

Capítulo XII: La plusvalía relativa

Capítulo XIII: Cooperación

Capítulo XIV: División del trabajo y manufactura

I. Doble origen de la manufactura

II. El trabajo parcelario y su herramienta

III. Mecanismo general de la manufactura. Sus dos formas fundamentales: manufactura heterogénea y manufactura serial

IV. División del trabajo en la manufactura y en la sociedad

V. Carácter capitalista de la manufactura

Capítulo XV. Maquinismo y gran industria

I. Desarrollo de las máquinas y de la producción mecánica

II. Valor transmitido por la máquina al producto

III. Reacción inmediata de la industria mecánica sobre el trabajador

a) Apropiación de las fuerzas de trabajo suplementarias. Trabajo de las mujeres y de los niños.

b) Prolongación de la jornada de trabajo

c) Intensificación del trabajo

IV. La fábrica

V. Lucha entre trabajador y máquina

VI. Teoría de la compensación

VII. Repulsión y atracción de los obreros por la fábrica. Crisis de la industria algodonera

VIII. Revolución obrada en la manufactura, el oficio y el trabajo a domicilio por la gran industria

a) Supresión de la cooperación fundada en el oficio y la división del trabajo

b) Reacción de la fábrica sobre la manufactura y el trabajo a domicilio

c) La manufactura moderna

d) El trabajo moderno a domicilio

e) Paso de la manufactura moderna y del trabajo a domicilio a la gran industria

IX. Legislación de fábrica

X. Gran industria y agricultura

Quinta sección: Investigaciones ulteriores sobre la producción de la plusvalía

Capítulo XVI: Plusvalía absoluta y plusvalía relativa

Capítulo XVII: Variaciones de la relación de magnitud entre la plusvalía y el valor de la fuerza de trabajo

I. Datos: duración e intensidad de trabajo constantes. Productividad variable

II. Datos: duración y productividad del trabajo constantes. Intensidad variable

III. Datos: productividad e intensidad del trabajo constantes. Duración del trabajo variable.

IV. Datos: variaciones simultáneas de la duración, la productividad y la intensidad del trabajo

Capítulo XVIII: Fórmulas varias de la tasa de la plusvalía

Sexta sección: El salario

Capítulo XIX: Transformación del valor o del precio de la fuerza de trabajo en salario

Capítulo XX: El salario por tiempo

Capítulo XXI: El salario por pieza.

Capítulo XXII: Diferencia de la tasa de los salarios nacionales

Séptima sección: Acumulación del capital

Introducción

Capítulo XXIII: Reproducción simple.

Capítulo XXIV: Transformación de la plusvalía en capital

I. Reproducción a escala progresiva. Cómo el derecho de propiedad de la producción mercantil se convierte en el derecho de apropiación capitalista

II. Falsa interpretación de la producción a escala progresiva

III. División de la plusvalía en capital y en renta. Teoría de la abstinencia

IV. Circunstancias que, independientemente de la división proporcional de la plusvalía en capital y en renta, determinan la extensión de la acumulación. Grado de explotación de la fuerza obrera. Productividad del trabajo. Diferencia creciente entre el capital empleado y el capital consumido. Magnitud del capital adelantado

V. El pretendido fondo de trabajo (Labour-fund)

Capítulo XXV: Ley general de la acumulación capitalista

I. Si permanece igual la composición del capital, el progreso de la acumulación tiende a hacer subir la tasa de los salarios

II. Cambios sucesivos de la composición del capital en el progreso de la acumulación y disminución relativa de la parte del capital que se cambia por la fuerza obrera

III. Producción creciente de una superpoblación relativa o de un ejército industrial de reserva

IV. Formas de existencia de la superpoblación relativa. –La ley general de la acumulación capitalista

V. Ilustración de la ley general de la acumulación capitalista

a) Inglaterra de 1846 a 1866

b) Las capas industriales mal pagadas

c) La población nómada. –Los mineros

d) Efecto de las crisis en la parte mejor pagada de la clase obrera

e) El proletariado agrícola inglés

f ) Irlanda

Octava sección: La acumulación primitiva

Capítulo XXVI: El secreto de la acumulación primitiva

Capítulo XXVII: La expropiación de la población campesina

Capítulo XXVIII: Legislación sanguinaria contra los expropiados a partir del final del siglo XV. –Leyes sobre los salarios

Capítulo XXIX: Génesis de los granjeros capitalistas

Capítulo XXX: Repercusión de la revolución agrícola en la industria. –Establecimiento del mercado interior para el capital industrial

Capítulo XXXI: Génesis del capitalista industrial.

Capítulo XXXII: La tendencia histórica de la acumulación capitalista.

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7. Nota editorial OME 41.

Para OME 41, el segundo volumen del primer libro de El Capital, p. XIII, escribió Sacristán la siguiente nota:

El presente volumen contiene la segunda mitad del libro I de El Capital, desde el capítulo XIII hasta el final. Es la parte del libro en que más tuvo que intervenir Engels para introducir las correcciones que Marx había preparado, principalmente sobre la base de la edición francesa. En OME 40 puede repasar el lector los prólogos de Engels a las ediciones alemanas 3ª y 4ª, del libro I de El Capital, los cuales se refieren a esas correcciones.

La división del libro I del Capital en dos volúmenes (OME 40, OME 41) obedece exclusivamente a conveniencias técnico-editoriales. Por eso, aunque, para comodidad del lector, cada volumen lleva sus propios elementos editoriales (índices, etc) y aunque las notas del traductor tienen numeración independiente en cada volumen, en cambio, todo lo que es texto de Marx –la numeración de los capítulos, como es natural, y la numeración de sus notas– se presenta en coninuidad, como si no hubiera dvisión del texto.

Dos observaciones acerca de la traducción:

Primera: en la nota 89 (pp. 2-3) se mantiene literalmente un texto de Marx recientemente impugnado como errata o lapsus (por Pedro Scaron, en su importante traducción de El Capital). Ese texto presenta como exigencia puesta al «método científico» el deducir concretos contenidos culturales a partir de su base en sentido marxiano; por ejemplo: deducir las concretas formas religiosas a partir de las «relaciones y circunstancias vitales» de cada caso. Desde el punto de vista de la metodología real, de la ciencia que realmente existe y funciona, esa pretensión es desaforada e irrealizable, es un imposible metodológico. Sin embargo, eso no basta para creer que el paso sea una errata o un lapsus. Pues, en primer lugar, puede ser simplemente una formulación recargada de algo que es metodológicamente sensato y, además, aspiración explícita de Marx, a saber, el conocimiento por medios científicos de la individual concreción histórica; en segundo lugar, porque la misma incorrecta, excesiva pretensión deductiva del paso tomado al pie de la letra puede ser un resto de hegelianismo. Lo que se suele llamar «panlogismo» de Hegel es precisamente la tendencia a «deducirlo», a construirlo todo; y, por último, este texto ha pasado en pruebas de imprenta cuatro veces bajo los ojos de Marx o Engels. Todo eso mueve a dejar el paso tal como está, sin limpiar a Marx de la posible desmesura hegeliana en que acaso haya incurrido ahí.

La segunda observación se refiere a la traducción de «Lump» y «Lumpenproletariat». Como se trata de términos de cierto interés a propósito de los cuales no se ha alcanzado traducción única por todos los traductores de OME, conviene que el lector se fije en la nota *54 del traductor. Las traducciones mencionadas tienen por contexto los capítulos XIII y XXIII.

Nota 54

Marx: «Un trabajo de los más infames, más sucios y peor agados, en el que se utiliza con predilección niñas y mujeres, es la clasificación de harapos. Es sabido que en la Gran Bretaña, prescindiendo de sus propios e innumerables harapientos…»

Aquí hay un juego de palabras intraducibe, pero necesitado de explicación porque tiene cierta importancia de concepto en el léxico de Marx. La palabra alemana Lump (plural Lumpen) significa primariamente harapo y secundariamente por una asociación de ideas fácil y claramente clasista, villano, vago, canalla. (El término marxiano Lumpenproletariat, que no aparece en este lugar, está cargado con toda esa complicación de connotaciones de las viejas clases dominantes.) De modo que la frase aquí comentada se podría traducir también escribiendo: «Es sabido que la Gran Bretaña, prescindiendo de sus propios e innumerables canallas, es el emporio del comercio de harapos, etc.».

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8. Presentación de OME 42

El siguiente texto es la presentación que Sacristán escribió para del libro II de El Capital (OME 42, pp. XIII-XX). Fue reimpresa en Sobre Marx y marxismo. Panfletos y materiales I (pp. 415-428). Escrita probablemente a finales de 1979 o principios de 1980.

I. Sobre el criterio de esta edición

Esta edición castellana del libro II de El Capital traduce la impresión en Marx, Engels,Werke (MEW) de la segunda edición (última) publicada por Engels (Hamburgo, 1893). Es el volumen 24 de MEW, Berlín (Este), Dietz Verlag, 1963. Como de costumbre, hay pequeñas discrepancias de MEW (por ejemplo, traducimos todas las citas de autores no alemanes, etc.), que responden a la intención editorial de estas Obras de Marx y Engels (OME).

Si ya presentando el libro I de El Capital fue obligado decir que el criterio de traducir estrictamente la edición de Engels no es nada indiscutible (OME 40, pág. XIII), la edición del libro II según el mismo criterio impone un repaso algo detallado de la cuestión. Engels expone en su prólogo cómo ha compuesto el libro con los manuscritos de los que Marx había dicho a su hija Leonor que Engels «haría algo con ellos». Aparte de pocos trozos sueltos procedentes de otros legajos, Engels ha utilizado seis manuscritos del decenio 1867-1877. Ha tomado de ellos en medida diversa: aproximadamente el 47% del texto definitivo procede del manuscrito que Marx numeró «II» (1870); otro 27% del manuscrito numerado «VIII» por Engels (1877); un 15% del manuscrito V (1877); un 8% del manuscrito IV (1867-1868); un 2% del manuscrito VII (1877), y un 1% del manuscrito VI (1877-1878). Si se tiene en cuenta que los manuscritos II y VIII, con los cuales compone tres cuartas partes del libro, han suministrado a Engels fragmentos largos y muy largos, se aprecia que la impresión de rompecabezas de borradores que da a algunos autores la edición de Engels no está muy justificada.

Pero, desde luego, El Capital II es una composición de Engels con materiales de Marx. Es el «algo» que Engels ha hecho con parte de los papeles. Una composición así no puede satisfacer a todo lector, ni tampoco del todo a ningún lector. Maximilien Rubel, referencia obligada en este punto, ya que su edición de lo que él considera libro II del Capital diverge considerablemente de la de Engels, se vio empujado a su larga y fecunda carrera de marxólogo por una ocurrencia muy natural, como él mismo la llama, a saber, que El Capital, tal como lo conocemos (tal como lo editó Engels), quizá no habría satisfecho a su autor: «Marx redacta lo que llamamos el Capital, en sus cuatro libros, luchando desesperadamente contra la miseria y la enfermedad y prosiguiendo su actividad en el seno de la Asociación Internacional de Trabajadores; pero no da forma definitiva más que al libro I <…>. Los libros II, III y IV, que quedaron en estado de esbozos, se publicaron después de su muerte: surge de modo natural en la mente la idea de que esa publicación, en esa forma, no era como para satisfacer a su autor».1

No es que Rubel no aprecie el trabajo editorial de Engels. Sus notas y prólogos abundan en elogios de éste y en reconocimientos de sus méritos, desde la «inteligencia con la cual ha descifrado la escritura de su amigo» hasta la honradez con la que ha intentado que el libro publicado fuera «exclusivamente obra de Marx». Pero el método editorial seguido por Engels tiene también sus desventajas: Engels «no ha producido materiales para una obra; tampoco ha construido la obra a partir de esos materiales: le ha dado una fachada. Esta fórmula intermedia tiene méritos insignes y nos muestra escrúpulos notables, una prudencia extremada, preocupación por distinguir claramente lo que es del autor de lo que procede del editor. Pero también tiene su inconveniente, porque presenta como “libros” terminados lo que nunca fue más que esbozo, y, a veces, tanteo desesperado»2. En particular, Engels «comete el grave error de presentar el libro II como una obra acabada en cuanto al fondo y sólo necesitada de revisión en cuanto a la forma»3. «Voluntariamente o no» —y Rubel sospecha que voluntariamente, por un «exceso de celo» en promover la reputación de Marx—, Engels «ha hecho creer que El Capital era toda la ‘Economía’ de Marx. Es una falsa apariencia que ha culminado en un mito, y encima de ese mito se ha edificado una ideología4. La presente edición se propone restaurar la sencilla verdad: El Capital no es más que una parte de una obra científica inacabada»5.

La tesis de Rubel es verdadera, y sus consiguientes reservas ante la edición de Engels está fundadas y se pueden compartir. En cambio, el criterio editorial que él fundamenta a su vez en esas reservas es muy poco plausible. Puesto que entre los méritos del trabajo de Engels descuella, dice Rubel, el conocimiento profundo de los originales de Marx, una manera de honrar al primer editor de los libros Il y III del Capital consiste en repetir lo que él hizo, recurriendo de nuevo a las fuentes6. Con ese criterio procede a su edición de lo que él llama libro II del Capital: «proponemos aquí una nueva edición de una selección de materiales —pues sólo una selección se puede hacer— para los libros II y III. Esta selección se distingue de la de Engels por algo que nos atrevemos a llamar —a costa de parecer presuntuosos— fidelidad más estricta al proyecto de Marx de situar los libros II y III en un sólo volumen. Con esta finalidad hemos sustituido los capítulos I a IV que eligió Engels por el texto, menos largo, de otro manuscrito, aunque éste es probablemente anterior. En vez de multiplicar los capítulos, nos hemos esforzado, por el contrario, por reducir su número para simplificar <…>»7, etc. Pese a todo el respeto que merece la erudición de Rubel, hay que decir que ese criterio es casi puro capricho, pues Marx había pensado inicialmente, en efecto, en dos volúmenes, pero componiendo el primero de ellos con los libros I y II, y el segundo con los libros III y IV. Y, además, alteró esa división por razones del todo contingentes, lo que muestra que la división misma era inesencial.8

De este modo repite Rubel lo que él mismo llama «grave error de Engels», pero con mayor arbitrariedad. Así por ejemplo, en la Introducción que pone al libro II Rubel combina textos marxianos procedentes de manuscritos separados por veinte años (1857-1877). Como ha escrito acertadamente Pedro Scaron en la Advertencia a su edición del libro II9 «por este camino… podemos llegar a tener tantos tomos II de El Capital como investigadores estudien los manuscritos».

Lo más grave que habría que objetar a esa línea editorial es que de todos esos «tomos II» a los que se refiere Scaron ninguno sería un libro auténtico, si se me permite la expresión, mientras que El Capital de Engels es un libro muy libro en la historia de la Europa moderna. El Capital editado por Engels es un libro presente durante casi un siglo en el movimiento socialista y en las universidades. La «cuestión homérica» tiene respecto de él tanta importancia filológica y tan escasa importancia cultural como respecto de la Ilíada. Nuevas composiciones del libro II o del libro III —aunque sean «críticas», como quiere Pedro Scaron— no son más que fantasmas de libros que nunca fueron y de los que ni siquiera es seguro que su autor, de vivir, los hubiera llegado a dar a luz. Pues el hecho de que Marx dijera que Engels tenía que «hacer algo» con sus manuscritos no prueba que le legara precisamente la tarea de «terminar de editar El Capital». Esta es, en puridad, una iniciativa de Engels. De modo que, en mi opinión, la solución editorial con más sentido consiste en editar como libros los textos que ya han sido libros durante casi un siglo, y tal como lo han sido, es decir, como composiciones o trabajos de redacción de Engels.

La tarea editorial que queda entonces por hacer es la edición independiente e integral de los manuscritos de Marx como tales manuscritos. La Neue Mega (Nueva Mega), a pesar de lo despacio que está saliendo, tendrá cumplida esa tarea probablemente para fin de siglo10. La correspondiente versión castellana podrá ser entonces el complemento de la edición histórica y popular que intenta ser OME. Mi criterio, en suma, al editar en OME la versión castellana de estos textos es que hay, por una parte, unos libros de Marx compuestos por Engels que tienen una larga presencia en la cultura europea en general y en la socialista en particular.

Es razonable trasmitir esos libros tal como los hemos recibido, no por particular adhesión a una redacción determinada, sino por literario respeto de la letra leída por generaciones, nos parezca buena o mala su sentencia; y que hay, por otra parte, unos manuscritos de Marx que coinciden en mucho con aquellos libros, pero son otra cosa.

II. La composición del libro II por Engels

La tabla de la página…, compuesta por los editores de MEW, da una visión general del resultado del trabajo de Engels. Probablemente tenga interés añadir a esa información alguna otra acerca de la marcha del trabajo.

A la muerte de Marx, Engels, por raro que parezca (como reconoce él mismo), no sabe prácticamente nada del estado de los estudios de Marx. Esta circunstancia resulta más difícil de explicar de lo que puede parecer. En este mismo libro II hay cosas que la hacen verdaderamente asombrosa. Por ejemplo: en la primavera de 1868 Marx ha pedido a Engels datos acerca del «capital adelantado» (carta a Engels del 16/5/1868; MEW 32, 88). Una derivación bastante bizantina de esa cuestión, la del «capital liberado» ha hecho sufrir lo suyo a Engels en la composición del capítulo 15 (v. infra, 291). ¿Cómo es posible que la correspondencia de finales de los años 60 y principios de los 70, que abunda en incidencias de ese tipo, no haya dado a entender a Engels la existencia de manuscritos inacabados, pero extensos e importantes? ¿Cómo es posible que se le olvidara, si lo notó en su momento? Tal vez la deprimente contemplación de las vicisitudes de la familia Marx en toda esa época final —con las muertes de las dos Jenny, madre e hija, rematando un rosario inacabable de miserias y desgracias— y el recuerdo de las muchísimas horas y energías gastadas por Marx en la Asociación Internacional de Trabajadores hayan convencido a Engels de que Marx no podía haber avanzado en sus trabajos científicos. En cualquier caso, su primera reacción a la nueva tarea que le incumbe evidencia que sabía muy poco de ella:

«He encontrado el manuscrito de la ‘Circulación del capital’ y del 3er Libro, ‘Las configuraciones del proceso global’, unas 1.000 páginas in folio. Es imposible decir ya ahora si el manuscrito puede ir a la imprenta en su actual estado. En cualquier caso, tendré que copiarlo, porque es un primer borrador. Mañana finalmente tendré tiempo para dedicar unas horas a repasar todos los manuscritos que nos ha dejado el Moro. Se trata ante todo de un compendio de dialéctica que desde hace tiempo quería llevar a cabo. Pero siempre mantuvo secreta para nosotros la situación de sus trabajos.» (Carta a Piotr Lawrowich Lawrow, 2/4/1883; MEW 36, 3.)11

Esa carta está escrita a las dos semanas de la muerte de Marx. Ella evidencia que Engels no tenía realmente idea de la dimensión y el estado de los manuscritos. La misma desorientación, aunque con cautela creciente, reflejan otros muchos escritos de Engels de esa época. Tan poco sabe de los papeles de Marx, que para fecharlos tiene que recurrir a conjeturas basadas en el tipo de escritura (gótica o latina) que usa Marx en cada papel (carta a August Bebel, 30/4/1883). Mes y medio después de la muerte de Marx, Engels cree que le va a bastar con un año para editar el libro II y el libro III (fueron en total diez años).

En mayo (Marx había muerto el 14 de marzo) Engels empieza a salir de su sorpresa inicial y a darse cuenta, a medias todavía, del trabajo que emprende. Va tomándolo con calma, comprendiendo que no puede resolver la tarea en un santiamén, y establece prioridades entre sus muchas obligaciones:

«Ante todo hay que editar el 2.o volumen del “Capital” lo cual no es ninguna broma. Hay 4-5 redacciones del libro 2.o, sólo la primera de las cuales es completa, y las posteriores sólo empezadas; costará trabajo <…>.» (Carta a Johann Philipp Becker, 22/5/1883.)

Por las mismas fechas da Engels señales de haber empezado a estudiar en serio los manuscritos. A menudo las informaciones más detalladas aparecen en cartas a la hija de Marx, Laura, la mujer de Lafargue, picada por el modo algo imprudente en que Engels favorece a su hermana Leonor, «Tussy», con el título de co-albacea literario de Marx:

«El 2º volumen me va a dar un trabajo imponente, por lo menos el libro II. Hay un texto completo del año 1868 más o menos, pero no es más que un brouillon. Y además hay tres, si no cuatro, reelaboraciones que proceden de períodos diversos, pero ninguna de ellas está completa. No será un trabajo fácil entresacar de eso un texto definitivo.» (Carta a Laura Lafargue, 22 /5 /1883.)

Durante el verano, antes de su habitual descanso en la playa, Engels va adentrándose en los manuscritos, pero, al mismo tiempo, no abandona otros trabajos que le parecen urgentes, señaladamente la preparación de la tercera edición alemana del libro I del Capital. La correspondencia de esas semanas sigue mostrando a un Engels poco impuesto de los esfuerzos científicos y las preocupaciones del último período de la vida de Marx. Por ejemplo (de mucho interés): Engels tropieza con la masa de libros, artículos, apuntes y noticias estadísticas sobre las agriculturas rusa y norteamericana que Marx había ido recibiendo de su traductor ruso Danielson y de otras personas; ve en seguida, agudamente, que esos materiales han detenido la publicación de los escritos de Marx; pero cree que lo han hecho simplemente por causa del prurito perfeccionista de su amigo muerto (prurito innegable), y no nota todavía que la final pasión de Marx por aquellos datos sugiere un cambio importante de perspectiva:

«Si no hubiera sido por la masa de material norteamericano y ruso (sólo en estadísticas rusas hay 2 metros cúbicos de libros), el 2º volumen estaría impreso hace mucho tiempo. Esos estudios de detalle le han frenado prolongadamente. Como siempre, todo tenía que estar completo hasta la fecha misma, mientras que ahora todo se reduce a nada, salvo sus extractos, en los que hay que esperar que, según su costumbre, se encuentren muchas glosas críticas utilizables para las notas del volumen 2º» (Carta a Friedrich Adolph Sorge, 29/6/1883.)

Al prepararse para sus vacaciones en Eastbourne, donde estuvo del 17 de agosto al 16 de septiembre, corrigiendo, por descanso, la abreviatura del Capital redactada por Deville, Engels piensa que se dedicará al «volumen segundo» en cuanto vuelva de la playa. Aún habla de volumen (Band) segundo, o sea, todavía piensa en editar juntos y pronto los libros II y III. Hasta marzo del año siguiente, un año después de la muerte de Marx, no se decidirá a publicar el libro II por separado:

«Con Meissner12 me he puesto de acuerdo en editar primero separadamente el 2º libro del “Capital”…» (Carta a Karl Kautsky, 24/3/1884.)

Durante ese año Engels se ha dedicado a muchas otras cosas —desde la mencionada preparación de la 3ª edición del libro I del Capital hasta la redacción de su Origen de la familia, de la propiedad privada y del estado—; pero, aunque no hubiera hecho ningún otro trabajo editorial, habría pasado también mucho tiempo antes de tener compuesto el libro II; primero, porque estuvo varios meses enfermo; segundo, porque aún tenía que comprender del todo la dificultad de la tarea pendiente. A menudo, los intentos que hace Engels de responder al asombro de terceros ante su ignorancia del trabajo de los últimos tiempos de Marx traslucen el deseo de convencerse a sí mismo. Desde Eastbourne escribe a Bebel el 30/8/1883:

«En cuanto que vuelva me meto en serio con el 2º volumen, que va a ser obra de romanos. Junto a trozos completamente trabajados hay otros no más que esbozados, y todo es brouillon, con excepción de unos dos capítulos. Las citas, desordenadas, acumuladas en montones, reunidas, simplemente, para seleccionarlas luego. Y encima de todo eso la escritura que, lisa y llanamente, no es legible más que para mí y con dificultades. Te preguntarás que cómo es posible que me ocultara, precisamente a mí, hasta dónde había llegado el asunto. Muy sencillo: si yo lo hubiera sabido, no le habría dejado en paz ni de día ni de noche, hasta conseguir que lo terminara y lo imprimiera. Marx lo sabía mejor que nadie; y sabía además que en el peor de los casos, que es el que se ha presentado, yo podría editar el ms. según su espíritu, cosa que él mismo dijo a Tussy13».

Ya en agosto de 1883 se encuentra Engels mal. Y no se recuperará del todo hasta enero de 1884. Por eso el que sólo en esta última fecha empiece «finalmente a ver claro» sobre los papeles de Marx, como él mismo escribe a Lawrow el día 28, no sorprende nada. Y no es sólo la mala salud, ni son tampoco sólo las demás obligaciones editoriales; es también el desalojo definitivo de la última vivienda de Marx, la entrega de las llaves al dueño, etc., todo lo cual concluye la tarde del 24 de marzo de 1884, un año y unos días después de la muerte de Marx. (Carta a Laura Lafargue, 31/3/1884.) Para esa fecha había dicho a Sorge que se aplicaría «en serio» al segundo volumen del Capital. (Carta del 7/3/1884.) Y en la carta a Laura Marx recién citada se encuentra también la declaración de que el libro II saldrá suelto. Pero todavía en abril está Engels terminando su manuscrito sobre El origen de la familia, de la propiedad privada y del estado (Carta a Kautsky, 11/4/1884), y pensando en revisiones y prólogos a varias ediciones de obras de Marx (misma carta), en la edición inglesa del libro I, en la segunda edición alemana del Anti-Dühring y en la cuarta de La guerra de los campesinos (carta a Paul Lafargue, 18/4/1884).

Tantas complicaciones han hecho pensar a Maximilien Rubel que el retraso de Engels tiene su significación:

«<…> se impone una observación: Engels ha preferido reeditar las obras de Marx, en vez de dedicar todo el tiempo y todos sus esfuerzos a los borradores y manuscritos del Capital. Es cierto que no ha hablado del plan de la ‘Economía’, pero ha mostrado que, en su opinión, todo se sostiene recíprocamente en la obra de Marx, y escritos anteriores ofrecían ya, en muchos puntos, la materia que se podía buscar en lo inédito. Y así se dedica a posibilitar la lectura de Trabajo asalariado y capital, Las luchas de clases en Francia, las Revelaciones sobre el proceso de los comunistas de Colonia, La guerra civil en Francia, la Crítica del programa de Gotha; revisa dos ediciones alemanas y la traducción inglesa del libro primero del Capital, tarea que considera tan importante por lo menos como la edición de los demás libros».14

Que Engels ha procedido así está claro; que lo haya preferido así es otra cosa. Y otra cosa más es que haya de servir de proyectil de Rubel contra Althusser. Para sostener como sostiene Rubel, con toda la razón, que El Capital no es todo Marx, ni siquiera toda la economía de Marx, no es necesario excederse así en audacia interpretativa. No hay evidencia alguna de esa supuesta preferencia de Engels. Hay, en cambio, muchas pruebas —varias de las cuales son pasos de la correspondencia aquí aducidos— de que Engels ha tardado bastante en orientarse entre los papeles de Marx. Todavía en junio del 84 se cree que dedicándose a los manuscritos de Marx sólo en las horas de sol y por la noche a otros trabajos va a sacar los libros II y III del Capital en unos meses. (Carta a Kautsky, 23/5/1884; a Laura Lafargue, 26/5/1884; a Becker, 20/6/1884). Hasta junio de 1884 no hay pruebas concluyentes de que haya comprendido toda la dimensión de la empresa, y aun sólo por lo que hace al libro II:

«Vuestro ms. sigue ahí quieto, sin que se le atienda, por la siguiente razón: al terminar mi ms.15 estaba yo sobre ascuas por emprender el trabajo en el volumen II del “Capital”. Lo empecé. Me proponía llevar a cabo durante las veladas la revisión de vuestra traducción16 y de la traducción inglesa (del volumen I del Capital). Pero había echado las cuentas de la lechera. Desde Pascua había trabajado mucho, a menudo de 8 a 10 horas diarias a la mesa, y, a consecuencia de la postura, se me reprodujo algo la vieja enfermedad, esta vez en forma crónica, no en la anterior subaguda. De modo que otra vez prohibición de ponerme a la mesa de trabajo, sauf quelques exceptions. Remedio heroico: contraté a Eisengarten para dictarle el ms., y estoy trabajando con él diariamente desde principios de la semana del 10/5. <…> Lo que pasa es que los ms. son en su mayoría de tal naturaleza que he de repasar cada tarde lo dictado, aunque no sea más que para conseguir una redacción provisional aceptable. Esto me absorbe en este momento todo el tiempo disponible.» (Carta a Kautsky, 21/6/1884.)

Hay incluso indicios, si no pruebas, de que las preferencias editoriales de Engels son contrarias a las que le atribuye Rubel, por lo menos por lo que hace al período de preparación del libro II. Por ejemplo: Bernstein pide a Engels que edite los manuscritos de Marx de antes de 1848, es decir, entre otras cosas, los primeros monumentos de la «Economía» de Marx que con acierto reconstruye Rubel frente al marxismo cientificista althusseriano. Pero Engels contesta:

«<…> ahora hay que terminar ante todo el volumen 2.º del ‘Capital’. <…> Sólo entonces se podrá pensar en ordenar y preparar para la imprenta los viejos ms. de antes del 48, y fragmentariamente.» (Carta a Eduard Bernstein, 29/6/1884.)

A la vuelta de las habituales semanas veraniegas de playa, esta vez en Worthing, Engels admite ya incluso que la edición del libro Il va a ser lenta, y está decidido a incumplir los plazos de entrega concertados con el editor Meissner. (Carta a Bernstein, 13/9/1884.) La redacción del libro II durará hasta finales de febrero de 1885. Engels corrigió las últimas galeradas en marzo. Desde ese mismo mes estaba trabajando en el libro III. (Carta a Hermann Schlüter, 22/2/1885.) El libro II apareció a principios de julio.

Notas
1. Maximilien Rubel, en Karl Marx, Oeuvres. Économie, I, París, Gallimard, 1965, p. 537.
2. Op. cit., II, 1968, p. CXXII.
3. Op. cit., I, pp. 501-502.
4. Esto es un triple dardo de Rubel contra la marxología de la II.º Internacional, el marxismo de la III.ª y la comprensión del Capital por el filósofo Althusser.
5. Op. cit., II, pp. XII-XIII.
6. Op. cit., II, p. XI.
7. Ibíd., 502.
8. Más información sobre esto en la «Nota editorial a OME 40-44 (El Capital)», en OME 40.
9. En Karl Marx, El Capital, volumen 4, Madrid, Siglo XXI de España, 1976, pág. XI.
10. Hasta el momento, los editores de la Nueva Mega han publicado el comienzo del manuscrito de 1857-1858 (Karl Marx, Friedrich Engels Gesamtausgabe (MEGA), herausgegeben vom Institut für Marxismus-Leninismus beim Zentralkomitee der Kommunistischen Partei der Sowjetunion und vom Institut für Marxismus-Leninismus beim Zentralkomitee der Sozialistischen Einheitspartei Deutschlands, Zweite Abteilung, Band 1, Berlín, Dietz-Verlag,1976) y una parte, aproximadamente la mitad, del manuscrito de 1861-1863 (ME GA, 3.1, 1976; MEGA, 3.2, 1977, y MEGA, 3.3, 1978).
11. Cursiva mía.
12. El editor.
13. Eleonor Aveling, hija de Marx.
14. Op. cit., II, págs. CXXV-CXXVI.
15. El origen de la familia, de la propiedad privada y del estado.
16. El manuscrito de Kautsky y Bernstein al que se refiere esta carta es la traducción alemana de Misère de la Philosophie de Marx.

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9. Nota sobre OME

Sacristán escribió también una Nota editorial sobre OME, las obras de Marx y Engels.Se editaron dos versiones con ligeros variantes. Editamos la que creemos última versión.

OME (Obras de Karl Marx y Friedrich Engels) va a ser la primera edición general de las obras de ambos autores en lengua castellana. Se ha decidido no llamar a la edición «Obras completas» porque el criterio con el que establecer hasta qué punto es completa una edición de las obras de Marx y Engels no se puede fijar todavía de un modo estricto desde el punto de vista filológico. Están en curso los trabajos de una edición internacional completa, crítica y políglota de esas obras, con un criterio inequívoco de completud, el que consiste en editar absolutamente todo trozo de papel escrito por Marx o Engels: KARL MARX, FRIEDRICH ENGELS, Gesamtausgabe (MEGA), edición del Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y el Instituto de Marxismo-Leninismo del Comité Central del Partido Socialista Unificado de Alemania, Berlín, Dietz Verlag, 1972 y siguientes. Pero la edición de esta «Nueva MEGA» cubrirá con sus 100 volúmenes previstos, varias décadas. Tiene, además, una intención histórico-crítica poco realizable en una traducción. OME, que se beneficiará de los resultados editoriales del equipo de la Nueva MEGA, entiende por obras de Marx y Engels, sin que la mención «completas» se imprima en sus volúmenes, la edición general más completa hoy existente, publicada por los mismos institutos que ahora trabajan en la Nueva MEGA: KARL MARX -FRIEDRICH ENGELS, Werke, Berlín, Dietz Verlag, 1961-1968, 39 volúmenes más dos volúmenes complementarios y otro de índices. OME incluirá también textos no publicados en esa edición –que se mencionará mediante la sigla MEW–, pero que estén ya disponibles o se hagan disponibles mientras procede la edición de OME.

Para describir el fondo básico del que parte OME se puede tener en cuenta la estimación por el equipo editorial de la Nueva MEGA de lo que abarca la edición MEW: «La particular importancia de esta edición <MEW> consiste en que ha hecho accesibles casi dos terceras partes de los escritos de los fundadores del marxismo <…>» KARL MARX, FRIEDRICH ENGELS, Gesamtausgabe (MEGA), Probeband, pág. 9). A lo que hay que añadir que el otro tercio, el que la Nueva MEGA sacará por primera a la luz, se compone de textos bastante menos considerables. Los editores de la Nueva MEGA escriben al respecto lo siguiente en su presentación del tomo de muestra: «A las obras, artículos y cartas ya componen la segunda edición rusa de las obras y la edición alemana basada en ella <o sea, MEW> se añadirá trabajos y cartas menores o descubiertos desde entonces. Pero ante todo se publicará también todos los manuscritos, proyectos, extractos, anotaciones marginales en libros, etc. Además, aparte de las cartas de Marx y Engels, se recogerá también todas las cartas de terceras personas dirigidas a ellos o intercambiadas entre sí. Sólo estos nuevos materiales publicados llenará varias docenas de tomos». (Obra citada, pág. 11).

OME recogerá los nuevos materiales que haga accesibles la Nueva MEGA en volúmenes posteriores al 68 de su plan inicial. Nuestra editorial ha concertado con la editorial Dietz el acuerdo correspondiente. Asimismo se ha convenido por ambas editoriales una comunicación habitual con objeto de recoger en OME las rectificaciones de descifrado y lectura que el renovado trabajo con todos los manuscritos de los autores permita a los editores de la Nueva MEGA.

En cambio, no se considera tarea de OME reproducir el aparato crítico que acompaña a los textos de la Nueva MEGA. OME pretende ser una edición elemental de estudio y presentar todas las obras y escritos de Marx y Engels en el plazo más breve posible y en un conjunto esencialmente completo que termine con una circunstancia anómala para tratarse de una lengua que se habla en más de un continente: la circunstancia de que las obras de Marx y Engels no se hayan editado nunca de un modo sistemáticamente completo.

El carácter de la edición determina la anotación de OME : las notas se proponen sólo facilitar la información necesaria para asegurar la comprensión del pensamiento –las tesis, las argumentaciones, etc.– de los autores. No se proponen tareas de crítica textual ni, sobre todo, de interpretación doctrinal.

El criterio general de composición de los volúmenes es cronológico, aunque con la laxitud provocada por la diferencia entre fecha de redacción y fecha de aparición, y con ciertas excepciones que se verá más adelante.

Los volúmenes de OME constan de una nota introductoria que declara el contenido del volumen y el texto original traducido; sigue a eso el texto del autor, o de los autores; luego un índice analítico de conceptos y otro de nombres; luego, cuando el texto lo requiere o permite, la bibliografía o literatura utilizada por los autores; por último, apéndices sobre cuestiones varias (por ejemplo: equivalencias de unidades).

El criterio editorial para la traducción de OME consiste en traducir a un castellano lo más próximo posible de la lengua común, evitando germanismos, anglicismos, etc., así como neologismos de raíces griegas o, en general, no latinas; pero sin dejar por eso de tecnificar los conceptos característicos de los autores traducidos. El equipo de traductores de OME comparte unánimemente esos principios. En cambio, la adopción de un léxico único en todos sus elementos y de criterios uniformes de gusto lingüístico habría exigido de la dirección editorial una normativa inflexible de la bondad de cuyos efectos pareció razonable dudar. Por eso, aunque toda traducción ha sido discutida en la dirección editorial y ésta asume la responsabilidad por la fidelidad a los textos originales, sin embargo, cada traductor es responsable de las peculiaridades léxicas y estilísticas de los textos que firma.

Las notas de Marx y Engels se numeran como en la edición base (MEW) y sus textos aparecen a pie de página. Las notas de los traductores se numeran correlativamente a lo largo de cada volumen –pero anteponiendo a la cifra un asterisco– y también se presentan a pie de página, aunque separadas de las de los autores por un filete. Cuando OME reproduce total o parcialmente una nota u otro elemento editorial de MEW lo indica explícitamente.

Las inserciones del traductor –reducidas al mínimo– se ponen entre las grapas < >. Los corchetes [ ] se reservan para las inserciones que se recojan en OME de los editores alemán o, en su caso, francés, inglés o italiano. Las llaves { } para las notas e inserciones de Engels en textos de Marx editados por él. Los textos tachados por los autores en manuscritos editados y publicados en OME se ponen entre los signos < >. En algunos volúmenes es posible disminuir las clases de signos utilizados con esos fines editoriales, pero entonces suele ocurrir que se usen en otras funciones. Siempre se indica explícitamente esa circunstancia, cuando es el caso, en la nota previa editorial.

La naturaleza de OME –una edición de estudio– no ha parecido compatible con introducciones doctrinales. Por otra parte, parece natural que la casa editorial recoja el trabajo científico-editorial de los traductores en el marco de OME misma. Por eso, cuando en el curso de su trabajo de traducción algún miembro del equipo de OME redacta algún texto interpretativo, o crítico, o erudito, etc., relacionado con las obras de Marx y Engels, puede proponer la publicación de su escrito en una colección de cuadernos titulada «OME – HOJAS DE TRABAJO». La decisión acerca de si un texto propuesto se publica o no en esa colección compete al colectivo de todos los miembros del equipo.

He aquí, por último, los títulos de los 68 volúmenes inicialmente previstos en OME:

1. Karl Marx, Diferencia entre la filosofía natural democrítea y la epicúrea. Otros escritos de 1835-1841.

2. Friedrich Engels, «Anti-Schelling». Otros escritos de 1833-1841.

3. Karl Marx, Críticas sobre la libertad de prensa y el robo de leña. Otros escritos de 1842-1843.

4. Friedrich Engels, Esbozo de una crítica de la economía nacional. Otros escritos de 1842-1845.

5. Karl Marx, Manuscritos económico-filosóficos de 1844 y escritos de los Anales franco-alemanes.

6. Friedrich Engels, La situación de la clase obrera en Inglaterra. Karl Marx, Friedrich Engels, La Sagrada Familia. Otros escritos de 1845-1846.

7. Karl Marx, Friedrich Engels, La Ideología Alemana. Otros escritos de 1845-1846.

8. Karl Marx, Miseria de la filosofía. Karl Marx, Friedrich Engels, Otros escritos de 1846-1847.

9. Karl Marx, Friedrich Engels, Manifiesto del Partido comunista. Artículos de la Nueva Gaceta Renana (I). 1847-junio de 1848.

10. Karl Marx, Friedrich Engels, Artículos de la Nueva Gaceta Renana (II) julio-noviembre de 1848.

11. Karl Marx, Friedrich Engels, Artículos de la Nueva Gaceta Renana (III). Noviembre de 1848-abril de 1849.

12. Karl Marx, Las luchas de clases en Francia de 1848 a 1850. Karl Marx, Friedrich Engels, Artículos de abril 1848-febrero de 1850.

13. Friedrich Engels, Revolución y contrarrevolución en Alemania. Karl Marx, Friedrich Engels, Escritos de marzo de 1850-junio de 1851.

14. Karl Marx, El 18 de Brumario de Louis-Napoleon. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo 1851-1853.

15. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Abril-Octubre de 1853.

16. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Octubre de 1853-junio de 1854. Karl Marx, Lord Palmerston,

17. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Junio-diciembre de 1854. Karl Marx, España revolucionaria.

18. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Enero-julio de 1855.

19. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Julio de 1855-diciembre de 1856. Friedrich Engels, Los ejércitos de Europa.

20. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo 1857-1858.

21.Karl Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse), I.

22. Karl Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse), II.

23. Karl Marx, Contribución a la crítica de la economía política. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Enero-agosto de 1859.

24. Karl Marx, Herr Vogt. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo. Agosto-diciembre de 1859.

25. Karl Marx, Friedrich Engels, Artículos de la New American Cyclopaedia (1857-1860).

26. Friedrich Engels, Historia del cañón rayado. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo 1860.

27. Karl Marx, Friedrich Engels, Periodismo 1861-1864.

28. Karl Marx, Salario, precio y beneficio. Friedrich Engels sobre el Libro I de El Capital. La I Internacional hasta 1868.

29. Karl Marx, Friedrich Engels, Escritos sobre la cuestión irlandesa. La I Internacional 1868-1870.

30. Friedrich Engels, Sobre la guerra franco-prusiana. Karl Marx, Friedrich Engels, Materiales de la I Internacional hasta la Comuna de París (marzo de 1971).

31. Karl Marx, La guerra civil en Francia. Karl Marx, Friedrich Engels, Materiales de la I Internacional hasta febrero de 1872.

32. Friedrich Engels, Sobre el problema de la vivienda. Karl Marx, Friedrich Engels, Materiales de la I Internacional hasta junio de 1873.

33. Karl Marx, Friedrich Engels, Un complot contra la Internacional. Otros escritos de 1873-1874.

34. Karl Marx, Crítica del programa de Gotha. Friedrich Engels, El desarrollo del socialismo de la utopía a la ciencia. Karl Marx, Friedrich Engels, Otros escritos hasta la muerte de Marx.

35. Friedrich Engels, La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring. («Anti-Dühring»).

36. Friedrich Engels, Dialéctica de la naturaleza.

37. Friedrich Engels, El origen de la familia, de la propiedad privada y del Estado. Otros escritos de 1883-1889.

38. Friedrich Engels, Crítica del Programa de Erfurt. Otros escritos de 1890-1892.

39. Friedrich Engels, Sobre el cristianismo primitivo. Últimos escritos. (1893-1895).

40. Karl Marx, El Capital, libro I, 1.

41. Karl Marx, El Capital, libro I, 2.

42. Karl Marx, El Capital, libro II.

43. Karl Marx, El Capital, libro III, 1.

44. Karl Marx, El Capital, libro III, 2.

45-48. Karl Marx, Teorías sobre la plusvalía.

49. Correspondencia entre Marx y Engels. 1844-1851.

50. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros hasta 1851.

51. Correspondencia entre Marx y Engels. 1852-1855.

52. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1852-1859.

53. Correspondencia entre Marx y Engels. 1856-1859.

54. Correspondencia entre Marx y Engels. 1860-1864.

55. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1860-1867.

56. Correspondencia entre Marx y Engels. 1864-1867.

57. Correspondencia entre Marx y Engels. 1868-julio de 1870.

58. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1868-1871.

59. Correspondencia entre Marx y Engels. julio 1870-marzo 1883.

60. Karl Marx, Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1872-1874.

61. Friedrich Engels, Cartas a terceros. 1875-1880.

62. Karl Marx, F.Engels, Cartas a terceros. 1881-mayo de 1883.

63. Friedrich Engels, Correspondencia. Abril de 1883-1885.

64. Friedrich Engels, Correspondencia. 1886-1888.

65. Friedrich Engels, Correspondencia.1889-1890.

66. Friedrich Engels, Correspondencia.1891-julio de 1892.

67. Friedrich Engels, Correspondencia. Agosto de 1892-1893.

68. Friedrich Engels, Correspondencia. 1894-1895.

sin numerar Índices y claves de la colección.

La distribución de los volúmenes, aunque obedece a un genérico criterio cronológico (con la excepción tradicional de El Capital), responde a necesidades técnico-editoriales y de comercialización y distribución del grupo editorial Grijalbo, al que el equipo de edición de OME expresa aquí su reconocimiento del esfuerzo que ha emprendido.

Nota edición
De las 68 obras anunciadas se editaron finalmente las siguientes:
OME 5: K. Marx, Manuscritos de París. Anuarios francoalemanes 1844; 1978. Traducción y nota editorial de José María Ripalda.
OME 6: K. Marx- F. Engels, La Sagrada Familia. La situación de la clase obrera en Inglaterra, 1978. Trad. de Pedro Scarón y León Mames; nota editorial J. Sempere Carreras.
OME 9: K. Marx-F. Engels, Manifiesto Comunista. Nueva Gaceta Renana (I). 1847-1848; 1978. Trad. de León Mames; nota editorial J. Sempere Carreras.
OME 10: K. Marx-F. Engels, Nueva Gaceta renana (II). 1848 (incluye otros apéndices), 1979. Trad. de León Mames; nota editorial J. Sempere Carreras.
OME 21: K. Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse). Primera mitad, 1977. Trad. de Javier Pérez Royo; nota editorial para OME 21-22: Manuel Sacristán.
OME 22: K. Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse). Segunda mitad, 1978. Trad. de J. Pérez Royo.
OME 35: F. Engels, La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring. «Anti-Dühring», 1977. Trad. y nota editorial: Manuel Sacristán.
OME 36: F. Engels, Dialéctica de la naturaleza, 1979. Trad. de Wenceslao Roces. Edición y nota editorial: Miguel Candel.
OME 40: K. Marx, El Capital. Crítica de la economía política, Libro I, 1, 1976. Trad. y nota editorial sobre OME 40-44 (El Capital): Manuel Sacristán.
OME 41: K. Marx, El Capital. Crítica de la economía política. Libro I, 2, 1976. Trad. y nota editorial sobre OME 41: M. Sacristán.
OME 42: K. Marx, El Capital. Crítica de la economía política. Libro II, 1980. Trad. y nota editorial sobre OME 42: M. Sacristán.
OME 45: K. Marx, Teorías sobre la plusvalía. Primera parte: capítulos primero hasta séptimo y anexos, 1977. Trad. de J. Pérez Royo; nota editorial sobre OME 45-48: M. Sacristán.
Sacristán fue traductor de cuatro de los doce volúmenes publicados: del Anti-Dühring (la traducción de 1964) y de los dos primeros libros del Capital (OME 40, OME 41 y OME 42).

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10. Cuatro notas complementarias

En una carta de Sacristán dirigida a Josep Fontana, con fecha del 18 de mayo de 1980, hay una breve referencia a las OME y al equipo editor de la nueva Mega:

Querido Josep,

probablemente sabes que el equipo editor de la Nueva Mega en la RDA nos es de mucha ayuda en la edición de OME, porque nos facilita (gratuitamente, al menos hasta ahora) fotocopias de los textos no alemanes de Marx y Engels. La verdad es que eso es lo que hace posible que, con los escasísimos medios de Crítica, OME sea una edición decente, sin versiones indirectas.

Pues bien, esas personas nos han pedido ahora, a su vez, que les ayudemos en la localización y/o obtención de documentos españoles interesantes para la edición de la Nueva Mega. Te adjunto fotocopia de una traducción de la carta que nos mandaron. ¿Puedes colaborar en el asunto? Si no puedes, ¿puedes indicarme personas que, por su frecuentación de archivos barceloneses y madrileños, sean indicadas para este trabajo (con remuneración)?

Salgo para Nápoles el próximo sábado 24 de mayo, pero estaré de vuelta el 10 de junio. Te llamaré entonces.

Un abrazo,

Observaciones sobre «Vorwort zur Gesamtausgabe» [Prólogo a la edición completa] de la edición de la nueva Mega [Karl Marx, Friedrich Engels, Gesamtausgabe (MEGA). Erste Abteilung Werke. Artikel. Entwürfe. Band I. Karl Marx, Werke. Artikel Literarische Versuche bis Marz 1843]. Pueden verse en BFEEUB:

1. En el primer apartado realizan una hazaña que incluso en ellos resulta increíble: poner la NM [la nueva Mega] al servicio de consignas, en este caso, la glorificación de la URSS en la pugna presente con los pc de occidente: (el marxismo) «ilumina, en las condiciones del victorioso socialismo real, las vías de desarrollo de la sociedad, constituye el fundamento teórico e ideológico de la política interior y exterior de los partidos comunistas y obreros de los estados de la comunidad socialista» (I.1, 26º).

2. En el mismo sentido condenan en la página siguiente «la falsa tesis del «pluralismo» del marxismo» (I.1., 27º).

3. En el mismo contexto hacen una declaración de lo que es el «núcleo revolucionario» del marxismo…(I.1, 27º/28º).

4. Al final de la primera sección parecen intentar una conexión entre todo eso y la tarea editorial: «Los editores se inspiran metodológicamente en las indicaciones de Lenin sobre el origen, la formación y las principales etapas del desarrollo del marxismo.» (I/1, 28º).

5. La segunda sección da una historia de las ediciones del opus de M-E: 1. El intento de antología de Marx de 1848-1849. 2. El intento de edición completa por el viejo Engels. 3. La empresa de Eleanor Marx-Aveling a finales de siglo. 4. Trabajos editoriales de la SPD y Mehring. 5. Los trabajos del Instituto Marx-Engels (-Lenin) a partir de 1921. 6. La primera edición de las obras en ruso (1928-1941, 33 vols). 7. MEGA (1927-1935, 7 vols, 4 vols, 1 vol: 1939-1941 Grundrisse). 8. Trabajos del Marx-Engels-Archiv, desde 1924. 9. La segunda edición rusa de las Obras (1955-1966, 39 vols en 42 tomos). 10. MEW (-1968, 30 vols en 41 tomos, más el Ergänzungsband). 11. Complementos a 9-10. 12. Ediciones inglesa e italiana sobre MEW. En curso.

6. La tercera sección da los principios editoriales de MEGA: principio de completud, principio de la lengua original, principio genético y cronológico, principio de la crítica textual (edición crítica).

7. Unos 100 vols. La sección cuarta de prólogo comenta la primera sección de MEGA. La sección quinta del prólogo comenta la sección segunda de MEGA. La sección VI del prólogo comenta la tercera sección de MEGA. La sección VII del prólogo comenta la sección cuarta de MEGA. La sección VIII indica características editoriales de MEGA: a) modo de corregir, b) medidas para facilitar la legibilidad, y su indicación (I/1, 47º).La sección IX está dedicada al aparato científico de MEGA. a) Exposición de la historia genética del texto; b) Lista de variantes. b.1. Lista de correcciones. c) Comentarios; d) En su caso, lista de manuscritos perdidos de la época; e) Índices.

Otras breves anotaciones de Sacristán sobre el prólogo de los editores al volumen 19 de esta edición de las obras de Marx y Engels:

1. Ya esta presentación es una manera de quitar importancia al asunto: el estudio de Marx se debería sólo –eso es lo que se sugiere– a que tiene que tratar los problemas de la renta de la tierra, y no a revisiones de su anterior pensamiento.

2. Engels ha empezado esa lectura, cosa muy natural: él cree estar editando un pensamiento acabado: esto es lo mejor de la crítica de Rubel a Engels.

3. El vicio fundamental es dar por clara y segura la doctrina de Marx al respecto. Luego, el pasar por alto la cuestión del estatuto de esa teoría que no es «clave». Luego el pasar por alto la recusación de la filosofía de la historia. Por último, ocultar la oposición de todo eso a la vulgata marxista.

4. «Según opinión de Marx, sólo la revolución popular rusa, apoyada por una revolución proletaria en la Europa Occidental, podía eliminar las «influencias destructoras» que irrumpían por todos lados contra la comunidad aldeana rusa. La vía práctica revolucionaria en la URSS y en el campo socialista ha confirmado plenamente la importancia teórica y la gran actualidad de la tesis marxista, contenida en los dos documentos citados, de la posibilidad de que algunos pueblos, en determinadas condiciones históricas, pueden evitar el camino de desarrollo capitalista».

Esta grotesca interpretación tiene el defecto de la inconsecuencia con su propia lectura de la tesis de Marx, pues en el caso de la URSS faltó la revolución proletaria en Occidente.

Desde Barcelona, el 17 de septiembre de 1981, Sacristán escribía a su amigo Carlos Castilla del Pino en los siguientes términos:

Querido Carlos:

me acabo de divertir leyendo tu artículo sobre Charlacán1 y en consecuencia te escribo. Hay que aprovechar la ocasión, tan infrecuente en mí, de tener ganas de escribir.

Charlacán2 me irrita como pocos cretinos arbitrarios. Siendo vos quien sois y lo que sois (esto es, psiquiatra), quedas autorizado para sacarle toda la punta que quieras a mi aversión a Charlacán. Para que puedas medirla aproximadamente, te contaré que siendo, como soy, profesor degenerado, de manga ancha, aprobado fácil e incapacidad completa para enfadarme porque mis alumnos no sepan, o hagan ruido, o no hagan nada, sin embargo, me negué maleducadamente a ocuparme de uno porque era gran lector de Charlacán. Le dije que, en mi opinión, su cerebro no se recuperaría ya nunca (quiero decir el neocórtex)3. Confieso también que toda la constelación correspondiente me pareció desde el primer momento el punto más bajo de la cultura filosófica francesa: Bachelard, un sucedáneo fantasioso de la teoría de la ciencia anglosajona, Althusser un escolástico sin la única calidad del escolástico (la claridad), y Charlacán el triunfo de la arbitrariedad, algo, por consiguiente y pese a toda apariencia, muy próximo al «me ne frego»4 fascista.

Pero el refocilarme a propósito de Charlacán es sólo una de las motivaciones de mis ganas de escribirte. Otra es el temor de que al aludir a una edición de obras de Marx suspendida estés pensando en las OME que llevo yo. Si es así, me parece que te equivocas, o, al menos, así lo espero. Los editores no son, ciertamente, entusiastas de la aventura, y me obligan a terminar la edición del Capital (voy por la primera mitad del libro III)5 antes de publicar ningún otro de los 12 volúmenes ya a punto de edición (aparte de los que han salido)6. Sus razonamientos comerciales acerca de la inviabilidad de vender la edición mientras yo no saque todo El Capital me resultan especiosos y, como te digo, muestra de pocas ganas. Pero de eso no puedo inferir que hayan decidido interrumpir la edición. Seguramente su versión de los hechos es que yo traduzco demasiado lentamente El Capital (No puedo encargar esa traducción a otro, porque me comprometí con los editores a hacerla personalmente. No así los demás volúmenes, claro).

Y el tercer asunto, que es el más importante, se refiere a la cuestión del biologismo de Freud. Yo estoy de acuerdo contigo en que el campo categorial de las disciplinas sociales y humanas es delimitable y requiere una sólida autoconsciencia metodológica que haya superado el positivismo procedente del siglo pasado. Pero te querría llamar la atención acerca de la nueva fase biologista que vamos a atravesar (que ya hemos empezado a atravesar) en todas las ciencias del hombre y de la sociedad desde la antropología y la psicología hasta la economía y la política. Por eso me parece que tendrías que rodear de más cautelas reflexiones como las que presentas en el artículo acerca del biologismo de Freud7.

Discúlpame la pésima mecanografía; me paso el verano en Puigcerdà usando una máquina y cuando llego aquí paso a otra. Este rato es el primero que dedico a teclear desde que volví anteayer.

Un abrazo. También para tu mujer y los demás que están contigo.

Manolo

Notas
1 Sacristán se refiere al artículo de Carlos Castilla del Pino: «Jacques Lacan», El País, 16 de septiembre de 1981, que se iniciaba con las siguientes palabras: «Jacques Lacan ha muerto oportunamente cuando majaderos que hasta hace unos meses no podían ni estornudar sin decir ¡Lacan!, dejaban ya de citarle para así mantener el tipo intelectual que contiene en la Franca de 1981».
2 Mario Bunge acuñó el término ‘charlacaneo’; el verbo ‘lacanear’ fue introducido por el propio Castilla del Pino.
3 Obviamente es una broma de Sacristán, quien, sin duda, hubiera sido incapaz de formular un sarcasmo así a un alumno.
4 ¡Qué me importa! Una frase del dialecto romano que fue incluida en la liturgia y la simbología del movimiento fascista. A la camisa y el fez negro con la calavera y el puñal, se incorporó el ‘me ne frego!’ Mussolini señaló sobre ella: «El orgulloso lema de los ‘squadristi’, escrito sobre las vendas de una herida, no es solamente una expresión de filosofía estoica o simplemente el resumen de una doctrina política: es la educación a la batalla, a la aceptación de los riesgos que ésta conlleva, es un nuevo estilo de vida ideal».
5 La parte del libro III de El Capital que Sacristán dejó finalizada y que no ha llegado a publicarse hasta la fecha.
6 Sacristán se refiere seguramente a los volúmenes de la correspondencia de Marx y Engels que, finalmente y en contra de sus deseos, no fueron publicados. En «Hablando con Manuel Sacristán sobre traducción» (Acerca de Manuel Sacristán, op. cit, p. 168), ante la pregunta: «¿En qué puede beneficiar a una obra el que aparezcan diversas traducciones?», respondía:
«¿Te refieres al caso de El Capital? Eso ha sido muy desesperante. Cuando me encargaron que empezara a traducir las obras de Marx y Engels (que por cierto está suspendidas porque el mercado ya no da para eso) estaba justificado que me pidieran un Capital, puesto que si traducían unas obras completas era natural que también editaran El Capital. Lo que en cambio, en mi opinión, era un error, era considerar que había que sacar pronto El Capital. Creo que primero había que publicar lo inédito, a saber, todo el epistolario completo. Los técnicos editoriales de Grijalbo decidieron que no, que eso era un error, y entonces se empezó por El Capital. Según ellos, lo primero era tener El Capital. Yo no me atrevo a decir que ellos, que son comerciantes, no lleven razón, pero la situación es absurda. En el momento en que ahora se suspende la edición hay once volúmenes publicados, de los cuales tres son de El Capital; faltan todavía dos para completarlo. Yo he abandonado ese trabajo dejándole al editor la traducción completa del Epistolario de Marx y Engels. En total, doce volúmenes inéditos que nunca se han publicado ni en castellano ni en catalán. Pero parece que comercialmente esto es justo».
7 Castilla del Pino había señalado en su artículo: «(…) El biologismo de Freud está presente hasta el momento de su muerte, heredero de un positivismo decimonónico que le incapacita históricamente para la superación epistemológica definitiva desde el nivel organísmico al nivel psicológico (y, en general, de la psicología y de la psiquiatría). Freud apunta ya u otra vez esta superación, para desapuntarla en otras ocasiones, celoso siempre del rango científico del “modelo naturalista”». Para Castillo del Pino la grandeza y miseria de Freud radica en que innova y revoluciona y, al propio tiempo, está incapacitado para «emerger de la contradicción que le depara su propia condición histórica y social».

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11. Apuntes en la corrección de K I, 1979

De la carpeta «OME 40, 41, 42, 43. Apuntes en la corrección de K I, 1979», las anotaciones manuscritas de Sacristán sobre El Capital I, volumen I [hasta el capítulo XII de KI]. Es material de trabajo elaborado durante el estudio y la traducción del clásico de Marx. Hemos incorporado también notas complementarias de otros ficheros y resúmenes depositados en BFEEUB (por ejemplo: de «Cuestión progresismo» y «Sobras»).

0. Notas introductorias.

1. Prólogo a la primera edición de KI:

«Lo que tengo que investigar en esta obra es el modo de producción capitalista y las relaciones de producción y de tráfico que le corresponden. Su lugar clásico es hasta ahora Inglaterra. Esa es la razón por la cual Inglaterra sirve de ilustrador principal de mi desarrollo teórico» (MEW 23, 12; OME 40, 6).

Para comparar con la crisis final. Certeza de que en 1867 no se le había ocurrido.

2. En el prólogo a la 1ª edición (MEW 23, 16; OME 40, 8), el paso que más puede alentar a estructuralismo tonto. El que el individuo sea «criatura» de las relaciones y condiciones no quiere decir que éstos no sean producto de individuos: de él mismo y de otros. La cuestión estaba ya explícita con toda su dialéctica desde el educar a los educadores de las Tesis sobre Feuerbach.

3. «El segundo tomo de este escrito tratará el proceso de circulación del capital (libro II) y las confirmaciones del proceso conjunto (libro II); el tomo tercero y último (libro IV) la historia de la teoría» (MEW 23, 17; OME 40, 9).

Todavía tres volúmenes en 1867.

4. En el epílogo a la 2ª edición, rechaza la «mezcla de material extraño» (de las Kameralwissenschaften [ciencias cameralistas]) (MEW 23, 19; OME 40, 12).

5. Mismo lugar, MEW 23, 21, epílogo 2ª edición «uneigennützige Forschung» [investigación desinteresada], posible incluso en economía política, siempre que la lucha de clases esté sólo en latencia. La posición de Marx en este lugar parece ser ésta: la ciencia es metaparadigmática en el sentido de proyecto de investigación desinteresada. Y es posible practicarla a toda clase que disponga de los medios materiales e intelectuales necesarios (ocio [riqueza] y educación) y no esté amenazada por otra clase ascendente.

Con eso está dicho que no toda actividad científica representa una clase. Ni siquiera toda actividad crítica:

«Soweit solche Kritik [de la economía «bürgerliche»] überhaupt eine Klasse vertritt (…) [En la medida en que esa crítica representa alguna clase…» (Nachwort zur 1. Auflage, MEW 23, 22; OME 40, 16).

Notable que Marx escribe, con comillas, «bürgerliche Ökonomie». Eso apunta a mi análisis de los sentidos de «ciencia de la clase X».

6. Se debe recordar todavía hoy el juicio del Mensajero europeo de San Petersburgo (reseña I. I. Kaufman) que motivó la respuesta de Marx en la segunda edición, epílogo. Kaufman decía:

«A primera vista, si se juzga por la forma externa de la exposición, Marx es el más grande filósofo idealista, y precisamente en el sentido alemán de la palabra, que es el sentido malo. Pero de hecho es infinitamente más realista que todos sus predecesores en el asunto de la crítica económica…» (MEW 23, 25: OME 40, 17).

7. Método heurístico y expositivo.

En la tirada sobre modo de exposición y modo de investigación, recoger la voluntad de ir contra la moda, cosa de los mediocres epígonos:

«Cierto que el modo de exposición debe distinguirse formalmente del modo de investigación. La investigación tiene que apropiarse detalladamente del material, analizar sus diferentes formas de desarrollo y rastrear su vínculo interno. Sólo cuando se ha consumado ese trabajo se puede representar adecuadamente el movimiento real. Si se consigue esto y la vida del material se refleja idealmente, puede parecer como si se estuviera ante una construcción a priori» (MEW 23, 18-19).

«La mistificación que sufre la dialéctica en manos de Hegel no impide en modo alguno que él sea el primero en exponer de un modo abarcante y consciente sus formas generales de movimiento» (MEW 23, 27; OME 40, 18-19).

Está claro que para Marx la exposición no es sólo didáctica, sino nueva investigación-fundamentación. Otro objeto y su fundamentación, respecto de los métodos habituales. Lío. Pero ante todo es validación redundante.

8. Engels llama «Ökonomische Theorie» a la obra de Marx en el Vorwort [Prólogo] a la 3ª edición de 1883 (MEW 23, 35; OME 40, 27).

9. Engels considera adecuado trazar como criterio dirimente de dificultades de traducción la edición francesa vista por Marx (Prólogo a la edición inglesa, MEW 23, 37; OME 40, 30, n.1).

10. Engels sobre concepción básica de un objeto y léxico para expresarlo (MEW 23, 37-38; OME 40, 30-31).

11. Engels interpreta el pensamiento de Marx a propósito del paso «pacífico y legal» de la revolución social en Inglaterra como inclusivo de una rebelión burguesa (MEW 23, 40; OME 40, 33).

11. Los Ms. 43/44 estaban en manos de Marx al preparar el texto definitivo de Cap. I y de ellos citaba (Engels, prólogo a la 4ª ed. alemana; MEW 23, 42; OME 40, 35-36).

I. Sección primera : Mercancía y dinero. Capítulo primero: La mercancía.

1. Indiferencia de la naturaleza de la necesidad satisfecha (precedente del «estómago» o de la «fantasía») (MEW 23, 49; OME 40, 43). Parece abonar la interpretación económica pura incluso de valor de uso. Se relaciona con el problema de la producción por la producción, etc.

2. Los valores de uso como «stofflichen Inhalt des Reichtums» [contenido material de la riqueza], cualquiera que sea su forma social (MEW 23, 50; OME 40, 44).

Esto da entrada a un punto de vista naturalista, por así decirlo, que es la contrapartida del concepto puro de valor económico (valor de cambio), fundamento de esa ciencia; pero que plantea una dificultad si se tiene en cuenta el carácter muy poco naturalista del concepto de necesidad (v. nota 11 [aquí I, 1]). Salvo que se reconociera que también las necesidades de la «fantasía» son naturales. Pero creo que la dificultad se salva correctamente contraponiendo no contenido natural a historia y sociedad, sino contenido natural-histórico-social a forma natural-histórico-social.

3. La introducción del concepto de valor de cambio es elección de una abstracción básica, como lo subraya el ejemplo de la geometría (MEW 23, 51; OME 40, 45).

El concepto aparece postulado para explicar la tercera cosa en común que implica la relación de igualdad de intercambio entre dos mercancías. Esa tercera cosa es la igualdad en cuestión, naturalmente, por lo que el concepto de valor de cambio (= valor económico) aparece como una típica hipostatización de la práctica científica tradicional.

¿Sucumbiría en el mismo sentido que el «tercer hombre»? Sí, se se hipostatiza en serio. (Pues, ¿cómo se sabe que el valor de cambio s es el mismo valor de cambio de la mercancía x, si el abstracto s y x no se intercambian? Porque, de intercambiarse, implicaría un tercer valor de supercambio contenido en s y en x). Por lo tanto, hay que decir que el valor de cambio es metalingüístico respecto de las mercancías, y que es un signo mental (concepto, artificio) de un conjunto (infinito) de relaciones de intercambio, o de la expresión aritmética de la misma. Su correlato reintroducido en el léxico de objeto es el dinero, claro.

4. La conclusión según la cual el valor de cambio no puede ser, por principio, más que el modo de expresión, la «forma de aparición», de un contenido distinguible de él» (OME 40, 45), obtenida a partir de la afirmación de que una mercancía «tiene múltiples valores de cambio» es tal vez la primera hipóstasis metafísica de K [Capital]. Se debe a la incapacidad de aceptar que una cantidad, como tal, es una simple abstracción, un ente ideal, no real.

Hay que decir, sin embargo, que el resultado de esa hipóstasis es la identificación de la abstracción básica «valor». De modo que la cosa es reformulable en formal mode of speech. El problema es si entonces sale el «problema del valor». Probablemente no, porque no hay razón para preguntarse por la naturaleza y las causas de una abstracción.

5. El punto crucial del pensamiento de Marx en este tema básico es el momento en el cual al prescindir del valor de uso de los cuerpos de mercancía no les queda a éstos «nur noch eine Eigenschaft, die von Arbeitsprodukten [más que una sola propiedad, la de ser productos del trabajo]» (MEW 23, 52; OME 40, 46). En este momento queda definida la ciencia del Capital, la ciencia de Marx. Incluso antes de que precise la afirmación introduciendo el concepto de trabajo abstracto y trabajo socialmente necesario para -.

Pues Marx habría podido decir que al hacer abstracción del valor de uso de los bienes no les queda a éstos más propiedad que la de valor. Y contentarse con eso. De este modo Marx habría tomado como abstracción básica (y como indefinido) el concepto «valor». Tal como procede, su abstracción básica es «trabajo abstracto socialmente necesario». Formalmente, Marx procede con poca claridad: primero presenta el trabajo socialmente necesario (sin nombrarlo así, sino llamándolo trabajo abstracto) como lo que queda cuando se prescinde del valor de uso. Luego el trabajo socialmente necesario será la medida del valor.

Esto último es la verdad metodológica. El pensamiento de Marx se debe reconstruir así:

– Si se hace abstracción del valor de uso, queda el valor, manifiesto en los valores de cambio.

– El valor se mide por (en el sentido de «es») el (tiempo de) trabajo socialmente necesario.

Esa situación aclara el sentido de la distinción entre valor y valor de cambio. Valor parece ser a primera vista una hipostatización de la relación de intercambio. Más exactamente, la relación de intercambio hace postular e hipostatizar valores de cambio (en plural) de una mercancía, y éstos hacen postular el valor económico de ella. Pero, en realidad, valor es algo más que una postulación exigida o sugerida por varias hipóstasis de la relación de intercambio: pues a través de la afirmación crucial, que enlaza con otro campo de conceptos, valor introduce una interpretación de lo postulado que es paralingüística y metalingüística respecto de una economía pura.

El determinado concepto de valor (valor-trabajo), concepto básico, diferencia la economía marxista de la economía pura. Son dos ciencias diferentes. Escoger una u otra será dedicarse a dos actividades diferentes, por necesidades del momento o por lucha de clases e ideología.

En la comparación con la economía académica, sale para Marx una teoría del trabajo social. Heidegger.

[Nota al margen de Sacristán: Para la comparación con la economía académica].

6. El razonamiento con el cual llega Marx a afirmar que «Un valor de uso, un bien, no tiene valor sino porque en él se objetiva o materializa trabajo humano abstracto» (OME 40, 46) sólo le autorizaría, en realidad, a decir que al valor de uso corresponde trabajo útil concreto y a valor [de cambio] trabajo abstracto.

7. Son muy interesantes las consecuencias de una revisión analítico-científica del modo ingenuo de presentación de tal tesis del valor-trabajo (OME 40, 47). Se puede reconstruir, naturalmente, en forma analítica no metafísica, esto es, considerando que la tesis del valor-trabajo es, simplemente, una definición. Pero entonces queda el hecho de que una definición, a diferencia de las que se dan en cosmología, implica una valoración y acarrea una decisión práctica, extrateórica. La sociedad de que se trata hará economía del trabajo, por así decirlo.

8. La «impura» abstracción «valor» de Marx revela enseguida su eficaz modo de referirse a la realidad, ya en la proporción entre fuerza productiva del trabajo (abstracto) y valor, que es la relación de razón inversa (MEW 23, 55; OME 40, 49).

9. La cosa tiene consecuencias importantes. Por ejemplo, si valor fuera todo lo postulado e hipostatizado a partir de la relación de intercambio, entonces la tierra virgen sería valor, y no sólo valor de uso, puesto que se puede cambiar por algo (MEW 23, 55; OME 40, 49).

10. La presuposición del valor consistente en que haya mercancía es otro rasgo básico definidor del tema de Marx. Específica, pero no asimila a economía pura, porque la relación mercancía es también social: no se da en el caso feudal que cita Marx (MEW 23, 55; OME 40, 49). Para comparación.

11. La socialidad del trabajo basada en la de la utilidad, en una situación social mercantil, es el criterio que sustituye al de economicidad pura, el cual acepta desarrollo y planteamiento robinsonianos (MEW 23, 55; OME 40, 49).

12. La tesis :

«(…) ninguna cosa puede ser valor sin ser un objeto de uso. Si es inútil, entonces es también inútil el trabajo contenido en ella; éste no cuenta como trabajo y, por lo tanto, no constituye valor alguno» (OME 40, 49).

Es probablemente inconsistente. Lo más que podría decir Marx es que esa cosa –y ese trabajo– no tienen valor de cambio. Pero, tal como ha definido el valor, no tiene derecho a negarlo de esa cosa. Lo que sugiere de nuevo el elemento de decisión contable.

12’. En MEW 23, 55 (OME 40, 49), la expresión de que un trabajo inútil «zählt nicht als Arbeit und bildet daher keinen Wert [éste no cuenta como trabajo y, por lo tanto, no constituye valor alguno]» muestra la casi-consciencia metodológica de Marx que está completando su abstracción básica: trabajo útil socialmente necesario en producción mercantil (ya que si no, no hay intercambio [sobre base de valor]). Eso es valor para Marx.

[Nota al margen de Sacristán: Habrá que matizar con todo esto la afirmación sobre «teoría del trabajo». Y hay que añadir la crítica de Robinson al valor en todos los clásicos].

13. «En la totalidad de los varios valores de uso o cuadros de las mercancías aparecen una totalidad de trabajos no menos múltiples, diferentes por su género, especie, familia, subespecie, variedad, una división social del trabajo. Esta es una condición de existencia de la producción de mercancías, aunque la producción de mercancías no es, a la inversa, la condición de existencia de la división social del trabajo. En la vieja comunidad india el trabajo está socialmente dividido, sin que los productos se conviertan en mercancías. O bien, en un ejemplo más próximo, en toda fábrica el trabajo está dividido sistemáticamente, pero esa división no está mediada porque los trabajadores intercambien sus productos individuales. Sólo se enfrentan como mercancías productos de trabajo privados autónomos e independientes unos de otros» (MEW 23, 56-57; OME 40, 50).

Para que no asimilen división del trabajo y producción mercantil.

14. Sin el concepto marxiano del valor, la temática de la división social del trabajo útil y su relación con la producción mercantil no vendría a cuento (MEW 23, 56; OME 40, 50).

15. La noción de trabajo privado autónomo e independiente como presupuesto de la producción mercantil (MEW 23, 57; OME 40, 50)

16. La tesis de que el trabajo es Notwendigkeit [necesidad natural] se refiere al trabajo útil, no al producto de mercancías, ni, pienso, por lo tanto, al productor de valor. Esto no implica «trabajo abstracto ≡ trabajo privado autónomo e independiente», sino sólo que para que se constituya valor (trabajo abstracto) tiene que darse el privado, etc (→ ). Lo superable es este trabajo y, con él, el valor (MEW 23, 57; OME 40, 50).

17. «En cuanto valores, levita y lino son cosas de la misma substancia [Substanz], expresiones objetivas de trabajo de la misma especie» (MEW 23, 56; OME 40, 51).

La palabra «Substanz» es muy reveladora del método. Este acarrea –tal como lo entiende Marx– la afirmación de que el trabajo abstracto no es una construcción, sino la realidad, el contenido de la construcción valor.

18. En el final párrafo de resumen Marx parece buscar un cómputo posible del trabajo abstracto, por vía fisiológica:

«Todo trabajo es, por una parte, gasto de fuerza de trabajo humana en sentido fisiológico, y en esa condición de trabajo humano igual, o trabajo humano abstracto, constituye el valor de mercancía. Por otra parte, todo trabajo es gasto de fuerza de trabajo humana en una forma particular determinada por los fines, y en esa condición de trabajo útil concreto produce valores de uso» (MEW 23, 61; OME 40, 54).

19. Una bonita muestra de la extraordinaria calidad analítica es la argumentación de que el valor sólo puede presentarse en el valor de cambio:

«[…] Y así, por muchas vueltas que se dé a cualquier mercancía suelta, será imposible aferrarla en cuanto cosa-valor. Pero si recordamos que las mercancías no poseen una realidad-valor más que en cuanto son expresiones de una misma unidad social que es el trabajo humano, y que, por tanto, su realidad-valor es puramente social, entonces se entiende por sí mismo que esa realidad como valor no puede presentarse más que en la relación social entre mercancías» (OME 40, 55-56)

20. De interés para la teoría de la ciencia de Marx:

«Y en este punto hay que conseguir lo que la ciencia económica burguesa no ha intentado siquiera, a saber, mostrar la génesis de esa forma-dinero, lo que equivale a seguir el despliegue de la expresión de valor contenida en la relación de valor de las mercancías, desde su forma más sencilla e inaparente hasta la brillante forma dineraria. Con eso se disipa al mismo tiempo el enigma del dinero» (OME 40, 56).

El desarrollo va a ser hegeliano, no metódico. Por consiguiente, va a dejar en la explicación genética una falsa apariencia de necesidad lógica (De aquí la ingenua ampulosidad sobre el enigma del dinero y su aclaración). Hasta aquí, la mala influencia de la idea hegeliana de ciencia.

Pero eso se puede reconstruir como estudio de la posibilidad. Y el mismo Marx lo ha hecho (renta).

Balance: de la idea hegeliana de ciencia le viene una práctica teórica fecunda, tendencialmente correcta, cuya formulación filosófico-científica está deformada ideológicamente.

21. En este trozo de la forma de valor abundan las expresiones y los giros mentales hegelianos, en particular las hipostatizaciones de abstractos. Así, por ejemplo, «el lino expresa su valor en la levita» (MEW 23, 63; OME 40, 56), en vez de ser los hombres los que expresan el valor del lino en la levita; y la «Weberei» [el tejer] –no los tejedores– «webt» [teje] (MEW 23, 65; OME 40, 59). Estos hegelismos, que son verdaderas fetichizaciones ontológicas a lo Hegel, hacen de los estructuralistas [ilegible] auténticos hegeliantes. Sobre todo del pobre Althusser: para que el hombre no sea el agente, Hegel tiene que acudir con alguna hipóstasis.

22. La excelente consciencia de la prioridad del análisis racional:

«Para averiguar cómo está inserta en la relación de valor entre dos mercancías la expresión simple de valor de una mercancía hay que considerar por de pronto aquella relación con completa independencia de su aspecto cuantitativo» (OME 40, 57).

23. El desarrollo tiene algo de la inútil pesada explicación de algo casi obvio por el autodidacta. Pero no es eso, sino retorcimiento de descubridor, incluso en el plano lógico: hay una interesante puesta de relieve de los polos de una relación, la de valor o intercambio entre dos mercancías, la cual es una curiosa relación de equivalencia, porque no es reflexiva y queda muy oscura su admitida simetría:

«Es verdad que la expresión 20 codos de lino = 1 levita, o bien 20 codos de lino valen 1 levita incluye también la relación recíproca 1 levita = 20 codos de lino, o bien 1 levita vale 20 codos de lino. Pero precisamente se trata de que para expresar el valor de la levita en forma relativa he de invertir la igualdad, y en cuanto que hago eso el equivalente es el lino, en vez de la levita. Así, pues, una misma mercancía no se puede presentar simultáneamente en ambas formas en una misma expresión de valor. Estas dos formas, por el contrario, se excluyen polarmente» (MEW 23, 63; OME 40, 57.

24. Lo dicho en I, 23 se completa ahora por el desarrollo de una lógica de la cualidad, o sea, no totalmente formal, coherente con el hecho de que los términos de la relación de intercambio, o polos, tengan cualidad pre-relacional (MEW 23, 64; OME 40, 58).

25. Usa la expresión «Wertabstraktion» [abstracción valor] (MEW 23, 65; OME 40, 58).

26. La precisión sobre cuando es valor el trabajo abstracto, y no sólo lo constituya (MEW 23, 65; OME 40, 58).

27. A propósito de Franklin: «Was er nicht weiss, sagt er jedoch [No lo sabe, pero lo dice]» (MEW 23, 65; OME 40, 59, n.17).

28. Cualificación por la relación (MEW 23, 66; OME 40, 59).

29. Sólo el concepto de valor-trabajo permite a Marx distinguir en la relación de intercambio si es una mercancía la que ha aumentado de valor o la otra la que ha disminuido (MEW 23, 68; OME 40, 61).

30. Que el valor es el Gegenteil [contrario] del valor de uso es una típica contradicción determinada hegeliana (la surdétermination de Althusser) (MEW 23, 70; OME 40, 65).

31. Todo ese 3 [Capítulo I, 3: «La forma de equivalente»] es finalmente un extenso análisis hegeliano de mediaciones, de producción de cualidades. Hegeliano porque no es análisis de un proceso histórico, sino de una procesión lógica, de un conexo lógico. Lo hegeliano consiste en creer que el análisis es constitutivo real de lo dado, en vez de teorización justificativa, fundamentadora de ello, substituyendo la implicación A → B [B funda A], por la relación de génesis lógico-real B produce A. Aún admitiendo las dos cosas, no son la misma, como en Hegel. Marx tampoco los piensa, de hecho, como una. (También aquí cabría distinguir el concepto de fundamentación). Pero aquí no alude a historia (MEW 23, 73; OME 40, 67)

32. El párrafo final de 3 [capítulo I, 3], sobre Aristóteles, es la mejor ejemplificación o documentación que tengo hasta ahora de mi tesis de la fundamentación-posibilitación como sentido de la relación base-sobrestructura (MEW 23, 74; OME 40, 68-69).

33. Otro asunto de cierto interés que se me había pasado en este trozo sobre la forma de valor: hay posibilidad de una reflexión sobre la relación entre ser y valer:

«El cuerpo de la mercancía que sirve de equivalente vale siempre como encarnación del trabajo abstractamente humano y es siempre producto de un determinado trabajo útil, concreto» (MEW 23, 72; OME 40, 66).

Aquí el ser procede de una fuente originaria, en lo que tiene de inmutable. En cambio, el valer, que es un funcionar-a-título-de, está construido por la estructura en que desemboca aquella fuente. El ser de la cosa sería el mismo en cualquier formación económica de la sociedad. El valer no.

34. La ambivalencia histórico-lógica de ‘Entwicklung’ tiene ambigüedad propiamente hegeliana en MEW 23,76 (OME 40, 70).

35. En el análisis de la forma de valor está del todo presente la hegeliana cuestión lógica-historia. Así, por ejemplo,

«Es evidente que esta forma [la forma simple] se presenta más que en los primeros comienzos, cuando los productos del trabajo no se convierten en mercancías más que por obra de un intercambio casual y ocasional» (OME 40, 75).

36. La lógica cualitativa del desarrollo tiene una articulación verbal hipostatizadora hegeliana. En MEW 23, 82 (OME 40,77) hay un ejemplo muy interesante para trabajar este asunto:

«La forma de valor relativa simple o aislada de una mercancía constituye a otra mercancía en equivalente único, aislado. La forma desplegada del valor relativo –expresión del valor de una mercancía en todas las demás mercancías– imprime a las demás la forma de diversos equivalentes particulares. Por último, una particular especie de mercancías cobra la forma general de equivalente cuando y porque todos las demás mercancías la convierten en material de su propia forma de valor general y unitaria».

Para pasar a un lenguaje más fácil y más verídico basta con desprofundizar y aducir los agentes reales. Ejemplo sobre estas líneas:

«Cuando un hombre trueca simple y aisladamente una mercancía por otra, constituye a esta otra en equivalente único, aislado, de la cosa que él ha entregado. Cuando unos hombres cambian ya frecuentemente una cosa por todas las demás (sucesivamente) que tienen otros hombres, los primeros imprimen a cada una de estas otras mercancías la forma de equivalente particular. Por último, cuando todos los hombres que poseen mercancías aceptan una mercancía determinada como especie general y unitaria por la que cambiar sus mercancías, aquella especie de mercancía cobra la forma general de equivalente».

37. La expresión según la cual «la forma mercantil simple es el germen de la forma de dinero» (MEW 23, 85; OME 40, 80), aunque podría ser simplemente histórica, es, por el contexto, hegeliana, o sea, lógico-histórica.

38. El ambiente hegeliano llega hasta el punto de relacionar, como el joven Hegel, fetichismo con positividad, en la analogía de la visión con la objetivación del valor. Pero es claro que una de los principales intenciones intelectuales de Marx es la disolución de las hipóstasis hegelianas, de aquel transformar el predicado en sujeto. El «desenmascaramiento» inicial o dosificación del carácter enigmático de la forma mercancía es genético y despersonalizador y despositivizador de la (a) materialidad de valor, la (b) magnitud de valor y la (c) relación social entre los productos del trabajo (MEW 23, 86; OME 40, 81-82) Es muy notable que Hegel siga presente, porque también hay despositivación. Detalladamente:

a) La materialidad de valor es forma hipostática construida a partir de la igualdad de los trabajos humanos, o sea, de una realidad fisiológica. Hay, pues, que desenmascarar o disipar hipóstasis y también metafísicas, idealización. Lo hipostatizado es un constructo intelectual.

b) La magnitud de valor es hipostatización, positivación de tiempo de trabajo.

c) La relación social entre los productos del trabajo es substitución de sujetos, hipostatización en sentido estricto: los productos han tomado el lugar de los productores. La alienación es el mismo mecanismo.

La cosa tiene dos planos: el mental (nociones de valor, etc, afirmados en la teoría) y el real, que da vigencia a la teoría mercantil. Hay participación, alienación, extrañación e ideología para explicarla. Marx sale de Hegel gracias más a Hegel que a Feuerbach. Quiero decir, el Marx del Capital. Feuerbach no interviene más que para el plano ideológico.

39. [El trabajo intelectual de Marx y la economía política y moderna] MEW 23, cap. I, 4 (OME 40, 81-94): El carácter de fetiche de la mercancía y su secreto. El epígrafe sobre el fetichismo de la mercancía tiene importancia decisiva para entender la diferencia entre la economía política y el trabajo intelectual de Marx. Y es que ese fetichismo es imprescindible para las abstracciones básicas de la economía política –y aún más para las de la posterior economía «pura»–, así como, tal vez, para el cálculo económico de ella. Por eso lo de Marx no es economía política, sino su crítica, que para algo la llama él así. Hay – economía política clásica, – economía (política) vulgar; – crítica de la economía política, – economía «pura» o teoría económica burguesa plena.

Supongo que el que pueda haber una economía (política) crítica depende alternativamente de dos supuestos:

1º. La posibilidad transitoria (porque para el período de transición) de utilizar para una práctica transformadora el cálculo económico de la economía burguesa. Esta posibilidad parece dada por la persistencia de la ley del valor, y mientras dure esa persistencia. Esta economía crítica sería aún economía política (con dominio sobre hombres y cosificación –no necesariamente ideológica, sino sólo contable– de las relaciones).

2º. La posibilidad de un nuevo «cálculo económico» no puramente cuantitativo, esto es, con varias homogeneizaciones y no una sola. No sé si éste es el único camino para una hipótesis de comunismo sin la noción tradicional de superabundancia.

[Nota manuscrita posterior: No, esto no puede ser así: a) Porque reduce demasiado la idea de economía pura de Marx; b) Porque no recoge los Vorcheptars [capítulos previos]. Otra cosa es que Marx lo haya pensado así alguna vez.]

40. En la nota 28 Marx cita al Engels de 1844 a propósito de las leyes sociales (MEW 23, 89; OME 40, 85).

41. La «traducción» deshipostatizadora y deshegelizadora de la nota 37 tiene una justificación de Marx mismo, que en MEW 23, 90 [OME 40, 86] llama verrückt [alocado] al lenguaje –pero también a la realidad– descrita con hipóstasis.

42. En MEW 23, 92 (OME 40, 88), división en la familia primitiva. Noción muy general de la división (también las estaciones del año son factores de ella).

43. La tesis de la especial adecuación del cristianismo a la sociedad burguesa o mercantil (MEW 23, 93; OME 40, 89) viene de 1843/44.

44. El que una de las bases de los organismos productivos pre-burgueses sea «die Unreife des individuellen Menschen» (La inmadurez del hombre individual) debería provocar el suicidio de Althusser por inmersión en líquido céfalo-raquídeo de memo (MEW 23, 93; OME 40, 90).

45. En la nota 32 Marx usa, exactamente igual que Hegel, «abstrakt» y «allgemein» [general, universal] contrapuestos (MEW 23, 95; OME 40, 91).

46. En el análisis de la forma de valor está del todo presente la hegeliana cuestión lógica-histórica. Así, por ejemplo,

«es evidente que esta forma [la forma simple] no se presenta más que en los primeros comienzos, cuando dos productos del trabajo no se convierten en mercancías más que por obra de un intercambio casual y ocasional» (MEW 23, 95; OME 40, 91).

47. Todo el cap. I –pero, en particular, la sección sobre el fetichismo de la mercancía– muestra que la principal motivación de Marx en el asunto de la alienación (en la época del Capital) es combatir la perversidad ética del mercado. El mercado fundamenta el individualismo posesivo. Favorece un solipsista juego de caja negra. La caja negra es el astro de la humanidad.

II. Capítulo segundo. El proceso de cambio

1. El programa de Marx requiere la superación de la economía (por eso no es despreciable el punto de la abundancia). En cap. II se lee:

«los disfraces económicos de las personas no son sino personificaciones de las relaciones y circunstancias económicas como portadores de las cuales se enfrentan unas con otras» (OME 40, 96).

2. Al tratar la personificación de las relaciones-situaciones económicas, Marx escribe de un modo que permite las dos lecturas, la estructural y la activa, en complementariedad (MEW 23, 99/100; OME 40, 96-97).

3. De Hegel viene el «realismo» del uso de la abstracción (optimismo gnoseológico) que subyace a usos como «realizarse» las mercancías como valores en el intercambio (MEW 23, 100; OME 40, 97)).

4. El tema del hacer sin saber vuelve a aparecer a propósito del problema de la necesidad de un equivalente general para que haya tráfico mercantil:

«En el principio fue la acción. Y por eso obran antes ya de haber pensado» (MEW 23,101; OME 40, 97).

5. Una confirmación muy importante de mi concepción de estructura: el análisis (= de la estructura mercantil) ha mostrado la imprescindibilidad de un equivalente general:

«Eso es resultado del análisis de la mercancía. Pero sólo la acción social puede convertir una determinada mercancía en equivalente general» (MEW 23, 101; OME 40, 97).

6. El tráfico mercantil implica entre los individuos «una relación así de extrañeza recíproca» (MEW 23, 102; OME 40, 99). El léxico tiene su raíz en el juvenil, aunque se diferencie de él.

7. El oro en cuanto dinero tiene «un valor de uso formal que nace de su específica función social» (MEW 23, 104; OME 40, 101).

8. En la discusión de la mercancía dinero Marx subraya la necesidad de un punto de vista histórico-genético para su comprensión, y llega a invertir la tesis del hombre-clave-del-mono (MEW 23, 105; OME 40, 101).

[Nota posterior: Hoy lo veo un poco discutible. El texto dice sólo: «Dass Geld ware ist, ist also nur eine Entdeckung für den, der von seiner fertigen Gestalt ausgeht, um sie hinterher zu analysieren» [Así, pues, el hecho de que el dinero es mercancía no resultará un descubrimiento más que para aquel que parte de su figura ya terminada para analizarla luego].

Vale. Confrontar con la Einleitung [Introducción] de 1857].

9. La manera de referirse –incidentalmente– a los caracteres sociales adquiridos por las cosas y/o a los caracteres lógicos que adquieren las determinaciones sociales del trabajo apunta no ya sólo al tema pleno de la alienación (no sólo enajenación o separación económica material, sino también cosificación), mas incluso al origen hegeliano del tema (positividad) (MEW 23, 105-106; OME 40, 101-102).

10. En el análisis del dinero, la expresión «vermittelnde Bewegung [movimiento mediador]« (MEW 23, 107; OME 40, 104).

III. Capítulo tercero: El dinero, o sea, la circulación de las mercancías.

1. Tal vez la razón por la cual acabó arrancando del análisis de la mercancía sea «sociológica». Pues, por una parte, el hablar de mercancía causa algunas complicaciones que se evitarían hablando del valor; pero, por otra parte, lo esencial de la economía (en el sentido de lo que tiene que ser superado) es la mercancía, no ya el capital industrial. El arranque del cap. 3º, con la importante nota 50, es muy claro a este respecto (OME 40, 105).

2. Que «el dinero carece de precio» (OME 40, 106) es probablemente una expresión anacrónica. Claro que Marx diría que una expresión como «dinero caro» se debería traducir por «crédito caro».

3. La distinción entre valor y precio (OME 40, 113) es una buena muestra del carácter objetivo de la primera de esas nociones marxianas.

4. En la exposición de las contradicciones del proceso de cambio, mucho hegelismo. Principalmente, la concepción de la forma precio como forma en la que esas contradicciones pueden moverse. Por eso luego mostrará esas contradicciones en el precio. Pero también mucho «joven Marx», como la alusión a las «Cosas que por sí mismas no son mercancías –por ejemplo, la conciencia moral, el honor, etc.– pueden resultar enajenables a cambio de dinero por sus poseedores, tomando así por su precio la forma de mercancía» (MEW 23, 117; OME 40, 113-114).

Si a todo eso se añade el frecuente uso de «alienación» en la sección siguiente…

5. El importante párrafo sobre la resolución de contradicciones reales: sólo mediante la producción de una forma en la que se puedan mover, no por Aufhebung (MEW 23, 118; OME 40, 115).

Solución es, pues, posibilidad de que el complejo siga funcionando.

6. En MEW 23, 120 (OME 40, 116) una interesante observación sobre consumo y división del trabajo: trabajo unilateral, necesidades multilaterales, por obra de la misma división.

7. El paso en que habla de producción de necesidades por nuevos modos de trabajo: «Tal vez sea la mercancía producto de un nuevo modo de trabajo que pretende satisfacer una necesidad nuevamente surgida, o que se propone suscitar a puño y por sí mismo una necesidad» (MEW 23, 121; OME 40, 117).

8. [Dialéctica de confusos, mala abstracción]. La “metamorfosis de las mercancías” es una expresión sumamente hegeliana. Y quizás lamentablemente hegeliana. En cuanto que empieza el largo comentario final a la expresión simbólica W-G-W [wert (valor)- geld (dinero)- wert (valor)] se hace evidente que la metamorfosis no lo es de la mercancía, sino del valor (aún quedándose dentro del biológico léxico que usa Marx): «Si consideramos ahora, la metamorfosis completa de una mercancía, por ejemplo, del lino, vemos, por de pronto, que consta de dos movimientos contrapuestos y complementarios, M-D y D-M» (MEW 23, 125; OME 40, 122).

Parece que sería mejor decir movimientos del valor, porque el valor sí que «vuelve» al vendedor del lino, mientras que no vuelve normalmente su mercancía.

[La circulación del dinero] El modo de decir de Marx incurre en el típico vicio hegeliano de abstracción insuficiente, de abstracción de confusos, abstracción imprecisa que es origen y causa de arbitrariedades. Aquí la arbitrariedad consiste en sostener que la mercancía concreta, el lino, vuelve al vendedor, al tejedor: «El cambio de forma en el cual se consuma el metabolismo de los productos del trabajo, M-D-M, condiciona el que un mismo valor constituya, como mercancía, el punto de partida del proceso, y vuelva al mismo punto también como mercancía. Por eso es un circuito ese movimiento de las mercancías» (MEW 23, 128; OME 40, 126).

Este párrafo es notable porque, después de poner sensatamente el valor como lo que circula, lo escamotea sin más por la mercancía. Último resto de sensatez es el plural en la segunda aparición de mercancía, con lo que sugiere que no es la misma la que circula.

Formalmente, la abstracción que aquí usa Marx hace trampa, al usar una variable doblemente marcada, por así decirlo. La expresión W-G-W es incorrecta; tendría que ser W1-G-W2. Con valor sí que se podría: Wert1-Geld-Wert1.

Marx trabajó con el ejemplo esquemático del tejedor, el campesino que ha vendido trigo, el corredor de Biblias y el destilador de aguardiente. Sostiene que la circulación del dinero es un alejamiento, mientras que la de la mercancía es un circuito:

A B

. Biblia . (Agente) Corredor de biblias.

. Lino . Tejedor

. Dinero . Campesino

Pero no es verdad que el lino vuelva al tejedor en forma de Biblia. El lino o sale de la circulación por transformación nada circular, o se revende y procede a alejarse en línea recta, como el dinero, del tejedor, aunque en sentido contrario al del dinero.

Un esquema interpretado de lo que dice Marx sería:

Vendedor del lino. Venta (→ ) Campesino: 1ª metamorfosis del lino.

Tejedor. Compra (→ ). Agente Biblia: 2ª metamorfosis del lino.

Pero el mismo Marx enseña la contraposición interna suplementaria de compra y venta. La verdad será, pues, en y de «dejar» la mercancía en tejedor:

Tejedor (lino → (dinero <-) Campesino: 1ª metamorfosis del valor

Agente librero (biblia → (dinero <-) Tejedor: 2ª metamorfosis del valor.

Marx era más claro en otros lugares: carta a Engels 2/4/1858:

«(…) pero el punto de partida y el punto de llegada no coinciden en absoluto, o si acaso, por pura casualidad» (MEW 29, 316).

Es notable que el resultado del artificio hegeliano de suprimir la diferencia W1 y W2 es una conclusión cierta:

«El dinero aleja constantemente a las mercancías de la esfera de la circulación entrando constantemente en el lugar de éstas en la circulación y alejándose él mismo con ello de su propio punto de partida [hipostatizaciones hegelianas]. Y así, aunque el movimiento del dinero no es sino expresión de la circulación de las mercancías, parece, a la inversa, que la circulación de mercancías no sea más que resultado del movimiento del dinero» (MEW 23, 130; OME 40,127).

Hay un lugar, bajo a) [La metamorfosis de las mercancías], en MEW 23, 126, que parece explicar el motivo de la mala abstracción hegeliana y lo enlaza con mal análisis, insuficiente:

«Las dos fases de movimiento inversas de la metamorfosis de las mercancías constituyen un circuito: forma mercancía, despoje de la forma mercancía, regreso a la forma mercancía [MSL: Entre paréntesis: momento muy visible de abuso]. Cierto que aquí la mercancía misma está determinada de modos contrapuestos. En el punto de partida es no-valor de uso para su poseedor, en el punto final es valor de uso para su poseedor» (OME 40, 123) [cursiva de MSL].

Lo subrayado en rojo [nuestra cursiva] sería la ventaja de substituir «valor» por «mercancía». Pero es una ventaja ficticia. Lo mismo se podía conseguir subrayando el «dúplice carácter del trabajo», no ya del valor, ni de la mercancía. Pensar que la mercancía es más concreta que el trabajo en régimen mercantil es una ilusión. Si es mercancía, no sólo producto, es, en cuanto mercancía, tan dúplice y abstracta como aquel.

En el párrafo subrayado [nuestra cursiva] se substituye «mercancía» por «valor» o incluso por «trabajo objetivado» y no pasa nada.

9. Sobre «cara y cruz del progreso», igual que en 1848 y que en 1844: superación de limitaciones y pérdida de la trasparencia interhumana (MEW 23, 126; OME 40, 124).

10. Por cierto que es la mediación la que supera barreras, la circulación,

«porque escinde la identidad inmediata aquí presente entre la entrega del producto de trabajo propio y la adquisición del ajeno en la contraposición de venta y compra» (MEW 23, 127; OME 40, 125).

11. Estupenda confirmación de mi punto de vista sobre la relación entre estructura y posibilidad, causa eficiente y realización. Además, Hegel a fondo, pero de verdad racionalizado en mi sentido desde el prólogo a A-D [Anti-Dühring]:

«La contraposición, inmanente a la mercancía, entre valor de uso y valor, la contraposición de un trabajo privado que se tiene que presentar al mismo tiempo como trabajo inmediatamente social, la contraposición de un trabajo concreto particular que al mismo tiempo sólo vale como trabajo abstractamente general, la contraposición de la personificación de la cosa y la cosificación de las personas, esa contradicción inmanente cobra sus formas desarrolladas de movimiento en las contraposiciones de la metamorfosis de las mercancías. Por ello esas formas implican la posibilidad de las crisis, pero sólo la posibilidad. El desarrollo de esa posibilidad hasta ser realidad exige todo un ámbito de circunstancias que no existen aún en absoluto desde el punto de vista de la circulación simple de las mercancías» (MEW 23, 128; OME 40,125)

Es claro que esas circunstancias son conflictos de productores y compradores

[Nota manuscrita posterior: Ahora dudo de esta interpretación]

Por lo demás, también está claro que una estructura social supone siempre agentes, no ya sólo –trivialmente– porque la sociedad es un conjunto de individuos activos (vivos), sino también porque las relaciones lo son entre individuos actuando de modos determinados (también, cierto es, por redes relacionales anteriores).

12. El razonamiento sobre la masa de dinero necesaria para la circulación simple de las mercancías muestra que en el léxico de Marx ‘valor’ es siempre absoluto y ‘precio’ es siempre relativo:

«[…] sabemos que, si permanecen iguales los valores de las mercancías, sus precios cambian con los valores del oro (o material del dinero)…» (MEW 23, 128).

Y, sin embargo, de ese mismo paso se debería desprender que los valores han cambiado igual que los precios, a saber, relativamente al uso. La única respuesta consiste en recordar que precio es valor expresado en dinero (para Marx). Y esa respuesta implica una importante separación del dinero respecto de las mercancías.

13. Curioso uso: «Lebensmittel»/ «Produktionsmittel» [medio de vida/ medio de producción] (MEW 23, 129, n.74; OME 40, 127)

14. Lo de que lapsos temporales son la medida de la duración de las metamorfosis de las mercancías es muy hegeliano (MEW 23, 133; OME 40, 131).

15. Marx no era nada keynesiano. Ver la nota 77, ad finem, cuando critica a Herrenschwand:

«Por lo demás, de la ilusión popular que atribuye los estrangulamientos del proceso de producción y circulación a falta de medios de circulación no se sigue en absoluto que, a la inversa, una insuficiencia real de medios de circulación –a causa, por ejemplo, de chapuzas oficiales con la «regulation of currency»– no pueda producir por su parte estrangulamientos» (OME 40, 133)

16. Otra vez el uso de alienación y enajenación de un modo que las distingue, pues puede darse la primera sin la segunda:

«La figura alienada de la mercancía queda así [con el atesoramiento] impedida de funcionar como forma absolutamente enajenable de la mercancía, como forma dinero sólo fugaz» (MEW 23, 144; OME 40,143).

17. Überflub oder Reichtum [abundancia, riqueza] (MEW 23, 144; OME 40, 143).

18. Andanada sobre la venalidad de todo, con ecos de 1844 (MEW 23, 145; OME 40, 144).

19. Importante juego de los conceptos de stofflicher Reichtum [riqueza material] y gesellschaftlicher Reichtum [riqueza social]:

«En cuanto valor de uso, la mercancía satisface una necesidad particular y constituye un particular elemento de la riqueza material. Pero el valor de la mercancía mide el grado de su capacidad de atracción de todos los elementos de la riqueza material y, por lo tanto, la riqueza social de su poseedor» (MEW 23, 147; OME 40, 145).

20. «Rollen», «gespielt» por «Agenten» (MEW 23, 149; OME 40, 148).

21. Un uso del par Gegensatz [contraposición]-Widerspruch [contradicción] por el cual W[iderspruch], con el adjetivo absoluter, exacerba G[egensatz]:

«En la crisis, la oposición entre mercancía y su figura del valor, el dinero, se exacerba hasta ser contradicción absoluta» (MEW 23, 152; OME 40, 151]

22. Más Hegel:

«Su [del dinero] modo de existir se hace entonces adecuado a su concepto» en el mercado mundial (MEW 23, 156; OME 40, 156).

23. Un uso de ‘Produktionsweise’ [modo de producción] puramente tecnológico (por Engels) (MEW 23, 157 n; OME 40, 157, n. 110a).

+ Me he saltado los dos rótulos: b) Medio de pago (MEW 23, 148; OME 40, 147); c) Dinero mundial (MEW 23, 156; OME 40, 155).

IV. Sección segunda: La conversión de dinero en capital.

Capítulo cuarto: Conversión de dinero en capital.

1. La fórmula D-M-D reproduce toda la difícil ambigüedad de la explicación de M-D-M. Al principio de la explicación, al parafrasear «conversión de mercancía en dinero y reconversión del dinero en mercancía» (MEW 23,162; OME 40,162), o sea, la circulación simple M-D-M, por «vender para comprar» y D-M-D por «comprar para vender», Marx traiciona quizás una clave psicológica de su manera de decir: las «metamorfosis», al menos la circulación o serie mínima completa, está vista como metamorfosis de algo presente en el agente: hay en él algo x, que primero se transforma en dinero y luego en mercancía. Ese x era una mercancía en el modo de expresión de Marx.

Aparte del asunto principal, notar que la marcha de la exposición es un análisis del agente. M-D-M y D-M-D se diferencian en que el agente de la primera es un poseedor de mercancías (originariamente un «productor») y el de la segunda un poseedor de dinero (originariamente un mercader o usurero).

Esta misma (natural) importancia de los sujetos para construir la estructura aparece explícita (MEW 23, 163; OME 40, 163):

«Los dos circuitos se descomponen en las dos mismas fases contrapuestas, M-D, venta, y D-M, compra. En cada una de las dos fases están frente a frente los dos mismos elementos materiales, mercancía y dinero, y dos personas con las mismas máscaras de caracterización económicas, un comprador y un vendedor. Cada uno de los dos circuitos es la unidad de las dos mismas fases contrapuestas, y las dos veces está mediada esa unidad por la presencia de tres contratantes, el uno de los cuales sólo vende, el otro compra sólo, mientras que el tercero compra y vende alternativamente» (MEW 23, 163; OME 40, 163).

2. Volviendo al problema lógico de la falsa identidad de W[ert]:

«Y así como en la circulación simple de mercancías el doble cambio de lugar de una misma pieza de dinero produce su paso definitivo de una mano a otra, así también en este caso el doble cambio de lugar de una misma mercancía obra el reflujo del dinero a su primer punto de partida» (MEW 23, 163; OME 40, 163-164).

Aparte de registrar también aquí el punto de vista del lenguaje –la «interioridad de un sujeto»– hay que notar que la falsedad es aún mayor. Pues mientras en M-D-M el pensamiento de Marx implica al menos que valor de cambio de M(1) = valor de cambio de M(2), sin embargo, también implica que valor de G(1) >=< valor de G(2). Precisamente Marx hace de modo explícito de esa diferencia una diferencia esencial entre los dos circulaciones (MEW 23, 165-166; OME 40, 165-166): en una circulación es casual lo que para la otra es esencial, ya que sin diferencia de magnitudes de valor entre G1 y G2 perdería «Sinn und Verstand» [sentido y entendimiento].

En MEW 23, 164-165 (OME 40, 164-166) donde está la exposición de la diferencia constitutiva entre las dos circulaciones –a saber, que los extremos son en un caso valores de uso (M) y en otro valores de cambio (D)–-, queda claro que la ambigüedad hegeliana del decir no es confusión de Marx, sino «enlace con las formas intelectuales existentes». Pero precisamente entonces queda claro que la circulación, desde el punto de vista de la (crítica de la) economía política, lo es de valores. Quizás así:

Circulación simple: a) VU1 – VC – VU2 en mano de agente

Circulación capital: b) VC1 – VU -VC2

Las imperfecciones de esto son enormes. Se puede objetar:

En a), VU1 no es tal valor de uso para el agente. Überhaupt [generalmente], los valores de uso son el tema de la economía política (¿vale esta autoobjeción?).

La ventaja de M es que es a la vez valor de uso y de cambio, mientras que D lo es sólo de cambio. Tal vez su ambigüedad sea sabia.

3. A principios del epígrafe, con nota, Hegel (MEW 23, 161; OME 40, 161).

4. A MEW 23, 164 (OME 40, 164), lógica de la cualidad en frases como

«El reflujo del dinero a su punto de partida no depende de que la mercancía sea o no vendida más cara de como fue comprada. Esa circunstancia influye sólo en la magnitud de la suma del dinero que refluye. El fenómeno mismo del reflujo ocurre en cuanto que la mercancía comprada se vende de nuevo, o sea, en cuanto que queda completamente descrito el circuito D-M-D» (OME 40, 164).

5. Sobre la presencia de sujetos:

«El poseedor de dinero es capitalista en cuanto es portador consciente [bewubter träger] de ese movimiento. Su persona o, por mejor decir, su bolsillo es el punto de partida y el punto de regreso del dinero» (MEW 23, 167; OME 40,168) [cursiva MSL]

6. Sobre lo mismo (MEW 23, 169; OME 40, 169):

«El valor pasa constantemente de una forma a otra sin perderse en ese movimiento, y se transforma así en un sujeto automático [automatisches Subjekt]. Si se fijan las particulares formas de manifestación que el valor en valorización toma alternativamente en el circuito de su vida, se tiene estas explicaciones: el capital es dinero, el capital es mercancía. pero en realidad el valor se hace aquí sujeto de un proceso en cual, sometido al cambio constante de las formas de dinero y mercancía, altera su propia magnitud, se desprende, como plusvalía, de sí mismo como valor inicial, se valoriza a sí mismo. Pues el movimiento en el cual echa plusvalía es movimiento propio suyo, y valorización es, por lo tanto, autovalorización. El valor posee la oculta cualidad de engordar en valor porque es valor».

No hay duda de que eso es el uso sarcástico del lenguaje hegeliano, Hegel refutado: Marx usa el lenguaje de Hegel porque le sigue considerando la mejor descripción –y la mejor sintaxis– de la apariencia burguesa. Sin Hegel no se entendería (dialéctica) el movimiento aparente/ burgués. Pero es sólo sintaxis de la apariencia, perfecta reconstrucción esencial de lo que hay que explicar. La explicación es traducción por desalienación, por decosificación, por reposición («juvenil») del sujeto como sujeto y el predicado como predicado.

7. En MEW 23, 172 (OME 40, 172-173), una clara documentación de mi lectura de la «mismidad» de la mercancía (= mismidad del valor):

«Considerada abstractamente la circulación simple de mercancías –o sea, prescindiendo de circunstancias no dimanantes de sus leyes inmanentes–, lo único que ocurre en ella, aparte de la sustitución de un valor de uso por otro, es una metamorfosis, con nuevo cambio de forma de la mercancía. Un mismo valor, esto es, la misma cantidad de trabajo social objetivado, permanece en manos de un mismo poseedor de mercancías, primero en la figura de su mercancía, luego en la del dinero en el que se ha convertido, y por último en la de la mercancía en que se ha reconvertido ese dinero» (OME 40, 172-173) [Cursiva MSL].

En el mismo párrafo, lo subrayado entrecortadamente [primera cursiva] es importante para método del K[apìtal]. Poco después, otra formulación también expresiva de la modelización:

«Así, pues, en la medida en que la circulación de la mercancía condiciona sólo un cambio de forma de su valor, condiciona también, si el fenómeno se desarrolla en su pureza [MSL (en el margen): «modelos»], intercambio de equivalentes. Por eso la misma economía vulgar, aun comprendiendo muy poco qué es el valor, supone, siempre que a su manera se propone contemplar el fenómeno en su pureza, que la demanda y la oferta coinciden, esto es, que sus efectos se anulan» (OME 40, 173) [cursiva de MSL].

Así, pues, «abstractamente» en este uso = «consideración del fenómeno en su pureza», y, por lo subrayado en verde [1ª cursiva de este segundo párrafo], Marx parece creer que la pureza, esa abstracción, se puede dar in rerum natura [en la naturaleza de las cosas], no sólo in scientia in statu perfectionis [ciencia consolidada].

8. Sobre el sujeto:

«Nuestra perplejidad se debe tal vez a que hemos tomado las personas sólo como categorías personificadas, y no individualmente» (MEW 23, 177; OME 40,177).

Se trata de la separación entre compradores y vendedores, cuando los individuos son vendedores-compradores.

9. Buena puntualización estructural-dinámica:

«La circulación es la suma de todas las interrelaciones de los poseedores de mercancías» (MEW 23, 179; OME 40, 180).

10. En MEW 23, 177 (OME 40, 178) hay un desarrollo –luego abandonado– que permite pensar en la posibilidad de que el salario sea superior al valor del trabajo, a condición de que el valor producido sea mayor que el salario.

11. Nuevamente la cuestión de método, nota 37, MEW 23, 180 [OME 40, 181], donde Marx habla de «tener puramente ante sí el fenómeno de la formación de capital». Llama la atención la suma de decisión metódica abstractiva y constructiva de objeto teórico con ingenuidad realista. El texto mismo:

«Si los precios discrepan realmente de los valores, hay que empezar por reducirlos a estos últimos, es decir, hay que prescindir de esa circunstancia, por ser casual, con objeto de tener puramente ante sí el fenómeno de la formación de capital sobre la base del intercambio de mercancías y no dejarse confundir en su observación por circunstancias concomitantes perturbadoras y extrañas al proceso propiamente tal » [cursivas MSL]

Lo ingenuo es lo subrayado en verde [segunda cursiva]. Es verdad que, literalmente, «el proceso puramente tal» es ambiguo: puede querer decir «el proceso teórico». Pero la frase que sigue parece incluso negación explícita de que se esté desarrollando aquí una construcción teórica:

«Es sabido, por lo demás, que esa reducción no es un modo alguno un procedimiento meramente científico».

Pero, cuando parece que Marx ha llegado al máximo realismo gnoseológico dogmático (al que tal vez llegó subjetivamente) sale el criterio de la práctica:

«La constante oscilación de los precios de mercado, su elevación y su descenso, se compensan, se anulan recíprocamente y se reducen al precio medio que es su regla interna. Esta regla es el lucero orientador, por ejemplo, del comerciante o del industrial en toda operación que abarque tiempo considerable » [cursiva MSL]

Un problema: ¿piensa Marx que precio medio = valor?

12. En la misma nota habla de «pensamiento desinteresado» (MEW 23, 180; OME 40, 181, n. 37). Plantearse un problema desinteresadamente es verlo como a Marx le parece justo:

«Si, pues, el pensamiento desinteresado fuera de algún modo objeto de su interés, tendría que plantearse el problema de la formación de capital como sigue: ¿Cómo puede surgir capital con la regulación de los precios por el precio medio, esto es, en última instancia por el valor de la mercancía?» (OME 40, 181, n. 37).

Hay un interés sin intereses de otro tipo, más que el del «pensamiento».

13. En KI, cap IV (OME 40, 180-181) hay un útil ejemplo de la futilidad de la retórica dialéctica hoy. Quiero decir: seguramente ese modo de hablar ha sido útil heurísticamente para Marx y otros hegelianos. Pero hoy no sugiere nada heurísticamente.

Marx ha terminado su analítica de la idea de que la plusvalía nace de la circulación y escribe:

«Por lo tanto, el capital no puede brotar de la circulación ni tampoco puede no brotar de ella. Tiene que brotar y no brotar al mismo tiempo en ella. Así se tiene un resultado doble»

(El camino heurístico –no ya «expositivo»– hoy común diría que lo que se ha obtenido es una autocontradicción y, por lo tanto, la prueba de que el planteamiento era malo, ya por falta de datos suficientes, ya por inadecuación de la abstracción. De ahí pasaríamos a un replanteamiento. Marx no parece proceder así. Prosigue:)

«La conversión del dinero en capital se tiene que desarrollar sobre la base de leyes inmanentes al intercambio de mercancías, de tal modo que el punto de partida sea el intercambio de equivalentes. Nuestro poseedor de dinero, existente aún sólo como oruga de capitalista, tiene que comprar las mercancías por su valor, venderlas por su valor y, sin embargo, sacar al final del proceso más valor del que metió en él. Su despliegue en forma de mariposa tiene que ocurrir en la esfera de la circulación y no ocurrir en la esfera de la circulación. Estos son los datos del problema. Hic Rhodus, hic salta!» (OME 40,180-181).

(Pero eso no es verdad: falta un dato, y el decisivo, a saber, la mercancía fuerza de trabajo. El salto se va a dar una vez puesto el trampolín fuerza de trabajo. Dicho de otro modo: no hay contradicción resuelta o superada, sino que no hay contradicción).

14. Es posible que la vaguedad, antes discutida, entre mercancía y valor, a propósito de la «transformación», tenga su mejor justificación en la explicación de la plusvalía: «La alteración [de valor], pues, no puede proceder más que de su [de la mercancía] valor de uso como tal, o sea, de su uso. Para extraer valor del uso de una mercancía, nuestro poseedor de dinero habría de tener la suerte de encontrar», etc (MEW 23, 181; OME 40, 182).

Está claro que la de mantener la consideración de la mercancía entera –con valor de uso– para hablar de la plusvalía, de compra de fuerza de trabajo. Pero aun se simplificaría todo más hablando directamente de trabajo y fuerza de trabajo.

15. Marx cita a Hegel –alienación, etc.– nada menos que para explicar el trabajo asalariado (MEW 23, 182, n. 40; OME 40, 183).

16. Para naturaleza: K I (OME 40, 183-184):

«(…) el ser humano, que en esto sigue siendo como el primer día que apareció en la terrenal escena, tiene que consumir cada día, antes de producir y mientras produce».

17. Para naturaleza y biologismo: la estupenda expresión de la historicidad del proletariado, en OME 40, 184.

18. Uso de «formación» en el sentido del althusseriano «modo» o «sistema» (MEW 23, 183, 184; OME 40, 183,184).

19. Clara distinción entre modo de producción y de circulación dominantes y no dominantes, esto es, de la abstracción del «fenómeno en su pureza» (MEW 23, 184; OME 40, 184), si el fenómeno es la vida de una sociedad.

20. Individuo:

«La fuerza de trabajo no existe más que como disposición del individuo. Su producción presupone pues, la existencia del individuo. Dada la existencia del individuo, la producción de la fuerza de trabajo consiste en la reproducción del individuo mismo, su conservación « (MEW 23, 185; OME 40, 185) [Cursiva MSL].

21. Sobre carácter cultural de las necesidades: OME 40, 186. Muy importante.

22. Al hablar de la determinación del valor de la fuerza de trabajo hace intervenir factores relativizadores del concepto de necesidad «natural» y factores socio-culturales de «imprescindibles». El resultado me parece ser el principio leninista de la concreción:

«Las necesidades naturales mismas –como la alimentación, el vestido, la calefacción, la vivienda, etc.– son diferentes según las peculiaridades climáticas y otras características naturales de un país. Por otra parte, la extensión de las necesidades llamadas imprescindibles y el modo de su satisfacción son a su vez producto social y dependen, por lo tanto, en gran parte del estadio cultural de un país, entre otras cosas y esencialmente también de las condiciones bajo las cuales y, consiguientemente, las costumbres y aspiraciones vitales con las cuales se ha constituido la clase de los trabajadores libres. Al contrario de lo que ocurre con las demás mercancías, la determinación del valor de la fuerza de trabajo contiene, pues, un elemento histórico y moral. Pero, de todos modos, la amplitud media de los medios de vida necesarios está dada para un país determinado en un período determinado» (MEW 23, 185; OME 40, 186).

Este importante texto tiene mucho interés por su libertad de todo naturalismo

23. Sobre educación-enseñanza:

«Para modificar la naturaleza genéricamente humana de tal modo que consiga habilidad y capacidad de una rama determinada del trabajo, para que se convierta en fuerza de trabajo desarrollada y específica, hace falta una determinada formación o educación, lo cual, por su parte, cuesta una suma mayor o menor de equivalentes mercantiles. Los costes de formación de la fuerza de trabajo son diferentes según el carácter más o menos mediado de la fuerza de trabajo. Estos costes de aprendizaje, diminutos para la fuerza de trabajo corriente, entran, pues, en el ámbito de los valores gastados para la producción de la fuerza de trabajo.» (MEW 23, 186; OME 40,187)

La idiotez de Fernández de Castro, que retira esos costes de la plusvalía.

23. La noción de límite mínimo del valor de la fuerza de trabajo, apoyada en la de «calidad normal» es otra precisión importante para las cuestiones de «necesidades» y pauperización (MEW 23, 187; OME 40, 188).

24. En ese párrafo, la expresión «(…) el portador de la fuerza de trabajo, el ser humano (…)» (MEW 23, 187; OME 40, 188).

25. El pan falsificado: OME 40, 189-190, n. 51.

26. Método. Otra vez «seine Aulfannung des Verhältnisses» [la relación en su pureza] (MEW 23, 188; OME 40, 191).

27. La grande e importante nota 51 trata como trivial la explotación del trabajador como consumidor (MEW 23, 188-189; OME 40, 189-190).

V. Sección tercera: La producción de la plusvalía absoluta.

Capítulo quinto: Proceso de trabajo y proceso de valorización.

1. El uso de los tecnicismos aristotélico-escolásticos acto y potencia, aunque más superficialmente que el uso del léxico de Hegel, puede tener el mismo sentido: comprender el lenguaje filosófico como descripción inexacta más o menos fecunda (MEW 23, 192; OME 40, 193).

2. Vorchapters y distinción. Una tesis metodológicamente importante:

«No se altera la naturaleza general de la producción de valores de uso, de bienes, por el hecho de que ocurra para el capitalista o bajo su control. Por eso [daher] el proceso de trabajo se tiene que contemplar, por lo pronto, con independencia de cualquier forma social determinada» (MEW 23, 192; OME 40, 193).

Con independencia de que eso sea verdad o no –que probablemente no lo es–, implica metodológicamente una distinción entre investigaciones. La de Marx presupondría o contendría como parte la de la producción de valores de uso.

3. Hegel: en MEW 23, 194, n. 2 (OME 40,195), evoca la historia der Vernunft [Razón] a propósito del medio de trabajo.

4. La verdadera contraposición de Marx, no la de Poulantzas:

«Los medios de trabajo no son sólo la escala con que medir el desarrollo de la fuerza de trabajo humana, sino también indicadores de las relaciones y condiciones [Verhältnisse] sociales en las cuales se trabaja.» (MEW 23, 195; OME 40, 196) [Cursiva de MSL]

5. Hay luego un uso muy concreto de «Produktionsweise [modo de producción]» sobre el que hay que reflexionar:

«Como es natural, la naturaleza general del proceso de trabajo no se altera por el hecho de que el trabajador lo ejecute para el capitalista en vez de para sí mismo. Pero tampoco el modo determinado de hacer botas o de hilar fibra puede alterarse, por de pronto, por la introducción del capitalista. Este tiempo tiene que tomar, para empezar, la fuerza de trabajo tal como la encuentra en el mercado y, por lo tanto, también su trabajo tal como éste nació en un período en el cual no había aún capitalistas. La transformación del modo de producción mismo por la subordinación del trabajo al capital no puede ocurrir sino más tarde, y, por lo tanto, también hay que considerarla más tarde» (MEW 23, 199; OME 40, 200-201).

Parece que «modo de producción» sea aquí ejercicio de las fuerzas productivas. Y que la subordinación vaya a cambiarlo. Ergo (cosa ya implicada por otros conceptos) una misma dominación empieza con un modo de producción y luego culmina en otro que es el suyo propio.

Pero esto tiene su importancia para la teoría de la revolución, la del período de transformación, el progresismo, etc.

6. El burgués es un progresista (MEW 23, 201; OME 40, 202).

7. La expresión «allgemeiner Wertgesetz [ley general del valor]» aparece por vez primera en MEW 23, 202 (OME 40, 203), en el siguiente contexto casi definitorio: «De acuerdo con la ley general del valor, 10 libras de hilado, por ejemplo, son un equivalente de 10 libras de algodón y 1/4 de huso, si el valor de 40 libras de hilado es = al valor de 40 libras de algodón + el valor de un huso entero, esto es, si se exige el mismo tiempo de trabajo para producir los dos miembros de esa igualdad.»

En realidad, pues, cuando se habla de valor no se está pensando en las mercancías sino en el trabajo gastado. Pues puede ser muy bien que, en un estadio intermedio de las fuerzas productivas, no se cumpla [algodón = A; hilado = H; huso = h]

(1) tiempo de trabajo para n A / tiempo de trabajo para n.m. A = t.t n H / t.t. n. m H

Y ni siquiera tiene por qué cumplirse:

(2) t .t. para n.m A / t.t. para n A = m

Por lo tanto, A, H están sólo por tiempo de trabajo, lo que hace toda la argumentación (la argumentación [ejemplificación], no la tesis) tautológica. Marx dice:

(3) V (40 H) = V(40 A) + V(h) → V (10H) = V (10A) + V (h/4)

O sea:

(4) V (40 H) = V(40 A + h) → V (10H) = V(10 A + h/4)

Ahora bien:

(5) V(40 H) = V (4 [10 H] )

(6) V (40 A + h) = V (4 [10A + h/4])

De ahí, para que se cumpla la ley del valor:

(7) V (4 [10H]) = V(4 [10 A + h/4]) → V (10 H) = V (10A + h/4)

Dado que el valor es el tiempo de trabajo socialmente necesario, T:

(8) T (4 [10H]) = T (4 [10 A + h/4]) → T (10 H) = T (10 A + h/4)

Pero eso sólo es verdad si 10 H / H = T (10 H) / T(H); de donde

(9) T (10H) / T(H) = 10

Pero eso puede ser falso, por ejemplo, porque al fabricar más disminuya T.

También puede ser verdadero el primer miembro de (4) y falso el segundo porque al hilar menos el desgaste de h sea más que proporcionalmente menor.

8. Léxico: «Arbeitsmaterial [trabajo materializado]» en vez de «Arbeitsgegunstand» (MEW 23, 202; OME 40, 203).

9. Léxico: «Lebenskraft [fuerza vital]» en vez de «Arbeitskraft [fuerza de trabajo]» (MEW 23, 204; OME 40, 205).

10. Frente al proceso de formación de valor, el de producción es «de[r] eigentliche Arbeitsprozess [proceso de trabajo propiamente dicho]» (MEW 23, 204; OME 40, 206). La cosa tiene interés para economía pura. Pues, como Marx no elimina totalmente el proceso de trabajo, no puede estar nunca haciendo «economía pura».

11. En el aprovechamiento de la fuerza de trabajo, el capitalista «procede de acuerdo con las leyes eternas del intercambio de mercancías» (MEW 23, 208; OME 40, 210).

Parece claro que «eternas» es aquí metáfora redundante, como en el caso (patetizador) de las verdades lógicas de Kant.

12. En MEW 23, 209 (OME 40, 211) hay un texto importante para la cuestión del hegelismo. Es una expresión puramente hegeliana, pero que se puede decir de otro modo, y Marx la explica en el lenguaje del sentido común.

«Todo ese decurso, esa conversión de su dinero [el del capitalista] en capital, ocurre en la esfera de la circulación y no ocurre en ella. Ocurre por la mediación de la circulación, porque el proceso está condicionado por la compra de la fuerza de trabajo en el mercado de mercancías. No ocurre en la circulación, pues ésta inicia sólo el proceso de valorización, que en realidad se desarrolla en la esfera de la producción.» (OME 40, 211)

Es verdad que aún se podría decir completamente sin Hegel: la existencia de mercado (circulación mercantil) es condición necesaria para que Xp forme capital, pero no suficiente; la producción de mercancía (= producto para el mercado) es condición necesaria para que Xp forme, capital, pero no es suficiente; las dos juntas son suficientes (No es del todo verdad: realización).

[Nota manuscrita posterior: sustituir por «pueda formar»] ).

Lo que le «falta» a la primera es la producción de la mercancía. A la segunda, que la producción sea asalariada. Todo es muy ficticio, abstracción inadecuadas.

13. Sobre la formación de la fuerza de trabajo:

«El trabajo que se considera superior, más complicado, respecto del trabajo social medio es exteriorización de una fuerza de trabajo en la que entran costes de formación más elevados, cuya producción cuesta más tiempo de trabajo y que, por lo tanto, tiene un valor superior al de la fuerza de trabajo simple. Siendo el valor de esta fuerza más elevado, se manifiesta consiguientemente, en trabajo también superior, y se objetiva, por lo tanto, en los mismos tiempos, en valores relativamente superiores» (MEW 23, 211-212; OME 40, 214).

También importante la nota 18 [OME 40, 214-215], que muestra que Marx conoce fluctuaciones muy importantes y las reduce –para no tener que hacer intervenir aquí la demanda– a arbitrariedad tradicional de la distinción entre superior y simple.

VI. Capítulo sexto: Capital constante y capital variable.

1. El desarrollo acerca de la proporcionalidad entre valor conservado y valor añadido (que es proporcionalidad entre los dos aspectos del trabajo) es una muestra óptima de la potencia resolutoria de los conceptos de Marx. Sin embargo, es imposible evitar la sensación de escolasticismo (MEW 23, 216-217; OME 40, 219-220).

2. ¡Cómo habría podido escribir! ¡Lástima que tuviera que dedicarse a esta historia de la economía!:

«Todo ser humano muere 24 horas al día. Pero a ninguno se le ve cuántos días exactamente ha muerto ya» (MEW 23, 218; OME 40, 221).

3. Sobre el tiempo que ha pasado: pone el agua entre las cosas que, por estar naturalmente dadas, sirven como formadoras de valor de uso sin serlo de valor de cambio (MEW 23, 218; OME 40, 222).

Seguramente habría atribuido el trabajo en conducciones, cloacas, etc. al edificio, no al agua. Lo que es buena convención (marxiana) para el agua objeto de trabajo, pero no para el agua medio de trabajo (refrigeración, etc).

4. Léxico: la fuerza de trabajo es el «subjektive Faktor des Arbeitsprozess» [el factor subjetivo del proceso de trabajo]; medios de producción y fuerza de trabajo son «Produktbildner» (MEW 23, 223 ambos; OME 40, 226, 227).

Por suerte, era un léxico flexible, poco teórico.

VII. Capítulo séptimo: La cuota de la plusvalía.

1. Noción antigua de variable, como el Engels del Anti-Dühring:

«(…) la fuerza de trabajo en acto, trabajo vivo en vez de trabajo muerto, una magnitud fluyente en vez de una magnitud en reposo, una variable en vez de una constante» (MEW 23, 228; OME 40, 233).

El término es «eine flieβende Gröβe». Lo que tendría que decir es: una entidad fluyente, adecuada para ser estudiada mediante el uso de una variable. De todos modos, no es la corriente confusión vulgar (y de Engels) del número con lo que mide.

Al exponer la cuestión, no dejar de decir que todo es semántica, para no ser yo mismo acrítico, dogmático.

2. Un texto muy interesante para estimar el fruto de la enseñanza de Hegel y de la crítica de Hegel por Marx:

«Desde el punto de vista de la producción capitalista, todo ese decurso es automovimiento del valor vertido en fuerza de trabajo, valor inicialmente constante. A ese valor se imputa el proceso y su resultado « (MEW 23, 228; OME 40, 233-234).

El proceso es el de valorización, y su resultado es la plusvalía, más la reproducción del capital variable.

De Hegel viene el ser «automovimiento» de seres no individuales vivos. De la crítica de Hegel, el saber que hay que buscar el sujeto de verdad. Pero sin Hegel no se llegaría a ver que desde el punto de vista del capitalismo hay automovimiento del valor. Hegel ha descubierto para Marx situaciones describibles como protagonizadas por el predicado, en vez de por el sujeto. Un crítico elemental de Hegel se limitaría a criticar y corregir la transposición. El Marx «gran dialéctico» ve ya que hay contextos de predicado hipostatizado «realmente» (= funcionalmente).

[Nota manuscrita posterior: «Es la salvación hegeliana de la apariencia»].

2’. La argumentación de K I, VII, OME 40, 233-234, sobre que p, la plusvalía, aunque parece una constante –puesto que se expresa por un número–, es una variable, «una magnitud fluyente», es muy característica de lo más esencial de la visión de Marx. Esa visión introduce en la comprensión y explicación de «lo económico» cosas que no son «economía pura», de la que, por lo demás, Marx tenía buena consciencia. La cosa es, en este caso, la primacía del trabajo, o de la fuerza de trabajo (mejor dicho), que es capaz de reproducir mediadamente. La raíz de ese hecho es biológica e histórica. En todo caso, no tendría por qué interesar a la «economía pura». La tarea de Marx era irresoluble: consistía en resolver en «economía pura» problemas no económicos puros. Es clara la naturaleza dialéctico-hegeliana de ese fracaso.

Pero hay que decir que esa es una decepción parcial. Como lo muestra la persistencia del rótulo «Crítica de la economía política», había en Marx inicialmente una consciencia de que lo suyo no era la «economía pura». Todavía en los Grundrisse se contrapone «economistas» a «socialistas» (poniéndose Marx por encima de unos y otros). Luego, conquistado por la ciencia «pura», parece haber ido perdiendo consciencia de que su Wissenschaft era irresoluble en ella.

De todos modos, para apreciar esa evolución, hay que valorar el resultado del desplazamiento hacia lo formalizable.

3. El trasfondo natural aparece en una nota a las 2ª edición:

‘La fuerza de trabajo <…> es ante todo materia natural mutada en organismo humano’ (OME 40, 234, n).

4. Hay división social del trabajo siempre que uno no produce directamente todos sus medios de vida:

«Como [el trabajador] produce en una situación basada en división social del trabajo, no produce sus medios de vida directamente, sino en la forma de una determinada mercancía…» (MEW 23, 230; OME 40, 235).

Lo último no estropea, porque Marx dice en este mismo libro que división social del trabajo no implica mercancía. (También puede ir con puesta del producto total en común).

5. Léxico: «ökonomische Gesellschaftsformation» [formaciones económicas de la sociedad] con la misma extensión que el «modo de producción» de Poulantzas (de los althusserianos):

«La forma en que se arrebata esa plusvalía al productor inmediato, al trabajador, es lo único que distingue las formaciones económicas de la sociedad, por ejemplo, la sociedad de la esclavitud de la sociedad del trabajo asalariado» (MEW 23, 231; OME 40, 236).

Probablemente habría que tomar al pie de la letra las expresiones para entenderlas. ‘Produktionsweise’ es manera de producir, y ‘ökonomische Gesellschatfsformation’ quizás no excluye varios modos de producir, con la misma forma de arrebatar la plusvalía.

6. Método y léxico: la nota 29, MEW 23, 231. Sobre la multivocidad de términos técnicos:

«Hasta ahora hemos utilizado en esta obra el término «tiempo de trabajo necesario» para expresar el tiempo de trabajo que es necesario socialmente para la producción de una mercancía cualquiera. A partir de ahora lo usamos también para indicar el tiempo de trabajo necesario para la producción de la mercancía específica fuerza de trabajo. El uso de unos mismos termini technici en sentidos distintos es misslich, pero no se puede evitar del todo en ninguna ciencia. Piénsese, por ejemplo, en las partes inferiores y superiores de la matemática» (MEW 23, 231, n.29; OME 40, 236 sobre la multivocidad de términos técnicos).

En pocos sitios como éste estará tan de manifiesto su mala filosofía de la ciencia y su desinformación. Ver situación de la matemática en 1867. En este paso Marx parece creer que la matemática superior es la «dialéctica» (cálculo infinitesimal).

7. La equiparación de la hora de trabajo socialmente necesaria para producir alimentos, medios de vida, con la hora de trabajo necesaria para producir cosas de otro género implica que «trabajo socialmente necesario» sea un concepto más genérico de lo que parece: trabajo socialmente necesario para producir tal valor de cambio, no de uso. (A propósito de MEW 23, 230; OME 40, 235).

8. La nota 34 es muy importante para la cuestión del «progreso» y del crecimiento económico. Marx cita de modo manifiestamente condenatorio a Arthur Young (introduce el texto inglés, como quien piensa que la cita es tan horrible que no se la van a creer). Ahora bien, lo que Young dice es que «the mere purpose of breeding men is a most useless purpose» [¿Qué fin tendría, salvo el mero fin de criar hombres, que es en sí una finalidad de lo más inútil?] comparado con la rentabilidad alta (mucho plusproducto) del capital. Recordar que, en cambio, era visible la simpatía de Marx por la distinción aristotélica entre económica y crematística (MEW 23, 244; OME 40, 249).

9. Para explicar el equívoco sobre trabajo productivo en el capitalismo, confundido con doctrina de Marx, ver el concepto de «riqueza capitalista»:

«[…] como la finalidad determinante de la producción capitalista es la producción de plusvalía, lo que mide el grado de la riqueza no es la magnitud absoluta de producto [MSL: como seria natural»], sino la magnitud relativa de plusproducto» (OME 40, 249).

VIII. Capítulo octavo: La jornada de trabajo.

1. De acuerdo con su nota metodológica sobre los términos técnicos usa el léxico laxamente: Überarbeit, Mehrarbeit,… Este léxico le viene a menudo de los informes de los inspectores fabriles ingleses (MEW 23, 246; OME 40, 252).

2. La jornada de trabajo no es una magnitud fija, sino fluida, para decir que es una variable (MEW 23, 246; OME 40, 252). El uso de variable parece bueno –y antes también– porque se refiere a la cosa, no al número.

3. En la determinación de la jornada de trabajo –que es determinación también del valor de la fuerza de trabajo–, el estado cultural (MEW 23, 246; OME 40, 253).

4. La determinación del valor de un día de fuerza de trabajo sobre la base de la media de vida es un fundamento del seguro de vejez bajo ley del valor (MEW 23, 248; OME 40, 254).

6. Texto principal hasta este lugar de K I sobre la abundancia y la expansión de las necesidades:

«El capital no ha inventado el plustrabajo […] De todos modos, está claro que cuando lo que predomina en una formación económica de la sociedad no es el valor de cambio, sino el valor de uso del producto [MSL: y así ocurre en la sociedad comunista de Marx], el plustrabajo queda delimitado por un círculo de necesidades más estrecho o más ancho, pero sin que nazca, en todo caso, del carácter mismo de la producción ninguna necesidad ilimitada de plustrabajo.» (MEW 23, 250; OME 40, 256).

La tesis implica que donde hay economía mercantil tiene que haber plustrabajo. Vale igual para comunismo. La diferencia es que en comunismo es sin competición con mediación de la comunidad en vez de mercado.

Si se admite que puede haber predominio del valor de uso a pesar de que la producción no sea sólo para el autoconsumo, entonces socialismo-comunismo queda fuera.

Lo más importante de esa formulación es el término «ilimitada», que sugiere la idea de que la constante e ilimitada creación de todo tipo de necesidades –incluso «a puño», como en otro lugar dice Marx– no es una consecuencia inevitable del progreso de la producción en sí misma, sino sólo de su explotación capitalista.

Es un paso de mayor interés para la cuestión de la sumisión supuesta de Marx a la ideología de la producción burguesa. Pues en el comunismo impera el valor de uso.

El punto malo de Marx –su «progresismo»– no deriva de la economía burguesa, sino del esquema dialéctico-contradictorio hegeliano que hace necesario lo ocurrido. Por eso la parece necesario el capitalismo (a veces, no siempre).

Marx es, como Kant o Freud, iniciador de un camino: está confuso a menudo, perplejo e indeciso sin saberlo.

7. Y cosa emparentada sobre estimación del progreso:

«(…) en cuanto pueblos cuya producción se mueve todavía en las inferiores formas de trabajo esclavo, el trabajo servil, etc., se ven arrastrados a un mercado mundial dominado por el modo de producción capitalista, mercado por el cual la venta de los productos de esos pueblos en el extranjero se convierte en interés predominante, el horror civilizado del sobretrabajo se inserta en el horror bárbaro de la esclavitud, la servidumbre, etc» (MEW 23, 250; OME 40, 256-257) [Marx contra la noria]

8. «La misma codicia ciega que en un caso agota las tierras había afectado en el otro las raíces de la fuerza vital de la nación. Las epidemias periódicas hablaban tan claramente en Inglaterra como la disminución de la estatura de los soldados en Alemania y en Francia» (OME 40, 260).

Es a propósito de la limitación de la jornada de trabajo por los factory-acts.

9. Ver en cuaderno verde nota sobre la anotación de El Capital. Fecha 12.5.1974.

10. Produktionsweise en sentido teórico, sistemáticamente «inocente»:

«Ninguna rama industrial de Inglaterra […] ha considerado un modo de producción tan arcaico […] como la panadería» (MEW 23, 263; OME 40, 269).

11. Sobre progreso:

«Cruz»: «La falsificación del pan y la formación de una clase de panaderos que vende el pan por debajo de su precio completo se han desarrollado en Inglaterra desde principios del siglo XVIII, en cuanto que entró en decadencia el carácter gremial del oficio y detrás del nominal maestro panadero apareció el capitalista en figura de molinero o vendedor de harina. Con ello quedaban puestos los cimientos de la producción capitalista, de la prolongación desmedida de la jornada de trabajo y del trabajo nocturno, aunque este último no se asentó seriamente, ni siquiera en Londres, hasta 1824» (MEW 23, 266; OME 40, 272).

«Cruz de la cruz»: «En una breve parábola Carlyle, reduce el único acontecimiento grandioso de la historia contemporánea –la guerra civil norteamericana– al hecho de que el Pedro del norte quiere aplastar con toda su fuerza el cráneo al Pablo del sur porque el Pedro del norte “alquila” a su trabajador “por días” y el Pablo del sur “alquila” al suyo “de por vida”[…] Así estalla la burbuja de espuma de la simpatía tory por los asalariados urbanos, ¡no por lo rurales, ni por pienso!. Y el meollo que había dentro se llama esclavitud» (MEW 23, 270; OME 40, 277, n. 90).

12. El concepto de «economizar cortes despilfarrando la fuerza de trabajo» (OME 40, 276 n). 1ª) Un «despilfarro» no en sentido económico-capitalista; 2ª) Es el esquema ecologista.

13. La nota 98 está destinada a documentar la ignorancia de los niños obreros (MEW 23, 274; OME 40, 280-281).

14. En un comentario a unas declaraciones de un fabricante recogidas en el 4º informe de la comisión infantil, hay una clara proyección de los «costes sociales» en primer término:

«[…] el uso de los hornos de fundición causaría en nuestro caso una pérdida adicional. Si se mantienen en funcionamiento, se desperdicia material combustible» (en vez de desperdiciar el material vivo de los trabajadores, como ahora), «y si no se mantienen en funcionamiento se pierde tiempo en volver a encender el fuego y conseguir el grado de temperatura necesario» (mientras que la pérdida de sueño incluso de niños de ocho años es ganancia de tiempo de trabajo para la familia Sanderson), «y los mismos hornos sufrirán por el cambio en temperatura» (Cosa que no les pasa por el cambio de trabajo diurno y trabajo nocturno)» (MEW 23, 278; OME 40, 285).

Lo de «costes sociales» es para Marx interés de clase. A base de «costes sociales» desde el punto de vista de clase, habría que ver cuál es más grave, si el perjuicio infligido a los obreros o la menor producción. Coste social sólo es categoría decente si hay abolición de clases y de división fija de trabajo.

15. Apela a Hegel en forma/ función antieconomicista. Hasta tal punto tiene a Hegel presente, hasta para las bromas, como cuando, a propósito de la imposibilidad de los niños trabajadores de estudiar durante el día, cita:

«En nuestro tiempo tan reflexivo y raciocinante no habrá llegado muy lejos el que no sea capaz de indicar una buena razón para cualquier cosa, incluso para lo más alto y pecaminoso. Todo lo que se estropea en el mundo es estropeado por sus buenas razones» (Hegel citado en MEW 23, 278, n.102; OME 40, 284).

15. Sarcasmo sobre el «Fortschritts [progreso]» 1865», por jornada de trabajo (MEW 23, 279; OME 40, 286).

16. En la diatriba contra el capitalismo por usurpar el tiempo no dejándolo para funciones no-productivas, implica que los comidas humanas no son medio de producción: [el capital]

«araña roñosamente el tiempo de comer y, si puede, lo incorpora al proceso de producción mismo, de modo que las comidas se la administren al trabajador como mero medio de producción, como el carbón a la caldera de vapor y sebo de aceite a la maquinaria» (MEW 23, 280; OME 40, 287).

Tiempos modernos de Chaplin.

17. La disputa con Macaulay es literalmente la disputa con los progres a lo De Miguel que hay que hacer hoy. Cfr. MEW 23, 289, n.120 (OME 40, 295). Cfr. Historia.

18. Papel importante del protestantismo en la génesis del capital. (MEW 23, 292, n.124; OME 40, 298).

19. En la cuestión de la jornada de trabajo hay un mecanismo posible puramente económico (el coste de reposición de la fuerza de trabajo que se sobredesgasta). Frente a él, el après moi le déluge [después de mí, el diluvio] capitalista. De aquí lucha de clases, que es el motor a la vez no economicista y no idealista. Pero subyace la posibilidad de que el mecanismo económico determine conductas, ya en sentido despilfarrador ya en sentido «ahorrador» de la fuerza de trabajo (MEW 23, 281 ss; OME 40, 285 ss).

20. Las palabras «Fortschritt» y «Rückschritt» entrecomilladas en la frase:

«Los fabricantes permitieron ese “progreso”, pero no sin un “regreso” compensador» [se trata de la ley inglesa de 1844] (MEW 23, 299; OME 40, 305).

Las comillas a «regreso» hacen pensar que no está entrecomillado «progreso» porque no sea «progreso auténtico» sino por rechazo del par.

21. La extensión de toda esta historia de la jornada de trabajo dice mucho:

Para la «teoría» es innecesaria, particularmente en sus detalles. Lo que documenta no es el funcionamiento de una estructura sin lucha de clases, sino la lucha de clases, esto es, que la economía política –la cual habla de estructuras así– es apología.

Por otra parte, muestra lo relativamente poco compuesto incluso de Kap I.

[NE: subrayado por MSL una vez Kap y tres veces I].

21’. La extensión del tratamiento de la jornada de trabajo dice dos cosas interesantes: por un lado, es del todo innecesaria para la «teoría». Por otro, muestra lo relativamente poco compuesto incluso del libro I. Y recordar lo casual de la causa.

22. En MEW 23, 307 (OME 40, 313) se rie de los «courtes séances [sesiones cortas]» de Fourier que en escritos juveniles había calcado.

23. La nota 175, que registra la mejoría de la salud obrera posibilitada por la legislación fabril, se tiene que tener en cuenta para estimar la tesis de la Verelendung (empobrecimiento) (MEW 23, 310; OME 40,316-317).

24. Una tesis importante por la concepción el cambio de los capitalistas y por la comprensión del mecanismo de alianza con el proletariado:

«Se comprende sin dificultad que, una vez que los magnates de las fábricas se hubieron sometido a lo inevitable y reconciliado con ello, la capacidad de resistencia del capital se debilitó gradualmente, mientras al mismo tiempo que aumentaba la capacidad de ataque de la clase obrera con el número de sus aliados en las capas sociales no interesadas directamente por la cuestión.» (MEW 23, 313; OME 40, 319) [Las cursivas son de MSL]

25. Una exposición que prueba que en el método dialéctico (en mi sentido) de Marx las cadenas causales no son unívocas (mismas causas pueden tener efectos distintos y hasta contrapuestos):

«El alterado modo de producción material y las relaciones sociales de los productores, alterados de modo correspondiente a aquél, crean primero el abuso desmedido y suscitan luego, al contrario, el control social que limita, regula y homogeniza legalmente la jornada de trabajo…» (MEW 23, 315-316; OME 40, 321-322).

26. Muestra de la escasa tecnificación del léxico:

«La historia de la regulación de la jornada de trabajo, en algunos modos de producción, y, en otros, la lucha, que aún continua, por esa regulación…» (MEW 23, 316; OME 40, 322).

Ejemplo de los primeros sería la hilatura de algodón; de los segundos la minería. Ambos son, sin embargo, capitalistas. «Modo de producción» significa aquí la concreción más precisa y particular.

27. En la nota 191 cita con elogio la tesis oweniana de la combinación del trabajo productivo con la educación de los niños (MEW 23, 317; OME 40, 323).

28. Progresismo ingenuo yanqui (MEW 23, 318; OME 40, 324).

29. Radicalismo del sindicalismo, por así decirlo (MEW 23, 320; OME 40, 325).

IX Capítulo noveno: Cuota y masa de la plusvalía.

1. La mala dialéctica.

La ley del salto de la cantidad a la cualidad, con el ejemplo –nota 205ª– de los hidrocarburos. Además de su insostenibilidad (pues no es una acumulación de una serie lo que produce la otra, sino que su «añadido de más C y H» no es un «añadido» cualquiera, sino que es ya el cambio de estructura, por lo que el ejemplo es una petición de principio, posible sólo por un aislamiento abstracto de estructura y estructurado), la nota denuncia la sabihondería de la indocta ignorancia:

«Aquí, como en la ciencia de la naturaleza, se confirma la verdad de la ley, descubierta por Hegel en su Lógica, de que alteraciones meramente cuantitativas mutan, en cierto punto, en diferencias cualitativas».

Nota: «No otra es la ley en que se basa la teoría molecular aplicada en la química moderna y desarrollada científicamente por vez primera por Laurent y Gerhardt» (MEW 23, 327; OME 40, 333).

No se trata de falta de honradez en la frivolidad de la cita, sino de falta de idea de la ciencia moderna.

2. ‘Produktionsweise [Modo de producción]’ en el sentido más concreto (MEW 23, 328; OME 40, 334).

3. Otro ejemplo de la lamentable filosofía ingenua del conocimiento:

«… hacen falta muchos eslabones para entender que 0/0 puede representar una magnitud real» (MEW 23, 325; OME 40, 331).

4. Versión material u objetiva de la clásica cuestión (crítica a Hegel, juvenil) de la transposición recíproca de sujeto y objeto:

«Ya no es el trabajador el que aplica los medios de producción, sino los medios de producción los que utilizan al trabajador» (MEW 23, 329; OME 40, 335).

X. Sección cuarta: La producción de la plusvalía relativa.

Capítulo décimo: Concepto de la plusvalía relativa.

1. La abstracción básica comporta un modelo «puro» (a veces dice «esencial»). Ejemplos excelentes: «Pese al importante papel que desempeña este método [MSL: el pago de la fuerza de trabajo por debajo de su valor] en el movimiento real del salario del trabajo, queda excluido de aquí por el presupuesto de que las mercancías –también la fuerza de trabajo, por lo tanto– se compran y se venden por su valor completo» (MEW 23, 333; OME 40, 339) [Cursiva MSL].

En su autoconsciencia metodológica, el modelo abstracto es la esencia:

«Las tendencias generales y necesarias del capital se tienen que distinguir de sus formas de manifestación» (MEW 23, 335; OME 40, 341).

Por cierto que ahora caigo en lo siguiente: pese a todo su antiepistemologismo o antikantismo, el mundo filosófico hegeliano está infectado de gnoseologismo hasta el punto de contraponer a esencia no existencia, sino apariencia. Claro que tienen que ver, pero de todos modos no son lo mismo. Item más, hace falta la increíble deformación de los textos por Althusser para hacer de Marx un antiesencialista.

2. Un uso limpiamente no hegeliano, donde no se «reproduce» individuos diferentes, sino sólo realmente el mismo, y que confirma mis interpretaciones de párrafos atrás:

«… el tiempo necesario para la producción de la fuerza de trabajo, pues la reproducción de su valor…» (MEW 23, 333; OME 40, 339).

Desgraciadamente no mantiene el uso con consecuencia: «reproducción de la fuerza de trabajo» (MEW 23, 334; OME 40, 340), en el sentido de producción.

3. Léxico, cosas de interés:

Produktivhaft der Arbeit = productividad (MEW 23, 333, passim; OME 40, 339), pero sin tener en cuenta los medios de trabajo. De modo que ni siquiera un término tan importante está tecnificado de verdad.

Produktionsweise se cambia a cada cambio de la productividad del trabajo con independencia de los medios de producción. El término está, pues, usado literalmente, con una total concreción. Y como él mismo lo usa otras veces para «modo de producción capitalista», etc., es evidente que no está tecnificado plenamente, porque se usa en varios planos o niveles de abstracción. Aquí MEW 23, 333, 336, donde el modo de producción cambia con el cambio que abarata el producto unitario.

4. En relación con la cuestión léxica de los términos técnicos y en relación con el mismo «Produktionsweise», dos pasos de importancia doctrinal:

«El capital tiene que subvertir las condiciones técnicas y sociales del proceso de producción, o sea, el modo de producción mismo, para aumentar la fuerza productiva del trabajo y observar así la parte de la jornada de trabajo necesaria para la reproducción de ese valor» (MEW 23, 334; OME 40, 340).

Lo segundo, pues, implica lo 1º. Pero lo segundo se da diariamente, sin cambio del capitalismo a otra cosa. Luego el capitalismo tiene varios modos de producción todos capitalistas (Cfr. El auténtico ejemplo de la panadería).

El capital no puede, por lo tanto, limitarse a dominar, si quiere aumentar la productividad del trabajo:

«y no puede duplicarse sin alteración de sus medios de trabajo, o de su método de trabajo, o de unos y otros al mismo tiempo. Tiene que ocurrir, por lo tanto, una revolución de las condiciones de producción de su trabajo, esto es, de su modo de producción y, por lo tanto, del proceso de trabajo mismo« (MEW 23, 333; OME 40, 339).

Así que: 1) alteración de trabajo v(o) alteración método de trabajo ⊃ [incluye] 2) Revolución condiciones de producción ⊃ 3) Revolución modo de producción ⊃ 4) Revolución del proceso de trabajo.

5. ‘Produktionsweise’ en el sentido, etimológico material (MEW 23, 337, 341), incluso, como sinónimo, ‘Arbeitsweise [modo de trabajo]’ (MEW 23, 343). En cambio, usa la expresión ‘kapitalistische Produktion’ (MEW 23, 340; OME 40, 346).

XI. Capítulo décimo primero: Cooperación.

1. Unos cuantos rasgos «constituye histórico y conceptualmente el punto de partida de la producción capitalista» (MEW 23, 341; OME 40, 347).

Nada de lío hegeliano.

2. Ingenuidad esencialista de la metodología.

Difícil penumbra entre la ingenuidad metafísica esencialista y la acertada práctica metodológica con la convencionalidad de las definiciones, que siempre son intelectualmente [ilegible]:

«[…] está claro que la jornada total de trabajo de un número grande de trabajadores ocupados simultáneamente, dividida por el número de trabajadores, es en sí (an und für sich) un día de trabajo social medio» (MEW 23, 342; OME 40, 348).

3. La cuestión de lógica e historia tiene aquí un matiz: no se trata de lógica, sino de procedimiento del autor.

«La marca del análisis impone esa desmembración del objeto, la cual, por otra parte, corresponde al espíritu de la producción capitalista» (MEW 23, 344; OME 40, 350).

4. Léxico: «persönliche Produktivität [productividad personal]» (MEW 23, 344; OME 40, 350).

5. El desarrollo sobre la suma mínima de capital para instaurar cooperación simple (MEW 23, 349-350; OME 40, 355-356) y sobre la necesidad mayor o menor de dirección que tiene todo trabajo inmediatamente social (MEW 23, 350; OME 40, 356) hace reconocer la presencia de cierta economía «pura» en Marx. El mínimo es ahora «materielle Bedingung» [condición material], el «Kommando» [mando] o «Befehl» [orden] «y, por lo tanto, bajo el capitalista, en vez de trabajar para sí mismo»; la dirección, función natural, al mismo tiempo que de explotación (Ibid).

6. Überhaupt [Generalmente] el capítulo 11, sobre la cooperación, es importante para conocer la comprensión que Marx tiene del capitalismo. La peculiaridad de éste a propósito de la cooperación (o también: la peculiaridad de éste que se revela en la cooperación) consiste en su duplicidad o ambigüedad: su dirección del proceso de trabajo es ambigua como el proceso mismo: por un lado producción social, por otro valorización del capital, y (por consecuencia de esto último, digo yo) despótica (MEW 23, 351; OME 40, 357)

Es notable que el paralelo de la valorización de capital existe siempre, en forma de necesidad de plusproducto y, por lo tanto, de plustrabajo. ¿Implica eso despotismo? La hipótesis marxiana es, evidentemente, que no, porque el plusproducto socialista no se apropia individualmente. Pero vale la pena inferir por contraposición sobre la URSS.

En todo caso, el pensamiento de Marx sobre este punto queda claro en la expresión: «(…) el carácter capitalista y, por lo tanto, antagonístico (…)» (MEW 23, 352; OME 40, 358).

7. Dos interesantes notas para calibrar progresismo y para utilizar en lo de Arizona:

a) la 22: «Sir James Stewart, siempre destacado por su aguda visión de las diferencias sociales características de distintos modos de producción, observa lo siguiente. “¿Por qué las grandes empresas manufactureras aniquilan las artes e industrias domésticas, sino para acercarse más a la simplicidad del trabajo esclavo?”» (Princ. of Pol. Econ, Londres 1767, vol. I, págs 167, 168). (MEW 23, 352; OME 40, 358)

b) La 23a: «Tal vez no esté en un error Linguet cuando en su Théorie des Lois civiles dice que la caza es la primera forma de cooperación y la caza del hombre (la guerra) es una de las primeras formas de caza» (MEW 23, 354; OME 40, 360]

8. Léxico: «[…] propiedad colectiva de las condiciones de producción […]» (Se trata de la aldea india) (MEW 23, 354; OME 40, 360). No te digo…

9. Otra cuestión de léxico: cuando dice (MEW 23, 354; OME 40, 360) que la forma capitalista de la cooperación se desarrolla «im Gegensatz…» [«…en contraposición con la economía campesina y con el taller artesanal independiente…»], está claro que ‘Gegensatz’ no puede ser contradicción, por lengua.

XII. Capítulo décimo segundo: División del trabajo y manufactura.

1. Casi identificación de la evolución social con la biológica (MEW 23, 360). Buen paso para la cuestión ciencias de la naturaleza-ciencias del espíritu y para la de la economía como ciencia natural:

«La manufactura produce en efecto el virtuosismo del trabajador detallista reproduciendo en el interior del taller y llevando sistemáticamente hasta el extremo la especialidad espontánea de los tejidos que encuentra en la sociedad. Por otra parte, su conversión del trabajo parcial en la profesión de por vida de un ser humano corresponde al impulso de sociedades más antiguas a hacer hereditarios los oficios, fosilizarlos en castas o cuajarlos en gremios en el caso de que determinadas condiciones históricas engendren una variabilidad del individuo contradictoria con el sistema de castas. Casta y gremios brotan de la misma ley natural que regula la separación de las plantas y los animales en especies y subespecies, con la diferencia de que un acierto grado del desarrollo se decreta como la ley social la hereditariedad de las castas o la exclusividad de los gremios» (OME 40, 366).

2. Importante para la cuestión de la economía pura en el pensamiento de Marx:

«El hecho de que no se aplique a una mercancía más que el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción no parece ser, en la producción mercantil en general y como tal, más que construcción externa por la competición, porque dicho superficialmente, cada productor individual tiene que vender la mercancía a su precio de mercado. En la manufactura, en cambio, el suministro de una determinada cantidad de producto en un tiempo de trabajo dado llega a ser la ley técnica del proceso de producción mismo» (MEW 23, 366; OME 40, 372).

Por necesidades de la cooperación de los obreros.

3. Los dos importantísimos párrafos sobre «los costes de aprendizaje».

3a. El primero hace descripción de los hechos básicos de la manufactura desde el punto de vista de aquellos gastos:

«Como las diferentes funciones del trabajador conjunto son más o menos simples o compuestas, bajas o elevadas, sus órganos, las fuerzas de trabajo individuales, requieren grados de formación muy diferentes y poseen, por lo tanto, valores muy diferentes. La manufactura desarrolla así una jerarquía de las fuerzas de trabajo, a la que corresponde una escala de salarios [1]. Si, por una parte, el trabajador individual se asigna y anexiona de por vida a una función unilateral, por otra, las distintas operaciones laterales se adaptan a aquella jerarquía de capacidades naturales y adquiridas. Pero todo proceso de producción implica ciertas manipulaciones sencillas de las que es capaz cualquier ser humano tal como lo echan al mundo. También estas operaciones se separan de su fluida conexión con los momentos de más contenido de la actividad y cristalizan en funciones exclusivas» (MEW 23, 370; OME 40, 377)

(1) Implica que antes de la manufactura no hay tal escala: primero, porque al no haber tan detallada división de funciones, no puede cristalizar. Segundo, porque la división que hay –que es de status: aprendiz, oficial, maestro– está concebida como camino o carrera (no escala fija) de aprendizaje. Lo económico está cubierto por las flores de que habla el MC [Manifiesto Comunista].

3b. El segundo párrafo tiene, junto con más descripción, inferencias e interpretaciones:

«Por eso la manufactura engendra, en cada oficio que aferra, una clase de trabajadores llamados sin habilidades, rigurosamente imposibles en la explotación artesana [2]. Mientras por un lado desarrolla la especialidad recortada, a costa de la capacidad global de trabajo, hasta hacer de ella un virtuosismo, la manufactura empieza ya, por otra parte, a convertir en especialidad la falta de todo desarrollo [3]. Junto a la gradación jerárquica aparece la simple división de los trabajadores en especialistas y peones. Para estos últimos no existen en absoluto costes de aprendizaje [4] y para los primeros esos costes disminuyen en comparación con el artesano, a consecuencia de la simplificación de la función [5]. En ambos casos disminuye el valor de la fuerza de trabajo [6]. La excepción surge en cuanto que la descomposición del proceso de trabajo engendra nuevas funciones recomponedoras que en la explotación artesana no se daban o no se daban en la misma medida [7]. La desvalorización relativa de la fuerza de trabajo, originada por la disminución o la disminución de los costes de aprendizaje, implica una valorización inmediatamente superior del capital, pues todo lo que acorta el tiempo necesario para la reproducción de la fuerza de trabajo prolonga el dominio del plustrabajo [8]» (MEW 23, 371; OME 40, 377).

(2) Cfr. nota 1 [de 3a]. Pero las flores importan menos que la globalidad del trabajo incluso de un aprendiz.

(3) En la industria más moderna, eso se invertiría totalmente y en vez de «falta de desarrollo» se trataría de versatilidad, como lo ha visto el mismo Marx para la gran industria. Este cambio supone consecuencias nuevas para el valor de la fuerza de trabajo, porque la versatilidad no especializada (especializada en no especializarse) requiere enseñanza superior. Cfr. nota 6.

(4) Esto estaría acabándose hoy.

(5) Lo mismo, a causa de que dominar la simplificación debería significar hoy conocer leyes generales científicas y amplios conceptos tecnológicos.

(6) Esto hoy aumenta el valor de la fuerza de trabajo.

(7) La excepción que Marx ve ya en los siglos XVII-XVIII es hoy menos rara. Y es la nota distintiva –o una de ellas– que da la peculiaridad del nuevo tipo, que lo hace espiral que se aleja de la artesanía, aunque coincidiendo en parte con ella frente a la manufactura (y la gran industria).

(8) La cosa habría cambiado aquí seriamente, planteando una situación contradictoria análoga a la planteada, ya a la vista de Marx, por la composición orgánica del capital y la plusvalía relativa. La fuerza de trabajo más cara tiene también más valor de uso.

Buen ejemplo de «ortodoxia» sin coincidencia material.

4. Me he saltado dos epígrafes: «2. El trabajador parcial y su herramienta» (MEW 23, 358; OME 40, 366) y «3. Las dos formas básicas de la manufactura: m. heterogénea y manufactura orgánica» (MEW 23, 362; OME 40, 369).

5. Importante formulación de método: primero génesis, luego elementos simples, luego «mecanismo global» (MEW 23, 371; OME 40, 378). Esto en el estudio de una individualidad histórica, no de un modelo.

6. Léxico: división del trabajo general, particular y singular (MEW 23, 371; OME 40, 378).

7. Léxico: «Produktionsweise» [modos de producción] otra vez en sentido tecnológico inmediato (MEW 23, 372; OME 40, 379).

8. Nueva afirmación de diferencias no clasistas, ni siquiera «puramente sociales» –sino biológico-sociales– que están en la base de fenómenos sociales como la producción mercantil (MEW 23, 372; OME 40, 379).

9. «El intercambio no crea la diferencia entre las esferas de la producción, sino que pone en relación esas esferas diferentes y las convierte de ese modo en ramas más o menos interdependientes de una producción social total» (MEW 23, 372; OME 40, 379).

Es en el contexto de una descripción de división natural primitiva del trabajo comparada con la propia de la manufactura. También la primera tiene dos génesis: además de ésa, la génesis por diferencia fisiológica.

10. La dialéctica entre división social (evidentemente pre-capitalista) y división manufacturera del trabajo (MEW 23, 374, 376; OME 40, 380, 382).

Atención al léxico.

11. La importante cita de Ferguson, con la declaración de que las esferas no económicas no tienen su lugar en El Capital:

«No es esté el lugar adecuado para seguir mostrando cómo [MSL: la división del trabajo, en la manufactura] aferra, junto a la económica, toda otra esfera de la sociedad y pone en todas partes los cimientos del desarrollo del sistema de las profesiones, de las especialidades, y de una parcelación del ser humano lo que hizo exclamar ya a A. Ferguson, el maestro de A. Smith: “Estamos haciendo una nación de hilotas y no hay entre nosotros hombres libres”» (MEW 23, 375; OME 40, 381)

Es una declaración de que las esferas no económicas no tienen lugar en El Capital. Lo que muestra lo complicado de la cuestión del objeto del Capital. Un MP althusseriano implica, en efecto, esferas no económicas. Etc. Parece lo más razonable pensar en escasa realización de unas ideas tan fecundas como poco claras.

12 Párrafo sobre inmutación de la aldea oriental, de importancia para el «Volver a Arizona» (MEW 23, 379; OME 40, 385-386):

«El sencillo organismo productivo de esas comunidades autosuficientes que se reproducen constantemente en la misma forma y que, cuando quedan casualmente destruidas, se reconstituyen en el mismo lugar y con el mismo nombre, nos entrega la clave [1] del misterio de la inmutabilidad de las sociedades asiáticas, en tan llamativo contraste con la constante disolución y reconstitución de los estados asiáticos y con el ininterrumpido cambio de dinastías. La estructura de los elementos económicos básicos de la sociedad no se ve afectada por las tormentas de la política región de las grandes nubes [2].» [cursivas de MSL]

(1) La explicación es el organismo productivo que, en su sencillez,

(2) No queda afectado por cambios políticos

Aparte de ser una de las mejores y más agudas explicaciones de Marx, es un buen ejemplo refutador del determinismo. Cambio político (literario, etc) no implica cambio social –ni anterior, ni posterior–, sino tal vez todo lo contrario: se ve favorecido por la falta de cambio social.

13. Léxico: el párrafo anterior:

(a) tiene el primer uso de ‘Struktur’ en un sentido importante como expresión del pensamiento de Marx;

(b) basta para condenar el uso «estructura-sobrestructura», pues se trata aquí de la estructura de la base.

14. La importante afirmación de la universalidad de «la división del trabajo en el conjunto de la sociedad» (MEW 23, 380; OME 40, 386).

15. Léxico: «Produktionsbedingungen, wie Baulichkeiten, Ofen usw [condiciones sociales de producción, como edificios, hornos, etc]» (MEW 23, 380; OME 40, 387).

16. El aumento del mínimo del número de trabajadores «es una ley que brota del carácter técnico de la manufactura» (MEW 23, 381; OME 40, 387). Brotar es entspringen.

17. «Es producto de la división manufacturera del trabajo el que las potencias intelectuales del proceso material de producción se contrapongan [MSL: a los trabajadores] como propiedad ajena y poder que los domina. Este proceso de división empieza en la cooperación simple, en la cual el capitalista representa frente a los trabajadores individuales la unidad y la voluntad del cuerpo social del trabajo. Se desarrolla en la manufactura, que mutila el trabajador para hacer de él un trabajador parcial. Y se consuma en la gran industria, que separa del trabajo la ciencia como autónoma potencia de producción y la pone al servicio del capital» (OME 40, 388-389).

He de recogerlo en la descripción.

17’. «Los conocimientos, la penetración y la voluntad que, aunque sea en pequeña escala, desarrolla el campesino o el artesano independiente, igual que el salvaje ejerce como astucia personal todas las artes de la guerra, no se requieren ahora más que para el conjunto del taller [MSL: en la manufactura]. Las potencias intelectuales de la producción amplían su escala por un lado porque desparecen por otros muchos*. Lo que los trabajadores parciales pierden se concentra frente a ellos en el capital [cita a Ferguson]. Constituye un producto de la división manufacturera del trabajo el contraponerlas las potencias intelectuales del proceso de producción como propiedad ajena y como poder que los domina. Este proceso de escisión empieza en la cooperación simple, en la cual el capitalista representa frente a los trabajadores individuales la unidad y la voluntad del cuerpo social del trabajo. Se desarrolla en la manufactura, que amputa al trabajador haciendo de él un trabajador parcial. Se consuma en la gran industria, la cual separa la ciencia, como potencia propia de producción, del trabajo, y la exprime al servicio del capital» (OME 40, 388-389) [cursiva MSL].

(*) Esto refuta la idea que se hace Gorz de la idea que se hace Marx del proletariado.

Contraponer a paso de Grundrisse.

18. [Ciencia y producción] «(…) die Wissenschaft als Produktionspotenz (…) [la ciencia, como potencia propia de la producción…]» (MEW 23, 382; OME 40, 389).

Es el párrafo sobre la separación de la ciencia y el trabajo manual.

Algo más que léxico.

19. «Un cierto anquilosamiento intelectual y físico es inseparable incluso de la división del trabajo en el conjunto de la sociedad» (MEW 23, 384; OME 40, 390-391).

No está en el «realista» volumen III.

20. Escribe sobre división manufacturera del trabajo haciendo depender su forma capitalista de «den vorgefundenen Grundlagen [los conceptos básicos encontrados]» (MEW 23, 386; OME 40, 391). No olvidar, sin embargo, que en este mismo contexto reivindica haber sido el primero en exponer el carácter capitalista de la manufactura (en Miseria de la filosofía).

Facit: la división manufacturera del trabajo es una singularidad, para cuya comprensión las abstracciones son necesarias y no suficientes.

21. «La economía política, que como ciencia propiamente dicha no aparece hasta el período de la manufactura, considera la división social del trabajo exclusivamente desde el punto de vista de la división manufacturera del trabajo, como medio de producir más mercancía con la misma cantidad de trabajo, de abaratar, por lo tanto, las mercancías y acelerar la acumulación del capital. Los autores de la Antigüedad clásica, en estricta contraposición a esa acentuación de la cantidad y del valor de cambio, se limitan exclusivamente a la calidad y el valor de uso. A consecuencia de la división de las ramas sociales de la producción, las mercancías se hacen mejor, los diferentes impulsos y talentos de los hombres se eligen las correspondientes esferas de acción, y sin limitarse no se puede rendir nada importante en ninguna parte. Así, pues, el producto y el productor se mejoran mediante la división del trabajo» (MEW 23, 387-388; OME 40, 392-393)

El contexto y el tono permiten pensar que ve el problema como determinado por la naturaleza de la manufactura y su división del trabajo, no de toda división del trabajo.

22. «Aunque la descomposición de la actividad rebaja los costes de formación y, por lo tanto, el valor de los trabajadores, sigue siendo necesario, para los trabajados de detalle más difíciles, un tiempo de aprendizaje largo que los trabajadores mantienen celosamente incluso donde ya es superfluo. Así hallamos, por ejemplo, en Inglaterra las laws of apprenticeship, con su período de aprendizaje de siete años, en plena vigencia hasta el final del período manufacturero y sólo arrumbadas por la gran industria» (MEW 23, 389; OME 40, 395-396) (cursiva MSL).

Es en la enumeración de las contradicciones que llevan al final de la manufactura.

«Valor de los trabajadores» no es correcto

Respecto de lo de educación: negativamente abaratadora de la fuerza de trabajo habría sido, pues, la gran industria maquinista.

23. «Como la habilidad artesana sigue siendo el fundamento de la manufactura y el mecanismo conjunto que funciona en ésta no tiene ningún esqueleto objetivo independiente de los trabajadores mismos, el capital forcejea constantemente con la insubordinación de los trabajadores» (MEW 23, 389; OME 40, 396).

Es también en el contexto de las contradicciones de la manufactura (Ésta es una de ellas). La idea tiene mucho interés para la cuestión del progresismo. Tanto como el paso siguiente:

24. «Las máquinas son la abolición de la actividad artesana en cuanto principio regulador de la producción social. De este modo, y por una parte, se elimina el fundamento técnico de la anexión de por vida del trabajador a una función parcial. Por otra se derrumban las limitaciones que ese mismo principio ponía aún el dominio del capital.» (MEW 23, 390; OME 40, 396-397).

Sugiere un esquema hegeliano-optimista, hegeliano futurista, de dialéctica progresista: el modo, o los modos (desde los griegos y egipcios) de producción pre-maquinista exigían o promovían la adscripción perpetua del trabajador a una función parcial; el capitalismo maquinista supera esa exigencia e impone su dominio al trabajador; la negación de la negación superará este dominio sin restaurar la adscripción perfecta. «Hay» o «habido que» pasar por el capitalismo para llegar al trabajo libre y, a la vez, interesante, o no alienado. Los hombres podrán cambiar de trabajos sin hacerlo mal ni estar sometidos por un aparato (»esqueleto») objetivo, independiente de ellos. Esto supone una enorme reducción de la carga de trabajo, etc. Es la versión del comunismo de la abundancia y de la casi ociosidad. ¿Hasta qué punto creía Marx al final en ese esquema? Parece que de un modo u otro haya creído siempre, puesto que también la variante del ocio supone gran abundancia. Pero, en esta variante, ¿cree Marx que el trabajador es dominado en el trabajo?

[Nota posterior:

Lo de la superación de la adscripción de por vida mantiene la ilusión sobre el trabajo].

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12. Prólogo de la edición catalana de El Capital

Durante su estancia en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), curso 1982-1983, Sacristán escribió el prólogo de la edición catalana de Das Kapital, publicada conjuntamente por Edicions 62 y la Diputación de Barcelona. Jordi Moners fue el traductor del clásico marxiano y del prólogo de Sacristán al catalán. Esta misma traducción catalana ha sido reeditada recientemente por la editorial Tigre de Paper, con un prólogo complementario de Silvia Federici añadido al de Sacristán y una guía de lectura de Néstor Kohan.

El siguiente texto es el original castellano de Sacristán. Fechado en México DF el 1º de Mayo de 1983.

La aparición de esta traducción catalana de El Capital puede parecer intempestiva. El libro sale, en efecto, alrededor de un siglo después de que empezara a estar presente en la vida social y cultural de Cataluña; y, además, en un momento que no se puede considerar de mucho predicamento de la obra de su autor, sobre todo en comparación con lo que ocurría hace quince o veinte años.

Es obvio que la primera circunstancia tiene mucho que ver con los obstáculos con que ha tropezado la cultura superior catalana durante estos cien años, desde los de lejana raíz histórica hasta los particularmente difíciles que levantó el franquismo. Desde el punto de vista de esta consideración, la publicación de El Capital en catalán, como la de cualquier otro libro clásico, es una buena noticia para todos los que se alegran de que los pueblos y sus lenguas vivan y florezcan.

La segunda circunstancia –el hecho de que este libro aparezca en catalán en un momento que no es de los más favorables para él– puede facilitar una buena lectura. Esto no tiene mucho de paradójico: cualquier libro y cualquier autor pagan el hecho de estar muy de moda con una simplificación más o menos burda de su contenido o con versiones apologéticas demasiado estilizadas. Es posible que sólo a este precio la obra influya extensamente: por eso nadie es dueño de sus propias influencias. En el caso de El Capital todo esto adquiere proporciones grandes y reales. Y, puesto que «gris es toda teoría y verde el árbol de la vida»1, seguramente es más jugoso el caos de la influencia práctica de las lecturas dudosas propias de las épocas de éxito de una obra que el fruto de una lectura tranquila, relativamente fácil en una situación de escasa acción social de las ideas leídas.

En cualquier caso, el lector del Capital puede beneficiarse hoy de la conclusión de las polémicas de los años sesenta y setenta acerca de la posición y la importancia de este libro en la obra de su autor. Hoy debería estar salomónicamente claro, por una parte, que El Capital es la obra máxima de la madurez de Marx (como, tal vez innecesariamente, lo proclamó con gran énfasis Louis Althusser) y, por otra parte, que El Capital no es toda la «Economía» planeada por su autor, ni lo habría sido aunque Marx lo hubiera terminado (como no menos insistentemente lo enseñó Maximilien Rubel en las polémicas aludidas).

Pero quizá no haya que hacerse ilusiones acerca de la superación definitiva de polémicas causadas por lecturas unilaterales de Marx impregnadas de intereses ideológicos o políticos. Tal vez ni siquiera se haya acallado para siempre la disputa acerca de la relación entre el «Marx joven» y el «Marx maduro», que presidió la literatura marxológica de los últimos decenios y en cuyo marco se inscribieron las tomas de posición de Althusser y Rubel. La verdad es que toda persona hecha a criterios académicos de discusión tiene motivos para considerar resuelta esta vexatam quaestionem... Pero no se puede decir lo mismo de los que leen a Marx con el deseo de encontrar en él argumentos, o, por lo menos, palabras en que apoyar tesis políticas propias. Así, por ejemplo, bajo el betselleriano título de Adiós al proletariado, André Gorz ha publicado recientemente unos escritos que, en lo que tienen de exégesis de Marx, utilizan líneas de pensamiento del autor procedentes de épocas diferentes de su desarrollo y aparentemente discordes, sin trabajar el problema histórico y textual que plantea esta situación. Parecería que esto no fuera posible en Francia después del Pour Marx y el Lire le Capital de Althusser, pero lo es.

Sin embargo, a pesar de la aparente inmortalidad de este asunto de los dos Marx –el joven y el maduro, el filosófico y el científico–, es razonable pensar que se trata de un asunto mucho menos importante para el futuro de lo que ha sido en el pasado reciente. Pues las reconstrucciones del pensamiento marxiano unilateralmente basadas en uno u otro de los «dos» Marx están en peligro de no oír siquiera los interrogantes nuevos que una nueva época del «desarrollo de las fuerzas productivas» va a dirigir a la lectura de Marx.

En efecto, prescindiendo de la caducidad de tesis particulares de Marx, la historia reciente y las anticipaciones hipotéticas del futuro próximo coinciden en quitar verosimilitud a la hipótesis marxiana acerca de la función del desarrollo de las fuerzas productivas materiales e intelectuales en su modelo de revolución socialista.

La acentuación unilateral de la importancia del Marx maduro –el Marx del Capital y de sus borradores, de la fase de su vida que empieza en 1857 y dura hasta sus años últimos–, con desprecio de la obra anterior a esa fase, se apoya decisivamente en la objetividad de las leyes históricas, centradas en última instancia en torno a la creciente «contradicción»2 entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción de una época de crisis. Ahora bien, ciertas consideraciones bastante obvias tienden a desbaratar este modelo por lo que hace a la crisis de nuestros días, o, por lo menos, a la predicción que a este respecto enuncia la vulgata marxista. Los textos de Marx sugieren desde 1848 que su autor creía que las fuerzas productivas entonces operantes estaban entrando en «contradicción» con las relaciones de producción capitalistas y que la resolución de esa «contradicción» sólo podía ser el socialismo. Una lectura lo más literal posible de esos textos permite salvar el modelo teórico general marxiano (pues sin duda se puede entender el florecimiento de las sociedades anónimas industriales y financieras como la revolución de las relaciones de producción resolutoria de la «contradicción» con el desarrollo de las fuerzas productivas señalada por Marx en aquellos años), pero no su predicción socialista. Esto mismo ocurre hoy, pero todavía más demoledoramente para la predicción marxiana, porque las fuerzas productivas cuyo desarrollo caracteriza nuestra presente civilización no han sido ni soñadas por Marx, pero, a pesar de ello, la predicción del inminente «paso al socialismo» no es más verosímil que en 1848. Esta consideración quita mucho atractivo al marxismo teoricista, objetivista y cientificista, basado en el «Marx maduro», que predominó en el marxismo de los países capitalistas durante los años sesenta y setenta. Aquella lectura de Marx tenía graves defectos internos –principalmente la incoherencia entre su cientificismo y la inspiración hegeliana, presumiblemente ignorada por sus protagonistas, de su infalibilismo y objetivismo histórico–, pero sin duda es la evolución política y económica ocurrida desde entonces lo que más la desacredita. Por lo demás, ese teoricismo marxista se veía obligado a despreciar no solo la obra del «Marx joven», del que tanto se discutía, sino también la del menos leído «Marx viejo», el cual había escrito categóricamente, en una carta hoy célebre a la revolucionaria rusa Vera Sassulich3, que sus tesis del Capital se referían exclusivamente a las sociedades europeas occidentales.

Pero no es probable que la reconocida implausibilidad de la imagen de un Marx teórico puro, o autor de ciencia pura, tal como tendió a verlo el estructuralismo, haga hoy más convincente la vuelta a una interpretación de la obra marxiana desde el «Marx joven», desde los manuscritos de 1844 principalmente, como la cultivada por varias escuelas marxistas o marxológicas en los años cincuenta, con desprecio más o menos acentuado del «positivismo» del Capital. También en este punto lo decisivo ha de ser la práctica, esto es, un criterio de coherencia con las necesidades sociales. No parece que los conceptos fundamentales del Marx filósofo (que así es como habría que llamarle, más que «Marx joven») –humanidad genérica, alienación, retrocaptación de la alienación, etc.–, por interesantes que sean y por adecuadamente que expresen las motivaciones y las valoraciones comunistas marxianas, sean por sí solos suficientemente operativos para permitir un manejo eficaz del intrincado complejo de problemas tecnológicos, sociales y culturales con que se ha de enfrentar hoy un proyecto socialista. Para eso hace falta ciencia, «positivista» conocimiento de lo que hay, de lo «dado», cuyo estudio es tan antipático para el revolucionario romántico cuanto imprescindible para toda práctica no fantasmagórica. Esto hará siempre del Capital una pieza imprescindible de cualquier lectura sensata de Marx, pues esas dos mil páginas y pico contienen el esfuerzo más continuado y sistemático de su autor para conseguir una comprensión científica de lo que hay y de sus potencias y tendencias de cambio.

Pero una visión científica adecuada, ni cientificista ni apologética, tiene que partir de la revisabilidad de todo producto científico empírico. Lukács hizo una vez el experimento mental de preguntarse si quedaría algo del marxismo una vez que todas sus tesis particulares hubieran sido falsadas o vaciadas por la evolución social. Pensó que sí, que quedaría algo, a saber, el estilo de pensamiento muy abarcante y dinámico, histórico, que él llamó «método dialéctico». Admitiendo que esta idea de Lukács es muy convincente, habría que añadirle o precisarle algo: el programa dialéctico de Marx –que engloba economía, sociología y política, para totalizarse en la historia– incluye un núcleo de teoría en sentido estricto que, sin ser todo El Capital, se encuentra en esta obra. El programa mismo era ya entonces inabarcable para un hombre solo; seguramente esto explica muchos de los padecimientos psíquicos y físicos de Karl Marx; y también da su estilo de época a una empresa intelectual que hoy consideraríamos propia de un colectivo, y no de un investigador solo. Por eso El Capital quedó en muñón, y por esto es inconsistente todo intento de convertir su letra en texto sagrado. Pero lo que sí parece imperecedero es su mensaje de realismo de la inteligencia: un programa revolucionario tiene que incluir conocimiento, poseer ciencia. Por su propia naturaleza, la ciencia real es caduca. Pero sin ella no puede llegar a ser aquello que no es ciencia. Por esta convicción ha dedicado Marx su vida y ha sacrificado mucho de su felicidad –con el turbio resultado que eso suele arrojar– en la redacción de estas miles de páginas que al final le producían tan escaso entusiasmo que se limitó a sugerir que Engels «hiciera algo» con ellas.

Notas
1 Referencia al Fausto de Goethe. El verso dice exactamente: «gris es toda teoría, verde es el árbol dorado de la vida».
2 El entrecomillado de «contradicción» señala un uso no lógico-formal del término, equivalente a contraposición, oposición, choque, enfrentamiento. Véase M. Sacristán, Sobre dialéctica, El Viejo Topo, Barcelona, 2009
3 En su entrevista de 1983 con la revista mexicana Dialéctica (ahora en De la Primavera de Praga al marxismo ecologista. Entrevistas con Manuel Sacristán Luzón, Los libros de la Catarata, Madrid, 2004, pp. 147-178, edición de F. Fernández Buey y SLA), señalaba Sacristán: «Reconozco que reflexiones análogas del viejo Marx –la carta a Vera Sassulich o la carta a Engels sobre los ferrocarriles– me han abierto el camino para pensar que no hay contradicción referente a la acción del desarrollo de las fuerzas productivo-destructivas, y una concepción política socialista que no confíe ciega e indiscriminadamente te en el desarrollo de las fuerzas productivo-destructivas, sino que conciba la función de una gestión socialista –y no digamos ya de la comuna– como administración de esas fuerzas, no como simple levantamiento de las trabas que les opongan las actuales relaciones de producción. Me parece que una vez formulado así, esto resulta muy obviamente coherente con la idea de sociedad socialista, de sociedad regulada» [la cursiva es nuestra]

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13. Cartas de Marx y Engels: anotaciones de lectura

De los ficheros «Das Kapital», «Sobras» y «Marx: la ciencia» depositados en BFEEUB, también de fichas de conferencias impartidas en 1983, anotaciones de Sacristán a cartas de Marx y Engels, una buena parte de ellas relacionadas con la edición y con materiales preparatorios de El Capital.

1. «La teoría verdadera se tiene que aclarar y desarrollar dentro de circunstancias concretas y ante la situación existente.» (Marx a D. Oppenheim, 25.8.1842; MEW 27, p. 409).

El inmediatismo vital es más hegeliano que revolucionario. Luego será más cauto sobre la distancia teoría práctica. O más joven-hegeliano.

2. Marx crítico, ciencia absoluta.

«Hasta ahora los filósofos habían tenido lista en su pupitres la solución de todos los enigmas, y el estúpido mundo esotérico no tenía nada más que abrir sus fauces para que le volasen a la boca las palomas ya asadas de la Ciencia absoluta.»

La superación de la ciencia absoluta de la filosofía especulativa es el Marx crítico. El Marx científico se va a hacer más «absoluto».

Lo contrapuesto a una ciencia absoluta de la vieja filosofía (pero quizá no Hegel) es una filosofía que se ha «mundanizado» y que indica

«lo que nos toca hacer actualmente: criticar sin contemplaciones lo que existe; sin contemplaciones en el sentido de que la crítica no se asuste ni de sus consecuencias ni de entrar en conflicto con los poderes establecidos» (Marx a Ruge, 1843).

3. «(…) el error de los economistas burgueses, que ven en esas categorías económicas leyes eternas, y no leyes históricas que sólo rigen en un determinado desarrollo histórico, en un determinado desarrollo de las fuerzas productivas. Así, en vez de ver las categorías económico-políticas como abstracciones de las relaciones sociales reales, pasajeras e históricas, el señor Proudhon, por una versión mística, no ve en las relaciones reales más que encarnaciones de esas abstracciones» (Marx a Pawel W. Annenkov, 28.12.1846; MEW 27, p. 457).

Cuando aún no hay Hegel es más inequívocamente historiador.

4. «Te escribo hoy para someter a tu examen una pequeña cuestión teórica, por supuesto que de naturaleza político-económica» (Marx a Engels, 7.1.1851 (MEW 27, p.157).

Por el «natürlich», me parece que sugiere que el proyecto estaba ya reducido al de una temática económica.

5. «(…) los comunistas tienen que mostrar que sólo en circunstancias comunistas pueden llegar a ser prácticas las verdades tecnológicas ya alcanzadas…» (Marx a Roland Daniels, mayo de 1851. Fragmento citado en carta de Daniels a Marx, 1/6/1851; MEW 27, p 553).

Interesante que es seis años antes de Grundrisse.

6. «Por lo que a mí hace, no me corresponde el mérito de haber descubierto la existencia de las clases en la sociedad moderna, ni su lucha entre ellas. Historiadores burgueses habían expuesto mucho antes que yo el desarrollo histórico de esas luchas y economistas burgueses la anatomía económica de las mismas. Lo nuevo que yo hice fue, 1º, mostrar que la existencia de las clases está ligada necesariamente a determinadas fases históricas de desarrollo de la producción; 2º, que la lucha de clases conduce necesariamente a la dictadura del proletariado; 3º, que esa dictadura misma no es sino la transición a la abolición de todas las clases y a una sociedad sin clases» (Karl Marx a J. Weydemeyer, 5.3.1852, MEW 28, 507-508).

1) Fecha.

2) No piensa en heterogeneidad de trabajo con sus predecesores.

3) Pero sus predecesores son historiadores y economistas.

4) Su aportación es de análisis estructural dinámico (Entwicklung) (dialéctica), temporal hacia atrás (punto 1) y hacia el futuro (puntos 2 y 3).

7. «En mis ratos perdidos estoy estudiando español. He empezado por Calderón; de su Mágico prodigioso –el Fausto católico– Goethe ha aprovechado no sólo ciertos trozos, sino incluso la disposición de escenas enteras para su Faust. Luego –horribile dictu– he leído Atala y René de Chateaubriand y algunos trozos de Bernardin de Saint-Pierre, en español, porque en francés no lo habría aguantando» (Marx a Engels, 3.5.1854)

El gusto (buen gusto) del romanticismo alemán. Casi coetáneo con la frase tonta sobre Calderón, al que, evidentemente no había leído antes. Ni cuando escribió la frase tonta.

8. «Por cierto que encuentro bonitos desarrollos [Entwicklungen]. Por ejemplo, he echado por la borda toda la doctrina del beneficio tal como era hasta ahora. En el método de elaboración [Bearbeitung] me ha prestado un gran servicio el haber vuelto a hojear por mero accidente –Freiligrath encontró unos volúmenes de Hegel que habían pertenecido a Bakunin y me lo mandó de regalo– la Lógica de Hegel. Si alguna vez vuelvo a tener tiempo para trabajos así, me gustaría mucho hacer accesible para el común entendimiento humano lo racional del método que se ha descubierto pero, al mismo tiempo, mistificado» (Marx a Engels, 16.1.1858, MEW 29, p. 260).

. El origen de la superstición grupuscular del método está ya ahí.

. La mala filosofía de la ciencia cree que la dificultad para el entendimiento común está en el método, no en el conocimiento. Es el sano método al revés.

9. «Veo […] que el mozo [Lassalle] se propone referir hegelianamente la economía política en su segundo gran opus. Descubrirá para su mal que una cosa es llevar una ciencia, mediante la crítica, hasta el punto adecuado para poder exponerla dialécticamente y otra muy distinta aplicar un sistema de lógica abstracta, completa, a barruntos de un tal sistema» (Marx a Engels, 1.2.1858. MEW 20, p.275).

. El método dialéctico es de exposición.

. No se puede meramente aplicar.

. Marx da por supuestos los hechos, el conocimiento. Pero se trata de criticarlo. Es el pésimo lado de la crítica, el resto de hegelismo joven.

10. «El trabajo de que se trata por de pronto es crítica de las categorías económicas, o bien, if you like, el sistema de la economía burguesa expuesto críticamente. Es simultáneamente exposición del sistema y, mediante la exposición, crítica del mismo» (Marx a Lassalle, 22.2.1858; MEW 29, 551).

¿Qué era «sistema» en el 58? ¿Material o doctrinal? Es material, puesto que está escribiendo los Grundrisse.

Notas: 1) Grundrisse no es exactamente Kapital, sino más abstracto, como piensa Rosdolsky; 2) Anotar el término [Bücher]; 3) Esto es un resto de plan-proyecto; 4) Hegel, realismo; 5) Aquí hay, pues, proyecto de tres obras y plan de una, La crítica de las categorías económicas, o Grundrisse.

11.«No puedo evitar, naturalmente, considerar de vez en cuando críticamente a otros economistas, principalmente la polémica con Ricardo en la medida en que éste, qua burgués, está obligado a dar traspiés incluso desde el punto de vista estrictamente económico. Pero en conjunto, la crítica y la historia de la economía política y del socialismo tendría que ser objeto de otro trabajo» (Marx a Lassalle, 22/2/1858; MEW 29, 551).

Ya ha adelantado mucho (mentalmente) hacia ciencia, no crítica. Y, sin embargo, las citas de KI.

12. Otro tema de la misma carta:

«Después de todo, tengo el presentimiento de que ahora cuando, al cabo de quince años de estudios [1], he llegado a poder dedicarme a esta obra, van a interferir probablemente acontecimientos tempestuosos. Eso no importa [2] [Never mind]. Si he terminado demasiado tarde para atraer todavía la atención del mundo sobre esos temas, será evidentemente culpa mía (my own)…« (Marx a Lassalle, 22/2/1858).

(1) Marx fechaba, pues, el comienzo de sus estudios en 1843.

(2) El drama ése.

13. «Tú mismo habrás hallado en tus estudios económicos que, en el desarrollo del beneficio [Entwicklung], Ricardo cae en contradicciones con su (acertada) determinación del valor, las cuales han llevado en su escuela al abandono completo del fundamento o a un eclecticismo de lo más desaprobable» (Marx a Lassalle, 11.3.1858; MEW 29, p.554).

No se puede aceptar que la crítica de la política no esté incluida en el plan de 6 libros. Al menos, no sin más.

Notas: 1) Esos eran pues los Vorchapters [Capítulos previos]. 2) Comenta que todo el actual K era un folleto en la intención de Marx en esa fecha.

Aquí Entwicklung es casi construcción desde el fundamento.

Motivación del «problema de la transformación» (aunque indirecta) en la necesidad de fundamentación única interna.

14. Marx a Engels, 2.4.1858 (MEW 29, pp.312-315). Más claro el agua. No hay por qué buscarle tres pies al gato. Es didáctica pura. No transcendentalizar. «Arguye ignorancia…»

15. «Todo es célula. La célula es el ser-en-sí hegeliano y en su desarrollo recorre exactamente el proceso hegeliano, hasta que, por último, se desarrolla a partir de ella la “Idea”, el organismo perfecto de cada caso» (Engels a Marx, 14.7.1858).

Lo grave no es tanto –con serlo mucho– la adoración dogmática de Hegel, sino la creencia anticientífica y antiempírica en la argumentación a priori: según eso, un filósofo puede adivinar la citología «exactamente» (subrayado mío) [cursiva MSL].

16. «(…) La economía como ciencia…» (Marx a Lassalle, 12.11.1858; MEW 29, p. 567).

Paso decisivo.

17. «El libro de Darwin es muy importante y me [ilegible] como fundamento científico-natural de la lucha de clases histórica. El precio que hay que pagar, naturalmente, es la manera inglesa del desarrollo. Pese a todas sus insuficiencias, aquí no sólo se da el golpe mortal a la “teleología” en la ciencia de la naturaleza, sino que también se expone empíricamente el sentido racional de la misma» (Marx a Lassalle, 16/1/1861 (MEW 30, p. 578).

Muy interesante lo de la teleología.

18. «(…) Si, pues, la average composition del agricultural capital es, por ejemplo, de CV 60, V 40, mientras que la del not agricultural capital es de C 80, V 20, eso prueba que la agricultura no ha alcanzado todavía el mismo nivel de desarrollo que la industria. (Lo que se explica muy bien, dado que, parte de cualquier otra consideración, la condición previa de la industria es una ciencia bastante antigua, la mecánica, mientras que la condición previa de la agricultura son ciencias enteramente nuevas: química, geología y fisiología (…)» (Marx a Engels, 2/8/1862)

Para la relación ciencia-producción. Realmente la teoría de la ciencia de Marx basta para poner en crisis el esquema base-sobrestructura.

19. Marx a Kugelmann, 28/12/1862. Por su alusión a lo que era el libro IV del plan inicial parece indicar que los tres últimos libros no estaban aún remitidos a la continuación (MEW 30, p. 639). Luego en 1862-63 aunque ya existe el plan de Das Kapital, no se ha abandonado el plan de cuatro secciones del p. I.

20. «Para los matemáticos puros, estas cuestiones [sobre máquinas y herramientas] son indiferentes, pero son muy importantes cuando se trata de mostrar la coherencia entre las relaciones y circunstancias sociales humanas y la evolución de esos modos de producción materiales» (Marx a Engels, 28.1.1863; MEW 30, p. 321).

¿Límites del tratamiento matemático para Marx?

21. Marx a Engels 10.2.1866 ( MEW 31, p.174). De ella se desprende, en mi opinión, que los asuntos de sistemática expositiva son mucho menos importantes de lo que estos señores [Rosdolsky] piensan.

22. «Aquí [en K III] se verá de dónde viene el modo de representación de los paletos y los economistas vulgares, a saber, de que en su cerebro no se refleja nunca más que la forma aparente inmediata de las relaciones y circunstancias, no su coherencia interna. Por lo demás, si esta última se mostrara, ¿para qué haría falta una ciencia?» (Marx a Engels, 27.6.1867, MEW 31, p.313).

Una concepción ingenua de ciencia, que supone interpretada la apariencia (los hechos), que se trata sólo de componer, como en filosofía.

23. «Si quisiera decapitar por anticipado todas esas reservas [de la mentalidad vulgar] echaría a perder todo el método dialéctico de desarrollo [Entwicklung]. Y a la inversa. Este método tiene la ventaja de que constantemente les pone trampas a los [ilegible], las cuales les provocan a una extemporánea manifestación…» (Marx a Engels, 27.6.1867; MEW 31, p. 313)

Lo de estropea el método no es estropear la investigación, que ya está hecha, sino la «exposición», esto es, la validación «redundante».

La moral no es la del científico.

Esquema detallado del Apéndice al cap.1 de Kapital I, que luego, en la 2ª edición, se incorporó al texto.

24. «Lo mejor de mi libro es 1º (en esto se basa toda comprensión de los facts) el doble carácter del trabajo, según se exprese en valor de uso y valor de cambio, subrayado enseguida en el primer capítulo; 2º el, tratamiento de la plusvalía independientemente de sus formas particulares, como beneficio, interés, renta de la tierra, etc. El tratamiento de las formas particulares de la economía clásica, que los mezcla constantemente con la forma general, es una olla podrida» (Marx a Engels, 24.8.1867, MEW 31, p. 326).

Es el punto de vista no sólo macro, sino casi de sociedad sin clases. Punto difícil de su economía pura.

25. «A finales de la semana pasada les envié [a la Cronicle] one copy [de KI] con una nota en que les decía que aún cuando mi libro sostiene ideas distintas de las suyas, dado el carácter «científico» de su revista, cabe esperar «den alguna noticia de este primer intento de aplicar el método dialéctico a la economía política» [some notice will be taken of this first attempt at applying the dialectic method to Political Economy]. ¡Ya veremos! (Nous verrons!). En el mundo culto (me refiero, naturalmente, al sector intelectual) se da en estos momentos un gran deseo de conocer el método dialéctico y tal vez éste es el camino más fácil de conquistar a los ingleses» (Marx a Engels, 7/11/1867; MEW 31, pp. 379-380).

Pese a la última parte, admitía que se le considerara así.

Además del error del «método dialéctico», el de «aplicación».

26. «Muy interesante el libro de Fraas (1847), Klima und Pflanzenwelt in der Zelt, eine Geschichte beider [El clima y la flora en el tiempo, una historia común]; para demostrar que el clima y la flora evolucionan en el período histórico. Es darwinista antes que Darwin y dice que las especies mismas aparecen el período histórico. Pero al mismo tiempo es agrónomo. Afirma que el cultivo del suelo –según su importancia– termina con la “humedad” tan cara a los campesinos (de ahí la emigración de la flora del sur hacia el norte) y acaba por favorecer la formación de estepas. Este hombre es al mismo tiempo un filólogo erudito (ha escrito libros en griego), químico, agrónomo, etc. Su conclusión es, en resumen, que el cultivo, cuando avanza de modo natural, sin que se le domine conscientemente (él, como burgués, no llega, desde luego, a eso), deja a sus espaldas desiertos, Persia, Mesopotamia, etc., Grecia. De modo que también aquí, inconscientemente, una tendencia socialista» (Marx a Engels, 25.3.1868).

a) El texto es de los más importantes si se quiere tratar el problema economía-ecología-política en continuidad literaria con Marx. El texto muestra (a) que conocía el problema; (b) que consideraba político-social su solución. El texto permite, además, interpretar ese «dominio» de la producción.

b) Interpretación buena del asunto del desarrollo de las fuerzas de producción. Esto, más [ilegible] (que, además, se refiere a lo mismo empíricamente) refuta a Martínez Alier.

27. [Entwicklung traducida]

«La charlatanería acerca de la necesidad de probar el concepto de valor se basa exclusivamente en ignorancia completa, tanto de la cosa de que se trata cuanto del método de la ciencia.» (Marx a Kugelmann, 11.7.1868; MEW 32, p. 553).

Eso está bien y es sabido desde Aristóteles. Pero lo que sigue es pésimo Hegel:

«La ciencia consiste precisamente en desarrollar cómo se impone la ley del valor. De modo que si se pretendiera «explicar» desde el principio todos los fenómenos que puede contradecir a la ley, había que suministrar la ciencia antes de la ciencia» (Ibid, p. 553).

Pero es traducible: quiere decir que primero la ley se da más abstractamente, luego menos, y que lo que él considera ciencia es el proceso de concreción, que es limitación. Pero le faltan estos conceptos de sentido común. Y tiene razón al pensar –con sus tecnicismos– que la economía burguesa hace universal un falso abstracto, lo concreto de ahora. Se equivoca al ignorar futura capacidad abstractiva. La economía burguesa tiende a ser ideológica por lo que no dice, como Kelsen.

28. Ciencia e ideología

«Puesto que el mismo proceso de pensamiento nace de la situación, puesto que él mismo es un proceso de la naturaleza, el pensamiento que realmente entiende no puede ser sino el mismo siempre, sin diferenciarse más que en grado, por la madurez de su desarrollo, lo que supone también la del órgano con el que se piensa. Todo lo demás es desatino» (Marx a Kugelmann, 11.7.1868; MEW 32, p.553).

Antiideológico, en la euforia.

29. Evolución a «economía positiva».

«Sólo poniendo en el lugar de los conficting dogmas los conflicting facts y las contraposiciones reales que constituyen su trasfondo oculto es posible transformar la economía política en una ciencia positiva» (Marx a Engels, 10.10.1868 (MEW 32, p.181).

Evolución en un momento alto de su trabajo.

30. Marx a Engels, 18.11.1868 (MEW 32, p. 206). No subrayar sólo la precipitación, sino también la buena orientación metodológica.

31. «En su última conferencia en Edimburgo, en la que se volvió a manifestar más materialista que los últimos años, Huxley ha dejado abierta, también esta vez, una nueva puerta trasera. Mientras observamos y pensamos realmente, no podemos salir del materialismo. Pero todo esto desemboca en la relación causa y efecto, y “vuestro gran compatriota Hume” ha probado que esas categorías no tienen nada que ver con las cosas en sí. Ergo, son libres de querer lo que querían q.e.d.» (Marx a Engels, 12.12.1868; MEW 32, p. 229).

Documento importante por la tendencia engelsiana.

Interesante la insinuación contra la lógica.

Se refiere a Thomas Henry Huxley, On the physical... Conferencia 8/11/1868

32. «Partiendo de la lucha por la vida en la sociedad inglesa –la guerra de todos contra todos, bellum omnes contra omnes–, Darwin ha sido llevado a descubrir que la lucha por la vida es la ley dominante en la vida “animal” y vegetal. Pero el movimiento darwinista, por el contrario, ve en ello una razón decisiva para que la sociedad humana no se emancipe nunca de su animalidad» (Marx a Laura y Paul Lafargue, 15.2.1869; MEW 32, p .592).

a) Marx admite que la génesis de la idea de Darwin no empece a su acierto; b) distingue tácitamente entre ciencia y política; c) rechaza tácitamente la inferencia ab esse ad debet; d) texto de mucha importancia para mostrar que es un error imputar a Marx economicismo. El esquema mental es el mismo: hay papel activo de la cultura, de la artificialidad.

Más, en general, concepción de la relación hombre-naturaleza.

El texto documenta, por una parte, el límite del naturalismo de Marx. Por otra, un efecto bueno del hegelismo, que permite pensar por «Aufhebung». Consiguientemente, el indeterminismo.

33. «(…) El primer impulso de Newton se convierte en un primer calentamiento. A pesar de ello esta teoría se presenta como la consumación más refinada y suprema del materialismo, y estos caballeros prefieren construirse un mundo que empieza en el absurdo y termina en el absurdo que descubrir en esas consecuencias absurdas la prueba de que no conocen su supuesta ley natural más que a medias» (Engels a Marx, 21.3.1869 [MEW 32, pp. 286-287).

a) Contra la termodinámica por (a) ateísmo, (b) creencia en el sentido del mundo.

a’) Engels presuponiendo sentido al cosmos: E → M, 21.3.1869. Y en contra la termodinámica.

34. «Lange es tan ingenuo que llega a decir que me muevo “con insólita libertad” en el material empírico. No tiene ni idea de que ese “libre movimiento en el material” no es sino una paráfrasis del método de tratar el material, a saber, el método dialéctico.» (Marx a Kugelmann, 27/6/1870; MEW 32, 668)

Importantísimo paso, en el que el método queda presentado como de «exposición». Bearbeitung en otros lugares.

35. «Me habían mandado desde San Petersburgo todo un paquete de libros y publicaciones oficiales, pero ha sido robado, probablemente por el gobierno ruso (…) material absolutamente necesario para el capítulo del volumen segundo en el que estudio la propiedad de la tierra, etc. en Rusia.» (Marx a Piotr Lavrovich Lavrov, 11/2/1875).

Justificación de la opinión ortodoxa sobre la posición de Marx acerca de Rusia.

36. «Cuando estuve con usted anteayer se me olvidó comunicarle una noticia importante que tal vez no conozca. El fisiólogo Traube de Berlín ha conseguido fabricar células artificiales. Desde luego que no son todavía como las células naturales; no tienen núcleo» (Marx a Engels, 18.6.1875).

a) Interesante para entender el progresismo, parecían acumularse los descubrimientos «definitivos». En realidad, Traube produjo gotas de substancias químicas que estaba rodeadas por una membrana superficial semipermeable. Que es su aportación al estudio de la presión osmótica.

b) Sobre Traube. La expectativa prometeica en la ciencia.

La Dynamische… (1877) de Moses muestra que todos se sintieran atraídos por la cosmología, a causa: a) del progreso grande del 2-XIX; y b) por su intuibilidad.

37. Marx a Schott, 3.11.1877. Sobre crisis final de K y de Marx (MEW 34, p.307).

Notas: 1) Ergo en 1877, pensaba que KII-KIII y TM [Teorías sobre la plusvalía] serían dos volúmenes. 2) En realidad, este pasado es el único indicio de crisis.

38. Marx a Danielson, 15.11.1878. Sobre crisis final (MEW 34, p.359).

La crisis se presenta aquí por causas de interés intelectual: puesto que el suyo era la revolución, y eso la historia ni la ciencia pura, ¿para qué terminar Das Kapital, basado en Inglaterra, en el viejo capitalismo?

39. Sobre crisis final. Arranque que se podría considerar depresivo:

«En la velocidad del progreso económico los Estados Unidos han superado ampliamente a Inglaterra, aunque todavía está detrás de ella por lo que hace a la santidad de riqueza apropiada; pero, al mismo tiempo, las masas son más activas y tienen en sus manos mayores medios políticos para rechazar la forma de un progreso que se realiza a costa de ellas.» (Marx a Danielson, 10/4/1879; MEW 24, 370).

Ya está desengañado de la clase obrera inglesa.

Luego viene un importante párrafo que, tras un adorno de probable racionalización del estado de ánimo depresivo, declara abiertamente la falta de ganas de publicar y añade su explicación (MEW 34, pp.370-371).

Aunque la explicación parece sólo por causas superficiales, hay mucho fondo: la novedad de la situación está vivida como algo de raíces. Así se ve por el último párrafo, que da dimensión «teórica» al escrito (MEW 34, p.372).

Inapelable por lo que hace al estado de ánimo. Hay al final un uso de «progreso» que no parece del todo claro, aunque sí muestra persistencia de nociones; es el curso de una comparación USA-Rusia (MEW 34, pp.374-375).

40. Marx/Engels, Circular a Bebel etc., 17-18/9/1879. Es muy buen lugar de la confusión: pathos científico para doctrina revolución.

41. «Liebknecht, luego de su gran metedura de pata en la transacción con los lassalleanos, ha abierto de par en par las puertas a todos esos semihombres (los de Zürich y su medio) preparando así, malgré lui, una desmoralización en el partido que sólo se pudo superar por la ley contra los socialistas» (Marx a Sorge, 19/9/1879).

Es una versión grotesca de la tesis del tanto mejor.

42. Marx a Ferdinand D.N, 27.6.1880, (MEW 34, p. 447).Sobre crisis final. Claro: «Entwicklung» quiere decir histórica.

43. Marx a Danielson, 12.9.1880. Está primero la declaración de las causas físicas y familiares de la inactividad teórica (MEW 34, p. 463).

Pero, más adelante, hay una explicación implícita de su paralización. Esa vez parece aludir a la constitución de un capitalismo internacional:

«(…) Pero pese a la quiebra de algunos bancos provinciales escoceses e ingleses, ha faltado completamente el punto culminante de las anteriores grandes crisis periódicas inglesas, el crack de la Bolsa de Londres. Este hecho totalmente extraordinario, la falta de lo que con razón se llama pánico del dinero, se tiene que atribuir a un encadenamiento de circunstancias cuyo análisis en este momento me llevaría muy lejos. Pero una de las circunstancias más decisivas ha sido la siguiente: el interesante drenaje de metales nobles de 1879 quedó compensado en gran medida por la colaboración de la Banque de France y de la Deutsche Reichesbank. Por otra parte, la repentina reanimación de los Estados Unidos actuó como un deus ex machina desde la primavera de 1879» (MEW 34, 463-464).

No olvidar, de todos modos, que podía tratarlo, dentro de su viejo esquema, sub Mercado mundial. Creo…

44. «La posibilidad abstracta de que la humanidad llegue a ser tan numerosa que haya que poner limitaciones a su aumento está dada. Y si una vez la sociedad comunista se viera obligada a regular la producción de seres humanos igual que habrá regulado la producción de cosas, ella precisamente y sólo ella será la que lleve a cabo una cosa así sin dificultades» (Engels a Kautsky, 1.2.1881).

Es evidente que para Engels, a diferencia de lo que piensa Harich, la falta de dificultades arraiga en la libertad.

45. «El sueño de la ruina inminente del mundo animó a los cristianos primitivos en su lucha contra el imperio universal romano y les dió la certeza de la victoria. La comprensión científica de la descomposición inevitable, que constantemente procede ante nuestros ojos, del orden social dominante y las masas cada vez más azotadas en sufrimiento por los viejos fantasmas gubernamentales, así como el desarrollo positivo de los medios de producción, en gigantesco progreso [MSL: ni siquiera las fuerzas productivas, sino los medios], todo eso basta como garantía de que con el momento del estallido de una revolución realmente proletaria quedará dadas también las condiciones de su modus operandi inmediato y directo, que seguro no será idílico.» (Marx a Nieuwenhuis, 22/2/1881)

La curiosa involuntario confesión de la analogía funcional de la religión y su «ciencia».

Y la confusión final: esto está escrito poquísimo antes que la carta a Vera Sasúlich, y lleva el objetivismo hegeliano al máximo. No se puede hablar de cambio.

46. «Necesito descanso absoluto, sólo con tu familia, nº 11, Boulevard Thires. Tuyo, O(ld=) N (ick)».«Entiendo por “descanso”, “vida familiar”, el “ruido de los niños”, ese “mundo microscópico” que es mucho más interesante que el “macroscópico”» (Marx a Jenny Longuet, desde Cannes, 4.6.1882).

Una macroscópico y microscópico con tono emocional contrapuesto incluso al uso de «microcosmos» en los borradores da Vera Zasúlich.

Aunque creo que nunca llegó a serenidad «sabia», tenía ya ciertos elementos al final. O la tuvo siempre, aunque en contradicción.

47. Darwin

«En el Darwin, al que he vuelto a echar un vistazo, me divierte lo que dice de que aplica la teoría “de Malthus” también a plantas y animales, como si en el caso del Malthus el no consistiera en que la teoría no se aplica a plantas y animales, sino sólo a seres humanos –con la progresión geométrica– en contraposición a plantas y animales. Es notable como reconoce Darwin, entre bestias y plantas, su sociedad inglesa, con su división del trabajo, su competencia, su apertura de nuevos mercados, sus “inventos” y su malthusiana “lucha por la existencia”». Es el bellum omnium contra omnes de Hobbes y recuerda al Hegel de la Fenomenología, que llama a la sociedad burguesa “reino animal espiritual”, mientras que en la obra de Darwin el reino animal figure como sociedad burguesa» (Marx a Engels, 18/6/1882; MEW 30, p. 249).

El Marx anterior a 1857 cita más la Fenomenología que la Lógica, al contrario que luego.

48. Asunto Podolinski:

«Tú sabes mejor que yo hasta qué punto somos capaces de dilapidar como reservas de energía el carbón, los minerales, los bosques, etc. Desde ese punto de vista, la caza y la pesca se presentan también no como una fijación de calor solar nuevo, sino como consumo y hasta comienzo del desperdicio de la energía solar previamente acumulada.

Hay más: la planta hace inconscientemente lo que el hombre hace intencionalmente. Las plantas –como se sabe desde hace una eternidad– son las grandes absorbentes y almacenadoras del calor solar en una forma modificada. Así, pues, el hombre, por el trabajo, en la medida en que fija el calor solar (cosa que ocurre no pocas veces en la industria e incluso en otros campos), llega a unir las funciones naturales del animal que consume energía con las de la planta, que la recoge (fotovoltaico)

A partir de su importantísimo descubrimiento, Podolinski ha tomado el camino equivocado porque ha querido encontrar una nueva prueba científico-natural del acierto del socialismo, y ha mezclado así lo físico y lo económico.» (Engels a Marx,19.12.1882)

Claro que no por esto deja Engels de ser un progresista. Pero ver la rectificación del 22.12.1882.

49. K2, K3. Despiste inicial.

«He encontrado el manuscrito de la “Zirkulation des Kapitals” y del 3er libro, “Die Gestaltungen des Gesamtprozess”, unas 1.000 páginas in folio. Es imposible decir ya ahora si el manuscrito puede ir a la imprenta en su actual estado. En cualquier caso, tendré que copiarlo, porque es un primer borrador. Mañana finalmente tendré tiempo para dedicar unas horas a repasar todos los manuscritos que nos ha dejado el Moro. Se trata ante todo de un compendio de dialéctica que desde hace tiempo quería llevar a cabo [1]. Pero siempre mantuvo secreta para nosotros la situación de sus trabajos [2]; sabía que si se hubiera conocido lo que tenía ya listo se la habría insistido hasta que diera permiso para publicarlo. Todo esto entre nosotros, porque yo no tengo derecho a publicar nada si Tussy, que es mi co-ejecutora literaria» (Engels a Pjotr Lawrowitsch Lawrow, Londres, 2.4.1883. MEW 36, p.3).

(1) Engels no sabía nada de los «últimos» trabajos de Marx, es decir, de casi todo.

(2) De todos modos, sabía que no sabía.

Y eso a pesar de las consultas.

Y del Abriβ der Dialektik [Compendio de la dialéctica], nunca más se supo.

50. K2, K3. Cautela en el despiste.

«Aquí está el 2º volumen (Band) del Capital, pero no puedo decir en qué estado: 1.000 páginas de manuscritos que leer. Pero no diga todavía nada en el periódico; en cuanto le pueda decir algo seguro, le mandaré cosa auténtica» (Engels a Eduard Bernstein, London, 14/4/1883; MEW 36, 9).

Un mes justo de la muerte de Marx No parece haber leído. Pero su expresión hace que posteriores optimismos resulten fórmulas.

51. «Y ahora, a mis 63 años, con la jiba llena de mi trabajo propio y con la perspectiva de un año de trabajo [1] en el volumen (Band) II del Capital y otro año para la biografía de Marx junto con la historia del movimiento socialista alemán del 43 al 63 y la de la Internacional del 64 al 72, tendría yo que esta loco para cambiar mi tranquilo asilo por lugares en los que hubiera que intervenir en reuniones y en la lucha periodística, con lo que ya basta para que se te enturbie inevitablemente la mirada clara» (Engels a August Bebel, London 30/4/1883, MEW 36, p. 21)

(1) Despiste completo al mes de la muerte de Marx (y medio).

52. K2, K3. Despiste inicial:

«El manuscrito del II volumen (Band) está terminado antes de 1873, probablemente ya antes de 1879. Está escrito con letra alemana, mientras que a partir de 1873 Marx usó exclusivamente letras latinas» (Engels a August Bebel, London, 30/4/1883. MEW 36, 22).

Sabía tan poco de esos papeles, que para fecharlos aproximadamente tiene que recurrir a ese criterio.

53. «El 2º volumen (Band) me va a dar un trabajo imponente, por lo menos el libro II. Hay un texto completo, del año 1868 más o menos, pero no es más que un brouillon. pero además hay tres, si no cuatro, reelaboraciones que proceden de períodos diversos, pero ninguna de ellas está completa. No será ningún trabajo fácil entresacar de eso un texto definitivo. El libro 3º está concluido desde 1869/1870 y no se ha vuelto a tocar desde entonces. Pero donde trata de la renta de la tierra tendré que traer a colación sus extractos rusos, a causa de las notas, los datos y los ejemplos. Tal vez pueda construir una parte del volumen (Bandes) 3º a base del manuscrito de 1858/1862 [1] (cuyo comienzo apareció en Berlín en 1859), el cual lleva al final de cada capítulo la historia crítica de los puntos teóricos estudiados en casa caso» (Engels a Laura Lafargue, London, 22/5/1883, MEW 36, p. 32).

(1) O son los Grundrisse o, más probablemente (ya que Zur Kritik sería su comienzo) el manuscrito perdido del que procede el «cap. VI».

Pero lo de la historia hace pensar al manuscrito 1861-1863.

No, porque Engels dice a Laura en 31/3/1884 que acaba de encontrar éste.

54. «Hemos de cargar hasta marzo próximo con la casa de Marx, de modo que no hay por qué precipitarse en la mudanza y los planes de futuro. Aparte de que es obra de romanos poner en orden este legado. Lo que me asombra es que Marx ha salvado casi todos los papeles, las cartas y los manuscritos incluso de antes del período del 48: es un material estupendo para la biografía, que desde luego escribiré, y que, entre otras cosas, será también la historia de la «N Rh Ztg y del movimiento del 48/49 en el Bajo Rhin, la historia del piojoso exilio londinense de 1849/1852 y la de la Internacional. Ante todo hay que editar el 2º volumen (Band) del “Capital”, que no es ninguna broma. Hay 4-5 redacciones del Libro (Buch) 2º, sólo la primera de las cuales es completa, y las posteriores sólo empezadas; costará trabajo, tratándose de un hombre como M (arx), que pesaba cada palabra en balanza de platero. Pero es para mí un trabajo agradable, porque vuelvo a estar con mi viejo camarada» (Engels a Johann Philipp Becker, London 22.5.1883, MEW 36,p.28).

Aunque ya sabe que es mucho trabajo, parece creerlo incidental en su actividad.

55. K2, K3:

«(…) escribir en limpio todo el volumen (Band) 2º» (Engels a Eduard Berstein, London, 12-13/6/1883, MEW 36, p.36).

Error tras la sorpresa I.

56. «A la muerte del pobre Moro, Tussy me dijo, en respuesta a una pregunta mía, que ella y yo teníamos que decidir acerca de todos sus escritos y publicar lo que hay que publicar, en particular el 2º vol. (Band) y los trabajos matemáticos» (Engels a Laura Lafargue, London, 24.6.1883; MEW 36, p. 42)

Casi previo a la sorpresa.

57. K 2, K3. El retraso:

«Si no hubiera sido por la masa de material norteamericano y ruso (sólo en estadísticas rusas hay 2 metros cúbicos de libros), el 2º volumen (Band) estaría impreso hace mucho tiempo. Esos estudios de detalle le han frenado mucho tiempo. Como siempre, todo tenía que estar completo hasta la misma fecha, mientras que ahora todo se reduce a nada, salvo sus extractos, en los que hay que esperar que, según su costumbre, se encuentren muchas glosas críticas utilizables para las notas del volumen 2º (Band)» (Engels a Friedrich Adolph Sorge, London, 29.6.1883, MEW 36, 46)

No eran estudios de detalle, aunque es acertada la observación sobre el perfeccionismo de Marx.

Engels se equivoca sobre la causa del retraso que, a primera vista (optimista) sería el libro II, como luego dirá Engels. Pero yo creo en las dos cosas.

58. K2, K3. Retraso de Engels. Preferencias:

«El manuscrito de usted me llega oportunamente: precisamente ayer terminé la redacción final de la 3ª edición alemana del Capital y me he propuesto pasar a la redacción del 2º volumen (Bandes), en cuanto que vuelva de la playa. Su obra ha llegado, pues, en el momento precisamente en que tengo algo de tiempo» (Engels a Gabriel Deville, London, 12.8.1883. MEW 36, p.48).

Estaba a punto de irse a descansar. El 19 estaba ya seguro en Eastbourne desde donde escribió a Laura. Llegó a Eastbourne el 17/8 y se detuvo allí hasta el 14/9.

O sea: tras la sorpresa I, o gruesa, llegan las vacaciones.

59. «Te preguntarás que cómo es posible que me ocultara, precisamente a mí, hasta donde había llegado el asunto. Muy sencillo: si yo lo hubiera sabido, no le habría dejado en paz ni de día ni de noche, hasta conseguir que lo terminara e imprimiera. Marx lo sabía mejor que nadie; y sabía además que en el peor de los casos, que es el que se ha presentado, yo podía editar el manuscrito, según su espíritu, cosa que él mismo dijo a Tussy» (Engels a August Bebel, Eastbourne, 30/8/1883; MEW 36, 56).

Segunda sorpresa.

60. K 2, K 3. Valoración. Aún no decisión final manuscritos:

«El 2º volumen del Capital me va a dar todavía bastante trabajo. La mayor parte del manuscrito data de antes de 1868 y a trozos es puro brouillon. El libro segundo decepcionará mucho a los socialistas vulgares, porque contiene casi exclusivamente investigaciones estrictamente científicas y muy delicadas sobre cosas que ocurren dentro de la misma clase capitalista, y absolutamente nada con que se pueda fabricar consignas y declamación» (Engels a Karl Kautsky, London, 18.9.1883, MEW 36, p. 61).

Todavía piensa en el manuscrito IV (antes de 1868) como base, en vez de II + VIII.

61. K 2, K 3. Enfermedad y reorientación.

«¡Ay este 2º volumen! No sabe usted, querido amigo, lo que me pesa!. Pero he perdido seis meses por causa de mi maldita enfermedad. Y tampoco podré ponerme en serio antes de la mitad de marzo, porque hasta entonces tendré que ir ordenando todos estos libros, papeles, periódicos,etc y no puedo hacerlo sin cansarme más que unas pocas horas al día». (Engels a Piotr Lawrovich Lawrow, London, 5.2.1884, MEW 36, p. 99).

La enfermedad y los papeles son su argumento más importante (contra la idea de Rubel), pero lo esencial es que Engels necesitó digerir el hallazgo.

62. «Tengo ante mí unos 60 pliegos (de 16 páginas de imprenta cada uno) de manuscritos viejos de Marx y míos de los años 1845-1848. Sólo fragmentos se podría publicar de todo ello, pero no puedo ponerme a trabajarlos hasta que haya terminado con el manuscrito del 2º volumen del Capital. Así, pues, no hay más remedio que esperar» (Engels a Piotr Lawrowich Lawrow, London, 5/2/1884; MEW 36, 99).

Sólo paulatinamente ha ido viendo Engels el orden de importancia entre las cosas.

63. «Dentro de dos semanas podré aplicarme en serio al 2º volumen del Capital: será un trabajo de romanos, pero me alegra ya pensar en ello» (Engels a Friedrich Adolph Sorge, London, 7.3.1884 MEW 36, p.124)

Dos semanas después será el 21/3/1884. Aproximadamente un año después de la muerte de Marx.

64. K2, K3. Reorientación:

«Con Meissner me he puesto de acuerdo en editar primero separadamente el 2º libro del Capital, a lo que seguirán el 3º y las Teorías sobre la plusvalía como 2ª mitad del 2º volumen. Así todo d irá más deprisa» (Engels a Karl Kautsky. London, 24/3/1884, MEW 36, p.129).

Al ver tan corta esa 2ª mitad, es que está pensando en el manuscrito de 1861-1863, el cual tiene de las dos cosas. (Comprobar).

65. «Me he puesto de acuerdo con Meissner en que hay que publicar primero y por separado el libro 2º [1] (proceso de circulación del capital); podré empezar en cuanto que esté terminado el trabajo grosero. Luego vendrá el libro 3º, junto con las Teorías sobre la plusvalía, extenso trabajo crítico que he encontrado ahora y que representa una parte del primer manuscrito del Capital (1862)» (Engels a Laura Lafargue, London, 31.3.1884; MEW 36, p.131)

(1) ¿Primera noticia? Evidentemente, sigue despistado respecto de la extensión del K III. ¿No había visto aún las cosas de Danielson? Sí, pero las creía estudio de detalle ya inútil.

66. Preferencias:

«Luego de eso empieza inmediatamente el volumen II, luego las siguientes revisiones. 1ª vuestra “Misère”; 2ª Notas y prólogos para la francesa, 3ª revisión de la traducción inglesa, que ahora va a avanzar mucho. Además, 4º, más “Dühring” y lo que me llegue de Francia para revisión» (Engels a K. Kautsky, London, 11.4.1884. MEW 36, p. 133).

Despiste grande, proclamo.

Además de ordenar la casa de Marx para su desalojo, liquidar correspondencia, etc, Engels escribió El origen antes de ponerse en serio. Por cierto, que lo considera simple resumen de Morgan.

67. K2, K3 ¿Preferencia y despistes?

«Estoy cargado de trabajo con la revisión de ese texto alemán y del Capital inglés, de modo que me gustaría saber cómo he de organizarme para no perder el tiempo inútilmente. Pues tengo que ponerme de una vez al 2º volumen, y ya me están anunciando de Zürich la necesidad de una 2ª edición de mi Dühring y una 4ª de mi “Guerra de los campesinos”, lo que quiere decir nuevas revisiones y prólogos» (Engels a Paul Lafargue, London, 18.4.1884. MEW 36, p. 140

A más de un año de la muerte de Marx, no se ha puesto al trabajo, aunque siente la necesidad.

68. Semidespiste:

«El libro II aparecerá probablemente por separado.» (Engels a Ludwig Kugelmann, London, 4/5/1884. MEW 36, 144).

Ha pasado más de un año de la muerte de Marx, pero sigue con un despiste completo. O ya no completo, pero casi.

69. K2, K3.

«En cuanto que suelte el último capítulo [del Urspurng] y ordene unas cuantas cosas en la casa –libros,etc.–, la emprenderé con el 2ª volumen del Capital, de día, y por la noche, ante todo, vuestra Misère de la Philosophie, junto con notas y prólogo. Esa distribución es no sólo útil, sino también absolutamente necesaria, porque la escritura de Marx no se puede estudiar mucho tiempo con lámpara si uno no está empeñado en quedarse ciego» (Engels a Karl Kautsky, London, 23.5.1884, MEW 36, pp.148-149).

Aún no se da cuenta

70. K2, K3. Aún no se da cuenta:

«Ahora voy a empezar con el 2º volumen del Capital trabajando en él durante el día; las veladas serán para la revisión de las varias traducciones ya en curso o anunciadas. El escrito que acabo de terminar será por mucho tiempo mi último trabajo autónomo.» (Engels a Laura Lafargue, London, 26.5.1884, MEW 36, p. 154).

A Kautsky, etc, lo llamó resumen de Morgan, o incluso «el Morgan»

Conciencia insuficiente de legado.

71. K2, K3. Recapacitación final:

«Entre los papeles de Marx he encontrado varios diarios de marcha militares, y cosas semejantes, sobre columnas alemanas en Suiza; probablemente son parte de los papeles que tú dices. Tal vez encuentre más. Todo está seguro aquí, aunque en completo desorden todavía. Por el momento no tengo más remedio que meter todo el correo, etc en un gran cajón, hasta que tenga tiempo de seleccionarlo y mirarlo. Ahora es absolutamente necesario establecer en texto imprimible y escritura legible los volúmenes finales del Capital. Yo soy entre todos los vivos el único que puedo hacer ambas cosas. Si yo estirara la pata antes de terminarlo, nadie más podría descifrar esos papeles que Marx mismo era muchas veces incapaz de leer, a diferencia de su mujer y de mí. Las cartas, en cambio, están en una escritura que pueden leer también otros» (Engels a Johann Philipp Becker, London, 20.6.1884. MEW 36, pp.162-163

Los papeles militares, por la personalidad de B. «el único general revolucionario alemán».

Esta es la única declaración formal de cambio de plan con los papeles póstumos. Ahora ya debía de estar en claro acerca de la importancia de los papeles y de su volumen.

72. «(…) Tu punto de vista desemboca en la idea de que la producción, aunque determina ahora la institución social, no lo ha hecho antes de la producción capitalista, porque las herramientas no habían cometido aún el pecado original. Al decir medios de producción dices sociedad, y sociedad codeterminada por esos medios de producción. No hay medios de producción en, fuera de la sociedad y sin influencia en ella, dele mismo modo que no hay capital en sí. Pero lo que hay que mostrar es cómo los medios de producción, que en períodos anteriores, incluido en de la producción simple de mercancías, ejercieron un dominio muy suave en comparación con el actual, han llegado a ejercer el presente dominio despótico; y tu demostración me parece insuficiente porque no menciona uno de los polos: la producción de una clase que no tenía ya medios de producción, no, por lo tanto, medios de vida, y que, consiguientemente, tenía que venderse a trozos» (Engels a Karl Kautsky, London, 26.6.1884; MEW 36, 167-8).

Esta determinación por los medios de producción y la producción no estaba en la idea de 1848. Ha sido socialdemócrata y economicista (Loria); pero ahora resulta reaccionaria-revolucionaria.

73. Hacia el final de K II:

«Mañana empieza la embrolladísima redacción final de la sección 3ª del libro II del Capital» (Engels a Eduard Bernstein, London, 11/11/1884; MEW 36, 239).

Entonces, ¿el manuscrito VIII no era tan liso?

74. Aparente adhesión al Marx de la carta a O.S.:

«No hay duda de que la comuna, y en cierta medida el [ilegible], contenían gérmenes que en ciertas condiciones podrían haberse desarrollado ahorrando a Rusia la necesidad de pasar por los tormentos del régimen capitalista. Suscribo sin reservas la carta de nuestro autor [Marx] sobre Zhukovski. Pero para él tanto como para mí, la primera condición que se necesitaba para realizar esto era el impulso desde el exterior, el cambio del sistema económico en Europa occidental, la destrucción del sistema capitalista en sus países de origen» (Engels, carta a Nikolai Fransevich Danielson, 24/2/1893).

75. KI, cap. XIII, 8, MEW 23, 490.

Al presentar las cifras de progreso de la tisis entre los trabajadores en casa (a manos) de la industria del encaje, tiene una expresión muy antiprogresista: «Este progreso en la cuota de la tesis tiene que bastarles al progresista más optimista y al propagandista alemán del librecambio que más mentiras vomite a lo Faucher». (OME 41, p. 103)

76. Importante para la cuestión de relaciones de producción. En KIII, VI, 37 Kapital, Marx está hablando de la discrepancia entre el incipiente modo de producción capitalista y la forma en que este encuentra «das Consideizentum». Y dice:

«El mismo crea la forma que le corresponde, mediante la subordinación de la agricultura al capital; con lo que la propiedad feudal de la tierra, la propiedad del clan, o la pequeña propiedad campesina con comunidad aldeana se transforman en la forma económica correspondiente a ese modo de producción, por diferentes que sean sus formas jurídicas.» (MEW 25, 630).

77. Quizás el colmo de asistematicidad del léxico de este paso del KI, cap. XXIV, MEW 791, OME 41, 409:

«El monopolio del capital se convierte en traba del modo de producción que ha florecido con él y bajo él. La centralización de los medios de producción y la socialización del trabajo alcanzan un punto en el cual se hacen incompatibles con su cobertura capitalista. Suena la última hora de la propiedad privada capitalista. Los expropiadores son expropiados.»

Parece claro que ahí ‘modo de producción’ no se refiere inequívocamente a las relaciones de propiedad. Por otra parte, el paso sugiere muchas cosas acerca de hoy. La crisis general que vivimos puede deberse a que el desarrollo no ha seguido el curso «normal» previsto por Marx. Quizá el modo de producción se ha revolucionado más que Marx en algunos países (USA, BRD), mientras que en otros ve hundirse todas sus sobrestructuras porque no se resuelve la crisis como previó Marx ni al modo USA-BRD.

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14. Marginalia

Anotaciones de Sacristán. De diversos materiales depositados en BFEEUB:

1. En el capítulo XXII (Libro I) Marx trabaja con una hipótesis ortodoxa de acumulación originaria por el trabajo.

2. La idea de Javier Pérez Royo de que el capítulo XXIV de KI es ideológico la podía suscitar ya el capítulo XXIII, cuyo nervio es llamar «ley general de la acumulación capitalista» al empobrecimiento.

3. «Con eso [1] la producción capitalista destruye al mismo tiempo la salud física de los trabajadores urbanos y la vida mental de los trabajadores rurales. Pero, a la vez, por la destrucción de las condiciones de origen puramente espontáneo de aquel intercambio, obliga a producir éste sistemáticamente como ley reguladora de la producción social y en una forma adecuada al pleno desarrollo humano.» (KI, OME 41, 141)

[1] Con la perturbación del intercambio etre el ser humano y la naturaleza.

El programa ecologista.

4. «Los conocimientos, la penetración y la voluntad que, aunque sea en pequeña escala, desarrolla el campesino o el artesano independiente, igual que el salvaje ejerce como astucia personal todas las artes de la guerra, no se requieren ahora más que para el conjunto del taller [1]. Las potencias intelectuales de la producción amplían su escala por un lado porque desaparecen por otros muchos [2]. Lo que los trabajadores parciales pierden se concentra frente a ellos en el capital [3]. Constituye un producto de la división manufacturera del trabajo el contraponerles las potencias intelectuales del proceso de producción como propiedad ajenas y como poder que los domina. Este proceso de escisión empieza en la cooperación simple, en la cual el capitalista representa frente a los trabajadores individuales la unidad y la voluntad del cuerpo social del trabajo. Se desarrolla en la manufactura, que amputa al trabajador haciendo de él un trabajador parcial. Se consuma en la gran industria, la cual separa la ciencia, como potencia propia de producción, del trabajo, y la exprime al servicio del capital» [4] (KI, OME 40, 33/389)

[1] En la manufactura.

[2] Esto refuta la idea que se hace Gorz de la idea que se hace Marx del proletariado

[3] Cita a Ferguson.

[4] Cita a W. Thompson.

Contraponer a paso de Grundrisse.

5. «El Reino de la Libertad no empieza, efectivamente, sino donde termina el trabajar determinado por la necesidad y la finalidad externa; por la naturaleza de la cosa se encuentra, pues, más allá de la esfera de la producción material propiamente dicha. Al igual que el salvaje tiene que luchar con la naturaleza para satisfacer sus necesidad, para conservar y reproducir la vida, así también tiene que hacer el civilizado, y tiene que hacerlo en todas las formas de sociedad y bajo todos los modos de producción posibles. Al desarrollarse él mismo se amplía este Reino de la Necesidad natural, porque se amplían sus necesidad; pero al mismo tiempo se amplían las fuerzas productivas que las satisfacen. En este terreno la libertad no puede concebirse sino en que el hombre socializado, los productores asociados, regulen racionalmente su metabolismo con la naturaleza, lo pongan bajo su control comunitario, en vez de ser dominados por él como por una fuerza ciega, lo realicen con el menor gasto de energía y bajo las condiciones más dignas y más adecuadas a su naturaleza humana. Pero este sigue siendo un Reino de la Necesidad. Más allá de él empieza el despliegue de la energía humana que se tiene por fin de sí mismo, el verdadero Reino de la Libertad, el cual, empero, solo puede florecer sobre la base de aquel Reino de la Necesidad. La condición básica es la reducción de la jornada de trabajo.» (KIII, MEW 25, 828).

El que sea Reino de la Necesidad el de la producción material no impide a Marx estudiar las condiciones de la libertad en él. Esto la diferencia de Gorz, que renuncian a ella, al servicio de las trasnacionales.

Las condiciones son precisamente, el trabajo desalienado de Grundrisse. No hay negación conceptual, aunque sí cambio de pathos.

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