Harry Magdoff, economista estadounidense
Diego Guerrero Jiménez
NECROLÓGICA.
Crítico del keynesianismo, defendió el socialismo y la planificación.
Harry Magdoff (1913-2006), nacido en el Bronx neoyorquino, enseñó en la New School y dirigió la Monthly Review (MR).
Fue investigado por los comités macartistas EL PAÍS – Gente – 05-01-2006 2006 no ha empezado bien para la Economía política: el 1 de enero murió Harry Magdoff (1913- 2006), no mucho después que el fundador de la Monthly Review (MR), su amigo Paul Sweezy. Henry Samuel Magdoff había nacido en el Bronx, en la familia de un pintor de brocha gorda judío-ucraniano. Antes de licenciarse en Economía, entró en contacto con la obra de Marx y fue expulsado de la universidad por radical. Luego ocupó cargos en la Administración y fue economista jefe del servicio de estudios del Departamento de Comercio. Ayudado por quien resultó ser un espía soviético, se vio implicado en acusaciones de espionaje, y tras dos años como asesor del candidato presidencial H. Wallace, a quien apoyaba el ala radical de los sindicatos, sufrió a los comités de investigación macartistas y fue vetado en la Administración. Trabajó entonces en el sector privado y enseñó en la New School antes de llegar a la dirección de la MR (1969), a la que, junto a Sweezy, consiguió situar durante décadas, y no sólo en EE UU, al frente del movimiento socialista, la nueva izquierda y la Economía Radical. Magdoff fue un teórico del imperialismo, estudioso precoz de la «financiarización» y fino crítico del keynesianismo. En La era del Imperialismo (1969) -un éxito de ventas en pleno movimiento por los derechos civiles y la oposición a la guerra de Vietnam – hacía un sistemático análisis del imperialismo estadounidense tras la II Guerra Mundial, de la «globalización» del capital monopolista y de las «fuerzas» que gobiernan su política exterior.
Más allá de las «ambiciones personales» de sus actores, le interesaban las «causas profundas» del nuevo imperialismo («neocolonialismo»), que identificaba con «el monopolio» (aunque añadía confusas reflexiones sobre la composición del capital en los países pobres como causa de una relación real de intercambio favorable a los ricos). Desde esa posición, Magdoff no creía que la expansión imperialista de Bush fuera sólo el proyecto de un reducido grupo de la clase gobernante, ligado a los sectores militar y petrolero: en su opinión, creer en intrigas o conspiraciones es una ilusión, ya que no hay división seria en la oligarquía norteamericana ni en su política exterior.
Magdoff señaló en 1965 el papel crucial de la expansión financiera como medio de contrarrestar la «tendencia al estancamiento», y en varios libros con Sweezy se inquietó por los efectos a largo plazo de una política dirigida a salvar el sistema financiero del tipo de «colapso y deflación» que preludiaron la Gran Depresión. En los setenta ambos resucitaron la tesis del estancamiento como «estado normal» del capitalismo monopolista, por su supuesta incapacidad para estimular la innovación y la inversión. Por eso, habría que «explicar» las etapas de rápido crecimiento (los sesenta) más que las de estancamiento (los setenta-ochenta).
Hay, por último, un Magdoff menos conocido: el rotundo crítico del keynesianismo como nuevo liberalismo. Pensaba que «el espíritu y la sustancia del neoliberalismo estaban bien vivos en Washington y la comunidad financiera en la época de la socialdemocracia keynesiana», pero entonces era sólo «un aspecto callado de la disciplina que se imponía al tercer mundo, mientras que ahora los principios neoliberales se proclaman en voz alta como la fe verdadera». Denunciaba así «la mitología del Estado del bienestar keynesiano» y que «las propuestas reformistas de los progresistas buscaran vías para restablecer la armonía keynesiana, cuando deberíamos estar trabajando por cambios que cuestionen el capitalismo y la ideología del sistema de mercado». No sorprende esto en quien defendió siempre el socialismo y la planificación, la necesidad de desarrollar un «nuevo tipo de democracia que satisfaga las necesidades básicas de todos» y abogaba, en su último trabajo en la MR (2005), por la idea de que «el capitalismo debe ser sustituido por una economía y una sociedad al servicio de la humanidad».
Diego Guerrero es profesor de Economía Política en la Universidad Complutense de Madrid. Participante en el foro de este sitio web profesionalespcm.org