El cine militante laborista británico en el periodo de entreguerras (1, Partido Laborista)
Carlos Valmaseda
El movimiento laborista británico se compone de todo un entramado de organizaciones: partido, sindicato, cooperativas, etc. Ya vimos en una entrada anterior el cine cooperativista, pionero en el uso de películas para sus actividades. Como veremos, el partido laborista en sí, como hemos visto que sucedería en otros países como Alemania, fue bastante reacio al uso del cine como instrumento cultural o de propaganda. Pocas experiencias y no ligadas con el núcleo del partido. Pensaban, además, que quizá esta función la pudiese realizar directamente el estado, contando con su llegada al gobierno en diversos momentos de este periodo. Dada la diferencia de tamaño con las organizaciones de inspiración comunista, la escasa entidad del cine militante británico laborista es mucho más patente.
Hemos decidido dividir el estudio del cine militante laborista del periodo de entreguerras en varias entradas separadas. La primera sobre el cine realizado por el propio partido o por organizaciones vinculadas directamente con él. La segunda sobre el cine hecho por las organizaciones sindicales y la tercera sobre el movimiento cooperativista. A finales de los años 30, partido, sindicatos y movimiento cooperativista decidieron establecer un comité conjunto que daría lugar a la Workers’ Film Association, a la que dedicaremos una última entrada antes de pasar al cine militante británico de influencia comunista.
PARTIDO LABORISTA
Antecedentes
En noviembre de 1919 el Subcomité de literatura, publicidad e investigación del Partido Laborista toma en consideración las sugerencias para utilizar el cine como herramienta de propaganda. Se propone la producción de una película que ilustrase las condiciones de trabajo de las comunidades mineras, en el marco de la campaña para la nacionalización de la industria del carbón. Y Charles Kendall, un miembro del partido, envía un proyecto «proponiendo la formación de una compañía para la producción de películas que pudiesen ser utilizadas por las organizaciones locales en las salas locales». El subcomité recomendó que el comité ejecutivo del partido aprobase el proyecto de Kendall. A pesar de estas alentadoras noticias, no hubo ningún resultado concreto, excepto la creación de otro comité, el Comité Laborista de Propaganda Cinematográfica, en el que participaron algunos de los nombres más conocidos del laborismo como Sidney Webb (presidente), Arthur Henderson, J.S. Middleton, Rebecca West y Bernard Shaw. Este comité redactó varios informes sobre proyectores, películas de propaganda y una empresa de producción, pero, de nuevo, sin ninguna concreción práctica. Se investigó la posibilidad de crear una red de distribución y algunas agrupaciones locales mostraron interés, pero los altos costes que suponía una empresa cinematográfica impidieron ir más allá. El movimiento laborista estaba interesado en la cultura popular, pero había otras formas artísticas mucho más asequibles, como la música o el teatro a las que dedicaron sus esfuerzos: coros galeses, bandas de música en Yorkshire y Lancashire, bandas de jazz en el noreste, etc. En 1925, por ejemplo, el partido aprobó la constitución de la Unión Coral Nacional Laborista [National Labour Choral Union]. Las dificultades técnicas y económicas de la industria cinematográfica, especialmente una vez llegado el sonoro, es lógico que provocase una cierta reticencia por parte de los dirigentes laboristas.
En 1928 el partido vuelve a plantearse la posibilidad de usar furgonetas para proyectar películas, aunque de nuevo los costes se muestran demasiado altos.
Masses Stage and Film Guild (MSFG) [Gremio de Teatro y Cine de Masas]
Finalmente, en 1929 el Gremio de las Artes del ILP, Independent Labour Party, uno de los partidos asociados al laborismo, crea el Masses Stage and Film Guild (MSFG). Participan en su formación algunas personalidades destacadas del mundo del teatro y del laborismo, como J.R. Clynes (futuro ministro de interior), J.F. Horrabin, George Lansbury, James Maxton, Charles Trevelyan, Miles Malleson, Henry Oscar y Sybil Thorndike. El objetivo era llevar a la audiencia trabajadora obras y películas con un carácter internacional y democrático. Esperaba en su primera temporada, por ejemplo, presentar tres películas rusas, fundamentalmente en Londres, aunque no tendrán demasiado recorrido debido a los numerosos problemas con la censura que veremos al hablar del cine de inspiración comunista. Al final de esta primera temporada contaba con 2.300 miembros y parecía tener un futuro prometedor. Sin embargo, pronto se demostró un callejón sin salida, no ya para la producción de películas sino incluso para la distribución. La situación política no ayudaba, pues el ILP se desligó del Partido Laborista en 1932 y la asociación acabó desapareciendo.
Socialist Film Council (SFC) [Consejo Cinematográfico Socialista]
La siguiente iniciativa, que por fin conseguiría la realización de películas, se formó en el verano de 1933 con la participación de diversos intelectuales de izquierda en el seno del Partido Laborista. Su primer presidente, por ejemplo, fue el líder del partido, George Lansbury, junto a su yerno Raymond Postgate y las verdaderas almas del proyecto: los críticos cinematográficos Terence Greenidge y, fundamentalmente, Rudolph Messel. El objetivo declarado: «Hacer películas para hacer socialistas».
La primera película, un noticiario en un solo rollo. Su título: What the Newreel Does Not Show [Lo que los noticiarios no muestran]. El BFI da como fecha de creación 1932, aunque los primeros llamamientos para crear un cine militante desde la SFC de Messel son de 1933. De hecho, en un artículo en New Clarion, en marzo de 1933, así exponía Messel su proyecto:
Sería interesante saber si alguno de mis lectores posee cámaras de pequeño tamaño, y si estaría dispuesto a colaborar con nosotros en conseguir grabaciones de las condiciones locales que pudiesen unirse y luego distribuirse en los partidos laboristas bajo el título de Lo que los noticiarios no muestran.
En abril de 1933 Messel publicaba otro artículo en el que informaba del proyecto de su grupo de grabar tres películas: «Habrá una sobre los Means Tests, otra dedicada a mostrar la asquerosidad de los barrios bajos, y una tercera que tratará de los peligros de la guerra, pues nos amenaza a todos nosotros hoy.» Como veremos, La primera será The Road to Hell, la tercera Blow, Bugles, Blow, y por tanto esta segunda sobre «la asquerosidad de los barrios bajos» se correspondería a What the Newreel Does Not Show. Es posible que las grabaciones fuesen de 1932, pero el montaje de la película en sí solo puede ser de 1933. La película estuvo disponible para su distribución en agosto de 1933.
La película estaba formada por un conjunto de cortes sobre la construcción en la URSS durante el primer Plan Quinquenal, imágenes de los barrios bajos de Londres y Glasgow así como grabaciones de las manifestaciones del Primero de Mayo en varias ciudades inglesas. Así la describía en un artículo para Socialist Review en septiembre de 1933 el crítico Terence Greenidge:
El Socialist Film Council presenta What the Newreel Does Not Show de Rudolph Messel y otros. Esta película es buena técnicamente –me refiero en ángulos de cámara y edición–. Pero su fuerza se encuentra en su efectividad propagandística. Uno aprende demasiado sobre Rusia de libros de texto lúgrubes y sin imágenes, y es maravilloso ver fábricas, vías de ferrocarril, presas, todas ellas construidas tan rápidamente por no mencionar las masas de trabajadores entusiastas en el primer país socialista. Cuando la escena se deplaza a Inglaterra un primer plano de Britannia sobre el cartel ‘No hay manzanas extranjeras’ y altunas tomas reveladoras de los barrios bajos de Londres acaban absolutamente y al instante con las tonterías sobre la Tarifa y las discusiones sobre la vivienda, como als que encuentras en los semanarios inteligentes. Y las celebraciones del Primero de Mayo en varias ciudades inglesas hicieron hormiguear mi sangre como no lo hacía desde que leí por primera vez los pintorescos escritos de William Morris hace varios años. Una película especialmente efectiva en dias en los que los noticiarios comerciales son tan malos. Los tatuajes, las semanas de la Armada y los deportes están a su nivel, y huyen siempre de la realidad La verdad del noticiario laborista debería garantizar su popularidad, y en última instancia los otros tendrán que adaptarse al estándar que ha establecido.
La segunda película realizada, claramente amateur pues costo 66 libras, The Road to Hell [El camino al infierno] estaba centrada en los Means Test, la ‘prueba de medios’, un sistema de evaluación para decidir si una persona podía recibir algún tipo de prestación por desempleo, una de las instituciones más odiadas en la Gran Bretaña de los años 30.
La película fue protagonizada por Daisy Postgate, hija de George Lansbury. Otra de las protagonistas fue la conocida novelista Naomi Mitchison.
Naomi interpreta a una madre de clase obrera, una mujer con una vida relativamente cómoda hasta que su marido, como consecuencia de un accidente, pierde su trabajo. A partir de aquí todo va mal, y a medida que progresa la película vemos como su hogar va perdiendo gradualmente sus muebles, cuadros, y todos los artículos que se pudiesen llevar al prestamista. Finalmente, la mujer tiene que enfrentarse al comité de asistencia pública. Tiene que contar su historia y tiene que estar presente y escuchar mientras discuten el caso y le niegan todo tipo de ayuda.
Así resumía la película el marido de Daisy, Raymond Postgate, uno de los impulsores del SFC y codirector con Messel:
The Road to Hell es un melodrama sobre los Means Tests. Cuenta la historia de cómo una familia es destruida por el funcionamiento del Test, y cómo ese Test es la causa de suicidio y crimen. No presume de ser nada más que un puro melodrama, sin ningún refinamiento psicológico profundo.
Esta descripción, más bien defensiva, es el resultado de la mala recepción que obtuvo la película. En julio de 1933 se hizo una proyección pública a la que acudieron algunos de los mejores documentalistas británicos, como John Grierson, quien, a pesar de alabar su vertiente técnica, tenía una opinión muy negativa sobre su mensaje:
raro desde un punto de vista ideológico. Un padre de familia es atropellado por una limusina conducida por un joven que va callejeando con sombrero de copa (Messel) y como resultado pierde su trabajo. Hay como una docena de causas fundamentales (¿o son solo cuatro?) del desempleo por las que algo así como un millón de padres de familia han sido destruidos. Pero Messel tiene que escoger precisamente esta causa fortuita. La conclusión, presumiblemente, es que podemos resolver el desempleo eliminando a la gente con sombrero de copa que va atropellando gente con su limusina.
La película se ha conservado y está disponible en la plataforma del BFI. Por desgracia, solo para espectadores en Gran Bretaña.
Para su tercera y última película, Blow, Bugles, Blow [Soplad, cornetas, soplad], el SFC contó con un presupuesto mucho más alto, 1500 libras –Messel era rico, con dinero procedente del negocio del petróleo–, aportadas en su mayor parte por el propio Messel. La película, con un claro sentido pacifista, ideología que compartían tanto Messel como Lansbury, usa como título un famoso poema de Lord Tennyson. Fue de nuevo interpretada por un grupo de actores amateurs, entre los que se incluye el líder sindical George Hicks.
La película cuenta la historia de dos parejas de clase media (un hombre y su esposa, hermano y hermana) que evitan una guerra inminente entre Inglaterra y Francia cooperando con los movimientos sindicales de ambos países y desencadenando una huelga general. Un joven director de periódico se revuelve cuando se da cuenta del apoyo de su jefe a un gabinete de guerra contra Francia. Apoyado por su mujer empieza a imprimir un boletín clandestino llamando a una huelga general. ElTUC británico está dispuesto a convocarla, siempre que sus homólogos franceses hagan lo mismo. Pero todos los medios de comunicación están cortados. Aquí entra la segunda pareja, un oficial en la reserva (antiguo amante de la esposa del director del periódico) y su hermana. Esta última consigue llevar un mensaje de los sindicatos franceses a través del Canal de la Mancha. Se inicia la huelga. Los trabajadores, dirigidos por el oficial en la reserva, marchan hacia Downing Street para expulsar el gabinete. Se ha frenado la guerra, la revolución ha triunfado.
Comprensiblemente, la película fue totalmente ninguneada por el Partido Laborista. No sería estrenada, y en precario, hasta 1936. En 1939 fue adquirida por el ILP, al que se había afiliado Messel.
Discusiones internas en el Partido Laborista y películas realizadas para el partido
La experiencia del SFC parece haber reanimado el interés del partido laborista sobre el cine como instrumento de propaganda. En febrero de 1935, William Henderson, secretario del departamento de Prensa y Publicidad, informó de que había discusiones sobre el tema. En marzo, hubo concreciones: el Ejecutivo Nacional, junto con la TUC, iba a garantizar un préstamo de 4000 libras durante un periodo de cinco años para la realización de películas. Pero estas iniciativas se consideraron ya en cooperación con los sindicatos, por lo que las veremos ya en posteriores entradas.
Es cierto que hubo varias películas documentales rodadas por cineastas próximos al laborismo, como John
Grierson oPaul Rötha, pero ninguna de ellas fue producida en el marco de la actividad del partido. Solo una, The Peace Film (1936) sería producida por expertos por encargo directo del Partido Laborista.
Comentábamos al principio de esta entrada que en el laborismo había una tendencia a pensar que sería desde el propio gobierno, al que llegaron en dos ocasiones con resultados bastante frustrantes, desde donde se podría producir películas que reflejasen los logros e inquietudes de la clase trabajadora. Incluímos por tanto algunos ejemplos de esta actividad, impulsada por ejemplo por el citado Grierson desde entidades como el Empire Marketing Board con encargos a directores de tanto prestigio como Flaherty o Cavalcanti. Aunque claramente no sean películas de cine militante, terminamos con tres muestras de este tipo de cine: Industrial Britain (1931), Housing Problems (1935) y Coal Face (1935).
Bibliografía
-Stephen G. Jones. The British Labour Movement and Film, 1918–1939. Routledge, 2019.
-Bert Hogenkamp. Deadly parallels: film and the Left in Britain 1929-1939. Lawrence and Wishart, 1986.
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