1. No centralizarás el poder

Todos nacemos con un poder inherente. ¿Por qué lo cedemos a los gobiernos (capitalistas, socialistas, realistas o de cualquier otra marca)? ¿Por qué seguimos siempre a partidos, aunque sean revolucionarios, pensando que harán lo correcto cuando estén en el poder… cuando sabemos por experiencia que este no es el caso? Recuperemos el poder… el poder de hacer el bien, no el poder de dominar sobre otros…. en las manos de gentes y colectivos en todas partes, para gobernar nuestros asuntos. Recuperemos el verdadero significado de la democracia, el poder del pueblo, en comunidades aldeanas, barriadas urbanas, instituciones y otras comunidades y colectivos autoidentificados, mediante asambleas en las que todos podamos tomar parte sobre una base de igualdad. Aprendamos de ideas como swaraj, autogobierno y autonomía con responsabilidad hacia la autonomía y bienestar de otros; o las fromas populares indígenas de autodeterminación. Donde pueda seguir existiendo en un futuro previsible un estado, fortalezcamos mecanismos para hacer que rinda cuentas a asambleas de base de swaraj.

2. No le faltarás el respeto a la naturaleza

Formamos parte de la naturaleza, no estamos separados de ella. Sin el resto de la naturaleza, estamos muertos (¿quién crees que produce el óxigeno sin el que no puedes vivir durante más de un par de minutos?). Seguramente el interregno del covid debería despertarnos al enorme abismo que hemos abierto entre nosotros y el resto de la naturaleza. Curemos esta salvaje herida: reinsertémonos espiritual, ética y materialmente en la naturaleza, no como propietarios sino como custodios. Regeneremos los ecosistemas degradados y la disminución de las poblaciones de vida salvaje. Pensemos en los humanos no como el pináculo de la evolución sino como una de las 50 millones de especies, todas ellas merecedoras del mismo respeto que acordamos entre nosotros. No sigamos enfoques poco entusiastas, de ‘Tierra a medias’, vayamos por toda la Tierra, en coexistencia e interconectividad.

3. No pondrás vallas que separen ecosistemas y culturas

Derribemos los muros y barreras que han dividido ecosistemas y pueblos en nombre de los estados-nación. Actuemos como custodios de la tierra y de unos respecto a otros. Empoderemos las comunidades que viven o atraviesan los límites entre las actuales fronteras nacionales para gobernarlas en paisajes terrestres y marítimos de paz. Ayudemos a fortalecer la identidad biocultural de estos pueblos, a la vez que potenciamos el intercambio cultural y material que fortalece la interconectividad y la comprensión mutua. Ayudemos a las comunidades nómadas y a la vida salvaje migrante a reestablecer sus patrones de movilidad, bruscamente interrumpidos por fronteras nacionales, o por grandes infraestructuras. Derribemos esas infraestructuras si es necesario, como están ya haciendo algunos pueblos desmantelando presas para liberar ríos.

4. No consumirás más de lo que necesitas para prosperar

¿Ves a otros animales que no sean los humanos comer o usar la naturaleza a su alrededor más de lo que necesitan? ¿Acumulan grandes cantidades de posesiones materiales, o aún menos, consideran esto una forma de estatus y poder? Despedaza los anuncios que te incitan a ir de compras. Reconoce que cada item extra que compras tiene consecuencias sobre la libertad de otro cuyas tierras y aguas minas para tu consumo. Piensa así: haré todo lo que pueda para establecer mi derecho a ser feliz, pero lo que haga no le arrebata la felicidad a otro. Considera que la felicidad consiste por supuesto en tener lo suficiente para cubrir tus necesidades básicas, pero más allá de eso, en aplicar un enfoque de «suficiencia», en los aspectos cualitativos de la vida, especialmente las relaciones con otros humanos y el resto de la naturaleza y con uno mismo.

5. No globalizarás lo que florece localmente

Conseguir el agua para beber, o la comida, a mil kilómetros de distancia es una locura absoluta. Sé autodependiente para las necesidades básicas de tus alrededores, posible fundamentalmente gracias a procesos de localización, swaraj y suficiencia. Todo grupo de comunidades, rurales y urbanas, puede autoabastecerse de su propia comida, agua, energía, vivienda, vestido, saneamientos, salud, educación y establecimiento de sus propios sistemas exitosos de gobierno, igualdad de voz, resolución de conflictos bienestar y vida con sentido. Las relaciones globales seguirán –y sin duda deben hacerlo–, pero por demás de las necesidades básicas, para intercambios culturales, materiales que podamos desear pero cuyo intercambio no socave la autodependencia local. Puedes seguir queriendo café de tierras lejanas, pero que no sea a costa de la autodependencia de los cultivadores o de la tuya. No niegues la entrada en tu propia economía o sociedad a gente que lo necesite de otras regiones: ¡establece una ‘localización abierta’!

6. No robarás los medios de producción a los productores, ni el fruto de su trabajo

Que se permita a algunos humanos robar el fruto del trabajo de la gran mayoría de otros humanos, e incluso tomar el control de sus medios de producción, y que también puedan monopolizar el producto de la naturaleza, es vergonzoso. Es una consecuencia inevitable de que la mayoría de los productores vivan en condiciones precarias, inseguras, mucho más susceptibles a shocks sistémicos como el covid 19 que la minoría que roba. Es también inevitable el aumento de la desigualdad, llevando a un escenario, no tan lejano, en el que el 1% de la humanidad controle tanta riqueza como el restante 99%… violando otro de los desmandamientos arriba citados. Así, haz que los productores –en agricultura, pastoreo, pesca, bosques, manufacturas, artesanías, servicios– retomen el control sobre sus medios de producción y se gobiernen democráticamente, con justicia y sostenibilidad. Deja que los capitalistas y los propietarios de los estados-nación se unan a las filas de los trabajadores y productores, con la misma responsabilidad y derechos que el actual conjunto de trabajadores, pero sin privilegios especiales.

7. No privatizarás lo común

Durante la mejor parte de la historia humana la naturaleza, la tierra, el agua, el aire y el conocimiento han sido ‘comunes’ y gobernados colectivamente. No necesariamente con igualdad, por supuesto, pero sin embargo nunca antes ha presenciado la Tierra los niveles de propiedad privada y egoísta sobre estos como se ve hoy. Mantengamos lo que es todavía común, incluidas herencias globales como los océanos, y recomunalicemos lo que ha sido privatizado. Retomemos los aparcamientos y convirtámolos en jardines urbanos, devolvamos las tierras privatizadas al gobierno de la comunidad, cuestionemos incluso la herencia privada de la riqueza, porque esta es una razón poderosa para corrupciones de diverso tipo.

8. No vivirás con desigualdad

Los hombres dominan a las mujeres, algunas razas dominan a otras, el casteismo crea una explotación institucionalizada, los «discapacitados» son marginados, y a los jóvenes no se les da el respecto que merecen. Hagamos que las luchas de los oprimidos y marginados planteen retos a toda forma de desigualdad, reconozcamos los derechos fundamentales de todos a vidas con dignidad, libertad, respeto y agencia. Abracemos múltiples géneros y sexualidades entre los humanos; abracemos tambíen múltiples formas de ser entre todas las formas de vida.

9. No colonizarás ni homogeneizarás

Insatisfechos con lo que tienen, algunos pueblos han colonizado a otros pueblos, siendo la mayor manifestación global de esto la colonización de la Tierra por un puñado de países del norte en nombre de Dios, el ‘desarrollo’, e incluso la libertad. Y todos han intentado imponer sus propias ideas de la ‘vida buena’, su cultura, su religión, su lengua, su sistema de conocimiento como los únicos merecedores de ser seguidos. Y las naciones y pueblos alguna vez colonizados están ahora haciendo lo mismo con otros, en nombre del ‘desarrollo’. ¡Descolonicemos ya! Construyamos nuestras propias sociedades autosuficientes, no codiciemos las tierras y riquezas de otros, ni los consideremos ‘incivilizados’ y necesitados de convertirse en nuestros clones. Liberemos la mente y el corazón, permitamos florecer a diversas culturas, conocimientos y tecnologías, reconstruyamos y respetemos un pluriverso de formas de ser/hacer/conocer/soñar.

10. No te ignorarás a ti mismo

Lo opuesto al individualismo egoísta es el completo abandono, incluso negación de uno mismo. La abnegación que lleva a quemarse, o al estrés físico y emocional va en última instancia en detrimento no solo de uno mismo sino de aquellos a los que uno ama, por los que se preocupa y actúa. Por tanto, encuentra tiempo y espacio para la introspección, para profundizar hacia dentro incluso cuando te abres hacia afuera, para integrar lo interior con lo exterior, a cuestionar pero también cuidar de tu ser, a conectar el espíritu o alma con el cuerpo y con el cosmos.

 

Postdata: un nuevo acuerdo arcoíris.

Este conjunto de principios implica deshacer y desaprender buena parte de aquello a lo que tanto los dominantes como muchos de los dominados están acostumbrados. Pensamos que el sistema que tenemos es ‘normal’ o inevitable. Pero no lo es, no tiene que serlo. De ahí los Desmandamientos.

Si los gobiernos fuesen serios en sus proclamas de gobernar en beneficio de todos, estos principios deberían dar forma a sus paquetes y planes de recuperación por el covid. Pero por supuesto sabemos que ellos (o al  menos la inmensa mayoría de ellos) no son serios, aunque se permitan algunos individuos muy dedicados en su seno. Por tanto, llegar a algo mínimamente cercano a estos principios deberá formar parte de la agenda de los movimientos populares. Especialmente las luchas de los más marginados en las políticas de género, sexualidad, raza, casta, etnicidad, capacidad y otras, con un apoyo sensible de otros. Hay que reconocer que muchos movimientos deberán también preguntarse cuestiones sobre ellos mismos: ¿hasta qué punto practicamos la diversidad, la igualdad y la democracia entre nosotros?

¿Un enfoque demasiado utópico? Sin duda, pero también lo son muchas religiones y fe, al menos en sus principios básicos. Entiendo que nadie piensa realmente que sea posible aplicar plenamente el mandamiento de ‘no robarás’. Virtualmente todas las constituciones nacionales son también idealistas, comprometiéndose a muchos de los principios arriba citados, pero también sabemos que estos no es posible alcanzarlos, al menos no en unas cuantas generaciones. Pero las visiones utópicas tienen su propia relevancia crucial. Como dijo el director argentino Fernando Birri (citado por el maravilloso escritor Eduardo Galeano):

Ella está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más para allá. Por mucho que camine, nunca la alcanzaré. ¿Para qué sirve la Utopía? Para eso sirve: Para caminar.

Es con este espíritu que se ofrece el conjunto citado de Desmandamientos. Pero también vale la pena señalar que de maneras muy diversas ya tenemos miles de ‘utopías hoy’ o ‘utopías vivas’ entre nosotros, consiguiendo uno o más de estos principios (para diversos ejemplos véanse artículos anteriores de este autor en esta plataforma y sitios como Radical Ecological Democracy, Beautiful Solutions, y Vikalp Sangam en India). El reto es mantenerlos y alimentarlos incluso cuando múltiples crisis globales se intensifican a nuestro alrededor, en crear redes horizontalmente para conseguir una mayor masa crítica, extraer lecciones de ellos de manera que se puedan probar muchas más iniciativas de este tipo en sus propios contextos únicos, y hacer todo esto en alianza con movimientos crecientes de resistencia al sistema dominante.

Es este conjunto de movimientos de múltiples colores y facetas el que nos puede ayudar a guiar e intentar actualizar un ‘nuevo acuerdo arcoiris’ o una ‘recuperación arcoiris’… más allá de ‘new deals verdes’ progresistas pero con fallos que han surgido últimamente (principalmente en el Norte global). Debemos transformar el actual sistema defectuoso, planteando retos a las concentraciones de poder en patriarcado, estatismo, capitalismo, racismo, casteismo, sexismo y homosapienismo, y practicando y concibiendo estructuras  y relaciones alternativas radicales a todos ellos. No se trata simplemente de ‘enverdecer’ la economía, ni solamente buscar ‘transiciones justas’ que funcionen para los trabajadores, sino de buscar revoluciones de múltiples colores hacia justicias de todo tipo.

Respecto a las transiciones, deberíamos exigir ciertamente que los planes de recuperación del covid se centrasen en la regeneración y mantenimiento de cientos de millones de medios de vida dignos en todos los sectores de la economía. Esto nos debería permitir avanzar hacia la autodependencia localizada para las necesidades básicas, para todos los colectivos y comunidades. Simultáneamente, los paquetes de recuperación deben ser invertidos sabiamente en la restauración y conservación de la naturaleza en todo el mundo. Y a medida que hagamos todo esto y más, debemos preguntarnos las cuestiones fundamentales que abarcan los citados Mandamientos del no, y nutrir las respuestas que miles de iniciativas alternativas ya nos están dando. No debemos intentar ‘replicar’ o ‘escalar’ estas, porque eso es una locura que ignora la diversidad o quiere convertirse en algo cada vez mayor. Por el contrario, ‘escalemos hacia fuera’ estas iniciativas haciendo que cada vez más comunidades aprendan sus lecciones vitales y conectando y creando redes horizontalmente, vinculando resistencia y reconstrucción a través de culturas y geografías. Un pequeño virus nos ha dado esta oportunidad. No mereceríamos el nombre de ‘sapiens’ si la ignoramos.