Crítica teatral: Cor dels amants
M. Cruz Santos
Crítica teatral: Título: Cor dels amants. Texto y dirección: Tiago Rodrigues. Teatre Lliure, Gràcia (Barcelona) 25/04 — 25/05/25. Intérpretes: Joan Carreras, Marta Marco. Traducción: Cristina Genebat. Asistente artística, escenografia y vestuario: Magda Bizarro. Iluminación: Rui Monteiro. Ayudante de dirección: Anna Llopart.
Es la segunda obra que veo de Tiago Rodrígues. El año pasado me encandiló con Catarina e a beleza de matar fascistas, una obra luminosa que oculta actos terribles, crímenes que no tienen nombre. Una obra colectiva. Este año Tiago Rodrígues ha vuelto al escenario de El Lliure con un trabajo totalmente distinto y que es la primera obra que escribió.
Tiago Rodrígues, autor, director de teatro, director del Festival de Teatro de Aviñón, el mejor del mundo, según dicen, portugués. Parte en esta obra de una experiencia biográfica a la que añade elementos ficticios. También lo hace en By heart donde parte de un recuerdo entrañable de su abuela.
Cor dels amants parte de una experiencia dolorosa, el momento en que una pareja acude al hospital porque uno de ellos tiene una crisis gravísima que lo sitúa al borde de la muerte y, de hecho, muere durante unos instantes. Momentos en los que, de forma simultánea, ambos amantes nos explican sus sentimientos y sus miedos y esa conciencia, común a los dos y a muchos más, de que hasta entonces se ha perdido el tiempo tras quimeras que les ha hecho, precisamente, perder el tiempo. Mientras el amante sano duda, se enfada, se desespera, suplica, en la sala de espera, el enfermo vive su muerte lejos de los tópicos («vi pasar mi vida por delante»). Lo que recuerda insistentemente es una escena de Al Pacino en Scareface. Vivimos nuestras emociones, hasta las más profundas, a través de la cultura que hemos vivido. Nuestro mundo, mundo personal, nos modela hasta el punto de decirnos cómo hemos de vivir lo que sentimos y nuestro mundo está dibujado en gran parte por el cine. Ese cine que nos ha enseñado a sentir nuestras emociones y del que puede ser difícil prescindir porque carecemos de la virginidad de los antiguos griegos.
Recuperada la vida, superada la crisis, la pareja se aplicará a vivir sabiendo que hay tiempo para todo lo demás y así nos van recitando toda su vida, al unísono, a coro. Rodrigues se felicita en una entrevista de la polisemia en catalán de la palabra ‘cor’ y la coincidencia entre ‘corazón’ y ‘coro’, porque eso es lo que explica. El transcurso de toda una vida, con todos sus altibajos pero que se quiere vivir juntos, juntos entre ellos y juntos con la naturaleza de la que se saben parte y a la que quieren volver. Esa es la originalidad de esta puesta en escena donde una vida en común se representa «a la vez», polifónica, dice Joan Carreras, a veces viviendo lo mismo, a veces viviéndolo distinto.
Cor dels amants es una historia íntima y llena de ternura, lejos de un sentimentalismo barato. Dos caminos que son uno hechos, hecho, con tiempo. Corta, apenas una hora. Sobria, algo que adoro desde que vi a Darío Fo llenar un escenario él solo con un micrófono. El escenario se llena con ese coro de dos que va recitando, a veces el mismo texto y, a veces, textos diferentes. Una mesa, una tetera, unas sillas sirven para interrumpir la acción y «darse tiempo», porque hay tiempo.
La obra necesita de los actores, de buenos actores. Joan Carreras y Marta Calvo dan la talla. Debo decir que el día que los vi, demostraron perfectamente su profesionalidad porque por dos veces se hubo de interrumpir la presentación para evacuar a sendas personas que se indispusieron. Prueba de fuego para un actor que debe seguir desde el punto del texto y del estado de ánimo en que lo dejó. Carreras y Calvo superaron la prueba con nota.
Ya no se puede ver este montaje, no sé si lo repondrán, pero el 28 y 29 de julio, volvemos a poder disfrutar de otro trabajo de Tiago Rodrigues, esta vez en el Festival Grec: Hécube, pas Hécube, un trabajo a partir de Hécuba de Eurípides y que lo pondrá en escena con la «Comedie Française». Palabras mayores.