Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Entrevista a Manuel Cañada de “La Trastienda” sobre las acciones de Mérida

Salvador López Arnal

Manuel Cañada es educador social en un IES de Extremadura. Forma parte, en condición de afiliado, del PCE, IU y CGT, aunque su tiempo de militancia lo dedica fundamentalmente a un colectivo por los derechos sociales que lleva el nombre de “La Trastienda”.

¿Qué pasó en Mérida la cuarta semana de agosto? ¿Quiénes participasteis en la acción?

La Plataforma por la Renta Básica en Extremadura viene desarrollando desde hace ya cinco meses distintas acciones reivindicativas ligadas a la una Iniciativa Legislativa Popular en favor de la implantación de la Renta Básica en la comunidad. En este caso, se trató de una acción de desobediencia civil, de una expropiación de alimentos en una gran superficie comercial en Carrefour. A nuestro pesar, no conseguimos sacar los carros de comida porque la policía lo impidió.

Las personas que participaron en la acción pertenecen a los distintos colectivos que componen la Plataforma. Gentes de CNT, CGT, IU, Redes Cristianas, 15M, La Trastienda y, sobre todo, parados y personas amenazadas de desahucio de vivienda. En esta acción participó fundamentalmente gente de Mérida, pero en la Plataforma por la Renta Básica están confluyendo tanto colectivos de orientación anticapitalista como personas en paro y vecinas de las barriadas más machacadas de otras poblaciones como Cáceres, Plasencia, Badajoz, Almendralejo, Villanueva, Don Benito y así hasta más de 60 poblaciones en Extremadura.

¿Cuál eran las finalidades de vuestra acción?

Es una acción de protesta, no de rapiña. El lenguaje nunca es neutro. Ellos, los medios de comunicación del poder, le llaman a estos actos, “asaltos a los supermercados”. Pero aquí la cosa no va de forajidos ni de bandoleros ni de asaltantes de caminos. En todo caso se trataría de asaltar las conciencias y de contribuir a la expansión y construcción de un amplio movimiento social de resistencia y desobediencia.

La finalidad de la acción es denunciar que millones de personas están siendo arrastradas a la miseria e indigencia por parte de los poderes políticos y económicos. Denunciar que medio millón de parados se van a quedar sin subsidio a raíz del decreto del 13 de julio. Denunciar que más de 2 millones de niños están ya bajo el umbral de la pobreza, que más de 500 personas son desahuciadas todos los días de sus casas, que a cientos de miles se les va a quedar sin asistencia sanitaria gratuita. Denunciar los despidos de saldo, los contratos basura con un año de prueba, la liquidación de los convenios. Denunciar en definitiva el sufrimiento colectivo y la miseria que está acarreando esta política canalla contra el pueblo.

Por otra parte, el acto pretendía también focalizar las agresiones del Gobierno en los recortes a los parados. Van a recortar la protección al desempleo en 13.760 millones de euros, lanzando a la penuria más absoluta a millones de trabajadores. Es la coacción muda, “la presión silenciosa e incesante de la miseria” de la que hablaba Marx explicando la acumulación originaria del capital. Quieren convertir a una parte muy numerosa de la clase obrera en indigentes. Y, de ello, el capital saca réditos económicos y políticos. La acumulación de capital basada en la desposesión de derechos laborales y sociales, ese concepto que ha renovado David Harvey, se muestra, sin ambages, como el objetivo planificado desde el poder. Y aquello que escribiera Marx, en el capítulo XXIV de El Capital (Libro I), resuena con una aterradora vigencia: “La sucia intervención del Estado crea policialmente las condiciones para la acumulación de capital”.

Y junto a la recreación del ejército de reserva, como condición para una nueva fase de acumulación capitalista, otro factor más relacionado con el dominio político e ideológico. Los pobres le son muy rentables al poder. Sobre el miedo a la proletarización de las clases medias se cimenta la cohesión del bloque social dominante. Los pobres son el chivo expiatorio del neo-fascismo que está emergiendo.

La particular “renovación” del Plan Prepara que ha aprobado el gobierno es una muestra de esta doble función del recorte a los parados: además de seguir “ordeñando” los escasos recursos del colchón familiar, toda su obsesión es culpabilizar a los desempleados y enfrentarlos entre sí, ya sea por edades, por cargas familiares…

¿Habéis pensado en seguir por esa senda de “desobediencia civil”? ¿En qué otras acciones habéis pensado?

El tiempo de las “procesiones laicas” llega a su fin. Hay una pintada reciente que resume bien el cambio de ciclo en la respuesta popular: “No tengáis miedo a la crisis: hay millones de viviendas vacías y los supermercados están llenos”.

Bauman decía hace poco que a Wall Street le es indiferente que la gente ocupe las plazas, y no andaba desencaminado del todo el sociólogo polaco. Todos intuimos que hay que dar un salto en la lucha social. Hay que salirse del tiesto dominante. El 15M fue el gran acontecimiento que abrió el tiempo de la movilización, pero después hemos comprobado el cinismo y la cara de cemento de los poderes. Tras el 15M, el movimiento popular ha venido sondeando distintos métodos de lucha: la marea verde por la educación pública, la marea negra de los mineros, las manifestaciones del 19 de julio y las expropiaciones de alimentos, son algunos de los momentos fundamentales en esa búsqueda colectiva.

Boicot, sabotaje y traición al poder son los principios fundantes de la política revolucionaria, le gusta decir a José María Ripalda. De eso se trata ahora. Y para ello, habrá que enfrentarse con el “sentido común” dominante, con el individualismo propietario y también con el burgués acomodaticio y mediatizado que se ha colado incluso en nuestras cabezas.

Dos son los actos más significativos que tenemos a la vista. El primero, la manifestación del 7 de septiembre, con motivo de las celebraciones del Día de Extremadura. Quieren seguir con el mismo rollito, la “normalidad institucional” y el medalleo. Y vamos a hacer todo lo posible porque no se salgan con la suya. A los que planifican el saqueo contra las clases populares hay que decirles que se ha acabado la paz social. El segundo, es de debate y coordinación de fuerzas: un Encuentro Estatal por las Rentas Básicas [1], para reunir distintas perspectivas de lucha.

¿Qué comentarios ha suscitado vuestra acción entre la ciudadanía extremeña? ¿Y entre las fuerzas políticas?

Hay reacciones para todos los gustos, lógicamente. Pero me gustaría resaltar dos hechos que ocurrieron ese día, durante el acto mismo. El primero, cómo a un periodista que estaba contando la noticia, sus jefes le preguntaban insistentemente por los incidentes, los conflictos con las cajeras o cualquier detalle que pudieran etiquetar de violencia o altercado. Este ejemplo resume bien el intento de criminalización de la protesta por parte del poder y sus seguidores.

Y hay un segundo hecho que fue muy emocionante. De forma espontánea, una compañera empezó a gritar “El pueblo unido jamás será vencido” en el fondo de la gran superficie. Nuestra sorpresa fue que, además de las casi cien personas que participábamos en la acción, otras muchas, que estaban allí comprando se sumaron al grito y a la protesta. Durante unos minutos, en ese centro de Carrefour retumbó el lema de la Unidad Popular chilena, y todos barruntamos, paseándose por allí, por aquel templo sagrado del consumo, como si fuese un temblor extraño, el fantasma de la lucha de clases, revelándose bastante más vivo de lo que suele presumirse.

Queremos destacar la solidaridad de muchos colectivos y personas. Entre ellas, quiero subrayar la disposición a autoinculparse por parte de Julio Anguita, que nos llamó para explicitar su apoyo.

Puedes sumarme a esos apoyos. No creo equivocarme si te señalo que los otros compañeros de rebelión también se suman encantados.

Gracias. De cualquiera de las maneras, lo fundamental que se perseguía con este acto se ha conseguido. Nuestra acción es un síntoma y un anticipo. Un síntoma del hartazgo de la gente común, del terremoto social que está suponiendo el rescate bancario. Y un anticipo del estallido social que viene, en este combate del pueblo contra la dictadura financiera.

¿Os han inspirado las acciones que recientemente también se han realizado en Andalucía?

Claro. Pero las acciones colectivas no son de nadie, por definición. Las expropiaciones de alimentos son una práctica que se ha realizado en multitud de ocasiones: como actos simbólicos por las asambleas de parados (por ejemplo en Francia, en 1998) o como motines populares (el Caracazo en 1989 o los disturbios de 1992 en Los Ángeles).

El repertorio de acciones colectivas está continuamente revisándose y renovándose. Sólo los tontos o los políticos del corto plazo piensan la lucha del pueblo en categorías como copia, modelo o imitación. Las luchas son de quienes las necesitan. Y lo importante es que esas acciones respondan a necesidades reales y se interpreten de forma creativa, adaptadas a la singularidad del territorio.

Raúl Zibechi y Alberto Garzón han puesto el dedo en la llaga al analizar las expropiaciones de alimentos. No es la legalidad, es la legitimidad, sobre todo, lo que ha de perseguir nuestra lucha. Y un segundo elemento muy importante: no es el número lo único que confiere potencia a una acción colectiva, sino también su capacidad para interpelar al sentido común y al buen sentido al mismo tiempo.

Algunos afirman que, en el fondo, Sánchez Gordillo es un “iluminado”. ¿Vosotros también lo sois?

De eso se trata, de buscar entre todos algo de luz.

Otros críticos señalan que todo es un cálculo político para aumentar la fuerza electoral de IU, pero que aquí, en el fondo, las gentes que lo pasan mal importan poco, muy poco. ¿Es el caso en tu opinión?

Uno de los puntales de la campaña mediática es presentarnos como un grupo de IU. Como se ha apuntado más arriba, la Plataforma por la Renta Básica tiene una composición muy plural. Y además de los colectivos mencionados anteriormente hay otros grupos muy activos, tales como la Plataforma por el empleo de Plasencia, la Plataforma de Trabajadores de Almendralejo o la Asociación Socio-cultural de Aldea Moret. De hecho, La Trastienda forma parte de Baladre, que es un espacio de coordinación de luchas y grupos que, en su mayor parte, se sentirían más identificados con una adscripción ideológica al mundo libertario.

La Plataforma por la Renta Básica es un movimiento, no un partido ni un sindicato. No somos una instancia “representativa”, sino un espacio de participación y acción directa de personas afectadas por el paro, la precariedad, los desahucios, la exclusión o la explotación. Los de abajo no son el objeto de representación, sino el sujeto protagonista de esta lucha.

La acción del supermercado u otras que estamos realizando serían impensables sin la organización creciente que estamos consiguiendo en los barrios más marginados y entre los parados. La paralización de los desahucios en viviendas sociales que se alcanzó el 26 de julio ha sido uno de los primeros frutos de esa capacidad de auto-organización popular.

¿Cuál es la situación de las clases trabajadoras extremeñas? ¿Es grave la situación? He leído que se ’empieza a haber problemas de hambre física en muchos sitios’, un hambre que es poco visible.

La situación puede resumirse en tres datos demoledores: 164.000 parados (más del 33%); de entre ellos, casi 90.000 no disponen de cobertura al desempleo; una tasa del 39% de pobreza infantil.

Ya se sabe que las serpientes suelen morder a quienes no tienen zapatos. La crisis se ceba con los más pobres, y en Extremadura, esa situación se va agravando rápidamente. En los barrios y en muchos pueblos, la miseria y las penalidades avanzan a marchas aceleradas. Cáritas no da abasto. Ya es demasiado frecuente encontrarse con personas que, durante meses, no disponen de luz o agua corriente. Los recortes sanitarios, por ejemplo, van a tener una repercusión brutal en Extremadura, con una población dispersa y envejecida (casi un 20% de la población por encima de los 65 años). El colchón de las pensiones públicas y el del subsidio agrario son, por el momento, los dos principales instrumentos que evitan la generalización de la pobreza más extrema.

Pero la mentalidad de clase media es un baluarte poderoso, también aquí. Fernández Vara, el que fuera presidente de la Junta de Extremadura, decía en sus campañas electorales que el 80% de los extremeños pertenecían a la clase media. Esa tontuna todavía ronda demasiadas cabezas.

¿Mantenéis contactos y vínculos con el sindicato andaluz de trabajadores?

Sí. De hecho, van a participar con nosotros en los actos de los días 7 y 8 de septiembre. El SAT representa, de forma genuina, la dignidad obrera y el espíritu de lucha, es el heredero de la mejor cultura jornalera.

El Gobierno de Extremadura ha hecho un llamamiento a la responsabilidad y al cumplimiento ‘estricto’ y ‘escrupuloso’ de la ley. ‘Tenemos que hacer una apelación al respeto a la legalidad vigente y a la responsabilidad’, ha declarado la vicepresidenta extremeña, Cristina Teniente, al ser preguntada por la acción. ¿Quieres responderle?

Los que tienen que cumplir la ley son ellos. Por ejemplo: que dejen de mandar cartas de desahucio a inquilinos de viviendas sociales cuyo propietaria es la Junta de Extremadura y cumplan el acuerdo del parlamento regional.

Se están saltando a la torera los acuerdos de la Asamblea de Extremadura, como si tuvieran mayoría absoluta, participando de la política general de recortes. Ejemplos: cierran 21 consultorios médicos, despiden a los interinos de educación, suprimen la gratuidad del transporte escolar para los alumnos de FP y Bachillerato, elevan la jornada laboral de los empleados públicos, se cargan la Orquesta de Extremadura… Que cumplan las leyes, sí, eso es lo que deberían hacer justamente ellos, en lugar de burlarse de la gente.

En términos más generales, ¿qué opinas de la acción convocada el 25S en el Congreso de Diputados de Madrid? ¿Es necesaria una huelga general?

Completamente de acuerdo con la acción del 25S, con la huelga general que CGT y CNT vienen propugnando y con cuantas acciones sirvan para articular un fuerte movimiento de resistencia y desobediencia. Frente a la audacia de los poderosos sólo cabe responder con más audacia y determinación. Hay que plantearse hacer caer el gobierno y su política. Frente a la dictadura financiera habrá que situar con convicción el impago de la deuda. Y volver a situar en el imaginario y el horizonte de la política practicable la alternativa del socialismo.

¿Qué opinión te merece el intento del Foro Cívico de relacionar y unir los miles de grupos que resisten la ofensiva descarnada del capital?

Estoy bastante de acuerdo con el Foro Cívico; de hecho me he inscrito en uno de sus nodos, porque considero que por ahí van los tiros. Articular una alternativa social y política frente al capital desde abajo, con base programática y arraigada en la movilización social. Y Julio Anguita me parece una de las personas más creíbles de la izquierda revolucionaria de este país. Es honesto como pocos, no le gusta el pasteleo y subordina su inteligencia e iniciativa, que es mucha, al colectivo.

Pero, de todos modos, pienso que el acento no hay que ponerlo en lo político, sino en lo social. La unidad hay que construirla desde la lucha contra los desahucios, contra el paro y la precariedad, con los otros… Descreo mucho de las impetuosas hornadas de representantes, que aparecen por doquier. Hay demasiada “impaciencia representativa” y, por el contrario, muy poca disposición a arrimarse donde la papa quema y a aprender de las gentes comunes. A estas alturas, creo más en los procesos y en las prácticas colectivas que en los discursos y en la gestualidad política.

¿Quieres añadir algo más?

Me gustaría aprovechar la oportunidad que me brindas para rendir homenaje a Paco Fernández Buey, un militante comunista de los pies a la cabeza. Él, jamás se pareció a los “pingos almidonados, que colaboran con el Poder en cambiar el significado de las palabras”. Fue un intelectual de su pueblo, leal a la clase obrera, que supo condensar en su obra y en su vida, como él mismo dijera refiriéndose al marxismo, “la vocación analítica, el espíritu crítico y la voluntad de emancipación en favor de los explotados y oprimidos”.

Mientras te leía he pensado varias veces en Paco Fernández Buey. Creo que él estaría muy de acuerdo con la protesta que has narrado –seguramente hubiera participado en ella si hubiera podido- y con las motivaciones poliéticas que nos has explicado. Gracias, muchas gracias por el recuerdo. ¿Le dedicamos la entrevista?

De acuerdo.

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