El trabajo extraordinario de gente ‘ordinaria’
Ashish Kothari
En mayo de 2020 hice un reportaje con historias de algunos lugares de India en los que las comunidades habían mostrado resiliencia frente a la pandemia de Covid 19 y el confinamiento impuesto por el gobierno a partir de marzo de 2020. En los siguiente meses recopilamos estas historias, centrándonos especialmente en comunidades indígenas y otras de las que viven en los bosques, y más tarde otra recopilación de la región occidental del Himalaya. Hoy, pasado el primer ‘aniversario’ del confinamiento total impuesto a finales de marzo de 2020, y mientras otra ola de covid 19 nos está llevando a nuestras restricciones y condiciones de semi-confinamiento, es tiempo de reflexionar sobre estas y otras iniciativas: ¿qué lecciones nos enseñan para ser resilientes en tiempos de crisis? ¿Escucha el gobierno de India estas historias y aprende las lecciones?
Primero, echemos un vistazo a una serie de historias inspiradoras procedentes de la región occidental del Himalaya de India.
Historias inspiradoras desde el Himalaya
En el estado de Utttarakhand, el Mahila Umang Samiti, un colectivo de muchos grupos de mujeres de autoayuda extendiéndose por más de 100 aldeas, usó los ahorros reunidos a lo largo de varios años para ayudar a cientos de aldeanos que lo necesitaban. Con los mercados cerrados y la imposibilidad para los campesinos individuales de vender sus productos, se procuró los productos de 400 campesinos y realizó el reparto a sus clientes casa por casa. También inició un sistema de reparto en línea. Se han tramitado productos por un valor de más de 1,25 millones de rupias.
En Cachemira, el entusiasta de los pájaros Irfan Jeelani empezó a publicar fotografías de pájaros en las redes sociales durante el confinamiento. En una situación en la que no venían los turistas, propuso la idea de ‘observar pájaros desde el balcón y en el patio’, animando a la gente a enviar fotografías. Esto terminó por la formación de un club, Pajaros de Cachemira, y a continuación con programas de formación para jóvenes para convertirse en guías para la observación de pájaros. Unos 30-40 jóvenes están preparados para llevar a la población local y a los turistas a observar pájaros, creando conciencia sobre la vida salvaje de Cachemira a la vez que les permite ganarse la vida. Pájaros de Cachemira cuenta ahora con 4.000 miembros en varios países.
Conectar con la naturaleza y crear medios de vida a partir de ello ha sido también el camino elegido por la ONG Titli Trust y el Centro para el Desarrollo y la Investigación en Ecología. Empezaron un programa de formación para guías de naturaleza en tres paisajes de Uttarakhand justo antes de que golpease la pandemia. Durante el confinamiento, el programa de formación presencial pasó a ser en línea, y se amplió desde los pájaros para incluir flora y mariposas. Se anima a los jóvenes guías a tomar fotografías y hacer listas, y publicarlas en diversos lugares, lo que mantiene su interés y el estado de estar preparados para volver a las guías presenciales cuando se reinicie el turismo.
En la fría área desértica de Spiti en el estado de Himachal Pradesh, las comunidades comprendieron pronto que eran especialmente vulnerables al covid 19 si entraba en su área. Se formó un Comité de Medidas Preventivas y Desarrollo Sostenible con una amplia representación de diversos sectores de la sociedad. Se formularon estrictas medidas de seguridad y se pusieron en marcha medidas sanitarias. Cuando colapsó la economía del turismo y el cultivo comercial en el periodo de confinamiento, muchas aldeas decidieron volver a la agricultura de subsistencia, usando cultivos tradicionales. Desde entonces, el Comité ha estado trabajando para integrar estos temas en un replanteamiento más completo de las prioridades de desarrollo para la región.
La importancia de la autodependencia para cosas esenciales como la comida la comprendieron también pronto las mujeres de Maati Sangathan (colectivo) en el área de Munsiari de Uttarakhand. Aunque muchas de ellas habían adoptado el turismo rural como fuente para ganarse la vida, también habían mantenido la agricultura y conservado sus bosques, lo que las ayudó a hacer frente al confinamiento. También innovaron iniciando Voces de la India Rural (con otras cinco organizaciones en India), ofreciendo remuneraciones a los aldeanos por publicar sus historias, convirtiéndonse en una especie de periodistas rurales. Se inició un centro digital para ayudar a superar la brecha digital, y se empezó la venta en línea de productos locales.
Los trabajadores migrantes que volvían a la aldea de Simkhet en Uttarakhand fueron albergados en las instalaciones de una escuela que había sufrido grandes daños en una inundación en 2019. Viendo su estado, los trabajadores quisieron renovarla mientras estuvieran atrapados por el confinamiento. Un par de jóvenes que trabajan en organizaciones de la sociedad civil, Adharsh Krishnan y Pushkar Bhat, este último de la aldea, decidieron realizar una campaña de recogida de fondos para la renovación. En muy poco tiempo se consiguieron los fondos necesarios y los trabajadores renovaron la escuela. Ahora puede presumir de plenas instalaciones y equipamiento para propósitos educativos, y el esfuerzo unió a la comunidad de la aldea en un propósito común.
En unas 70 aldeas de Uttarakhand, el Instituto de Ciencia Popular ayudó a 300 familias a trillar y comercializar sus productos, pues hubieran sido incapaces de llegar a sus clientes individualmente. Su siguiente trabajo fue la recarga de fuentes durante el confinamiento, con formación en línea de Grupos de Usuarios de Agua a nivel de aldea. Esto ha ayudado a las mujeres locales a entrar en lo que era considerado un dominio de hombres o de ‘expertos’ de fuera.
En la fría región desértica de Ladakh, el Fondo de India para la Conservación del Leopardo de las Nieves, que había sido pionero en turismo rural en el Himalaya, sintió la necesidad de encontrar alternativas al turismo que había colapsado en 2020. Durante un tiempo, también detuvieron la formación en curso de mujeres en artesanía y tejido a mano. Pero las mujeres pidieron que siguiese, pidiendo la formación en fieltrado con aguja seca, que usa lana local para hacer muñecos de peluche. Todos los materiales están disponibles localmente, y los programas de formación tuvieron una gran asistencia. Asímismo, se animó a las familias a volver a recoger verduras y hierbas de sus entornos naturales.
También en Ladakh, una empresa turística, Overland Escape, que se había centrado en el turismo interior, se enfrentó al cierre en 2020, amenazando al trabajo de unos 45 empleados. Pero su creador, Tundup Dorjey, no quiso tomar el camino fácil. Cuando escuchó el anuncio de que Ladakh necesitaba que las verduras y medicinas procedentes de Delhi fuesen traídas y distribuidas, puso a funcionar sus vehículos y personal para ello. En un corto periodo pudo conseguir ingresos con el reparto a tiendas y puerta a puerta, que se formalizó en un servicio llamado Gortsa. Esto le ha permitido conservar a los 45 trabajadores.
En una esfera de la vida completamente diferente, el Fondo Rural Caritativo Jagori se encontró con que el confinamiento estaba afectando negativamente a chicas adolescentes en el distrito de Kanga de Himachal Pradesh. Se enfrentan diariamente a formas tradicionales y nuevas de discriminación, y el aislamiento debido al confinamiento no hizo más que empeorarlo. El acceso a la educación, a productos sanitarios para la menstruación, se hizo también más difícil. Mediante su Acción para la Concienciación de Chicas Adolescentes para el Proyecto Justicia, Jagori pudo conseguir lotes de alimentos y paquetes de compresas para muchas de ellas, manteniendo alguna forma de comunicación que proporcionó ayuda a varios cientos de chicas y continuar el proceso en curso de empoderamiento.
¿Qué lecciones podemos aprender de esto?
Ya desde las primeras historias de las que informé en julio de 2020, han ido surgiendo tendencias y lecciones cruciales sobre cómo y por qué algunas comunidades podían enfrentarse al periodo del covid mucho mejor que otras. Se añadieron más lecciones con las segunda y tercera recopilaciones.
La autosuficiencia o autodependencia de las necesidades básicas es posiblemente la idea más importante que las comunidades y las organizaciones trabajando con ellas han comprendido. Un modelo económico que crea dependencia de mercados, servicios y recursos lejanos para cosas tan básicas como la alimentación, la sanidad y los medios de vida tiende a las descomposturas del tipo que hemos visto globalmente en tiempos del covid. Probablemente, vamos a ver más de este tipo de perturbaciones en los próximos años, cuando nos golpeen desastres provocados por el cambio climático, cuando el sistema financiero sufra otro colapso como el de 2008, o cuando surgan otras pandemias (muy probable dado cómo seguimos devastando procesos naturales que de otra forma mantienen contenidos a virus y enfermedades). Si la globalización económica ha vuelto vulnerables a cientos de millones de personas en todo el mundo, claramente la alternativa radical a la que debemos dirigirnos es la localización económica.
Sin embargo esto es incompleto si no desafiamos el control capitalista o estatista sobre la producción y el consumo. En nuestra recopilación de historias de comunidades basadas en el bosque, la lección más importante que surge es el rol crucial de la gobernanza colectiva, local, de la naturaleza y los recursos naturales, incluidos la tierra y el agua. Es allí donde las comunidades han sido capaces de asegurar sus derechos sobre Recursos Forestales Comunitarios bajo la Ley de Derechos Forestales de India, donde han tenido más resiliencia. Esto incluye el acceso a alimentos para la supervivencia y otros recursos de los bosques, y también de fondos comunitarios generados por la venta de productos del bosque. Lo mismo se puede decir sobre el control campesino sobre las tierras agrícolas y de pastoreo, semillas o animales, agua, y el conocimiento necesarios para usar todo esto de manera sostenible. Como dice Aditi Pinto, una de las compiladoras clave del segundo volumen (sobre comunidades basadas en los bosques), «el empoderamiento comunitario, especialmente asegurando la seguridad de tenencia y la devolución de la gobernanza y el poder de gestión sobre los recursos naturales, puede restaurar los ecosistemas, crear economías sostenibles y resiliencia comunitaria para enfrentarse a las calamidades naturales y las inducidas por el hombre como la pandemia de covid.»
También destacan en estas historias la importancia de opciones diversas de medios de vida dignos. La dependencia del turismo, sola o predominante, o los cultivos comerciales orientados a mercados externos han demostrado ser extremadamente vulnerables. Donde las comunidades también tienen otras opciones, como la agricultura, la artesanía tradicional y la manufactura local, hay mayor resiliencia.
La democracia económica va de la mano de la democracia política radical o eco-swaraj, en la que los colectivos en condiciones de cara a cara pueden tomar decisiones sobre asuntos que afectan a sus vidas, a la vez que se hace que los políticos elegidos y los burócratas rindan cuentas. La rápida acción de la comunidad de Sipit al formar un comité que pudiese tomar decisiones respecto a la seguridad en tiempos del covid, es un ejemplo. En muchas comunidades forestales de la India central, el movimiento hacia el autogobierno o autodeterminación, similar al de los pueblos indígenas en muchas partes del mundo, ha reafirmado que la gobernanza en sus propias aldeas y territorios tiene que ser suya, no de políticos y burócratas de fuera.
La historia de las chicas adolescentes en Himachal Pradesh nos recuerda que un movimiento hacia la democracia económica y política tiene que ir acompañado por luchas por la justicia social y la igualdad, eliminando el sexismo, el patriarcado, el casteísmo, el racismo y otras formas de desigualdad y discriminación.
Historias como las de la formación en línea y el uso de redes sociales, también señalan la necesidad de democratizar las tecnologías y los medios de comunicación, y hacer que se pueda disponer de ellos con más amplitud para eliminar desigualdades como la brecha digital (aunque esto no desafíe necesariamente la propiedad misma de las tecnologías). Aún más importante, en estas iniciativas alternativas, tenemos también el uso de sistemas de conocimientos múltiples, construidos sobre los que la comunidad local ya tiene, integrando lo que viene de fuera si se encuentra útil. Lo que desafía la hegemonía de una forma de conocimiento, la ciencia y la tecnología modernas.
Un sentido de comunidad, o de colectivos y redes de solidaridad, recorre como un hilo todas las historias de resiliencia. El liderazgo de las mujeres y los jóvenes, y el rol facilitador de funcionarios públicos sensibles, o de la sociedad civil, surge también en muchas de estas iniciativas.
Ninguna de las historias documentadas es perfecta, no se puede decir de ninguna que haya conseguido una transformación total hacia la justicia y la sostenibilidad. Pero cada una de ellas muestra elementos de este tipo de transformación y la posibilidad de más.
En general, como dicen Ritwika Patgiri y Aadya Singh, compiladoras de las historias del Himalaya, «estas historias muestran que hay esperanza, que el trabajo y apoyo comunitario pueden superar todas las dificultades.»
¿Está escuchando el sistema?
Ejemplos de tales iniciativas inspiradoras se han documentado y destacado durante muchos años en India y otros lugares. Pero a menudo el sistema dominante es reacio a escuchar, o incluso se siente amenazado cuando su poder centralizado se pone en cuestión. En India, desde principios de los años 90, cuando se abrió su economía a la ‘integración’ con la economía global, ha habido una tendencia creciente al dominio corporativo de la vida económica. Esto se ha acelerado en los últimos años del actual gobierno de derechas. Sus paquetes presupuestarios de aatmanirbharbharat (India autodependiente) han sido más de minería insostenible, privatización y corporización que de apoyo a las comunidades para que sean autodependientes y resilientes. Incluso su ambicioso programa de energía renovable, uno de los mayores del mundo y ampliamente alabado, se centra más en megaparques centralizados en manos de las grandes corporaciones, con consecuencias ecológicas y sociales concomitantes, incluida la toma de tierras comunitarias, que en fuentes descentralizadas que las comunidades puedan crear y gestionar de manera más sostenible. No se presta la menor atención a la contención de la demanda total de energía (o en otros sectores, materiales como los minerales), de forma que incluso lo que podría ser ‘renovable’ en principio se vuelve bastante insostenible (¡la energía solar no se produce solo con luz del sol!).
Para áreas ecológica y socialmente sensibles como el Himalaya, son urgente y extremadamente necesarios políticas y programas que mantengan medios de vida basados en la naturaleza y en conocimientos-habilidades locales. Ha habido una masiva emigración desde esta región debido a la falta de oportunidades y también al cambio de aspiraciones en la juventud. Pero en tiempos de covid, decenas de miles de personas han vuelto a sus aldeas y ciudades. Muchos de ellos no quieren volver a las ciudades y áreas industriales, pero no tienen opciones viables en sus propias aldeas. Ante esta situación, documentar, subrayar, apoyar y extender el tipo de iniciativas destacadas en la serie ‘Trabajo extraordinario de gente ‘ordinaria'», es la tarea más importante para cualquier grupo de la sociedad civil o agencia gubernamental sensible, y por supuesto, para las mismas comunidades.
Traducción: Carlos Valmaseda
Fuente: https://wsimag.com/economy-and-politics/65463-extraordinary-work-of-ordinary-people