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Yerma: Impotencia de un destino

Poema trágico de Federico García Lorca (estrenado en 1934, con la presencia de Valle-Inclán). Versión de Juan Carlos Martel Bayod en el Teatre Lliure de Montjuïc. Representación: del 18/11 a 16/12. Duración: 90 minutos.

Trama: Medio rural. Yerma se casa con un vecino con bienes tras un acuerdo de los padres. A ella no le importa mucho con quién, pero si tener hijos y crear una familia. Pasa el tiempo y no consigue quedar embarazada…

 

Lorca escribió tres obras dramáticas, en sus últimos años de vida, con argumentos diferentes que representan un mundo de vida común: la sociedad rural de su época. Junto a la que comentamos están Bodas de sangre (1933) y La casa de Bernarda Alba (1936). Todas ellas han potenciado, a lo largo de los años, el valor dramático y universal de sus personajes centrales, por cierto, femeninos. Lorca, artista sensible y conocedor de su tiempo, sabe la importancia de la mujer en la estructura familiar como base de la sociedad. Nada que ver con algunos relatos contemporáneos.

Yerma tiene un fuerte sentimiento vital como ser humano: quiere ser madre. Es su visión de la vida como mujer, si no lo es, se vé incompleta, no realizada y fuera de lugar, de su mundo. Cumple los requisitos de decencia y honestidad cultural de su medio pero si no es madre se siente expulsada de este. Su sufrimiento y lucha interna se llega a sentir como espectador, se esté o no de acuerdo con su fin. Este es el valor artístico que nos plantea Lorca y lo que ha de conseguir el montaje.

La adaptación

Cuando un grupo teatral o responsable del mismo realizan una puesta en escena de una obra ya consolidada, debe exponer claramente la esencia que narra el autor sin modificar el texto que afecte a esta. Si hay muchas modificaciones o complementos se le califica como ‘adaptación libre’. En este caso, Martel Bayod y su equipo, han realizado modificaciones escénicas manteniendo el texto del autor y adaptando los versos en forma coral y recurrente que no altera la esencia original. Aportan un ritmo narrativo actualizado con el fin de acercarlo al espectador, con cierta originalidad, y un resultado aceptable en un equipo profesional.

La escenografía es sencilla y ágil: una sala rectangular con asientos en los cuatro lados y escenario en el centro donde observamos a todos los intérpretes sin interrupción durante la obra. Esto es bastante común en el ‘Lliure’ y positivo, en mi opinión, ya que ayuda a no desconectar de la trama y su desarrollo.

Son siete intérpretes, algunos han de realizar más de un personaje, pero el peso recae en la actriz principal que está en escena el noventa y cinco por ciento del tiempo. Lo interpreta María Hervás con carácter y resultado positivo . En general todos están correctamente ajustados a los personajes.

Es un montaje dinámico, y expone el sentido de la obra con resultado óptimo. Vale la pena ver una obra de Lorca hoy en día. La última vez que vi Yerma fue al final se los setenta en el Coliseo de Barcelona interpretada por Nuria Espert.

Antonio Ruiz, 19/11/22

 

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