Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Por qué el DiEM2025 de Varoufakis está luchando la batalla equivocada

Will Denayer

1.- Varoufakis

Este texto trata de la estrategia, pero la estrategia no se puede separar de los pueblos, de sus historias y acciones. Syriza siempre ha sido un inquieto conglomerado de grupos de muy distintas orientaciones políticas, pero desde que llego al poder en enero de 2015, hasta su rendición siete meses después, las dos facciones principales lucharon una fiera pugna. En un lado estaba la izquierda heterogénea, la cual quería hacer valer la promesa electoral (el programa de Tesalonica), que no se iba a continuar con la austeridad. Grecia negociaría una quita de la deuda y si la Troika llevaba al país al límite, el grupo propondría la salida de la eurozona. El liderazgo por el otro lado también quería el fin de la austeridad. Pero bajo ninguna circunstancia estaba dispuesto a salir de la eurozona

Como Lapavitsas explica, el liderazgo de Syriza se convenció a si mismo de que si era rechazado un nuevo programa de rescate, los prestamistas europeos cederían ante la amenaza de desorden financiero y político. El autor intelectual de esta estrategia era Yanis Vaorufakis. El negoció con los prestamistas durante más de seis meses. Pero Grecia no podía negociar de manera efectiva sin un plan alternativo, incluyendo la posibilidad de salir de la eurozona. Crear su propia liquidez era la única manera de evitar la presa de la Troika. Esto hubiera distado de ser fácil, desde luego, pero al menos habría ofrecido la opción de hacer frente a las catastróficas estrategias del rescate. Los líderes de Syriza no habrían tenido nada de esto (mirar aquí).

“Syriza falló” escribe Lapavitsas, “no porque la austeridad es invencible, ni por que el cambio radical es imposible, si no porqué desastrosamente no estaba dispuesta ni preparada para retar directamente al euro. El cambio radical y el abandono de la austeridad requieren confrontar con la misma unión monetaria. Para los países más pequeños esto significa prepararse para la salida, para los países del centro significa aceptar cambios en los acuerdos monetarios disfuncionales” (mirar aquí y también aquí para las opiniones sobre un Grexit).

Hoy Varoufakis vuelve como el iniciador de DiEM2025 (Democracia en Europa). El exministro de finanzas griego disfruta de gran credibilidad con la izquierda europea. Mucha de su credibilidad se basa en la leyenda urbana de que el gobierno de Syriza presentó una lucha heroica contra los poderes no democráticos de Europa, que no mostraron ni conocimiento económico, ni consideración por el destino del pueblo griego y mostraron un obvio desprecio por la democracia.

El mismo discurso se propaga de nuevo. En 2015 no hubo más alternativa para el gobierno griego que aceptar las condiciones de la Troika. Hoy, DiEM2025 quiere reformar las instituciones europeas. De nuevo no hay alternativa. Una lucha a nivel nacional es imposible, la izquierda ha de unirse por toda Europa y luchar frente a las instituciones europeas. DiEM2025 apunta a democratizar toda Europa con la idea de que de otra manera se desintegrará con terribles consecuencias para todos (mirar aquí). Solo dos terribles opciones quedan: una retirada a las cápsulas de los estados nación que se asumen como anticuados, o rendirse a la oligarquía europea. El objetivo de DiEM2025 es congregar una asamblea constitucional donde los europeos discutirán sobre cómo llevar adelante una democracia europea completa, que ofrezca un parlamento soberano que respete la autodeterminación nacional y comparta poder con los parlamentos nacionales, asambleas regionales y ayuntamientos (mirar aquí). Esto es, como Varoufakis admite en The Independient, de hecho utópico, pero sigue diciendo que es “mucho más realista que mantener el sistema tal como está” o “intentar salir”. Seas griego o británico, escapar es imposible (mirad aquí y aquí ). ¿No les suena de algo?

2.- ¿Qué reformas?

La “democracia supranacional” de DiEM2025 debería descansar sobre “un parlamento europeo significativamente más poderoso”, el cual debería ser el único iniciador legislativo europeo, junto con “una rama ejecutiva completamente reformada, incluyendo un presidente europeo elegido por sufragio directo”. Este sistema garantizaría que la Comisión implementase las políticas que sean reflejo de la voluntad popular. Todo debe reposar sobre los resultados electorales de los nuevos y verdaderamente trasnacionales partidos europeos (aquí y aquí).

Debemos de hacer notar algunas dificultades. Para empezar, la propuesta asume, extrañamente, que hay un línea causal entre empoderamiento del parlamento y cambio político e ideológico. Pero ¿por qué razón debería ser así? ¿Elegirán los europeos un parlamento más de izquierdas una vez que los poderes de esa institución aumenten? ¿Cómo se realizará este empoderamiento del parlamento europeo? El parlamento europeo no lo puede hacer por sí mismo, así pues es necesario algo más. Dicho cambio solo puede venir cuando las relaciones de poder internas dentro de la Comisión y los dos Consejos cambien. De hecho lo que se necesita es una casi completa revisión de las instituciones políticas europeas en su conjunto. Y esto solo puede suceder como resultado de los cambios a nivel nacional ¿Por qué concentrarse en el nivel supranacional para empezar?

DiEM2025 tiene una estrategia (si les parece) para conseguir el cambio político. La nueva democracia supranacional europea necesita ir de la mano de la creación de un electorado “post-nacional o supranacional”. Pero ¿cómo funcionaría esto? Como Thomas Fazi adecuadamente apunta , es evidente que para la gran mayoría de los ciudadanos europeos las barreras lingüísticas y las diferencias culturales impiden la oportunidad de participación política a un nivel supranacional (mirar aquí) . Esto puede parecer una obviedad pero es una preocupación real. ¿Por qué necesitamos de dichos partidos? ¿Que pueden conseguir que los otros no puedan? No hay una mínima de evidencia que esto nos haga avanzar en la materia.

Lo opuesto es cierto. Mayor integración, incluso si es acompañada por un fortalecimiento del parlamento, no es equivalente a un mayor control democrático. Varoufakis ingenuamente asume que una versión mejorada del parlamento europeo se bastaría para ejercer un adecuado control popular sobre las decisiones de la Unión. Como Fazi argumenta correctamente, esto ignora completamente el problema de la captura oligárquica (mirar aquí). Las investigaciones muestran de manera consistente que los problemas relacionados con la presión de los lobbies son exacerbados a nivel supranacional. Las transferencias de soberanía a instancias internacionales contribuyen al debilitamiento del control popular. Estas instancias están, en general, física, cultural y lingüísticamente más distantes del público en general que las nacionales .Y esto conduce a una mayor captura por parte de las oligarquías (mirar aquí).

En la Unión Europea, hay dos fuentes de legitimidad democrática: el Parlamento Europeo (PE), elegido directamente por los pueblos de la Unión Europea y el Consejo de la Unión Europea (el consejo de ministros), junto al Consejo Europeo (jefes de los gobiernos nacionales). La Comisión Europea es elegida por las dos instituciones. Se pueden decir muchas cosas negativas sobre el PE por diversas razones, pero la verdad es que el PE es difícilmente diferenciable de los parlamentos nacionales. En teoría, los miembros de los parlamentos nacionales tienen el poder de proponer legislaciones. En el PE ese no es el caso, solo puede hacer enmiendas que la Comisión posteriormente puede aceptar o rechazar. Sin embargo en los parlamentos naciones como media menos del 15% de las iniciativas legislativas individuales de los miembros del parlamento se convierten en leyes (mirar aquí). Muy pocos miembros del parlamento (o ninguno en absoluto) propondría legislación sin que previamente sea aprobada por su partido y/o sea el producto de las negociaciones con los socios de coalición. Ciertamente el PE no está funcionando como un auténtico parlamento, pero tampoco lo hacen los parlamentos nacionales. Esto también significa que la “lucha por la democracia en Europa” se tiene que plantear a nivel nacional. No es solo una enfermedad en el nivel de las instituciones europeas es una enfermedad en toda Europa.

Las instituciones europeas son una caja vacía si los gobiernos naciones no respaldan el quehacer político europeo. Las votaciones en el Consejo se realizan ya sea por una mayoría cualificada o por unanimidad. Todas esas decisiones son realizadas por políticos nacionales o los representantes de los estados. Lo mismo es cierto para el Consejo Ejecutivo del Banco Central Europeo. Hay un presidente, un vicepresidente y otros cuatro miembros. Todos ellos son nombrados por el Consejo Europeo. Las decisiones del BCE se realizan por estos seis miembros más los gobernadores de los bancos centrales nacionales de los 19 estados de la Unión Monetaria. La ligazón con el nivel estatal está siempre patente.

La situación dentro de la Comisión es peor. La Comisión tiene un presidente que es elegido por el PE. Esto no tiene gran importancia porque la última (y primera) vez que se eligió el nombre de Juncker era el único en la votación. Los otros 27 Comisarios no se presentan a elecciones lo que significa que su posición es el resultado de las negociaciones entre los gobiernos nacionales. Con el paso de los años, se ha vuelto costumbre adoptar legislación con una sola lectura. Paquetes de gobernanza económica cruciales como son el Pacto Fiscal, el Six-Pack, el Two-Pack y el Semestre Europeo fueron adoptados de maneras que son fundamentalmente no democráticas. Esto es de hecho perjudicial, y ciertamente necesita ser modificado, pero ¿en qué se diferencia de la legislación en la mayoría de los parlamentos nacionales de Europa? La austeridad y las reformas son debatidas en los parlamentos hasta que la minoría vota en contra de estas y la mayoría las aprueba, quizás con algún que otro disidente. Ningún gobierno en Europa ha caído a consecuencia de la introducción de las medidas de austeridad. Esto muestra que el problema no está localizado exclusivamente en el nivel europeo. En efecto sin la macabra obsesión con el ordoliberalismo, monetarismo, competitividad, mercantilismo y “reformas estructurales” al nivel nacional, la UE habría sido incapaz de realizar sus planes.

Al mismo tiempo, como Wolfgang Kowalsky escribe, las ambiciones sociales y políticas han sido sustancialmente disminuidas hacia los estándares de la OIT, los cuales están por debajo de los estándares mínimos europeo (mirad aquí). Esto es de nuevo muy perjudicial. Pero miremos a los que está sucediendo a nivel nacional. No es diferente de lo que pasa en Francia, el R.U., Bélgica o muchos otros países donde los gobiernos conservadores (o de cualquier otro color o filiación) implementan (o intentan implementar) toda una plétora de leyes antisociales.

En lugar de un “façadism”, como Kowalsky lo llama (como la organización del “año del ciudadano de la UE”, etc.), hay multitud de iniciativas que la UE podría promover si estuviera realmente interesada en la democracia. Podría, por ejemplo, hacer de la UE una democracia real en el lugar de trabajo y dirigir sus esfuerzos hacia la democracia industrial- términos que nunca se pueden encontrar en ningún documento de política europeo (PE incluido). En lugar de eso las instituciones (PE incluido) están intentando entrar en el territorio de la negociación salarial nacional mediante la colocación de límites a la evolución de los salarios- una clara estrategia de destrucción de la autonomía de los agentes sociales (mirar aquí). Pero esto, de nuevo, está ocurriendo de un modo u otro en la mayoría de los países europeos y nuevamente, esta lucha ha de lucharse al nivel nacional, no por partidos trasnacionales, sino por los partidos socialdemócratas y de la izquierda democrática.

3.- El TINA (no hay alternativa) de la izquierda

El TINA de DiEM es mucho peor que el falaz análisis de las instituciones europeas y su negación de las relaciones de poder nacionales. No hay nada casual respecto a eso. Es el lógico resultado del diagnóstico subyacente sobre lo que está mal en el mundo: si las naciones han quedado sin poder frente a la globalización, entonces no tiene sentido iniciar la lucha política al nivel del estado nación. Esa es la tésis de DiEM. Sin embargo el estado nación no ha quedado sin poder frente a la globalización.

El pensamiento de DiEM2025 y de muchos otros es promover que el modelo de política basado en el estado nacional está “acabado” (Varoufakis). En Europa, los estados nación obtienen “responsabilidad sin poder” mientras el nivel supranacional obtiene “poder sin responsabilidad”. La soberanía de los parlamentos nacionales ha sido disuelta. Hoy día los mandatos del electorado son por diseño imposibles de realizar. Por lo tanto, la reforma de las instituciones europeas (o más concretamente el PE) es la única opción que queda. Varoufakis está lejos de ser el único que ve las cosas de ese modo. De acuerdo con Slavo Zizek, la lección que la izquierda tiene que aprender del “epsiodio Syriza” es que es imposible luchar contra el capitalismo global en un solo país. De acuerdo con Zizek, la “nueva tentación socialdemócrata Neokeynesiana” que está de momento en boga en algunos lugares y que apunta a plantear la lucha en el nivel del estado nación no es más que una cortina de humo de la confundida pseudo-izquierda que cae en el populismo y el nacionalismo, entreteniendo a la población con la ilusión de que se puede marcar la diferencia (mirar aquí). Lo cual está bien articulado, si bien no es cierto.

¿Cómo saben esto? y ¿por qué están tan seguros? Hace unos cuantos años Dani Rodrik introdujo lo que él llamó “el trilema político de la economía mundial” (mirar aquí). Bajo las condiciones de “verdadera integración económica internacional”, democracia, soberanía nacional e integración económica global se vuelven mutuamente incompatibles. Es posible combinar dos cualesquiera pero, nunca podrán alcanzarse las tres de manera simultánea y completa. Si se quiere tener más globalización, se debe rendir algo de democracia y de soberanía nacional. Por ejemplo, si la nación elige ligar su moneda a otra y permitir que los capitales fluyan entrando y saliendo sin restricción, no puede también fijar su propio tipo de interés. En este contexto, los aspectos políticos del estado nación encogen.

El trilema de Rodrik es desde luego famoso. Como Bill Mitchell apunta correctamente, este ha sido vendido hábilmente por todas las fuerzas políticas por todas partes. La doctrina es increíblemente conveniente. Le dicen a la población que el estado nación esta “acabado”, que es incapaz de garantizar el pleno empleo (o esforzarse en alcanzarlo) y ya se liberan de la responsabilidad de tan siquiera intentarlo. Lo mismo pasa con la austeridad o cualquier otra cosa. Si el estado nación está “acabado”, la resistencia es inútil. La pregunta de si esto es cierto desde luego ni siquiera es planteada-“todo el mundo” parece saber la respuesta. Pero no es lo que Rodik quería decir. El título de su artículo “cuán lejos llegará la integración económica” debería ya darnos una pista (mirar aquí). Contrariamente a la “sabiduría” convencional, Rodik escribió que la integración económica internacional no es cierta, esto es permanece remarcadamente limitada, incluso en un mundo supuestamente globalizado. Es cierto que el papel de Rodik data del 2000, pero el mundo no ha cambiado tan dramáticamente en el intervalo. Como denota Mitchell, todavía existen fronteras nacionales. Hay incertidumbre en el tipo de cambio a pesar de la creciente desregulación. Hay grandes diferencias culturales y lingüísticas que impiden la movilización completa de recursos a través de las fronteras nacionales. Hay un “sesgo hogareño” en las carteras de inversión. Hay una alta correlación entre el ratio de inversión nacional y el ratio de ahorro nacional. Los flujos de capital entre naciones ricas y pobres se queda corto respecto a lo que los modelos teóricos predicen. Aún hay severas restricciones a la movilidad internacional del trabajo (mirar aquí). La verdad es que no vivimos en un mundo completamente globalizado, aún estamos lejos de ello. Ergo, los estados-nación pueden aplicar sus propias políticas. A esta conclusión llegan quienes lo analizan (mirar aquí por el estudio de Godar, Paetz y Truger en el campo de las políticas a nivel nacional de redistribución y crecimiento en la UE y aquí para una vista general de la literatura en ese tema).

No hay evidencia que sustente el TINA de DiEM. Su tesis de que el capital se ha convertido en completamente supranacional, y que “nosotros” para poder combatirlo y tener una oportunidad, necesitamos seguirle y llevar la lucha al mismo nivel supranacional es incorrecta. El carácter “libre” del capital será combatido a nivel nacional lo cual a su vez llevará a la cooperación internacional o no se le combatirá. Si el capital se convirtió en completamente libre y el estado nacional esta “acabado” ¿Por qué debe permanecer en secreto que Goldman Suchs y otros pagan millones de $ por conferencias a Hillary Clinton? ¿Por qué los lobbies empresariales bombean millones en las instituciones reguladoras de los países? ¿Por qué están brotando por todas partes los thinks tanks y las agencias de marketing sin otro objetivo que sesgar la opinión de los votantes? ¿Por qué el sector empresarial esta tan ansioso de adquirir los medios de comunicación de manera que los limites ideológicos de los debates puedan ser celosamente salvaguardados? ¿Ocurre todo eso porque el estado nación está “acabado”?

Como escribió hace algún tiempo en su blog Bill Mitchell “la realidad actual es que los políticos todavía tienen capacidad legislativa para restringir la actividad económica a través de las fronteras (…) El reto actual es no ceder soberanía al de alguna manera místico estado de integración económica internacional, sino resistir la corrupción del proceso de toma de decisiones político que actúa mediante la transferencia a tecnocracias y asegurar que los sistemas de voto no sean corrompidos por los lobistas que trabajan en interés de élites específicas del capital” (mirar aquí ).

Y ¿Por qué no está sucediendo esto? Uno puede acusar a la derecha de muchas cosas, pero no por ser el ala derecha. Ellos son quienes son. Pero lo mismo no es cierto para la izquierda. Como dice Bill Mitchell:

“El problema es la estupidez con que los políticos de la izquierda se han tragado el mito de que la integración económica internacional está tan avanzada y es tan inevitable que han tenido que abandonar los objetivos tradicionales progresistas y en su lugar, sirven a los intereses del capital. Su narrativa diferenciadora es la afirmación poco plausible de que de alguna manera mantendrán esa posición política para traer resultados más agradables (mirar aquí).

Esto, en resumidas cuentas, es lo que sucedió durante los últimos treinta y tantos años. No es la financiarización lo que ha quebrado la voluntad de la socialdemocracia (como Varoufakis declaró recientemente en la televisión holandesa (mirar aquí)), sino la ideología falaz de que no se puede hacer gran cosa, que el cambio estructural es imposible, que la lucha política al nivel del estado nación está acabada y la única cosa que queda por hacer es administrar el estado al estilo neoliberal, con algunas “correcciones sociales” aquí y allá, correcciones que se demuestran insuficientes, esto es, en la medida que la social democracia, como el nuevo laborismo de RU con Blair, no aceptó completamente la ideología neoliberal sobre los gorrones del estado del bienestar etc. e hizo todo mucho más difícil a los desempleados y los pobres de lo que ya era.

Permanece el hecho que es posible para los países emisores de moneda seguir sus propias orientaciones de política económica, políticas que tienen, entre otras cosas, el pleno empleo como objetivo. Este es el problema real. No se trata de la democratización de las instituciones. No se trata de la necesidad de políticas europeas trasnacionales. No se trata de nada etéreo, como el modelo de sociedad el cual, como Varoufakis explica, es “al mismo tiempo libertario, marxista y keynesiano “(mirar aquí y aquí). Lo que necesitamos son partidos de izquierda capaces de ganar elecciones nacionales.

4.- ¿Por qué dar prioridad al nivel nacional?

Si DiEM2025 quiere luchar por unas “instituciones de la UE más democráticas” dejémosles. Sin embargo la lucha más importante se realizará a nivel nacional. Nada puede dañar más la oligarquía europea que los países abandonando la UME (o amenazando con hacerlo), reajustándose, volviendo al crecimiento y haciéndolo mejor que la disfuncional y ultraneoliberal eurozona. Por toda Europa, el capital está colocando divisiones entre líneas de fractura ficticias, culturales y étnicas, para realizar su estrategia de divide y vencerás frente al trabajo. La izquierda tiene que luchar este conflicto en cada escala posible. El internacionalismo nunca significó rendir el conflicto nacional. Al contrario. Esto no tiene nada que ver con el nacionalismo. Esto no trata sobre los que ingleses o los alemanes puedan hacer por ser ingleses o alemanes, sino porque la mayor parte del progreso puede hacerse a esos niveles. Los irlandeses derrotaron la privatización del agua. Eso no conllevó una lucha europea. La privatización del agua es probablemente imposible de derrotar en este nivel. Pero los irlandeses lo hicieron en su país. Simplemente es una estrategia para hacer avances donde más progreso se pueda hacer. Esto no excluye la solidaridad internacional. Al contrario, es la condición para que esa solidaridad exista. Necesitamos auténticos partidos socialdemócratas que ganen elecciones nacionales, que manden representantes de la izquierda al Parlamento europeo, que manden representantes de izquierda al Consejo y la Comisión y keynesianos al BCE. La lucha por la inversión, recuperación y contra la austeridad y la influencias del lobby empresarial se han de realizar desde dentro de estas instituciones. ¿Cómo van a conseguir esto unos partidos trasnacionales? Es en terreno nacional (y local) donde la gente se relaciona con la política. Es allí donde radica la fuerza.

Esto no es, por supuesto, como lo ve Varoufakis. Como explicó a The Independent, después de casi ocho años de la aparición de la crisis financiera, el desempleo en la UE está todavía a los niveles de la crisis, es casi el doble de alto que en USA y RU-“que ahora están llegando a lo que los economistas consideran pleno empleo”. Para empezar, nadie se cree esas estadísticas. Hay millones de desempleados en esos países. “Si el desempleo estuviera todavía en el 10-11% en el R.U. o los USA, la administración habría colapsado” dijo Varoufakis a The Independent (mirar aquí, también aquí y por una crítica aquí ). ¿Cómo lo sabe? ¿Colapsó el gobierno de España donde el desempleo está todavía por encima del 20%? ¿Colapsó el gobierno irlandés? El partido principal de la austeridad de Irlanda consiguió ser reelegido, y el antiguo primer ministro ha vuelto de nuevo al poder. Ningún partido trasnacional cambiará esto. Pero partidos socialdemócratas decentes, auténticos y con principios pueden, si se alzan.

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