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¿Qué libros rojos vas a leer este nuevo Día de los Libros Rojos (21 de febrero)?

Vijay Prashad

Queridos amigos y amigas,

Saludos desde las oficinas del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

El 16 de febrero de 2015, Govind y Uma Pansare salieron a dar un paseo matutino cerca de su casa en Kolhapur, en el estado occidental de Maharashtra (India). Dos hombres en una motocicleta les pararon y preguntaron por una dirección, pero los Pansare no pudieron ayudarles. Uno de los hombres se rió, sacó una pistola y les disparó. Uma Pansare fue alcanzada pero sobrevivió al ataque. Su marido, Govind Pansare, murió en un hospital poco después, el 20 de febrero, a los 82 años.

Criado en la pobreza, Govind Pansare tuvo la suerte de ir a la escuela, donde conoció las ideas marxistas. En 1952, con 19 años, Pansare se afilió al Partido Comunista de la India (PCI). Mientras estudiaba en la universidad de Kolhapur, Pansare solía pasar su tiempo en Republic Book Stall [Librería República], donde devoraba los clásicos marxistas y las novelas soviéticas que llegaban a la India a través de la Editorial Popular del PCI. Cuando se hizo abogado, Pansare trabajó con sindicatos y organizaciones de los barrios pobres. Leía con avidez, investigando la historia de Maharashtra para entender mejor cómo deshacerse de costumbres miserables como el sistema de castas y el fundamentalismo religioso.

De su mundo de lucha y su mundo de libros surgió el compromiso de Pansare con la cultura y la liberación intelectual. Junto con sus compañeros, creó el Shramik Pratishthan (‘Fondo de los Trabajadores’), que no solo publicaba libros, sino que también organizaba seminarios y conferencias. Uno de los programas más populares organizados por el Fondo era el festival literario anual en honor del escritor marathi Annabhau Sathe. En 1987, Pansare escribió un libro titulado Shivaji Kon Hota?, que luego fue publicado por LeftWord Books como Who Was Shivaji? [¿Quién fue Shivaji?] En él, liberaba al guerrero del siglo XVII Shivaji de las manipulaciones de la extrema derecha india, que lo había retratado falsamente en sus libros como un guerrero hindú que luchaba contra los musulmanes. De hecho, se dice que Shivaji fue benévolo con los musulmanes, por lo que Pansare lo rescató de sus garras.

El asesinato de Pansare es uno entre tantos asesinatos de escritorxs y figuras políticas de izquierdas. Ningún país es inmune a esto: las librerías y editoriales de izquierda son amenazadas y atacadas en todo el mundo. Como nos decía Héctor Béjar, ex ministro de Asuntos Exteriores de Perú, en nuestro último dossier, los intelectuales de derechas simplemente no tienen el peso intelectual necesario para debatir las cuestiones clave de nuestro tiempo. No tienen los hechos ni la teoría para defender con argumentos coherentes los discursos de odio o la destrucción del clima, la desigualdad social o su interpretación de la historia. En cambio, los intelectuales de la derecha promueven el pensamiento oscurantista e irracional junto a sus otras armas: la intimidación abierta y la violencia. El auge de los políticos y partidos neofascistas proporciona un barniz de respetabilidad a la escoria que toma las armas para atacar y matar a personas como Pansare.

La justicia es esquiva para personas como Govind Pansare, al igual que para Chokri Belaïd (Túnez), Chris Hani (Sudáfrica), Gauri Lankesh (India), Marielle Franco (Brasil), Nahed Hattar (Jordania) y demasiadas otras personas sensibles, que dieron el peligroso paso de luchar por algo más grande que nuestro mundo actual.

La nuera de Pansare, la Dra. Megha Pansare, envió un mensaje al Instituto Tricontinental de Investigación Social: «El espacio para la libertad de expresión se está reduciendo en nuestro país. Ha habido ataques constantes contra periodistas y artistas, intelectuales y agricultorxs. Nos hemos visto obligados a luchar para ampliar la esfera pública. Es muy preocupante ver cómo el Estado patrocina a las fuerzas fundamentalistas religiosas. Debemos alzar la voz para detener el silenciamiento de nuestras voces por las armas».

La Unión Internacional de Editoriales de Izquierda divulgó una fuerte declaración exigiendo justicia para Govind Pansare: «Han pasado siete años y sin embargo la policía no ha reunido datos concretos», escriben. «El mundo entero es testigo del aumento tanto de los crímenes de odio como de los crímenes contra la cultura (incluyendo el asesinato de escritores) en la India… Nosotros, la Unión Internacional de Editoriales de Izquierda nos solidarizamos con las familias de las víctimas y alzamos nuestra voz en defensa de los valores progresistas y humanos del laicismo, el progreso y la justicia sociales».

Unos años después del asesinato de Govind Pansare, la editorial LeftWord Books de Nueva Delhi empezó a plantear la idea del Día de los Libros Rojos. La idea era celebrar los libros radicales y las personas e instituciones que los hacen. Conociendo a Pansare, habría sido consciente de que el día después de su muerte era un aniversario importante. El 21 de febrero de 1848, Karl Marx y Friedrich Engels publicaron El manifiesto comunista unos meses antes de que las revoluciones atravesaran Europa, en lo que más tarde se llamaría la «Primavera de los pueblos» (Printemps des peuples). El manifiesto no solo es uno de los libros más leídos de nuestro tiempo, sino que en 2013 la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) adoptó este libro en su Programa Memoria del Mundo. Esta iniciativa de la UNESCO pretende preservar el patrimonio de la humanidad contra los «estragos del tiempo» y la «amnesia colectiva». Por ello, LeftWord Books —junto con la Sociedad de Editores de Izquierda de la India— decidió hacer un llamamiento mundial para que el Día de los Libros Rojos se celebre cada año el 21 de febrero.

Cuando se celebró el primer Día del Libro Rojo, el 21 de febrero de 2020, treinta mil personas, desde Corea del Sur hasta Venezuela, se sumaron a la lectura pública del manifiesto. Resulta que las Naciones Unidas también habían designado el 21 de febrero como Día Internacional de la Lengua Materna. El manifiesto se leyó en el idioma de las personas que participaron: en coreano al comenzar la jornada y en español al finalizarla. Sin duda, el mayor número de lectores del manifiesto ese día se produjo en el estado indio de Tamil Nadu, donde la editorial Bharathi Puthakalayam y el Partido Comunista de la India (Marxista) incluyeron a diez mil personas en los festejos. Las lecturas comenzaron bajo la estatua del Triunfo del Trabajo, erigida en 1959 en la playa de Marina de Chennai, en el preciso lugar donde se celebró por primera vez el Primero de Mayo en la India en 1923. El libro fue leído en voz alta en los campos por dirigentes campesinos comunistas en Nepal y en los asentamientos ocupados del Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) en Brasil, se leyó en círculos de estudio en La Habana (Cuba) y se leyó en voz alta por primera vez en sesotho (una de las once lenguas oficiales de Sudáfrica). Se leyó en gaélico en Connolly Books (Dublín, Irlanda) y en árabe en un café de Beirut (Líbano). Bharathi Puthakalayam publicó para la ocasión una nueva traducción al tamil de M. Sivalingam, mientras que Prajasakti y Nava Telangana publicaron una nueva traducción al telugu de A. Gandhi.

Después de la jornada, un grupo de editoriales —invitadas por la Sociedad India de Editores de Izquierda— comenzó a formar la Unión Internacional de Editoriales de Izquierda (UIEI). En el transcurso de los dos últimos años, la UIEI ha producido cuatro libros conjuntos: Lenin 150, Mariátegui, Che y Paris Commune 150. Para conmemorar el 150º aniversario de la Comuna de París, veintisiete editoriales publicaron un libro el mismo día, el 28 de mayo de 2021, en casi otras tantas lenguas, una hazaña sin precedentes en la historia de la edición. Este año, la UIEI publicará otros dos libros que recogen textos clave de Alexandra Kollontai (mayo) y Ruth First (agosto). Mientras tanto, la Unión desarrolla sus principios de intercambio de libros entre editores y se mantiene unida contra los ataques a las y los autores, editoriales, impresores y librerías.

El Día de los Libros Rojos es una iniciativa de la UIEI, pero esperamos que pase a formar parte del calendario mundial más amplio de actividades culturales anuales. El sitio web del Día de los Libros Rojos permite a cualquier persona publicar información sobre sus actividades para el día este año e incluye una exposición de afiches de todo el mundo sobre el Día de los Libros Rojos, organizada por Young Socialist Artists. En lugar de insistir en que todo el mundo lea el mismo libro, la idea este año es que la gente lea cualquier libro rojo en público o en línea. Por ejemplo, en Tamil Nadu la lectura de este año será El socialismo: Utópico y Científico (1880) de Engels. Otras personas leerán el Manifiesto o la poesía sobre el espíritu humano en busca de la emancipación.

En la Sierra Maestra, Fidel Castro y sus compañeros pasaban largos ratos por las tardes leyendo lo que encontraban. Cuando se embarcaron en el Granma desde México, llevaron armas, comida y medicinas, pero no muchos libros. Tuvieron que difundir lo que tenían: La piel (1949) de Curzio Malaparte, sobre la ocupación nazi de Nápoles, y el terrorífico thriller de Émile Zola, La bestia interior (1890). Incluso tenían un ejemplar de La historia de la decadencia y la caída del Imperio Romano (1776), de Edward Gibbon, que casi fue la causa de que el Che Guevara muriera durante un ataque aéreo.

Uno de los guerrilleros, Salustiano de la Cruz Enríquez (también conocido como Crucito), componía baladas al viejo estilo de la guajira cubana. Se sentaba junto a la hoguera y cantaba sus poemas mientras tocaba la guitarra. «Este magnífico camarada había escrito toda la historia de la Revolución en baladas que componía en cada parada de descanso mientras daba caladas a su pipa», escribió el Che Guevara en sus Pasajes de la guerra revolucionaria (1968). «Como había muy poco papel en la Sierra, compuso las baladas en su cabeza, por lo que no quedó ninguna cuando una bala puso fin a su vida en la batalla de Pino del Agua» en septiembre de 1957. Crucito se hacía llamar el Ruiseñor de la Sierra Maestra. En este Día de los Libros Rojos, voy a imaginarme sus baladas y a tararear su melodía olvidada en honor a personas como Crucito y Govind Pansare, que siguen intentando hacer del mundo un lugar mejor para los seres humanos y para la naturaleza.

Cordialmente,

Vijay.

PD: mi libro rojo para leer este año es Días inolvidables, de Võ Nguyên Giáp (Hanoi: Editorial de Lenguas Extranjeras, 1975).

Fuente: https://thetricontinental.org/es/newsletterissue/dia-libros-rojos/

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