Crear una nueva izquierda en Italia
Toni Negri
Traducido al español por AUTOSOC, desde la traducción inglesa de Ed Emery del artículo original en francés, publicado en Le Monde Diplomatique, Agosto 2002.
Hace un año las grandes manifestaciones de Génova contra la cumbre del G8 fueron un shock que despertó a Italia. Unos meses antes la izquierda había sido barrida del poder y Silvio Berlusconi parecía pensar que su enorme mayoría electoral le daba carta blanca para hacer a su gusto. Génova trastornó sus planes. El movimiento antiglobalización volvió a la carga y movilizó a un gran número de gente. Nuevas formas de lucha están ahora empezando a surgir, y una clase obrera al ataque sobre diversos frentes no ha mostrado signos de decrecer. Paradójicamente, al sacar a la gente [ [ii] ] a las calles la victoria de la derecha ha levantado esperanzas sobre la posibilidad de refundar la izquierda y reconstruir la República.
Después de la victoria de Silvio Berlusconi en las elecciones italianas de Mayo de 2001 era obvio para los observadores de la escena política que la izquierda había sido totalmente derrotada [ [iii] ]. No solo había perdido asientos, también había perdido confianza. El ascenso de la socialdemocracia había alcanzado su límite, y el giro reformista del ex grande y glorioso Partido Comunista de Italia (PCI) terminaba en una derrota histórica. Los diversos componentes del centroizquierda pugnaban entre ellos bajo la intensa e irónica mirada del vencedor.
Entonces vino Génova y los sucesos de Julio de 2001. Esgrimiendo espadas de plástico y escudos de cartón el movimiento antiglobalización se puso a escalar la cumbre del G8. Este era un nuevo encuentro de fuerzas políticas y sociales.
Políticamente se reunió gente desde el movimiento autónomo de extrema izquierda (‘tute bianche’, llamados así porque visten monos blancos en las manifestaciones) a grupos católicos con experiencias de trabajo en la comunidad [ [iv] ]. Estos componentes -cada cual presente en gran número y con una historia de actividad militante a sus espaldas- trajeron en su agitación a una tribu múltiple [ [v] ] de manifestantes.
En términos sociales la multitud [1] representada en Génova era la primera representación plena del nuevo estrato [ [vi] ] de trabajadores precarios en el trabajo ‘social’ producido por la revolución del postfordismo. Cuando por primera vez salieron a las calles no eran totalmente conscientes de su poder [ [vii] ], pero sabían que no tenían ninguna obligación con el gobierno de la derecha -e incluso menos con esta centroizquierda que había sido derrotada porque había contribuido a romper la resistencia de la clase obrera frente al neoliberalismo (así como también participando estúpidamente en la creación de nuevos proletarios). Ellos eran también conscientes que una nueva pobreza [ [viii] ] había sido creada -precisamente dentro del área de trabajo intelectual e inmaterial, un área clave donde señales de emancipación habían comenzado a surgir.
Génova fue un shock enorme. Por primera vez en la historia italiana los policías actuaron absolutamente sin ninguna restricción, con técnicas de ‘guerra de baja intensidad’ semejante a las usadas por los israelíes en Palestina [ [ix] ]. Carlo Giuliani, un joven manifestante, fue asesinado por un disparo a quemarropa por un policía que tenía su misma edad. Veinticuatro horas después, un centenar de manifestantes dormían cuando fueron brutalmente atacados y golpeados por grupos de policías sobreexcitados.
La izquierda socialdemócrata había estado ausente desde los preparativos para la manifestación de Génova, e incluso cuando se enfrentó al horror de lo sucedido estaban desconcertados sobre cómo reaccionar. Y para su vergüenza la oposición parlamentaria no fue mejor. Estaba miedosa y semiparalizada, incapaz de protestar frente a la enorme perversión del proceso democrático que el gobierno de Berlusconi había perpetrado.
Todo lo expuesto anteriormente explica por qué nosotros tenemos ahora un nuevo escenario en Italia. Militantes de base, intelectuales, profesores y las mujeres expresan públicamente su descontento sobre la carencia [ [x] ] de liderazgo de la izquierda y su incapacidad para dirigir. Esto se ha trasladado al movimiento de los girotondi [ [xi] ], el movimiento ‘ring-a-roses’. No es una protesta socialdemócrata sino más bien la inercia y vacuidad del liderazgo de la izquierda. Se expresa a sí mismo mediante mítines públicos en los que participan conocidos intelectuales de la izquierda [2] .
Estos movimientos de intelectuales disconformes han coincidido con un desarrollo de los movimientos sociales en Italia. Nosotros hemos visto una proliferación de manifestaciones en las calles. El 10 de noviembre de 2001, como respuesta a los ataques del 11 de Septiembre, la derecha intentó organizar una marcha ‘en la solidaridad con la bandera estadounidense’ -en otras palabras en apoyo a la decisión americana de iniciar un programa de guerra global a largo plazo. Cientos de miles de contra manifestantes tomaron las calles para oponerse a la marcha y para expresar su deseo por la paz.
La reaparición sindical
Los inmigrantes también montaron manifestaciones -en Roma y en otras partes- contra la ley Bossi-Fini [3] que proponía que los derechos de los inmigrantes (particularmente permisos de residencia) deberían vincularse a tener empleos regulares. Esto expresa perfectamente la hipocresía de un país que es el primero de Europa en términos de trabajo ilegal y la violencia de su gobierno. La resistencia inmigrante ha sido tan fuerte que este año las primeras ‘huelgas de color’ tuvieron lugar en industrias claves del norte de Italia.
Otro frente de resistencia ha sido la campaña contra la imposición de la reforma educativa de Berlusconi: centenares de miles de estudiantes y profesores protestaron en las calles durante un período de varias semanas.
En suma, desde el verano de 2001 nosotros hemos visto un ciclo de luchas continuas contra todo desde la guerra al impacto creciente del neoliberalismo en la sociedad Italiana. Génova preparó la fundación para este movimiento y todavía sirve como punto de referencia.
Fue también después de Génova, y sobre los márgenes de esta ‘multitud’ de luchas, que nosotros nuevamente comenzamos a ver en acción a los sindicatos. Los sindicatos también habían estado profundamente desorientadas por la victoria electoral de Berlusconi. Mientras algunos elementos marginales -por ejemplo los trabajadores de ingeniería de la Federación General Italiana de Trabajadores (FIOM-CGIL) y varios de los sindicatos de enseñanza- habían apoyado las iniciativas antiglobalización, las direcciones de los grandes sindicatos estaban en el mismo estado de desconcierto que los Demócratas de Izquierda [ [xii] ], particularmente desde que se habían acostumbrado a la buena vida a cambio de su apoyo a los gobiernos de centroizquierda. En dos ejemplos particulares su inercia se vería radicalmente sacudida.
En el primero de ellos, la respuesta de la izquierda socialdemócrata a la derrota electoral fue intentar reagruparse girando a la derecha. En el Congreso de los DS en Pesaro en Noviembre de 2001 esto dio lugar a una fuerte confrontación con el sindicato de la CGIL. La dirección del ex-Partido Comunista fue percibida como una elite política sin escrúpulos en su determinación de llegar al poder. Una combinación de cinismo y blairismo [ [xiii] ]. Pero ésta no es una elección para la CGIL: sabe que los trabajadores jóvenes se sienten mucho más cerca de los manifestantes de Génova que del viejo estilo corporativista de la izquierda. Por tanto el sindicato se siente obligado a oponerse a la deriva del centroizquierda hacia el neoliberalismo.
El segundo ejemplo fue la arrogancia del gobierno de Berlusconi en su empeño en abolir el artículo 18 del Estatuto de los Trabajadores según el cual no puede despedirse sin una ‘buena razón’. Aunque esto ha permanecido generalmente como letra muerta ahora está adquiriendo un simbolismo creciente.
Estas dos provocaciones llevaron a la dirección sindical al terreno ocupado por los movimientos autónomos, los activistas ‘genoveses’ y ‘girotondi’, y esto a su vez alimentó en el movimiento antimilitarista y en los movimientos contra la reforma educativa y la discriminación contra los inmigrantes. El 23 de marzo de 2002 una marcha de tres millones de personas culminó un proceso que había comenzado en Génova un año antes. Un movimiento formidable está en proceso de recomposición, oponiéndose no solamente al gobierno actual sino también -y sobre todo- a los partidos de la oposición. El objetivo es reconstruir una izquierda digna de ese nombre.
………
Este movimiento, que representa ahora sobre un 20% del electorado Italiano, es obviamente complejo. Tiene que escoger entre un número de escenarios posibles. El primero es la opción de apoyar la presente dirección del centroizquierda blairista, opción respaldada por los medios de comunicación. Esto conduciría inevitablemente a un crecimiento de las luchas sindicales, y probablemente también a una violenta resistencia [ [xiv] ]. Pero es posible -y este es el segundo escenario- que a pesar de sus divisiones internas la actual dirección de la CGIL podría encontrar maneras para combinarse con elementos del catolicismo radical para reconstruir una izquierda socialdemócrata decente con oportunidad de éxito electoral en un futuro previsible.
¿Para un concepto de ‘democracia absoluta’?
Este segundo escenario encuentra algunos apoyos en la izquierda. Tendría la ventaja de marginar a los postcomunistas quienes desde los años 70 se han visto activamente involucrados en la represión de los movimientos sociales, amordazando a los sindicatos, burocratizando la representación parlamentaria y contribuyendo al actual cambio reaccionario, traicionando la tradición comunista. Sin embargo en mi opinión nosotros necesitamos ser muy cuidadosos aquí. La parte preocupante de este escenario no es la probidad o la coherencia de la dirección del CGIL sino su déficit cultural -una cultura mejor descrita como obrerista. Todavía sueña con un proyecto de gobierno basado en la vieja idea según la cual la clase obrera podría todavía ser el exponente de los valores ‘hegemónicos’, en el sentido gramsciano.
Desafortunadamente el mundo no va más por ese camino. La mayoría de los nuevos movimientos consideran que cualquier intento de reconstruir una izquierda tiene que basarse en nuevos sectores totalmente: por supuesto la clase obrera -pero también trabajadores precarios y los pobres. Los trabajadores industriales pero también trabajadores intelectuales. Los hombres blancos pero también las mujeres e inmigrantes. Y esto nos lleva al tercer y último escenario, el único que está siendo avanzado por el movimiento antiglobalización, ahora el componente más fuerte de la izquierda. Esto involucraría reconstruir la izquierda alrededor de un programa de Estado de Bienestar, con un ingreso garantizado, ciudadanía universal, libertad de migración, y una nueva definición de bienes comunes que entonces serían defendidos y promovidos desde el punto de vista de la ecología, la producción y lo que nosotros llamamos la ‘biopolítica’.
Este nuevo programa -para una próxima y más avanzada etapa de la revolución comunista- ahora se alberga firmemente en la conciencia política de un número considerable de ciudadanos y los militantes de la nueva izquierda. Es un programa por la ‘democracia absoluta’ como Spinoza habría dicho y como Marx habría deseado: una república basada en la cooperación más amplia posible entre ciudadanos, y sobre el desarrollo de bienes comunes. Estos son los términos en los que nosotros podemos realmente hablar de libertad para todos [ [xv] ]. La alternativa sería un abandono de las urnas y un éxodo negativo y frustrado por la ciudadanía.
Por lo tanto en Italia nosotros necesitamos ahora un debate abierto y profundo entre los componentes de este nuevo movimiento y aquellos de la izquierda sindical. Ambos primero tienen que conseguir librarse del actual liderazgo socialdemócrata. Deben romper con el peso muerto de la burocracia que todavía actúa para sofocar los movimientos sociales. Tendrán que movilizar gente alrededor de un nuevo programa de oposición al mercado mundial globalizado. También tendrán que volver a ganar para la política al 20% de los votantes cuya abstención es una forma pasiva de resistencia a la política electoral, e involucrarlos en la participación y la ciudadanía. Esta gente podría ser una poderosa fuerza para la transformación.
Yo debería acentuar aquí la importancia de la participación administrativa y, más generalmente, del asociacionismo [ [xvi] ]. Estos implican repensar por completo el mismo concepto político, concebido no como representativo sino como expresivo, y también el concepto de militancia. Es importante que nosotros los hagamos realidad.
Después del 23 de Marzo este crecimiento continuo de movimientos y luchas parecieron perder algo de su intensidad política. Esta fase de incertidumbre fue evidente cuando, ante la convocatoria sindical de huelga general para el 16 Abril de 2002, el movimiento antiglobalización también llamó a una ‘huelga generalizada’, pero no identificó las formas que esto debería tomar. Donde la gente actuó según el slogan resultaron manifestaciones que fueron pequeñas y que, a diferencia de lo que ocurre cuando los trabajadores fabriles van a la huelga, no tuvieron un impacto real. Los trabajadores precarios, trabajadores flexibles, trabajadores móviles y que nosotros llamamos el trabajador ‘social’ no fueron capaces de golpear a los patronos donde duele. Esto significó una pérdida palpable de confianza y una tentación para volver a los viejos métodos de representación de la CGIL.
Una tentación que debe ser evitada. El problema no son las direcciones sino la línea política y un relanzamiento de la esperanza. El problema es que la socialdemocracia ha agotado su misión histórica. En todas los grandes mítines políticos ahora se oye a la gente diciendo que debemos refundar el movimiento fuera de la tradición socialdemócrata, construyendo la unidad entre los trabajadores fabriles y los otros trabajadores y los excluidos, y reconociendo que el precario social y las fuerzas intelectuales de producción son ahora predominantes en términos políticos.
Pero por encima de lo que estamos diciendo, en bolsas de actividad por toda Italia, existe un deseo intensivo e inteligente por descubrir formas de lucha social que den una expresión original a la nueva unidad que está creándose en las calles. Por ejemplo la gente ahora piensa las formas para organizar huelgas dentro de lo que nosotros llamamos trabajo ‘inmaterial’; para comunicar las luchas usando Internet; y para desmontar el comando capitalista sobre la metrópoli. Esta es la manera -desde luego es la única manera- en que la izquierda puede reconstruirse.
Por tanto, resumiendo: Italia es absolutamente el mejor ejemplo en Europa de una situación a la cual un fracaso de la izquierda socialdemócrata le ha sido seguido una acción efectiva de resistencia. Nosotros hemos experimentado un tipo de salto en el conocimiento. Es difícil de definir, pero lo que esto nos dice es que las multitudes no necesitan más a la socialdemocracia para luchar y cambiar el mundo. El tema en Italia es el de un ‘movimiento de movimientos’, un proceso de búsqueda de nuevas formas de expresión política tanto a nivel teórico como en las luchas de los militantes de base. El proyecto es asentar nuevos sistemas de hegemonía. El ‘laboratorio italiano’ ha comenzado su trabajo.
* Coautor, con Michael Hardt, de Empire, Harvard, 2000.
[1] Este concepto político, como otras terminologías del mismo origen utilizadas en este artículo, se pueden encontrar en Empire, Harvard University Press, Cambridge and London 2000, y en Revolution Retrieved: Selected Writings of Toni Negri, Red Notes, London 1983. Algunas de las ideas también están desarrolladas en artículos contenidos en www.geocities.com/CognitiveCapitalism
[2] Por ejemplo, un apasionado arranque del director de cine Nanni Moretti en un mitin público organizado por el centroizquierda en Piazza Navona, en Roma durante febrero de 2002 sirvió como catalizador a todo un segmento de la amplia izquierda. La gente acudió y organizó cadenas humanas alrededor de las instituciones públicas bajo la amenaza de la reforma de Berlusconi -sedes de la RAI (the Italian broadcasting corporation), tribunales, etc…
[3] Umberto Bossi es el líder de la xenófoba y secesionista Lega Nord (Northern League). Gianfranco Fini encabeza la Alleanza Nazionale (antes el Movimiento Social Italiano – MSI) que desde mediados de los 90 se ha transformado en un partido de la derecha liberal. Bossi y Fini son ambos miembros del gobierno de Berlusconi.
Comentarios (AUTOSOC y Laboratorio Argentina)
[ [i] ] Este título, corresponde exactamente al del artículo publicado por Le Monde Diplomatique, (Francia), pero en la edición argentina del mismo, (El Dipló, Agosto 2002), ha sido titulado como ‘Recomposición del movimiento social en Italia’. Estas alteraciones en la traducción del original, podrían ser justificadas desde el manejo de las acepciones idiomáticas que pueden encontrase en cualquier traducción, al conocimiento de la obra de determinado autor, o a la necesidad de re-titular un texto en función de las necesidades editoriales. Sin embargo, en la atenta lectura de los artículos, las trasmutaciones de conceptos, las omisiones y re-titulaciones, que se observan en la publicación de Argentina, demuestran que entrañan algo más profundo.
[Según la redacción argentina del El Dipló, dicho artículo les habría llegado con el título “Hacia una democracia absoluta”, que parece más acorde con el pensamiento político negriniano].
[ [ii] ] En la publicación de El Dipló, se utiliza la palabra ‘ciudadanos’. El concepto de ‘gente’, utilizado por Negri en el original, remite al concepto de ‘multitud’, que es opuesto al utilizado por la edición argentina, habida cuenta que el primero, remite a estado, es decir, lo constituido, y el segundo al poder constituyente del trabajo siempre presente y en lucha permanente contra el dominio. Al respecto, ver A. Negri, Poder Constituyente, Libertarias, Madrid, 1994.
[ [iii] ] En la publicación de Argentina, se traduce como ‘desbandada’, es decir: ‘huir en desorden, confusamente’, mientras que el concepto de ‘derrota’, deviene de ‘ser vencido, roto‘.
[ [iv] ] En la edición argentina, se lee ‘experiencia del voluntariado’, que nada tiene que ver con el concepto de trabajo en la comunidad = trabajo social = obrero social, que Negri y la Autonomía Obrera Italiana han acuñado. (cfr. A. Negri, Del obrero masa al obrero social, Anagrama, Barcelona, 1980. A. Negri, Fin de Siglo, Paidós, Barcelona, 1989)
[ [v] ] En El Dipló, se traduce como ‘diseminada’, es decir, esparcida, cuando en verdad, el concepto de ‘múltiple’, remite a la diversidad característica del movimiento, que A. Negri y la corriente de la Autonomía italiana, han sabido atesorar desde G. Deleuze, (G. Deleuze, F. Guattari, Mil mesetas, Pre-textos, Valencia, 1994).
[ [vi] ] En la versión publicada en Argentina, se lee ‘los nuevos damnificados’, cuando en la versión original, el autor, está dando cuenta de una nueva composición social (cfr. A. Negri, Fin de Siglo).
[ [vii] ] En el artículo publicado por El Dipló, ‘poder’ es traducido como ‘fuerza’, cuando realmente, el primer concepto remite a dominio – comando (cfr. A. Negri, Dominio y Sabotaje, Iniciativas, Barcelona, s/f), mientras que ‘fuerza’, remite a ‘potencia, energía’. Ergo, poder tiene que ver con lo expresivo, a lo ‘jugado en acto’, mientras que fuerza es expresión de lo contenido, de lo latente.
[ [viii] ] En la versión de Argentina, ‘nueva pobreza‘, es trasmutada por ‘nueva calamidad’, lo cuál, tergiversa absolutamente el sentido que para A. Negri, contiene el concepto de pobreza, que puede seguirse nítidamente en el apartado correspondiente en Empire y, especialmente, Kairòs, Alma Venus, Multitudo, Mamifiestolibri, 2000. Véase también la reseña ‘Povertà, soggetto d’amore ‘Nove lezioni impartite a me stesso’, de Adelino Zanini.
[ [ix] ] Llamativamente, la publicación en Argentina dice textualmente: ‘a las que emplea a veces Israel en Palestina’. ¿Querrá decir esto, que para el traductor – corrector – editor de El Dipló, existen situaciones en las cuales las intervenciones políticas militares del Estado israelí sobre los trabajadores y el pueblo palestino, no constituyen un acto de terrorismo de estado?
[ [x] ] En la publicación argentina, ‘carencia’ (ausencia, negación), es reemplazada por ‘inconsistencia’ (falta de cohesión, solidez, firmeza). Los comentarios huelgan.
[ [xi] ] Los corros anti-Berlusconi. Lola Galán. La última cita fue ayer, frente al Ministerio de Educación, en el barrio romano de Trastevere. Miles de personas adultas formaron un corro gigante y, cogidas de la mano, dieron decenas de vueltas en torno al edificio, gritando consignas en defensa de la enseñanza pública y laica, escenificando una protesta que se ha hecho ya famosa en Italia, la de los girotondi (corros) en ‘defensa de las libertades democráticas’. Una iniciativa que empezó de forma ingenua en Milán, en enero pasado, al margen de los partidos políticos, pero no apolítica. Al contrario. La idea surgió como respuesta a la apatía de la oposición de centro-izquierda ante las primeras decisiones en materia de justicia del Gobierno de Silvio Berlusconi, dueño de un fabuloso imperio económico y principal inculpado en una serie de causas penales, de las que se ha defendido acusando a los jueces de perseguirlo por razones políticas. La idea de los girotondi, que encontró enseguida eco en Roma y otras 14 ciudades del país, invertebrada y espontánea como es, casi exclusivamente desarrollada por mujeres, ha provocado un verdadero terremoto en las cúpulas de los partidos de centro-izquierda, arrastrando a sus líderes a seguir la corriente poderosa de un movimiento polémico. Elogiados por sindicalistas e intelectuales, artistas y amas de casa, y denostados por el Ejecutivo, los corros han despertado pocas simpatías en algunos sectores de la izquierda, que los ha calificado de meros juegos ‘infantiles’. El País, domingo, 14 de abril de 2002.
[ [xii] ] Democráticos de Izquierda (DS), heredero del antiguo Partido Comunista Italiano. Recientemente, cuatro grupos de centro, con preponderancia democristiana, formaron una nueva alianza, la Margarita (liderada por Francesco Rutelli, discutido líder de El Olivo), a la que se sumaron un pequeño Partido Comunista, residuos socialistas y los ecologistas.
[ [xiii] ] Estas dos frases -lapidarias desde lo que son, y en su contenido teórico, resultan omitidas en la publicación de Argentina.
[ [xiv] ] En la edición de Argentina, la definición se encuentra invertida: en lugar de ‘violenta resistencia’ –como se encuentra en el original- se lee ‘resistencia violenta’, lo cual cambia totalmente el sentido.
[ [xv] ] ‘La libertad de todos tiene ese precio’, se lee en la edición de El Dipló, que a más de nada tener que ver con el original, da entender que algo debe ser resignado, cuando en verdad, la frase y el contenido del original, dan a entender que queda todo por ganar.
[ [xvi] ] El concepto de ‘asociacionismo’ en la teoría de la Autonomía, se enlaza fuerte y definitivamente con el paradigma de cooperación, tal como fue expresado por K. Marx, en los Grundisse, en el Libro I de El Capital, y en el Fragmento sobre las Máquinas, (contenidos en los Grundisse, y continuado en los Manuscritos de 1861-63), y nada tiene que ver con la concepción económica a que remite el término ‘cooperativismo’.