Un punto de encuentro para las alternativas sociales

La renovada presencia del campesinado en los procesos emancipatorios

Ernest Cañada

Intervención en la presentación del libro de Luciano Vasapollo “De Sur a Sur. La estrategia del caracol” (El Viejo Topo, 2014) realizada en Barcelona el 20 de enero de 2014.

I

En primer lugar quiero agradecer a todos los presentes vuestra asistencia en nombre de las entidades organizadoras de este acto (la editorial El Viejo Topo, Espai Marx, Casal del Alba, Frente Cívico, Marxismo Crítico y Alba Sud) y también a Luciano Vasapollo por su viaje a Barcelona que nos permite conocer mejor y discutir su trabajo.

Luciano Vasapollo es profesor de las universidades de Roma y La Habana sobre métodos de análisis del sistema económico y el desarrollo. Es también coordinador del Capítulo Italiano de la red “Redes de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humanidad” y director de CESTES – Centro Studi Transformazioni económico-social y las revistas Proteo y Nuestra América-Italia.

Por su parte, Joan Tafalla, autor del prólogo del libro, es miembro de Espai Marx, maestro, pensador y militante comunista de los que muchos hemos podido aprender durante muchos años. Es autor también de una tesis doctoral sobre Jacques-Michel Coupé, un cura jacobino, diputado en la Convención Nacional, y uno de los muchos cuadros que defendieron la economía moral frente la fisiocracia durante la Revolución Francesa.

Recordemos que Luciano Vasapollo estará mañana presentando también otro libro suyo, escrito con Joaquín Arriola y Rita Martufi, El despertar de los cerdos, que tendrá lugar en el Colectivo Ronda y que contará también con la participación de Miren Etxezarreta, Rita Martufi y Ramon Franquesa. Un libro que plantea la hipótesis de una salida coordinada del euro por parte de los países del sur de Europa más afectados por la crisis (los conocidos por el acrónimo PIIGS, Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España). La propuesta de estos tres economistas toma como inspiración el modelo del ALBA desarrollado en América Latina.

II

Se trata de dos libros que aunque muy diferentes enlazan preocupaciones e intereses. Ambos tienen como centro de su reflexión el SUR. Un Sur que es visto como metáfora, y como señala Joan Tafalla en su prólogo, como el eslabón más débil de la cadena, la que puede actuar como desencadenante de los hechos que agraven la crisis del capitalismo y permitan un vía de esperanza para la supervivencia humanidad.

En Europa pensamos como esperanza una unión de los pueblos del Sur que rompa con esta Unión Europea y permita construir nuevas alianzas, inspirándonos en procesos similares a los que se han podido llevar a cabo en América Latina en el marco del ALBA.

Y en esta discusión, tanto en América Latina como en el Sur de Europa, aparece nuevamente el campesinado, un sector social clave en la historia de las revoluciones y los procesos de transformación social profundos que se han dado desde principios del siglo XX. Es un campesinado que nos ayuda a pensar y construir alternativas de economía local, de reciprocidad, de organización social, de relación respetuosa con el territorio y sus recursos, radicalmente diferentes a la lógica suicida del capitalismo. Y este es precisamente el objeto de la presentación del libro de hoy, este papel que termina jugando el campesinado en los procesos de transformación social a pesar de haber sido condenado a la desaparición y la marginación una y otra vez.

III

Joan Tafalla en su prólogo hace un recorrido por la historia de las ideas de aquellos pensadores y revolucionarios que dentro de la tradición marxista se dieron cuenta de este papel singular del campesinado y que consideraban que no se les podía menospreciar ni condenar a la desaparición, como han hecho tantas veces los defensores de la modernización y del sistema capitalista, pero también el marxismo más vulgar y teleológico.

Este recorrido comienza en el trabajo del mismo Karl Marx de más edad, y sigue con Antonio Gramsci y el peruano Juan Carlos Mariátegui, y conecta acertadamente el análisis y propuesta de Luciano Vasapollo con esta tradición intelectual. En este hilo deberíamos poder incorporar también el trabajo del pensador marxista, novelista y crítico cultural John Berger en “Puerca tierra” cuando, por ejemplo, afirma:

Despachar la experiencia campesina como algo que pertenece al pasado y es irrelevante para la vida moderna; imaginar que los miles de años de cultura campesina no dejan una herencia para el futuro, sencillamente porque ésta casi nunca ha tomado la forma de objetos perdurables; seguir manteniendo, como se ha mantenido durante siglos, que es algo marginal a la civilización; todo ello es negar el valor de demasiada historia y de demasiadas vidas. [1]

IV

La edición en castellano del libro de Luciano Vasapollo la tenemos que agradecer a la Editorial El Viejo Topo, que reúne en este volumen que hoy nos reúne los trabajos de dos libros publicados en italiano en los años 2011 y 2012. En el libro analiza de forma detallada y comparada los procesos vividos por el campesinado boliviano y el campesinado del Sur de Italia. Sin embargo la suya no es una lectura ahistórica, trata de entender los movimientos campesinos en su contexto y en su tiempo, como agentes activos de transformación. Destaca los elementos que configuran su estabilidad, pero al mismo tiempo su historicidad.

V

Es sobre la importancia de esta historicidad de los movimientos campesinos que quisiera llamar su atención antes de dar paso a Joan y Luciano, con una historia de campesinos mayas de Guatemala, de Centroamérica y de América Latina.

A finales de los años 60 en el pueblo de San Martín de Jilotepeque, en Chimatenango, un colectivo de campesinos mayas, del pueblo kakchikel, iniciaron un proceso que pondría las bases del Movimiento Campesino a Campesino, y que permitiría lo que hoy es un de los movimientos sociales más importantes de América Latina, la Vía Campesina.

En San Martín y en general en toda la zona de Chimaltenango era común que la población campesina se desplazara de forma regular por períodos para trabajar en la costa en las grandes plantaciones de algodón, caña de azúcar y café. Volvían a sus casas donde tenían el “maizal”, que les permitía garantizar la supervivencia familiar, aunque en algunos casos plantaban en tierra de otros a cambio de repartir la cosecha y trabajar para ellos gratuitamente. Este sistema de haciendas de producción de monocultivos para la exportación funcionaba gracias al abastecimiento regular de mano de obra muy barata, y de la que no se habían de ocupar los costes de su reproducción.

Tanto en las plantaciones como las tierras que cultivaban aquellos campesinos el uso de fertilizantes y pesticidas químicos era muy habitual.

Los niveles de pobreza, mala salud y malnutrición entre la población de San Martín eran muy elevados. Por este motivo un médico cooperante pidió ayuda a la Iglesia local para que algunos catequistas, campesinos todos ellos, le ayudaran a cultivar productos orgánicos para contribuir en la recuperación de la salud de los pacientes, que básicamente estaban mal alimentados. Así se inició el Programa Campesino a Campesino, una propuesta de experimentación y aprendizaje práctico en la agricultura orgánica. Con unos años esto dio pie a la extensión del programa, con decenas de promotores formándose, creando cooperativas de crédito, adquiriendo tierras, e impulsando por su propia cuenta una verdadera reforma agraria, gracias a la cual cientos y miles de campesinos dejaron de ir a trabajar como jornaleros en la costa.

La reacción de los terratenientes fue furibunda. Acusaban el movimiento campesino y los catequistas de estar vinculados con la guerrilla de la URNG, y en la medida que la represión y el cierre de los espacios políticos se agravó, esta participación entonces sí fue en aumento.

Cuando la represión se hizo insoportable, el Programa Campesino a Campesino se tuvo que desmontar. Una parte de sus miembros se integraron a la guerrilla, otros formaron parte de la población civil que se tuvo que esconder y refugiarse ante los ataques del ejército, y finalmente otro grupo se marchó a la exilio. Muchos de los que se integraron a la guerrilla murieron y su historia se ha perdido.

En el exilio, sobre todo en Honduras y México, y como forma de tener trabajo, algunos de ellos comenzaron a dar clases de agricultura orgánica con la misma metodología del Programa Campesino a Campesino. Por sus cursos pasaron campesinos hondureños y mexicanos, pero también nicaragüenses, salvadoreños, y algunos de los que habían formado con ellos enseñaron luego a cubanos, ecuatorianos,… Así se fue extendiendo un movimiento basado en una metodología práctica, que recuperaba conocimientos tradicionales y fortalecía la cultura campesina.

Tras la firma de los Acuerdos de Paz en 1996, poco a poco se fue reconstruyendo el tejido social, totalmente destruido por la represión. Recuerdo que hace unos años, entrevistando a uno de aquellos promotores de la primera generación del Programa, Quirino Herdández, me contaba cómo vivieron la desmovilización. Decía: “un día llegó un alto responsable de la guerrilla y nos dijo que ya no podíamos seguir combatiendo con las armas y que a partir de ahora lo deberíamos hacer con las ideas. Entonces me pregunté: ¿y qué idea tengo yo? La agricultura orgánica, me dije. Porque así no les daré los terratenientes mis brazos para trabajar en sus fincas, ni les compraré sus productos químicos“.

Muchos de los que habían estado en el exilio fueron regresando. Habían sufrido mucho y las experiencias vividas los había cambiado. El movimiento que habían creado en los años 60 y 70 era difícil de reconstruir, y Guatemala continuaba rota por la violencia. Algunos de ellos tampoco se reconocían en la Vía Campesina, el movimiento que su saber había ayudado a crear, y pensaban que el suyo era un proceso más silencioso, de largo plazo. Pero en cualquier caso todos ellos seguían comprometidos con la tierra y con el fortalecimiento de la cultura campesina, con otra forma de vida, de entender la civilización.

¿Qué nos dice esta experiencia? Lejos de las visiones ahistóricas, nos vincula con la historicidad del movimiento campesino. Nos muestra procesos de continuidad que a pesar de la represión y las penurias confirman compromisos a largo plazo, voluntad de resistencia, de supervivencia, fundamentados en una cultura material propia, capaz de sostener la defensa de otro modo de vida, de civilización. Y es sobre esta cultura material que en determinados momentos históricos se han podido construir organizaciones que han generado movimientos de transformación social profundos, no simples relevos de élites abrazados a una u otra bandera. Un aporte demasiado importante como para ser menospreciado nuevamente en la reconstrucción de un proyecto emancipador.

VI

Esta historia de los campesinos mayas de Guatemala conecta también con la argumentación de Luciano Vasapollo cuando al final del libro escribe:

Las existencias alternativas de los cafoni meridionales y de los indios latinoamericanos transmiten otra lección de civilización y coraje, construyendo experiencias de economía local y organización social radicalmente ajenas a la lógica caníbal del capitalismo. […]

La condición que se debe perseguir, y por la cual se debe luchar es, por tanto, una democracia directa, popular y participativa, por una economía que tenga en cuenta no solo el desarrollo económico autodeterminado, sino también el progreso social de los pueblos. […]

Todo esto significa el uso racional de los recursos de la tierra, con la ejecución de políticas económicas con alta compatibilidad social y ambiental, autodeterminadas en tanto legitimadas por formas de democracia desde abajo. [2]

Os dejo ahora ya sí, con Joan Tafalla y Luciano Vasapollo para que hablen con mayor detenimiento de este libro y de las implicaciones políticas que se derivan tanto en América Latina como en el Sur de Europa.

Ernest Cañada es miembro de Alba Sud

Notas:

[1] John Berger, Puerca tierra, Punto de Lectura, Barcelona, 2001 (1ª edición en inglés 1979), pp. 359-360.

[2] Luciano Vasapollo, De Sur a Sur. La estrategia del caracol, El Viejo Topo, Barcelona, 2014, pp. 357-359.

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