Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Esencia del capitalismo

Antonio Ruiz

Reseña de Tots eren fills meus de Arthur Miller, dirección David Selvas: 22/02 – 26/03/23. Barcelona. Teatre Lliure, Montjuïc. Sala Fabià Puigserver

El autor

Arthur Miller (1915-2005) fue un dramaturgo prolifero. Escribe su primera obra con dieciséis años y la última poco antes de morir con ochenta y nueve. Desde mitad de los años cuarenta a los setenta, del pasado siglo, es cuando realiza su creación más significativa. Su primera obra con éxito popular y que le dio a conocer, dentro y fuera de su país, fue All My Sons (Todos eran mis hijos -1947). Estuvo casi un año de estreno en Broadway y recibió el Premio de la Crítica de Nueva York. Posteriormente estrenó las siguientes obras: Death of a Salesman (Muerte de un viajante -1949- la más premiada y popular), The Crucible (Las brujas de Salem -1953) y A View from the Bridge (Panorama desde el puente -1955). Las cuatro mencionadas son, posiblemente, las más reconocidas del autor. De todas ellas se han realizado películas.

También son significativos de esa época dos dramas no tan reconocidos pero importantes para el autor, After the Fall (Después de la caída-1964) y An Enemy of the People (Un enemigo del Pueblo-1950). El primero lo realiza al morir Marilyn Monroe, su exmujer, donde describe los últimos años de la vida de la actriz basándose en su experiencia y sentimientos vividos junto a ella. El segundo, como el título indica, es una nueva versión, o adaptación, del drama de Henrik Ibsen. No conozco esta versión de Miller, pero sí su admiración por el gran dramaturgo y poeta noruego, y su influencia en el hacer ético, social y creativo en toda la obra de Miller.

A principio de los años cincuenta es acusado de “simpatías” comunistas por Elia Kazan (que acusó a bastantes más) y citado a declarar ante la Comisión de Actividades Antiamericanas, donde se negó a dar nombre alguno. Fue declarado culpable por desacato y posteriormente el Tribunal de Apelación anuló la sentencia, hecho que le evito ir a la cárcel. El ambiente opresivo de “caza de brujas”, que vivió directamente, lo expone en su obra The Crucible (Brujas de Salem) en los momentos que estaba sucediendo.

A partir de los años setenta tiene problemas para estrenar sus obras en su país. La crítica y el público le dan la espalda y es más reconocido en el extranjero. Posiblemente el realismo social que expone en su dramaturgia no conecta con el público de su tiempo, la sociedad ha cambiado. Tenía casi ochenta años cuando estrena Broken Glass (Cristales Rotos -1994-) con mediano éxito.

Miller siempre fue un activista social, en lo personal y en su arte. Criticó la deshumanización de la vida estadounidense y se posicionó contra la intervención de su país en Vietnam y Corea. Los argumentos de toda su obra, teatro, novela o guiones, están impregnados de crítica social del medio y tiempo en el que viven sus personajes. Su estilo suele ser directo, sin adornos, con un sentido ético universal.

Obra y montaje

Es poco frecuente que lleguen representaciones teatrales de obras de Arthur Miller a Barcelona. Hay que agradecer a la productora del Teatre Lliure que en este seco invierno nos de la oportunidad de ver Todos eran mis hijos (del 22/2 al 26/3). Lo que propone la obra y este montaje, considero que es importante que se represente actualmente, en cualquier medio social de este mundo sistémico globalizado, incluso más que cuando la creó su autor.

El director, David Selvas, la ha montado respetando escrupulosamente la versión original en texto, ambiente y época. La única diferencia con el libreto del autor es el encadenamiento de los tres actos, sin interrupciones durante las dos horas y diez minutos de duración. Esto proporciona a la narración un plus positivo, siempre que sea realizable sin romper el ritmo dramático y su duración total sea razonable.

Escenario único, el jardín de la casa de un empresario industrial. Personajes: matrimonio, hijo y la novia de este, más vecinos y amigos que entran y salen en diferentes momentos. A estos se suma, el hermano de la novia, cuyo padre está en la cárcel y era socio del empresario: fabricaban culatas de motores para abastecer a la aviación durante la guerra. Todo transcurre un fin de semana de 1946 en una pequeña ciudad de USA.

La acción va mostrando la relación cotidiana de los personajes durante un tercio del relato y, paralelamente, van surgiendo elementos más personales y algo oscuro en el núcleo central. Llegado el último cuarto de la obra no solo se muestra lo que dice cada uno, sino también lo que sienten realmente. Van surgiendo deseos, contradicciones, egoísmos y miserias. También el secreto oculto del núcleo familiar, el autoconvencimiento de hacer lo correcto por el bien de la familia que finalmente termina destruyéndola.

Después de dos siglos de capitalismo dominante y las consecuencias de esta acumulación en un pequeño sector, que controla este planeta y la sociedad humana que la habitamos, la pregunta es pertinente: ¿Como llega a impregnar a un ser, un colectivo, incluso a toda una sociedad, esa inmoralidad humana de que todo vale para obtener dinero, dinero, dinero? Mientras finalizaba la obra observando al público se aprecia que se ha captado lo que el autor expone. Lo que no se puede ver ni saber es la aplicación individual de cada cual. Los seres humanos somos propicios en hacer cosas sin saberlo, y en otros momentos, hacer sin que nadie lo sepa.

El montaje esta realizado correctamente y transmite el sentido que Miller pretende. Un drama con este contenido no tiene posibilidad de atraer la atención del público si no está bien hecho. Al final, el respetable, ofreció un largo aplauso. La interpretación fue correcta en general, con dos matices sobre los cuatro actores principales: Destacaron los padres y la novia (sorprende la personalidad que aporta al personaje), el hijo (Cris) no estuvo a la altura hasta el último tercio, se hace más notable por ser, junto al padre, quien más tiempo permanece en escena.

Finalizo con la pregunta que realiza el director del montaje al inicio del programa de presentación, mi respuesta a la misma:

¿El nostre mon, capitalista i globalitzat, té encara la possibilitat de canviar?

Si, antes o después cambiará, pero depende de nosotros mismos, y de los que vengan después. Solo nosotros lo podemos hacer, porque el mundo que tenemos lo han realizado seres humanos anteriores igual que nosotros. Hacer nuestra integralmente esta verdad, es el principio del cambio.

Antonio Ruiz

8/3/23

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