Intervención en la cámara del senador Fosco Giannini (PRC, Area del Ernesto) sobre la Revolución de Octubre (25 de octubre de 2007)
Fosco Giannini
Señor Presidente: ayer por la noche, en la cadena pública TG2, en el programa «Segunda parte» a las 20:30, se emitió un reportaje sobre la Revolución de Octubre.
Afirmo, de modo determinado, fuerte y claro que este programa fue una verguenza.
En el se dijo explicitamente, Señor Presidente, que la Revolución de Octubre fue solamente un sangriento golpe de estado, que puso fin a la verdadera revolución, la menchevique; que la revolución de Octubre solo produjo un nuevo zarismo; que hundió a Rusia en la sangre y la violencia; que exportó por medio de la fuerza el horror en el mundo; que favoreció el surgimiento del fascismo en Italia, que el mismo nazismo habría surgido para combatir el monstruo del comunismo; que la historia habría demostrado que el comunismo y el nazismo son la misma cosa; y, finalmente, que el comunismo habría «manipulado» a los campesinos y a los obreros italianos.
Y para dar mayor fuerza a tal información, el reportaje se cerró con las imágenes de las manifestaciones obreras italianas de los años 50-60 con las banderas rojas.
Yo me he puesto en pie, Señor Presidente, como se alzaban los campesinos de Di Vittorio frente a los patrones de la tierra; me he alzado en pie, como ellos, sin quitarme el sombrero, para decir a todos que este reportaje televisivo está en contra de la democracia, en contra de la historia y de la civilización.
La Revolución de Octubre está entre los más grandes eventos de la historia de la humanidad. La Revolución -superando el capitalismo- ha demostrado, de un vez por todas, a todos los pueblos oprimidos y a todo el proletariado mundial, que la relaciones de producción capitalista no son naturales y por lo tanto no son eternas e inmutables.
Ha demostrado, también, que la explotación del hombre sobre el hombre y sobre la mujer no es un destino ineluctable; que los patrones -como la aristocracia francesa- ¡no son hijos de dios!.
La Revolución de Octubre, Señor Presidente, no favoreció el fascismo, sino que derrotó al nazifascismo e impulso a masas que eran exterminadas -sobre el plano planetario- a liberarse del colonialismo, de la explotación y de las dictaduras fascistas.
Y las grandes luchas obreras y campesinas de este país fueron posibles también gracias al triunfo de la Revolución de Octubre.
El comunismo -se ha dicho- sería igual al nazifascismo. ¡Que verguenza!
Todavía hoy se ve -y siempre se verá- la diferencia: los fascistas y la derecha siguen siendo los representantes y los fieles servidores del poder económico y de los señores de la guerra; y, como los nazis de otro tiempo, odian a todos los distintos, a los gitanos, a los inmigrantes y a los comunistas.
Nosotros, los comunistas y la izquierda, como siempre, por nuestra propia naturaleza, estamos de parte de la paz y de los trabajadores.
Dejeme responder a tanta verguenza, Señor Presidente, dejeme hablar con el corazón: ¡Viva la Revolución de Octubre!, ¡Viva Antonio Gramsci!, ¡Viva Giuseppe di Vittorio, ¡Vivan los muertos de Reggio Emilia! ¡Viva el socialismo!