La coyuntura actual. ¿La cueva del ciego?
Presidenciales 2007:
Se caracteriza por el deslizamiento hacia la derecha de las principales fuerzas políticas. Por consiguiente, nunca antes se había ofrecido a los electores tal abanico de opciones de derecha: Le Pen, De Villiers, Sarkozy, Bayrou, Royal.
El discurso sobre la seguridad, convertido en ideología dominante, legitima todos los dispositivos del liberalismo, última fase del capitalismo mundializado, declarándolos insuperables.
El sistema
Cuando no es pura y simplemente ignorado, apenas es objeto de alusiones (la VI República?) y nunca de declaraciones programáticas precisas. Ahora bien, hace falta recordar que no es democrático: sectores enteros de la opinión pública, de las fuerzas sociales, son excluidos de toda representación; a la vez por el juego de la recogida de firmas para ser candidato, (aún más agravado por la decisión de veto del PS) y del mecanismo electoral; función figurativa/consultiva del parlamento y su sumisión a un gobierno así mismo sustraído al aval electoral; plebiscito de un individuo investido de poderes monárquicos.
El sistema produce dos efectos: la existencia de organizaciones partidarias volcadas en el juego electoral, a fin de preservar o acrecentar sus posiciones adquiridas, -políticas, morales y financieras; el número de abstencionistas, que no ha cesado de crecer hasta el punto de formar la mayoría del electorado y que es tratado al margen de la contabilidad de los sufragios. Con dos consecuencias comunes a todas nuestras democracias “modelo” occidentales: el bipartidismo, que se afirma en Francia elección tras elección y que amenaza fuertemente con consagrarse en el próximo escrutinio; los elegidos, Presidente incluido, “minoritarios”, por tanto, en buen principio inaptos para ejercer las funciones del ejecutivo. Se profundiza, en los dos casos, el abismo abierto entre élites y pueblo.
Este cerrojo (es necesario volver a decirlo?) garantiza la dominación de las potencias monopolistas, a través, especialmente, de los medios de comunicación que controlan. Su asociación ( de malhechores) ha repartido los papeles de la próxima consulta.
Los postulantes/concurrentes
Se sabe, mediante que manipulaciones, que vienen de lejos, se ha instalado en el primer plano de la escena electoral la pareja Sarkozy/Royal. Así pues, parece, de ahora en adelante, que haya que hacer el duelo de la alternativa que pudiese oponérsele. Recordemos: consistía en definir un programa antiliberal sobre la unión de las fuerzas sociales que se habían comprometido en las luchas contra la constitución europea y la CPE en particular; las revueltas de los suburbios, por lo que a ellas respecta, no han encontrado relevo ni portavoz. Se puede especular sobre las razones de este fracaso, sin privarse desde luego, de señalar culpables. Yo diría más directamente, que frente al desafío de constituir la fuerza unitaria ( trans y fuera de los partidos), necesaria a la respuesta que lo rechazaba, el sistema, una vez más, lo ha impedido. Se trataba de coraje, de inventiva, quizás de aventura. ¿Qué es lo que se ha visto? Las incoherencias de A.G. sin base política real y, tratándose del principal actor, esta mayoría del P.S. que había escogido el No, las grandes figuras, de Fabius a Emmanueli y Montebourg, diluyéndose en la nebulosa de un congreso sin asperezas doctrinales. ¿Traidores? Más bien arrepentidos, aduciendo que la lógica de clase no había sido para ellos más que una diversión sin consecuencias. Y el hombre de convicciones ( de ideas o principios), Chévenement, a su vez, iba a confortar su buena conciencia con un plato de lentejas. Sólo le restaba, a la hija de esta confusión, Madame Royal, federar a estos fantoches.
Se volvía así a la vieja cantinela del voto útil y del voto de contención/barrera, donde se han agotado generaciones enteras de militantes de izquierda, hasta la bufonada de los 80% de Chirac en el 2002.
Hipótesis
Hay que votar a Royal? Diversas actitudes son posibles: la pinza en la nariz; la resignación; el realismo; la confianza; la esperanza. En nombre de qué argumentos?
Se invoca, con el concurso de algunos filósofos que se han autodenominado de refuerzo, aunque no tengan más competencia en la materia que cualquier otro ciudadano, la existencia de contradicciones en el seno del P.S. que podrían hacer estallar su unidad de fachada y sobre las que podrían influir formaciones asociadas más orientadas a la izquierda. No hace falta, por tanto, recordar lo que ha sucedido hace poco con la singular “izquierda plural”, ni remitirnos a experiencias históricas, para expresar algunas dudas sobre las capacidades actuales del P.S. Ese partido está a punto de perder su S. porque ya sólo representará a las capas sociales medias-superiores y a los cuadros (los nuevos militantes, más del 166% desde el 92, es poco probable que pertenezcan a los “barrios”), mientras que un gran porcentaje de proletarios vota por el F.N. Parece claro en efecto, que la línea Royal, incluso si no conduce –como sugiere el cronista italiano Cesare Martinetti de La Stampa- a un tandem Sarkozy/Royal, estará más en sintonía con Bayrou que con Buffet. Para algunos, es precisamente este anclaje derechista el que abriría las puertas a una izquierda radical, capaces de tener éxito donde los comités del No han fracasado. Más audazmente todavía, apoyándose en la analogía Royal/Sarkozy , quienes, cada uno en su campo han funcionado como un imán, se puede esperar que la fuerza atractiva dismunuya, repartiendo nuevas cartas…hacia el centro derecha. Esperando y dejando de lado los compromisos sociales inherentes al lenguaje electoralista, faltan las posiciones sobre las dos cuestiones dicriminantes que son Europa y el conflicto del próximo oriente entre otros. Si a propósito del tema palestino se acepta que Royal ha sido mal aconsejada, hay motivo para preocuparse seriamente en cuanto a la aptitud de la sra. “yo quiero” para ocupar la primera magistratura de Francia. Si el deseo y el placer de cerrar el paso a Sarkozy no es en absoluto ilegítimo y hemos de escoger el menor entre dos males, se puede al menos preferir no estar enfermo.
¿El recurso a José Bové? Demasiado tarde, el mal está hecho y su resultado, la dispersión de las candidaturas, no hará más que reforzar el chantaje del voto útil. Además, el personaje, para quien las revoluciones no son más que antiguallas del siglo XIX, no se declara hostil a una asociación con el P.S.
¿Qué hacer?
He aquí bien claro el fondo del asunto, la lección de la coyuntura actual, que fuerza a romper las ilusiones tradicionales, rechazando incluso el principio de una alianza o de un compromiso con el P.S. Voluntad, votando en blanco, de mantenerse impolutos, o absteniéndose, de dejarlo correr? Ciertamente no, pero pegarnos lo más cerca posible a la situación concreta de hoy en día que apela, no temamos decirlo, a una sacudida revolucionaria. Lo que significa, denunciar el electoralismo que se nos adhiere a la piel. Dicho de otra manera, la reducción del ciudadano a las intermitencias de los escrutinios. Hará falta que llegue el momento en que las papeletas blancas y nulas, añadidas a las abstenciones y a los no inscritos, no sean más consideradas como una mierda, sino como una expresión política, ya no ecléctica, así como tampoco lo fueron los votos anti-Europa. No se trata, por tanto, de sustituir los movimientos de masas, pues es evidente, bajo los efectos conjugados de la degradación de las condiciones de trabajo y de existencia, del condicionamiento mediático y de las servidumbres sindicales, que no están maduros para iniciar de forma concertada el proceso de cambio radical cuyas formas serán necesariamente inéditas. Es un sueño vano rechazar que este país ha sido hasta tal punto domesticado que ha abandonado la lucha de clases, que representa la originalidad de su historia?
La tarea , desde ahora, para cada uno, consiste en contribuir, cualquiera que sea la modestia de sus medios y tratándose de intelectuales, unicamente de sus palabras devenidas inaudibles, en tomar conciencia y mantener contra los consensos dominantes , todas las cóleras, las contestaciones que atraviesan nuestra sociedad.