Tres sesiones sobre marxismo hegeliano. 1ª sesión (10-11-2020)
Carlos Pérez Soto
El profesor chileno Carlos Pérez Soto ha organizado un pequeño curso en tres sesiones sobre Marxismo Hegeliano los días 10, 17 y 24 de noviembre de 2020. Ofrecemos aquí la grabación de la primera sesión junto a un par de los materiales de acompañamiento: la Introducción y las notas para la 1ª sesión. Estos, y el resto de materiales se pueden encontrar en este repositorio.
CURSO: TRES SESIONES SOBRE MARXISMO HEGELIANO
PROFESOR: Carlos Pérez Soto
Segundo Semestre 2020
Introducción: Cuestiones de método
1.- El marxismo es una teoría social con una nutrida historia de vertientes, aplicaciones prácticas y, sobre todo, polémicas. También lo son el liberalismo, el feminismo, el pensamiento social cristiano, el ecologismo.
Como toda teoría social compleja, puede ser expuesto y discutido considerando su historia, las polémicas que mantiene interna y externamente hoy en día, o su viabilidad y conveniencia para la vida de un pueblo. Pero también puede ser discutido de manera puramente teórica, considerando sus contenidos principales, su eventual coherencia interna, sus fundamentos, sus relaciones con la tradición moderna de pensamiento filosófico y político.
Es este segundo enfoque, y solo este, el que consideraré en este curso.
2. Debido a las múltiples maneras y contextos en que el marxismo ha sido pensado y llevado a la práctica, no se puede decir que haya una sola formulación que reúna todo lo que se ha dicho y hecho bajo su inspiración. No solo ha vivido una historia política tan variada como los regímenes socialistas soviético, chino y cubano, o los procesos de transición al socialismo fallidos, como la revolución alemana en los años 20, el socialismo yugoeslavo, argelino o chileno, sino que, la mayor parte de las veces relacionados con esas experiencias, presenta también una extraordinaria variedad de formulaciones teóricas, todas las cuales sostienen provenir de Marx: marxismo leninismo, trotskismo, consejismo, maoísmo, guevarismo, los marxismos de tipo socialdemócrata, los marxismos relacionados con el feminismo, con el ecologismo o con la cuestión colonial.
Se trata de una rica y variada historia, llena de polémicas importantes, que puede ser expuesta y discutida por sí misma, pensando en las lecciones que esa amplísima variedad de situaciones pueden significar para nuestros procesos políticos actuales.
Pero no es esa la perspectiva que abordaré en este curso. Este no es un curso de historia del marxismo. Tampoco es un curso orientado a obtener lecciones de la historia y pensar en su posible adaptación e implementación actual. Lo que me interesa en este curso es una cuestión eminentemente teórica: los fundamentos, la coherencia interna, la verosimilitud del marxismo como teoría política.
3. Desde la caída de los países socialistas, en el siglo pasado, hace ya más de treinta años, se produjo una enorme ola de autocríticas, renuncias, abjuraciones y rechazos que no solo se dirigieron a los aspectos prácticos, a la política concreta de los regímenes socialistas, sino que profundizaron también en el plano teórico, político y filosófico. Los años 80 y 90 del siglo pasado, muy en consonancia con el forzado entusiasmo mundial por el neoliberalismo, fueron particularmente anti marxistas. Esto se expresó muy visiblemente en el campo académico, en que los distintos aspectos de la teoría marxista dejaron de ser enseñados y virtualmente desaparecieron de la docencia y la discusión universitaria en casi todas las escuelas de economía, sociología, filosofía, y las otras ciencias sociales en todo el auto proclamado “mundo libre”.
Las crisis económicas recurrentes y, sobre todo, la enorme crisis financiera de 2008, junto a los porfiados hechos, han revertido lentamente este colapso del interés por el marxismo. Por un lado, con bastante timidez, los movimientos sociales han buscado recurrir nuevamente a sus claves. En este ámbito, de una manera extraordinariamente saludable, sin embargo, el pensamiento feminista, ecologista, la preocupación por la diversidad de género, por la diversidad étnica y cultural, y también el resurgimiento de nuevos sectores anarquistas, han significado una muy buena competencia para la autosuficiencia clásica de los marxistas, enriqueciendo notablemente el debate teórico en la política progresista.
Estas nuevas discusiones, la relación marxismo – feminismo, marxismo – anarquismo, marxismo – liberalismo democrático y tantas otras, merecen más de un curso especial, dedicado al diálogo y al debate. Pero no dedicaré este curso a esos temas. Cada uno, en algún sentido urgente, y con enormes repercusiones prácticas. Sé que esas son las discusiones políticas útiles, las que podrían contribuir a la formación de un polo marxista diverso y enriquecido, con alguna probabilidad de arraigo en las luchas reales del presente. Pero creo que para poder abocarse a ellas es necesario un requisito lógicamente previo, y en muchos sentidos obvio: una formulación clara, actualizada, coherente del marxismo que permita contribuir a esos diálogos de manera productiva, políticamente útil.
Es a esa formulación, previa al diálogo, autónoma, que busca por ahora la coherencia interna, antes de asumir la tarea de complejizarse en la confrontación dialogante con otras vertientes de pensamiento, a la que quiero dedicar este curso. Este es, por ahora, solo un curso de marxismo. Ya vendrá el momento, paralelo o a continuación, en que nos dediquemos a convertir nuestras reflexiones en algo que pueda ser políticamente provechoso.
4. Un efecto del resurgimiento mundial del interés por el marxismo es que, curiosamente, se ha puesto nuevamente de moda en las facultades y centro universitarios que lo abominaban hasta hace apenas una década. Viejos marxistas de los años sesenta, sobrevivientes de la marea neoliberal, en su hora maoístas y ahora reformados y reformulados al menos una docena de veces, reaparecen y, con ellos, una nueva generación de académicos, curiosamente armados del pensamiento de notorios antimarxistas como Derridá, Lacan: reaparecen Badieu, Ranciere, Balibar, Jameson entre los viejos, saltan al primer plano Zizek, Negri, Hardt, Holloway, Postone, entre los no tan nuevos.
Afortunadamente este curso no contempla el tratamiento, ni la referencia, a ninguno de ellos. Preferiré una formulación autónoma, que no se inscribe en los ritos ni en las modas académicas y academicistas. Una formulación que se sostenga solo por su coherencia interna y por la eventual concordancia con el proyecto político y los contenidos principales que se pueden encontrar en las obras de Carlos Marx.
Ni citas, ni autores de moda, ni certificaciones académicas. Lo que me importa es pensar, proponer, examinar argumentos de manera racional, sin argumentos de autoridad, ni respaldos universitarios.
5. Se trata, entonces, de una propuesta en el plano de la teoría, presentada y discutida de manera argumentativa, pensando en la viabilidad política del marxismo en una sociedad muy diferente a aquella en que se llevaron adelante las grandes luchas clásicas, en un mundo muy diferente del que motivó la refl exión de Lenin, Rosa Luxemburgo, Kautsky o Trotski.
Teoría, no política contingente. Reflexión y coherencia, no citas, examen academicista de textos, o libros de modas. Proposiciones que buscan abordar problemas teóricos definidos y mostrar vías para resolverlos sin apelar a otra autoridad que la propia reflexión, y una hipótesis global sobre el sentido y contenido teórico y político de la obra de Marx.
6. Todo lo anterior puede considerarse contenido y fundado en las siguientes cuestiones de método, que seguiré en mis proposiciones.
– No citaré casi a nadie salvo, por supuesto, una que otra referencia a La Palabra, puesta por aquí o por allá, más para mantener a raya a los incrédulos que para aportar algo sustantivo.
– Tampoco recurriré, porque no me dedicaré a describir realidades inmediatas, a ninguna clase de “datos duros” provenientes de la investigación empírica, salvo para ofrecer algún ejemplo ocasional.No afirmo que estos datos sean en general innecesarios, lo que ocurre es que este curso, porque está dedicado a la formulación de una gran hipótesis teórica, no los requiere.
– No recurriré al ritual de la escritura y el lengua je académico. Y esto más bien por una cuestiónpolítica que de comodidad o elegancia. De lo que se trata es de poner al centro la discusión de ideas, no de precedentes o de autores. Y también, de lo que se trata es de dirigir este curso hacia la razonabilidad de las personas comunes y corrientes, no hacia la erudición académica. Es una opción que tiene un contenido directa y explícitamente anti burocrático. La cuestión es oponerse de manera práctica a la academización y a la burocratización de la crítica.
7. El principio, triple, que seguiré al argumentar, formulado de manera progresiva, es el siguiente:
Lo importante no son los textos, sino los autores;
Lo importante no son los autores, sino las ideas;
Lo importante es la construcción de argumentos; su coherencia, verosimilitud y,
sobre todo, su relación con la realidad social.
Desde luego, ningún texto tiene valor demostrativo por sí mismo, ni en virtud del autor que lo propone. Pero, además, ningún texto tiene un significado unívoco, que pueda determinarse de manera única y objetiva, independiente del contexto en que fue formulado y del contexto en que es leído.
Los textos no son sino premisas sobre las que se construyen hipótesis textuales. La correspondencia de esas hipótesis con la literalidad del texto NO es ni el factor crucial, ni el más relevante, del valor de esas hipótesis. Lo relevante es que sirvan para construir ideas sobre la realidad. Los textos son sólo pretextos.
Por otro lado, ningún autor puede ser considerado sólo a partir de sus textos. Es frecuente y natural que aun los más grandes autores se contradigan, o porque han cambiado de opinión, o porque no han visto todas las consecuencias de sus ideas. Es frecuente que usen incluso los términos más importantes de sus teorías en sentidos opuestos, o porque los usan de manera coloquial, porque no les han concedido un valor técnico, o porque han cambiado de opinión sobre su significado.
En general, para construir hipótesis de lecturas sobre el conjunto de la obra de un autor se deben preferir los textos publicados antes que los no publicados, los apuntes destinados a la publicación antes de los simples apuntes de lectura, los manuscritos que contengan desarrollos teóricos explícitos antes que las cartas o los apuntes fragmentarios y ocasionales. Es obvio que estas precedencias nos ponen en un cierto problema respecto de la obra de Marx, en que el orden de la mayoría de lo que escribió parece ser exactamente el contrario. Pero los textos son sólo pretextos.
Y estas variaciones e incertidumbres textuales son todavía mucho más difíciles para el lector en los casos en que el autor se empeña de manera obsesiva en mostrar sus cambios de opinión como simples giros o consecuencias de sus ideas anteriores (como ocurre en el caso de Freud), y en los casos en que la mayor parte del material textual con que contamos son apuntes o manuscritos que el mismo autor no ha considerado como estables o definitivos (como ocurre con Marx).
Discutir sobre las eventuales contradicciones de un autor es trivial e inútil. Todo gran autor permite lecturas diversas que son compatibles con aspectos de su obra, y que pueden ser incompatibles con otros. Ninguna lectura puede ser compatible con el cien por ciento de una gran obra.
Discutir sobre el significado de un término aislado en el conjunto de una obra es simplemente una estupidez. Los términos que usa un autor, incluso sus palabras claves, pueden perfectamente aparecer en sus textos con significados diversos, complementarios, o incluso contradictorios.
Siempre respecto de un autor lo que hacemos es una hipótesis de lectura en que decidimos, de acuerdo a nuestros intereses y los de nuestra época, cuáles son sus coherencias, qué es lo relevante, y cuál es el sentido general de sus escritos. Es perfectamente legítimo, válido y, por lo demás, lo único útil, usar a los autores como pretextos.
A veces preferimos rescatar sólo un aspecto, o una época, incluso contra otra. Es la opción de los que recogen el método clínico de Freud, pero no la metafísica en que lo funda. O los que prefieren al “joven Marx”, o al “segundo Wittgenstein”. Pero también podemos preferir la construcción de una coherencia global de la obra, aun por sobre sus diferencias o contradicciones flagrantes. Ambas opciones, u otras, pueden ser perfectamente útiles para reconocer, desarrollar o producir ideas.
Es perfectamente inútil, y bastante idiota, en cambio, discutir sobre la corrección o la verdad intrínseca de tales hipótesis. No hay, ni puede haber un “Marx correcto”, como tampoco un “Kant correcto”. La erudición puramente filológica de las querellas al respecto sólo puede contribuir al culto, o a la mera reproducción académica, pero no aporta ni un ápice a la discusión de contenidos. Lo único útil de las hipótesis de lectura es su eventual verosimilitud respecto de problemas reales. Establecer su correspondencia rigurosa respecto de los autores originales y sus textos es una ocupación puramente escolástica.
8. Una consecuencia de estas consideraciones es que es absolutamente inútil preguntarse quién dijo tal o cual cosa o, peor, quién la dijo primero. Citar la fuente de una idea es un asunto meramente escolástico, que sólo interesa al burocratismo académico. ¿Qué se busca con ello? ¿Asegurar el derecho de autor, la propiedad privada sobre el saber? ¿Se pretende dejar constancia del hecho, extremadamente trivial, de que quien escribe no es autor de todas las fuentes de las que surgen sus ideas, ni de todas las ideas que registra? ¿Se pretende quizás defender y poner en evidencia el valor mercantil de la “originalidad”? Todo esto no es sino vanidad burguesa (“a mí se me ocurrió primero”), o escondite burocrático (“no lo digo yo, lo dice fulano”). Lo único relevante es la idea misma, su coherencia, su correspondencia con la realidad.
Los burócratas académicos suelen construir sus discursos casi completamente a través de un pegoteo de “como dijo fulano”, “siguiendo a zutano” y “de acuerdo con”, en un régimen en que tales alusiones parecen probatorias, y los términos, las citas y los nombres, se hacen más importantes que los argumentos y los contenidos. Y han elevado estos rituales al grado de legitimación, es decir, a procedimientos que permiten la certificación de lo que escriben muy por encima del contenido real que logren desarrollar. La carrera de las citas no es sino un mecanismo de reproducción formalista que tiene, sin embargo, un poderoso efecto sobre el estatus y poder de un burócrata, como lo muestran los casos, extraordinariamente frecuentes, de los grupos de académicos que se citan una y otra vez a sí mismos, de manera circular, construyendo de esa manera un enclave textual cuyo único sentido es ampliar su capacidad para captar recursos.
Por su contenido posible, el único sentido útil de citar es invocar fuentes de información para indicar dónde buscar ideas afines. No tiene absolutamente ningún sentido citar textos, sólo como textos. Es bastante notorio, sin embargo, que el procedimiento burocrático habitual es al revés: se citan textos, invocados como fuentes de autoridad. Sólo una mentalidad mágica, o servilmente autoritaria, puede creer que la autoridad de alguien sea demostrativa en sentido argumental.
Citar a alguien como muestra de gratitud (“debo esta idea a fulano”) es, en el límite, un gesto en general innecesario, pero tolerable. Citarlo como autoridad (“como decía Lenin”) es un gesto mágico o totalitario.
En la medida en que todos estos rituales forman parte de las certificaciones fraudulentas de la pretensión de saber, que no es sino legitimación y reproducción burocrática, la opción que hago en este curso de discutir ideas con independencia de su origen textual debe entenderse no sólo como una cuestión de método sino como una opción política.
9. También, de manera inversa, es una opción política denominar a todos estos argumentos “marxismo hegeliano”. Lo que este nombre debe sugerir no es la su vinculación eventual con una cierta tradición textual, aunque obviamente esto sea así, sino la pertenencia a un proyecto político. La importancia del nombre en este caso es más bien señalar una pertenencia, una voluntad, no la adecuación o la corrección académica de lo que propone.
Por supuesto, un hilo argumental que se llame a sí mismo “marxismo hegeliano” pertenece a una tradición de ideas, autores y textos, pero que discutir acerca de qué tan “marxista” o qué tan “hegeliano” es este proyecto es absolutamente inútil, como no sea para especificar la voluntad política que está en juego. No es sino desplazar la cuestión sustantiva de su verosimilitud y utilidad hacia querellas formales, que sólo pueden interesar a burócratas.
Carlos Pérez Soto
Profesor
CURSO: TRES SESIONES SOBRE MARXISMO HEGELIANO
PROFESOR: Carlos Pérez Soto
Segundo Semestre 2020
Clase 1, martes 10 de noviembre de 2020, vía ZOOM
1. Bienvenidas y bienvenidos a estas Tres Sesiones sobre Marxismo Hegeliano, cada semana, con anticipación, les enviaremos una guía como esta, con los temas a tratar en la clase y la enumeración de los materiales que adjuntaremos.
2. Estas son tres sesiones, muy preliminares, destinadas solo a presentar una perspectiva mucho más amplia, y tratar de mostrar sus rendimientos posibles respecto de la reflexión marxista. Luego, en el primer semestre de 2021, podremos invitarlos a un curso de mayor aliento, contemplando los ámbitos de la economía política, la teoría política y las implicancias filosóficas que no podremos tratar aquí.
3. En la primera parte de esta clase abordaré las premisas teóricas y metodológicas más generales que permitirían un enfoque del marxismo como el que proponemos. En la segunda parte explicaré la hipótesis global sobre el núcleo doctrinario del marxismo a partir de la cual ha sido desarrollada.
4. Aunque podría parecer necesario y lógico, en estas sesiones NO abordaré el asunto de las relaciones entre el pensamiento de Hegel y el de Marx. Les envío, junto a esta guía, un texto, publicado por LOM Ediciones, donde examino detalladamente el tema. Aunque debe ser considerado como un texto optativo, podría ser considerado como un requisito previo, que introduce la perspectiva que asumiré directamente aquí. Siguiendo esta misma idea, para quienes estén preocupados por las credenciales académicas y textuales que podrían avalar los puntos de vista que expongo, les envío unaBibliografía brevemente comentada.
5. El procedimiento y el estilo de argumentación de este curso puede resultar algo extraño para quienes están acostumbrados al estilo común, y desgraciadamente clásico, de las discusiones entre marxistas. Para que se entienda por qué presentaré las ideas y argumentos de una manera que puede parecer un tanto exótica, he acompañado a los documentos iniciales también una breve introducción, en que expongo las principales cuestiones de método de las presentaciones. Esta introducción puede ayudar también a delimitar el ámbito de contenidos que abordaré, y a los cuales está dedicado este curso, y evitar así discusiones que rebasen su intención principal. En todo caso, estas cuestiones de método no deberían ser ni extrañas ni necesarias para los jóvenes, que no han tenido la experiencia de la manera marxista típica de discutir, ni para las personas razonables, que estén simplemente interesadas en una proposición de tipo teórico.
6. Tal como hemos informado previamente, las invitaciones para integrarse a la sesión por ZOOM las enviaremos al correo electrónico que han registrado en la inscripción a las 19.10, abriremos la sala a las 19.20, y empezaremos la clase a las 19.30, hora chilena.
7. Junto a esta guía encontrarán los siguientes materiales:
– Carlos Pérez Soto: «Sobre la relación entre Hegel y Marx», LOM Ediciones, Santiago, 2017
– Carlos Pérez Soto: «Bibliografía brevemente comentada», en Proposición de un marxismo hegeliano, Ceibo Ediciones, Santiago 2017.
– Carlos Pérez Soto: Tres sesiones sobre marxismo hegeliano, «Introducción y cuestiones de método»
Un gran abrazo desde Santiago de Chile
Carlos Pérez Soto
Profesor
Estos textos y demás materiales citados se pueden encontrar en este repositorio.
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