Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Notas de lectura sobre La rébellion française. Mouvements populaires et conscience sociale.1661-1789 (*)

Joan Tafalla

«Todas las cosas son engendradas por la discordia»

Heráclito, Fragmentos

La frase de Heráclito puesta por Jean NICOLAS como exergo de su obra adquiere todo su significado en el transcurso del viaje iniciático que supone la lectura de las 847 páginas de texto [1] de esta suma de los movimientos populares en el Ancien régime francés ente 1661 y 1789. El lector se encuentra ante un ingente trabajo de recuperación y de rescate de experiencias de vida de aquellos que no escriben memorias ni documentos realizado por un historiador de oficio al que le gusta definirse como autor-ciudadano. Lo que ya en sí es todo un programa intelectual y moral.

La rébellion française es el resultado de una amplísima encuesta que ha durado 20 veinte años. El arco cronológico escogido para esta encuesta abarca desde la post-Fronda hasta el mes de abril de 1789. Jean NICOLAS considera que tras esa fecha empieza propiamente la Revolución Francesa y el incremento de la movilización popular durante la revolución ha producido un cambio de calidad, una ruptura en las formas de conciencia, por eso cierra su arco cronológico en este período. El territorio elegido para la encuesta es el todo el hexágono francés.

La encuesta de NICOLAS se inscribe en la perspectiva de la longue durée: 128 años de rebeliones populares contra (entre otras muchas cosas):

– la señoría feudal (tanto la tradicional como la que era producto de la reacción feudal): defensa de los bienes comunales, contra las rentas feudales y las banalidades, por el derecho a la caza y la pesca, contra los signos del orgullo del señor y de la humillación de las gens de rien

– la fiscalidad injusta (producto de la exención de los privilegiados, y de la carga del mantenimiento del estado a los desposeídos en base a los impuestos indirectos): el contrabando, las luchas contra la taille, contra las aides

– la usurpación de la tierra, (de los bienes comunales, por ejemplo).

– por el derecho a la existencia (motines contra la carestía, por la tasación de los cereales)

– los conflictos del mundo del trabajo (negados por la historiografía de tradición kautskyana): las bacanales (huelgas) de los jornaleros en tiempo de cosecha o de los compagnons contra los maîtres en la ciudad, las reyertas entre gavots y dévorants

– el poder absolutista: los raptos de niños, los abusos de la policía, los enrolamientos forzados para las guerras, o para la marina y ultramar, las deserciones, los amotinamientos de soldados…

– la intolerancia y la represión en el espacio de lo sagrado: la resistencia popular contra la iglesia jerárquica, las luchas por la tolerancia religiosa, la revuelta camisarde, las revueltas jansenistas

El largo plazo elegido por NICOLAS en su encuesta no contradice, a mi modo de ver, la importancia de la courte durée, de la coyuntura revolucionaria 1789-1799 que rompió el Ancien Régime que abrió en pocos y ardientes años el paso hacia un nuevo mundo. Lo que hace, en definitiva es colocarla en un marco más amplio y proporcionar elementos útiles para esclarecer el misterio de la revolución, o lo que es lo mismo: por qué motivos los de abajo ya no podían sobrevivir constreñidos en las viejas formas y los de arriba ya no podían mantener su poder (o hegemonía: consenso más coerción) en la forma en que lo habían hecho durante siglos. La tormenta perfecta no se formó en cuatro días. Para esclarecer sus motivos necesitamos una mirada de largo alcance: la longue durée (la rébellion française) nos explica más y mejor la curte durée (la révolution française). Este es el enfoque de esta suma que convoca a los irreductibles de una la larga, difusa, capilar, molecular rebelión que afecta a millares y millares de gentes a través de los tiempos, a formar un cuadro de conjunto.

El fenómeno que marcará estos 128 años será, para NICOLAS, la permanencia del rechazo. Una permanencia que, de todos modos, hay que colocar en su dimensión real: “Ciertamente, los humildes no vivían continuamente en el antagonismo. Una radiografía de la opinión popular debe incluir también la otra cara, la del escepticismo, la del conformismo y la aceptación más o menos resignada del compromiso vivido día a día con el sistema dominante todos sus aparatos jurisdiccional o policial de los que se esperaba que garantizasen en el presente la seguridad y la tranquilidad, asegurando a cada uno sus posibilidades de supervivencia. Lo que resta es que el dinamismo de una sociedad se puede descubrir mejor en el aspecto del cuestionamiento, ya que los choques, incluso cuando se dan en un trasfondo ambiguo en incluso paseista, comportan el riesgo de provocar inicios de cambio”[2]. Que es otra forma de decir: no lo saben pero lo hacen.

Las cifras del libro son grandes, muy grandes: 8.528 rebeliones de diversos tipos rescatadas del olvido por el propio NICOLAS y por sus 59 colaboradores, que han examinado archivos a lo largo y ancho del territorio francés. Su amplia encuesta supera la metodología de los “estudios de caso” de los 70 del siglo pasado, a la que implícitamente acusa de producir generalizaciones precipitadas o reductivas: “No es una bulimia de erudición lo que nos hecho ir más allá, si no más bien la convicción de que, para verificar la validez de los modelos, es preciso trabajar sobre un tejido sin desgarros, lo más amplio posible, inscribiendo los acontecimientos en una serie prolongada, con el fin de desbaratar las infinitas trampas que se ocultan tras las ocurrencias y tras la variedad de las situaciones locales. Es cierto que el número, de forma pasajera, no está de moda. Las cifras, alineadas en ristra, demostrarían una opción ligeramente trivial. Recientemente sólo se hablaba de modelos o de paradigmas, primas de la verdad cuyas facetas serían más reveladoras que las series habían sido durante quizás demasiado tiempo la materia de la historia social “dominante”. Significa olvidar que el caso único escogido en los márgenes, por rico que sea, en primer lugar existe por su sitio en una secuencia: sólo con esta condición su análisis se transforma en significativo y generalizable. Yo hago mía la idea de Ernest Labrousse para quien “todo lo importante se repite”. Por añadidura, el rastreo sistemático de los archivos revela una cantidad de incidentes que hasta ahí desapercibidos, uno de cuyos elementos impactará la mirada, mediante la suerte, y producirá una nueva interpretación. Únicamente el “baño de multitudes”, la inmersión en la masa de los asuntos, puede librar este conocimiento íntimo, esta especie de empatía inseparable de la lectura del pasado. Quizá resulte sorprendente que un trabajo que se presenta bajo el signo de la estadística reivindique la afectividad como método de investigación, pero, por mi parte, no he querido sacrificar ni la cantidad ni los valores sensibles que recubre”[3]

NICOLAS clasifica sus 8528 rebeliones, crea tipologías, las analiza en sus ritmos ya sean anuales, decenales o estacionales, intenta descubrir continuidades, establece generalizaciones siempre prudentes, relaciona los conflictos con el conjunto de la población, atiende y analiza el lenguaje de aquellos que no saben o no pueden dejar trazos escritos si no es a través de las actas de los comisarios de policía, o la correspondencia de las autoridades dando cuenta de las rebeliones y pidiendo ayuda a sus superiores: “Todo era registrado, todo remontaba hasta la cúspide. El Consejo del rey, los ministros, los intendentes y sus subdelegados, los comandantes de provincia, los tribunales a todos los niveles imponían órdenes sin tregua, sanciones y arbitrajes cuyas trazas han conservado abundantemente los archivos. Unas trazas que hoy forman el mantillo de a inteligencia social del pasado»[4].

La primera clasificación en bruto de los conflictos inventariados atendiendo a las características sería la siguiente:

Motivos

nº de rebeliones

%

1. Rechazo de las iniciativas reformistas del Estado

53

0,6

2. Contra la fiscalidad y la parafiscalidad estatales

3336

39,1

3. Contra el aparato judicial, militar o policial del Estado

1212

14,1

4. Contra la señoría

439

5,1

5. Contra la nobleza y el privilegio nobiliario

12

0,1

6. Contra el clero

103

1,2

7. Cuestionamiento de notables

160

1,9

8. Cuestionamiento de la autoridad municipal

148

1,7

9. Subsistencias

1497

17,6

10. Religión, creencias

264

3,1

11. Conflictos de trabajo

441

5,2

12. Afirmación de particularismo regionales

94

1,1

13. Diversos

769

9,2

Total

8. 528

100

Numerosos mapas y cuadros estadísticos nos permiten valorar la incidencia real y la distribución de estas 8528 rebeliones en el territorio, y correlacionadas con el conjunto de la población. Positivismo dirán quizás algunos. No, se trata de construir una imagen de la conciencia social de un pueblo que, como siempre, es un conjunto abigarrado de grupos sociales, de identidades, de mentalidades, de culturas materiales y morales a partir de los datos que yacen, muchas veces sin explorar, en las cajas y dossiers de los archivos. Es natural que de la cantidad de material procesado de su organización y clasificación, de su análisis crítico, filológico aparezca una imagen rica y compleja de unas clases subalternas que tratando de sobrevivir, resistiendo como pueden a la opresión, tras lenta (y en ningún modo finalista) acumulación de experiencias, de cultura y indignación un buen día tomaron y derribaron las bastillas de la opresión y abrieron una nueva época histórica. Y es que para tener una imagen aproximada de la conciencia social de las clases subalternas del antiguo régimen es preciso un trabajo paciente de recuperación de miles de piezas que luego formarán un puzle en el que, sin duda quedarán numerosos agujeros, a pesar de la ingente obra realizada.

Por decirlo de forma un poco anticuada quizás, sólo la cantidad de material procesado permite acercarnos a la calidad del proceso social, a su dinámica, a sus ritmos, continuidades y rupturas. Como dirá NICOLAS: “Y si se me pone la objeción de que una recolección tan obstinada huele a un positivismo considerado superado, responderé que simplemente he sido fiel a la definición y a la impostación de nuestra disciplina. La palabra historia, como se sabe, significaba en primer lugar para Herodoto información, exploración, cuestionamiento, en fin, encuesta. ¡Me parece que después nadie lo ha dicho mejor! Inventariar, conocer, devolver a la memoria viva trazas desaparecidas, el resultado merecía las penas y trabajos que ha costado a una cincuentena de amigos, investigadores y estudiantes que se han asociado directa o indirectamente a la empresa. A partir de ahí, el fenómeno rebelionario puede ser interrogado en todas sus dimensiones relacionales, psico-sociales, quizás infra-políticas. Hasta llegar al núcleo duro: ¿qué fuerzas, inconscientes o conscientes, empujaban a los actores de este teatro siempre dramático a trascenderse a ellos mismos, a identificarse con una imagen común de grupo, es decir a acceder a formas rudimentarias de conciencia social? Y finalmente, ¿influyó este inmenso dispendio de energías negativas surgidas de abajo en la visión y en las estructuras estatales y por qué mecanismos de transmisión?”[5]

Anotemos el neologismo rebelionario usado por NICOLAS por comparación o analogía con revolucionario. El modelo propuesto por el autor pretende explicar el fenómeno revolucionario por la acumulación rebelionaria anterior. Con la diferencia de que una rebelión es un levantamiento sin aspiración a “des lendemains qui chantent”, un acontecimiento rebelionario es un suceso cuyos protagonistas, simplemente niegan y reniegan con la fuerza de la palabra y habitualmente con la violencia física, una situación de opresión que no les deja otra salida que la rebelión. Me parece una evidencia que nadie (excepto los revolucionarios de profesión o de vocación) desea rebelarse contra lo establecido. Mientras, por decirlo con lenguaje actual, se llegue a fin de mes, nadie, o pocos, se rebelan.

Por tanto, nos encontramos ante un inventario de acontecimientos desprovistos de otro finalismo que no sea la supervivencia, sea física o moral de los individuos o grupos sociales. Cosa diferente es que la reiteración en el tiempo o en el espacio, que la acumulación de circunstancias rebelionarias en número y calidad suficiente con una crisis del poder pueda comportar consecuencias revolucionarias. Pero para ello hay que contar con las clases antagonistas, que también juegan su rol. Y de qué manera.

Ciertamente, la historia de las clases subalternas no es el único componente de la historia: las clases dominantes ocupan un espacio no desdeñable en la historia realmente sucedida. Aunque menor del que ocupan en la historia escrita. Para que haya una revolución no solo es preciso que la rebelión popular se trascienda en cuestionamiento global del poder imperante. Es preciso que las clases dominantes se dividan entre ellas, que el estado entre en crisis global (guerra, bancarrota…) que los métodos de consenso y de coerción, que los modos de dirección y de dominación políticas hayan devenido inviables. Pero la tormenta perfecta no es el acontecimiento más habitual. Lo normal son las borrascas más o menos dispersas y las calmas “chichas”.

Pero cuando el último campesino, cuando el último gagne-denier, compagnon, journalier, blanchisseuse, o garçondecide que no aguanta ya más, cuando a partir de su cultura material y moral, empieza a distinguir entre ellos y nosotros, cuando se trasciende él mismo en su grupo social, cuando acumula experiencia en el conflicto cotidiano, cuando la transmite de generación en generación, cuando se socializa… cuando todo ello pasa, la historia puede dar saltos que nadie imaginaba ni podía imaginar si no es a posteriori.

Ante obras como La rébellion française a uno le parece estar viendo como se ponen en obra la idea de historiador y de historia integral formulada por Antonio Gramsci en el conocido parágrafo sobre la historia de las clases populares, escrita en los Cuadernos de la Cárcel: «La historia de los grupos sociales subalternos es necesariamente disgregada y episódica. No hay duda de que en la actividad histórica de estos grupos hay una tendencia a la unificación, aunque sea a niveles provisionales; pero esa tendencia se rompe constantemente por la iniciativa de los grupos dirigentes y, por tanto, sólo es posible mostrar su existencia cuando se ha consumado ya su ciclo histórico, y siempre que esa conclusión haya sido un éxito. Los grupos subalternos sufren siempre la iniciativa de los grupos dominantes, incluso cuando se rebelan y de levantan. En realidad, incluso cuando parecen victoriosos, los grupos subalternos se encuentran en una situación de alarma defensiva (esta verdad puede probarse con la historia de la revolución francesa hasta 1830 por lo menos). Por eso todo indicio de iniciativa autónoma de los grupos subalternos tiene que ser de inestimable valor para el historiador integral; de ello se desprende que una historia así solo puede encararse monográficamente, y que cada monografía exige un cúmulo enorme de materiales a menudo difíciles de encontrar».

Ignoro si NICOLAS comparte de algún modo este punto de vista del filósofo y dirigente comunista italiano, pero a mi me parece que La rebellion française se ajusta del todo al programa de investigación trazado por Gramsci. Ahora y aquí no puedo justificar esta idea. Cualquier persona que haya leído el libro podrá aportar su opinión al respecto

Notitas finales

1.- Esta simple nota de lectura escrita el 21 de julio de 2011, al pie del Matagalls y colgada en el blog el día 25 de agosto del mismo año, me ha servido para enmarcar el comentario que hago en mi tesis de dos capítulos: VII Jours sans pain y VIII Politique de la faim. Sólo podré publicar esa parte del comentario tras hacer la defensa de la tesis. En ella trato de usar los datos de la encuesta de NICOLAS, junto a las aportaciones de otros autores (Rudé, Luchinsky, Ado, Bouthon, Gauthier y Ikni) para enmarcar las relaciones entre el protagonista de mi tesis, Jacques-Michel Coupé de l’Oise (1737-1808) con el capítulo que dedico al comercio de los cereales y de las revueltas populares por el derecho a la nutrición. Dejo un comentario más global del conjunto de la obra de NICOLAS para más adelante, cuando mi cronograma lo permita.

2.- El volumen que manejo es una edición de bolsillo en la Colección Folio. Se hace difícil de leer por el tamaño de la letra común en esa colección: una taille que debemos pagar los lectores pobres. También, y es verdadera lástima, casi imposible de apreciar el detalle de las bellísimas ilustraciones. Incluso es difícil de manejar manualmente (1076 páginas en tamaño tan pequeño dan un formato inmanejable que queda deformado irremisiblemente cuando has superado las primeras 300 páginas. Por ello recomiendo a quien le interese el libro y tenga el dinero necesario, que trate de comprar, si la encuentra, la primera edición de Éditions du Seuil, 2002.

3.- NICOLAS divide los motines de subsistencias en tres tipologías:

1.- Surgidas de las ciudades y de sus faubourgs pero también del campo, las multitudes furiosas apostrofan a todos aquellos que consideran responsables de la situación: panaderos comerciantes de granos o autoridades locales. Someten al pillage tiendas y tenderetes, roban el pan y la harina y, en los casos en que produce una mayor politización se dirigen a los edificios públicos o a los privados de los magistrado y reclaman allí soluciones de diverso tipo, como la tasación, las visitas domiciliarias a casa de los supuestos acaparadores y compra de trigo en el exterior.

2.- En el campo. Ataques contra granjas apartadas, castillos, curas, abadías, que supuesta o realmente guarden trigo oculto. Las bandas de campesinos, disfrazadas y con la cara pintada de negro para no ser reconocidos o sin ello, tratan de forzar la entrega del grano por parte de los acomodados y en el caso de negativa hunden las puertas o el conjunto de los graneros.

3.- Oposición a la salida del trigo de la ciudad, comarca o región, básicamente el ataque es contra comerciantes foráneos, contra las requisas militares. Los convoyes de carros transportando granos pueden ser detenidos a su paso por el campo o la ciudad, o en alguno de los relais a los largo del camino. También pueden ser detenidos las barcazas de transporte tanto en ríos como en canales.

El resumen es cifras es el siguiente:

Tabla VII. Tipos de motines de subsistencias

Contra la carestía

564

Contra el acaparamiento

119

Contra la exportación de granos

707

Otros

136

Total

1526

1526 motines de subsistencias representan el 17,9 % de los 8528 acontecimientos rebelionarios.

[1] Las restantes 229 paginas corresponden a un imponente y muy útil aparato crítico que ayuda a posteriores y complementarias búsquedas.

[2] « Certes, les humbles ne vivaient pas continûment dans l’antagonisme. Une radiographie de l’opinion populaire doit aussi inclure l’autre face, celle du scepticisme, du conformisme et de l’acceptation plus ou moins résignée du compromis vécu au jour le jour avec la système dominant et tous son appareil juridictionnel ou policier dont on attendait qu’il garantît dans le présent la sécurité et la tranquillité, en assurant à chacun des chances de survie. Reste que le dynamisme d’un société est bien davantage à découvrir du côté de la mise en cause, parce que les heurts, même sur fond revendicatif ambigu et parfois passéiste, risquent de provoquer amorces de changement », Jean NICOLAS, La rébellion française, ob.cit., p. 11.

[3] « Ce n’est pas une boulimie d’érudition qui nous a conduits à aller au delà, mais bien la conviction que, pour éprouver la validité des modèles, il faut travailler sur un tissu sans déchirure, aussi large possible, en inscrivant les événements dans un série prolongée pour déjouer les pièges infinis qui s’abritent derrière les occurrences et la variété des situations locales. Il est vrai que le nombre, passagèrement n’est pas à la mode. Les chiffres, alignés en chapelets, relèveraient une démarche légèrement triviale. On ne parlait récemment que des modèles ou de paradigmes, prismes de vérité dont les facettes seraient plus révélatrices que les séries qui n’auraient que trop longtemps formé la matière de l’histoire sociale « dominante ». C’est oublier que le cas unique choisi dans les marges, si riche soit-il, existe d’abord par sa place dans une séquence: son analyse ne devient significative et généralisable qu’à cette condition, et je fais mienne l’idée d’Ernest Labrousse pour qui « tout ce qui est important est répété ». De surcroit, le ratissage systématique des archives soulève une multitude d’incidents jusqu’à-là enfouis, dont un élément accrochera le regard, la chance aidant, pour une interprétation neuve. Seul le « bain de foule », l’immersion dans la masse des affaires, peut livrer cette connaissance intime, cette sorte d’empathie inséparable de la lecture du passé. On pourra s’étonner de ce qu’un travail présenté sous le signe de la statistique revendique l’affectivité comme mode d’investigation, mais je n’ai voulu sacrifier ni le nombre ni les valeurs sensibles qu’il recouvre » Jean NICOLAS, La rébellion française, ob.cit. p. 19.

[4] «Tout était enregistré, tout remontait au sommet. Le Conseil du roi, les ministres, les intendants, et leurs subdélégués, les commandants de province, les tribunaux à tous les niveaux imposaient sans trêve des ordres, des sanctions ou des arbitrages dont les archives ont conservé les traces surabondantes qui forment aujourd’hui le terreau de l’intelligence sociale du passé » Ob.cit. p. 12.

[5] «Et si l’on m’objecte qu’un collecte aussi acharnée sent un positivisme jugé révolu, je répondrai que nous avons simplement été fidèles à la définition et à la démarche première de notre discipline. Le mot histoire comme on sait, signifiait d’abord pour Hérodote information, exploration, questionnement, bref enquête. Il ne m’a toujours semblé qu’on n’avait pas dit mieux depuis ! Recenser, connaître, rendre des traces disparues à la mémoire vivante, le résultat valait déjà les peines qu’il a coûtées à la cinquantaine d’amis, chercheurs et étudiants qui se sont directement ou indirectement associés à l’entreprise. A partir de là, le phénomène rébellionaire peut être interrogé dans toutes ses dimensions relationnelles, psychosociales, infra-politiques peut-être. Jusqu’à atteindre le noyau dur: quelles forces, inconscientes ou conscientes, poussaient les acteurs de ce théâtre toujours dramatique à se dépasser eux-mêmes, à s’identifier à une image commune au groupe, c’est-à-dire accéder à des formes rudimentaires de conscience sociale ? Enfin, cette immense dépense d’énergies négatives venues d’en bas a-t-elle influé à terme sur la vision et les structures étatiques, et par quel relais?» Ob.cit. p. 22.

(*) Jean NICOLAS, La rébellion française. Mouvements populaires et conscience sociale.1661-1789, Paris, Gallimard/Folio histoire, 2008. Primera edición en Éditions du Seuil, 2002, 1076 páginas

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