Pedro Scaron, o lecciones para marxistas de un marxólogo libertario
Horacio Tarcus
El principal acontecimiento en esta historia política de las traducciones y las ediciones de El Capital se produjo en julio de 1975, cuando apareció el primer volumen de El capital publicado por Siglo XXI y traducido por Pedro Scaron. En todo caso, un acontecimiento cuya importancia sólo puede equipararse con la primera traducción directa del alemán por Juan Bautista Justo en 1898. Sin llegar a ser –ni pretenderlo– una edición crítica de El capital, Scaron sometía a una crítica demoledora las traducciones previas amparadas en sucesivas fuentes de autoridad y reponía el problema de la necesaria elección entre las ediciones “originales”; sentaba así las coordenadas para una futura edición crítica. De todos modos, que la versión preparada por Scaron fuera la más rigurosa y cuestionase la autoridad de los centros políticos de edición –ya fueran Stuttgart, Moscú o Pekín– no significa que ella misma quedara ajena a las querellas políticas.
La editorial Siglo XXI, fundada en México en 1966 por el argentino Arnaldo Orfila Reynal (1897-1998), después de haber sido defenestrado del Fondo de Cultura Económica, si bien no respondía a una orientación política, desarrollaba en el continente desde una década atrás intensa labor de modernización intelectual, en la cual la actualización crítica del marxismo fue uno de los pivotes, publicando autores como Gramsci, Marcuse, Althusser, Balibar, Mandel o Löwy, junto a otros no pertenecientes a la tradición marxista pero que dialogaban productivamente de un modo u otro con ella, como Foucault, Barthes o Bachelarld.
La filial porteña de Siglo XXI, que comenzó a funcionar en 1966 sobre todo como casa importadora, alcanzó un elevado nivel de productividad propia desde 1971, cuando se fusionó con Editorial Signos, un emprendimiento de intelectuales de la nueva izquierda –José Aricó, Héctor Schmucler, Juan Carlos Garavaglia, Santiago Funes y Enrique Tándeter– que habían roto con el Partido Comunista de Argentina pocos años atrás. El grupo editor de Signos había lanzado en 1970 un programa de ediciones críticas de Marx que significaban tomar el relevo de las editoriales comunistas. Un dato que puede parecer menor, pero que en su formalidad encierra enorme significación: es la primera casa editorial que abandona la españolización de los nombres propios que se arrastraba al menos desde la España del siglo XIX, estampando en tapas y portadas “Karl Marx”, en lugar de “Carlos Marx”.
Comenzaron ese año con el lanzamiento de una cuidada edición de Miseria de la filosofía (29) y siguieron en marzo de 1971 con la primera versión castellana del manuscrito correspondiente al capítulo VI (inédito) del libro I de El capital, redactado por Marx entre 1863 y 1866. (30)
En un folleto promocional aparecido el mismo año, Editorial Signos anunciaba para febrero de 1971 el lanzamiento del primer volumen de los Grundrisse, traducido por un equipo que formaban Pedro Scaron, Miguel Murmis y José Aricó. (31) Se trataba de una edición crítica de los manuscritos redactados por Marx entre 1857-1858 y editados por el Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, en dos volúmenes, con el título de Grundrisse der Kritik der politischen Oekonomie. (32) Pero en el ínterin se produjo la fusión de Signos con Siglo XXI de Argentina, de modo que la obra apareció finalmente por esta casa editorial en tres volúmenes, publicados de manera sucesiva en 1971, 1972 y 1976. (33)
En forma simultánea a la edición argentina aparecían otras versiones castellanas en Madrid (34) y La Habana (35), pero retraducidas del francés. Sólo a finales de la década de 1970 y comienzos de la siguiente se emprendieron nuevas ediciones basadas en el original alemán, una en Barcelona (36) y otra en México, esta última realizada por el incansable Roces. (37) Pero ninguna de ellas alcanzó el reconocimiento y la circulación internacional de la edición traducida por Scaron, que aún se reimprime.
El lanzamiento del primer volumen de El capital fue promovido por Siglo XXI de Argentina con otro folleto que circulaba en librerías en forma gratuita a finales de 1974 o comienzos de 1975. Una presentación carente de firma, sin duda redactada por José Aricó, anunciaba un plan general de ediciones de la obra de Marx que después de Miseria de la filosofía, El capital. Capítulo VI (inédito) y los Grundrisse, seguiría con una “edición popular” de El capital en ocho pequeños volúmenes, Teorías sobre la plusvalía en seis pequeños volúmenes y, finalmente, La Guerra Civil en Francia traducido por Ramón Alcalde. Es curioso que el folleto promocional hable aún de plusvalía cuando uno de los signos distintivos de la edición de Siglo XXI es corregir la traducción de ese concepto por el de plusvalor. (38)
La traducción de Pedro Scaron fue el primer esfuerzo por establecer una edición crítica de El capital en cualquier idioma, incluso el alemán, ruso o francés. (39) Era el primer volumen de una colección llamada a alcanzar enorme significación en los años siguientes para la cultura marxista hispanoamericana: la Biblioteca del Pensamiento Socialista, que dirigirá José Aricó. En una antológica “Advertencia del traductor” que alcanzaba (40) páginas, numeradas en romanos, Pedro Scaron ponía en cuestión la noción de “texto definitivo”, ya fuese que se tratara del establecido en la edición preparada por Engels, en la de Kautsky o en la del Instituto Marx-Engels-Lenin. Scaron señalaba que en vida de Marx se habían publicado tres versiones distintas: la original alemana de 1867; la segunda versión alemana de 1872-1873, donde el autor suprimió algunos pasajes al mismo tiempo que añadió o reelaboró otros; y la “popular” francesa (1872-1875) para la cual Marx, “quien solía estimar a los franceses como revolucionarios prácticos pero no como teóricos, simplificó –por momentos adocenó– muchos de los pasajes más complejos y profundos del original”. No obstante, Marx “compensó en cierta medida esas simplificaciones al injertar en el tronco endeble del texto francés una serie de agregados, en su mayor parte muy valiosos” y al reelaborar algunos tramos. “El tomo I de El capital –concluye Scaron– comienza a convertirse en algo así como un enorme palimpsesto en el que capas de redacción generalmente (no siempre) más ricas recubren buena parte de la redacción originaria”.
Ante la existencia de estas tres versiones marxianas, quienes asumieron la tarea de editar El capital tras la muerte de Marx debían escoger entre diversas opciones. Para preparar la tercera (1883) y cuarta (1890) ediciones alemanas, Engels optó razonablemente por tomar como base la segunda edición alemana, corrigiéndola con un ejemplar de la versión francesa que Marx había dejado anotada, indicando qué pasajes de ésta debían incorporarse a aquélla. Esta labor presentó a Engels no pocas dificultades, manifestadas en ciertos problemas de ensamblamiento y algunas frases repetidas. Kautsky, quien tuvo dicho ejemplar a la vista, señaló que Engels “no tomó en consideración todas las anotaciones manuscritas de Marx”. Por otra parte, el albacea y amigo de Marx incorporó cierto número de comentarios y aclaraciones de su cosecha que no siempre aparecían distinguidas con sus iniciales. (41)
Scaron concluía que no había “una versión del primer tomo de El capital sino varias. […] Optar por una es sacrificar las otras (en la medida en que no coinciden con la elegida: Descartar cualquiera de ellas es desechar una etapa en la evolución dialéctica de El capital –que no brotó de la cabeza de Marx tan cabalmente formado como Atenea de la cabeza de Zeus– y renunciar al conocimiento de textos y variantes de enorme valor”.
Por tanto, una edición crítica del tomo I debería “necesariamente incluir (además de los borradores éditos e inéditos correspondientes a él) todas las versiones del libro publicadas por Marx. Podría reproducirlas sucesivamente, con el registro más completo posible de sus coincidencias y diferencias”. O bien, tomar como referencia la segunda edición alemana y registrar en notas y apéndices: a) las diferencias entre primera edición y segunda; b) los agregados y las variantes de la versión francesa; c) las enmiendas y los comentarios introducidos por Engels; d) el texto original de todas las citas efectuadas por Marx. (43)
Scaron anticipaba el criterio que una década después adoptarían los editores de la sección II de la nueva Mega. La edición preparada por Siglo XXI no aspiraba “a tanto. Pretende ser, sencillamente –declaraba Scaron–, una primera aproximación a una edición crítica de El capital en castellano”. Llevar a cabo una edición crítica escapaba a sus posibilidades: ni una editorial como Siglo XXI habría podido solventarla, ni Scaron y su reducido equipo de traductores y colaboradores podían acceder, en una capital periférica, a la totalidad de ediciones que tal trabajo habría requerido. Por ejemplo, no les fue posible obtener en Buenos Aires un ejemplar de la primera edición alemana de 1867. En cambio, localizaron la segunda edición en la biblioteca de la antigua asociación Vörwarts, fundada por exiliados alemanes a finales del siglo XIX.
Su versión castellana tomó como referencia la segunda edición alemana (1873), reponiendo en notas y apéndices las variaciones respecto a la primera edición, de 1867. Así, por ejemplo, Scaron optó por ofrecer en anexos la versión primera del capítulo I (“La mercancía”) y el apéndice sobre las formas del valor, así como los subrayados de la edición de 1867, cuyas itálicas se habían suprimido en la segunda edición por un simple problema de costos de imprenta. Además, ideó un sistema de subnotas para registrar todas las variantes y notas introducidas por Engels. Para no recargar más de la cuenta esta edición, Scaron optó por incorporar sólo de modo excepcional los pasajes de la versión francesa señalados por Marx que Engels no había incorporado a la tercera y cuarta ediciones alemanas. Asimismo, ofreció las citas que Marx hace de terceros en versión castellana, sin retraducirlas del alemán sino acudiendo a las versiones originales inglesa, francesa, italiana, etcétera. (45)
En la labor de traducción del alemán confesaba haberse ceñido “al texto original con la mayor fidelidad posible, aun al precio, aquí y allá, de sacrificios estilísticos”. Los términos técnicos, por ejemplo, debían ser traducidos a otra lengua siempre por una misma expresión, conforme había establecido Engels. Scaron había contado para ello “con la importante colaboración de Miguel Murmis, defensor tenaz –a veces demasiado inflexible, a nuestro juicio– de la norma enunciada por Engels. Murmis leyó las primeras 300 páginas de la traducción y contribuyó a establecer el vocabulario empleado” en ella. El recuerdo del propio Murmis:
El trabajo con Perico Scaron fue dialógico. Oh, ¡qué memorables, casi apasionadas discusiones! Teníamos traducciones distintas, muchos libros de referencia y hacíamos largas sesiones. ¡Eso era trabajar! Aun cansados, buscar y buscar cómo entender, cómo encontrar las palabras necesarias para traducir a Carlitos. Un trabajo con sentido. […]
Pancho [Aricó] era verdaderamente el hombre de consulta. Sabía más que nosotros sobre los temas en que estábamos trabajando y estaba cerca de nosotros. […]
También revisamos El capital con una lista de términos que los de la Academia soviética pensaban que habían sido mal trascritos en su edición. Enrique Tándeter había andado por Moscú y nos consiguió esas hojitas. Todavía recuerdo un caso gracioso incluido en la lista: “Donde dice Revolution debe decir Revaluation”.
Acaso la decisión más osada del traductor fue de la verter mehrwert por “plusvalor”, allí donde Pedroso y Roces (o el propio Scaron en los Grundrisse) habían establecido “plusvalía”. Desafiando el uso arraigado en la cultura marxista, el uruguayo se proponía ligar morfológicamente ciertas categorías establecidas en el idioma alemán: wert, “valor”; mehrwert, “plusvalor”. Si wert se traducía como “valor” –sostenía el traductor uruguayo haciendo gala de casticismo idiomático frente a los propios españoles–, no tenía sentido el femenino “valía” cuando se vertía mehrwert. “En castellano –ironizaba Scaron–, las mercancías tienen valor y no valía”.
Su historia crítica de las traducciones de El capital merece un párrafo aparte. Destacaba Scaron la “fidelidad al original” del precursor Juan Bautista Justo, reconocía méritos en la labor de Pedroso y se dedicada luego a demoler sin piedad durante varias páginas la traducción de Roces, tanto por su sumisión a la autoridad de los soviéticos en la elección de las ediciones de referencia como por el uso de equivalencias inadecuadas en el léxico técnico, formulaciones incomprensibles, inversiones de sentido (convertir una negación en afirmación, o viceversa; o un sustantivo en su contrario), omisiones de palabras, de grupos de palabras, de frases y, ocasionalmente, de párrafos enteros. “El éxito de la versión se basa, si no estamos equivocados, en el elegante, cálido estilo español de Roces, quien en no pocos lugares redacta con tanta frescura e inspiración como si él fuera autor, no traductor de la obra”. (50)
Finalmente, no sólo identificaba graves errores de traducción en la edición de Cartago llevada a cabo por Mazía, sino que cuestionaba incluso el carácter “autorizado” por Marx de la edición francesa que los comunistas argentinos habían tomado como referencia. Era improbable –sostenía Scaron– que Marx hubiera revisado totalmente la traducción francesa de Roy, donde figuran “errores que no podían escapar a la atención del autor si éste hubiese leído los pasajes correspondientes”. Si a los errores de Roy no corregidos se sumó la simplificación practicada por Marx mismo, hay que convenir que la edición francesa constituye otra edición (51), una versión más vulgarizada que popular, por momentos una “vulgarización defectuosa de la obra original” en la cual se desdibuja y confunde “la terminología en general tan precisa de las versiones alemanas”. Scaron no sólo presentaba la versión de Mazía como la mala traducción de una mala traducción, sino que llegaba incluso a considerar inconcebible que en la propia Francia, en lugar de una nueva traducción científica, se siguiera publicando la “defectuosa versión de Roy”. Y hasta sugería, no sin ironía, una hipótesis explicativa: una versión tan deshegelianizada era perfectamente funcional a la lectura althusseriana de El capital. (53)
Un criterio semejante adoptó a la hora de encarar los tomos II y III de El capital. Éstos, señalaba en una segunda advertencia, acrecentaban las dificultades señaladas para el tomo I, pues no eran otra cosa que manuscritos de Marx seleccionados y compaginados por Engels. Cuando éste, tras la muerte de Marx, acometió “la ímproba y sacrificada tarea de publicar esos dos tomos de El capital” se encontró ante un cúmulo de manuscritos y frente a un dilema: transcribir dichos manuscritos en el estado en que se encontraban, ofreciendo una edición científica a los especialistas; o bien, “seleccionar, compaginar, redactar de nuevo partes oscuras o elaboradas sólo a medias, introducir títulos y nexos explicativos” de modo de conferir coherencia a una obra destinada a los militantes socialistas. Engels optó por lo segundo, decisión que en aquel momento y en esas circunstancias Scaron consideraba “perfectamente defendible”. (54) Sin embargo, a la hora de establecer una edición crítica, o de sentar las bases para su realización futura, se tornaba necesario distinguir la activa, casi autoral, labor de Engels respecto a los manuscritos legados por Marx. Ahora bien, para establecer su edición sin tener acceso directo a los manuscritos de Marx depositados en el Instituto de Historia Social de Ámsterdam, Scaron “deconstruyó” hasta donde le fue posible la edición de Engels, sometiéndola a un minucioso cotejo con las ediciones parciales de dichos manuscritos ofrecidos en el tomo XXIV de las Werke alemanas y en la edición francesa de Oeuvres preparada por Rubel. La labor del editor científico consistía, para Scaron, en hacer transparentes al lector sus intervenciones, en revelar las sucesivas intervenciones que fueron configurando una “obra” sin confundirse o solaparse jamás con el autor. Por ello, si bien se apoyaba en la labor de Rubel, no dejaba de censurar la decisión del marxólogo francés de proceder a una “selección” e incluso “abreviación” de los manuscritos económicos de Marx, aplicando en 1968 y “con menos autoridad” los mismos criterios que guiaron a Engels al editar a Marx en 1885. “Por este camino […] podemos llegar a tener tantos tomos II de El capital como investigadores estudien los manuscritos”. (56)
¿Quién era este ignoto traductor que se atrevía a tomar semejantes libertades para enjuiciar no sólo la labor de Kautsky o de los comunistas sino, también, la de Engels e incluso la del mismísmo Marx? Resulta difícil establecer la biografía de Pedro Scaron. Gracias a su viejo amigo Luis Sabini, sabemos que nació en Montevideo en 1931 y murió exiliado en París en 2014. Sin estudios regulares, “fue autodidacto radical, aprendió alemán y ruso a partir de lecturas”. Tuvo una experiencia de vida comunitaria a los 20 años en la selva paraguaya con los cristianos primitivistas de la Bruderhof, las iglesias de paz. Poco después formó parte de otra experiencia comunitaria, ahora de signo anarquista, la Comunidad del Sur, de la que fue fundador en 1955. Permaneció en ella sólo hasta 1957, pero enseguida fue parte de las Juventudes Libertarias, acompañando en forma independiente el giro de la Federación Anarquista de Uruguay, en apoyo de la Revolución Cubana, que lideraba su amigo Gerardo Gatti. “Perico” Scaron formó parte de los colectivos editores de las revistas Lucha Libertaria (1957-1958) y Rojo y Negro(1968), “pero ya nunca volvió a integrarse a organización anarquista alguna”. (57) Hugo Cores dejó testimonio de una generación de anarquistas que ponían en tensión los viejos esquemas doctrinales y se abrían a nuevos horizontes, como la Revolución Cubana o el “tercermundismo” y a nuevas lecturas, como las del marxismo. Tal fue el caso de Scaron, “fundamental en el sesenta y pico para sacar, con Gatti, Cariboni y Marta Casal, la revista Rojo y Negro. Scaron era otro anarquista que se abría del anarquismo ortodoxo por otro camino, por influencia directa del marxismo. Tenía una influencia compleja en nosotros: era y es muy erudito, a veces agobiadoramente erudito”.
A comienzos de la década de 1960 tradujo textos anarquistas, como el clásico de Landauer, La revolución, o La problemática de la autoridad en Proudhon, de Peter Heintz. (59) Pero la cultura marxista latinoamericana debe a este traductor libertario algunas de las mejores y más cuidadas ediciones de Marx, comenzando por la recopilación de los escritos de éste y Engels sobre América Latina, aparecidos inicialmente en 1968 en Cuadernos de Marcha, de Montevideo. (60) La cuidada edición, profusamente anotada, atrajo la atención al otro lado del Río de la Plata de José Aricó, quien le propuso reeditar esa recopilación en forma extensa en uno de los más celebrados Cuadernos de Pasado y Presente. Aparentemente, su labor de traductor lo condujo a Buenos Aires a comienzos de la década de 1970, componiendo un singular equipo con José Aricó y Miguel Murmis en las oficinas porteñas de Siglo XXI de Argentina. (62) El espacio intelectual de la nueva izquierda había hecho posible que aunaran en una misma labor y camaradería tres figuras provenientes de diversas tradiciones: el anarquismo (Scaron), el socialismo (Murmis) y el comunismo (Aricó). Apenas dos días después del golpe militar del 24 de marzo de 1976, las fuerzas represivas allanan las oficinas porteñas de Siglo XXI, secuestrando a dos de sus editores, Alberto Díaz y Jorge Tula. Scaron debió exiliarse en París, donde continuó en soledad la traducción de El capital, cuyas copias enviaba ahora a la sede de Madrid, completándose entre la capital española y la mexicana una edición imposible de proseguir en Buenos Aires. Scaron es un caso singular de anarquista marxólogo, una suerte de Maximilien Rubel rioplatense. Como veremos enseguida, los traductores de El capital venidos después debieron tomarlo como referencia obligada, aunque más no fuera para discutir sus criterios de traductor y editor.
Una vez clausurada la sede argentina de Siglo XXI, donde se alcanzaron a publicar los primeros cuatro volúmenes, su continuidad fue asumida por la filial de México en coedición con la de España. La obra iniciada en 1975 con el primer volumen sólo pudo completarse con el volumen octavo en 1981. Pese a esta vida accidentada, la edición de Siglo XXI disputó con éxito la comercialización de El capital con la casa madre, Fondo de Cultura Económica. Entre 1975 y finales de 2016, los diversos volúmenes habían conocido en promedio más de 20 reimpresiones. (63) A comienzos de 2017, coincidiendo con los 150 años de la aparición del primer tomo de El capital, Siglo XXI de España relanzó la edición de Scaron, pero ahora en los clásicos tres tomos y en una nueva colección: Clásicos del pensamiento crítico.
NOTAS
Este texto es un extracto del muy recomendable texto Traductores y editores de la “Biblia del proletariado”. Segunda parte: La suerte de El Capital en el mundo hispanoamericano, apartado III.8, publicado por la revista mexicana Memoria en su dosier “El Capital: 150 años“.
(29) Karl Marx, Miseria de la filosofía. Respuesta a La filosofía de la miseria del señor Proudhon, Buenos Aires, Signos, 1970, 210 páginas. Edición a cargo de José Aricó. Ésta se basaba en la del Instituto Marx-Engels-Lenin de Moscú, pero había sido cotejada, corregida y aumentada con el sistema de notas que Maximilien Rubel había preparado para la edición de Oeuvres de Karl Marx que había publicado La Pléiade en 1963, incluyendo las observaciones marginales de Proudhon.
(30)Karl Marx, El capital. Libro I, capítulo VI (inédito), Buenos Aires, Signos, marzo de 1971, colección Pensamiento Fundamental. “Presentación” de José Aricó. Traducción de Pedro Scaron, quien firma además una “Advertencia del traductor”. Scaron tradujo de la edición ruso-alemana: Das Kapital. Erstes Buch, Der Produktionsprozess des Kapitals. Sechstes Kapital. Resultate des unmittelbaren Produktionsprozesses, en Arjik Marksa e Engelsa, Instituto Marx-Engels, Moscú, 1933, tomo II (VII), páginas 4-266, edición bilingüe (alemán/ruso), y cotejó dicha edición con la italiana (de Bruno Maffi, 1969) y la francesa (de Maximilien Rubel, 1967-1968). A partir de la segunda edición fue publicado por Siglo XXI: segunda edición (corregida): Buenos Aires, Siglo XXI, febrero de 1972; tercera edición: Buenos Aires, septiembre de 1974; quinta edición Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, etcétera.
(31) “Karl Marx. Elementos fundamentales para la Crítica de la Economía Política (Borrador) 1857-1858 (borrador)”, Buenos Aires, Signos, sin fecha [finales de 1970]. Además de la “Presentación”firmada por Signos, el folleto ofrecía el texto de Martin Nicolaus, “El Marx desconocido”, que sería utilizado como estudio preliminar a la edición porteña de los Grundrisse.
(32) Karl Marx, Grundrisse der Kritik der politischen Ökonomie, Moscú, Verlag für Fremdsprachige Literatur, volumen I: 1939, xvi + 764 páginas; volumen II, 1941, 339 páginas. Una reedición de ésta apareció en Berlín, Dietz, 1953, en un volumen de mil 102 páginas. La edición rusa está incluida en Marx-Engels, Sochinenia, tomo 42, Moscú, 1968-69, 2 volúmenes. Respecto a las lenguas latinas, los Grundrisse también se tradujeron al francés e italiano a finales de la década de 1960: Karl Marx, Fondements de la Critique de l’Economie Politique, París, Anthropos, 1967-68, 2 volúmenes: xii, 513; y xii, 762 páginas. Traducción de Roger Dangeville; Karl Marx, Lineamenti fondamentali della critica dell’economia politica, Firenze, La Nuova Italia, 1968-69, 2 volúmenes, traducción de Enzo Grillo.
(33) Karl Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858, Buenos Aires, Siglo XXI, 3 volúmenes, 1971, 1972, 1976. Traducción de Pedro Scaron, edición a cargo de José Aricó, Miguel Murmis y Pedro Scaron, a partir de la edición alemana: Grundrisse der Kritik derr Politischen Ökonomie (Rohentwurf) 1857-1858, Berlin, Dietz Verlag, 1953. Antecedida de “Presentación” de los tres editores, “El Marx desconocido”, de Martin Nicolaus, “Prólogo a la primera edición en alemán (Moscú, 1939)”. A partir de la segunda edición la reedita Siglo XXI de México; totalizó, entre 1971 y 1997, 7 ediciones. Los primeros dos volúmenes aparecieron en la colección Pensamiento Fundamental, retomando la denominación de Signos, pero luego se integró en la Biblioteca del Pensamiento Socialista de Siglo XXI.
(34) Carlos Marx, Los fundamentos de la crítica de la economía política, Madrid, Alberto Corazón, 1972, 2 volúmenes, 399 y 708 páginas. Serie Comunicación, 14, 15. Traducción de Agustín García Tirado y Socorro Thomas.
(35) Carlos Marx, Fundamentos de la crítica de la economía política, La Habana, Instituto del Libro / Ediciones de Ciencias Sociales, 1970, 1971. Traducción del francés de Mario Díaz Godoy. Incluye el prólogo a la edición francesa de Roger Dangeville.
(36) Karl Marx, Líneas fundamentales de la crítica de la economía política (Grundrisse), Barcelona, Grijalbo / Crítica, 1977, 2 volúmenes, mil 138 páginas, OME 21, 22, traducción de Javier Pérez Royo.
(37) Marx, Carlos, Grundrisse. Lineamientos fundamentales para la crítica de la economía política 1857-1858, México, FCE, 1985, 2 volúmenes, 461 y 544 páginas, traducción de Wenceslao Roces. Colección Economía.
(38) “Karl Marx. El capital. Libro primero…, Buenos Aires, Siglo XXI, sin fecha [cerca de 1974], 36 páginas. El folleto ofrecía también la conferencia de Roman Rosdolsky, “Observaciones sobre el método de El capital” [1967], en la que es interpelado por Iring Fetscher, Alfred Schmidt y Oskar Negt.
(39) Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires / Madrid / México, Siglo XXI, 1975-1981, 8 volúmenes, traducción, advertencia y notas de Pedro Scaron.
(40) Pedro Scaron, “Advertencia del traductor”, en Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires, Siglo xxi, 1975, tomo I, volumen I, página viii. Las itálicas son de Scaron.
(41) Ibídem, página ix.
(42) Ibídem, página x.
(43) Ibídem, página xi.
(44) Ibídem, página xi. Las itálicas son de Scaron.
(45) Ibídem, páginas xiii-xvi.
(46) Friedrich Engels, “Wie man Marx nicht ûbersetzen soll” [Cómo no debe traducirse a Marx], en Marx-Engels, Werke, Berlín, Dietz, 1962, tomo XXI, página 230. Citado en Pedro Scaron, obra citada, página xvii.
(47) Pedro Scaron, “Advertencia del traductor”, obra citada, página xvii.
(48) Testimonio de Miguel Murmis al autor, Buenos Aires, correo electrónico del 28 de septiembre de 2016. Para ciertos pasajes complejos se consultó a Margarita Rittau. En la traducción de los siguiente tomos se constituyó un pequeño equipo de traductores por Diana Castro (quien tuvo a su cargo la primera versión del tomo II), León Mames (llevó a cabo la primera versión del tomo III) y el propio Scaron, que revisó dichas versiones. [Pedro Scaron], “Diálogo con el traductor de la nueva edición de El capital. Arrojar la cara, no el espejo”, en La Opinión Cultural, Buenos Aires, 7 de diciembre de 1975, página 8.
(49) [Pedro Scaron], “Diálogo con el traductor de la nueva edición de El capital. Arrojar la cara, no el espejo”, obra citada, página 8.
(50) Pedro Scaron, “Advertencia del traductor”, obra citada, página xxi.
(51) Como sugiere el propio Marx, al afirmar que “posee un valor científico independiente del original”. Karl Marx, “Al lector” [1875], en Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política, Buenos Aires, Siglo XXI, 1975, tomo I, volumen I, página 22.
(52) Pedro Scaron, obra citada, página xxxvii.
(53) Ibídem.
(54) P. S., “Advertencia a la presente edición”, en Karl Marx, El capital. Crítica de la economía política. Tomo ii, volumen iv. El proceso de circulación del capital, Buenos Aires, Siglo XXI, enero de 1976, página vii.
(55) Ibídem, páginas xii-xiii.
(56) Ibídem, página xi, n. 5.
(57) Testimonio de Luis Sabini al autor, Buenos Aires, sucesivos correos electrónicos de octubre, noviembre y diciembre de 2016.
(58) Ivonne Trías, Hugo Cores. Pasión y rebeldía en la izquierda uruguaya, Montevideo, Trilce, 2008, páginas 49-50.
(59) Gustav Landauer, La revolución, Buenos Aires, Proyección, 1961; Peter Heintz, La problemática de la autoridad en Proudhon, Buenos Aires, Proyección, 1963.
(60) Pedro Scaron (selección, traducción y notas), “Karl Marx y América Latina”, en Cuadernos de Marcha número 14: Marx y la evolución del marxismo (II), Montevideo, junio de 1968, páginas 12-40. En su “Advertencia”, Scaron hace referencia a los marxistas latinoamericanos y también a quienes “no nos denominamos marxistas”, obra citada, página 12.
(61) Pedro Scaron (editor), Karl Marx-Friedrich Engels, Materiales para la historia de América Latina, Buenos Aires, PyP, agosto de 1972, primera edición.
(62) Testimonio de Miguel Murmis al autor, Buenos Aires, octubre de 2016.
(63) A finales de 2016, el primer volumen conocía 28 reimpresiones, el segundo 24 y el tercero 8, más una nueva edición con índice en 1988 que, a su vez, alcanzaba las 10 reimpresiones. El cuarto volumen fue reimpreso 19 veces y el quinto 6, a las que se suma una segunda edición con índice en 1987, que conoció 9 reimpresiones. El volumen 6 conoció 21 ediciones, el séptimo 16 y el octavo 13. Datos proporcionados por Siglo XXI de México el 13 de octubre de 2016, que debo a la amabilidad de la gerente de Producción, María Oscos, y de la editora de Siglo XXI de Argentina, Caty Galdeano.