Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Dos poemas ante la muerte de Lenin

Bertolt Brecht

Cantata a la muerte de Lenin

1.
El día que murió Lenin,
un soldado de la guardia, según se cuenta,
les dijo a sus camaradas: Yo no quería
creerlo. Fui donde estaba
y le grité al oído: Ilich,
ahí vienen los explotadores.
Pero no se movió.
Entonces supe que de verdad había muerto.

2.
Si un hombre bueno se quiere ir,
¿cómo puedes detenerlo?
Haciéndole ver que es útil.

3.
¿Qué podría detener a Lenin?

4.
El soldado pensó:
Si escucha que llegan los explotadores,
por más enfermo que esté, se levantará.
Aunque sea en muletas.
Aunque sea cargado.
Pero se levantará y vendrá
a luchar contra los explotadores.

5.
El soldado sabía que Lenin
había peleado toda su vida
contra los explotadores.

6.
Después del asalto al Palacio de Invierno,el soldado quiso volver a su casa, porque las tierras de los latifundistas
estaban siendo repartidas.
Entonces, Lenin le dijo: Quédate,
todavía hay explotadores.
Y mientras haya explotación
hay que luchar contra ella.
Mientras tú existas,
tienes que luchar contra ella.

7.
Hay hombres que luchan un día y son buenos.
Hay otros que luchan un año y son mejores.
Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos.
Pero hay los que luchan toda la vida:
Esos son los imprescindibles.

(1935)

Los tejedores de alfombras de Kujan-Bulak honran a Lenin

1.
Múltiples veces —y con generosidad— ha sido honrado
el camarada Lenin. Bustos se le han erigido
y también estatuas.
Ciudades y niños llevan su nombre.
En todas las lenguas se pronuncian discursos
celebrándole.
Desde Shanghai a Chicago en su honor se organizan
mítines y manifestaciones,
mas veamos cómo
los tejedores de alfombras de Kujan-Bulak,
pequeña aldea al sur del Turquestán,
a Lenin honraron.

Cada noche, allí, veinte tejedores tiritando se alzan
del miserable telar. Ronda la fiebre.
En la estación ferroviaria zumban
los mosquitos que en densa nube suben de la ciénaga
que hay detrás del cementerio de camellos.
Pero el ferrocarril, que cada dos semanas
trae agua y humo,
trae también un día la noticia de que próximamente
va a celebrarse la fiesta en honor del camarada Lenin.
Y todo el pueblo de Kujan-Bulak,
tejedores de alfombras, pobres gentes,
decide que el camarada Lenin también tenga
allí un pequeño busto.
Estremecidos por la fiebre acuden todos el día de la colecta
y con mano temblorosa entregan,
los copecs tan duramente ahorrados.
Y Stepa Gamalev, soldado
del Ejército Rojo, escrupuloso contador y hombre despierto,
se congratula de ese deseo unánime de celebrar a Lenin.
Mas sus ojos atentos también han visto
temblar las manos,
y eso le lleva a hacer de pronto una propuesta:
El dinero para el busto se gastará en petróleo
que se derramará sobre la ciénaga
que hay detrás del cementerio de camellos,
de donde vienen los mosquitos que
la fiebre causan.
Así, combatiendo la fiebre en Kujan-Bulak
se honrará al desaparecido
pero siempre presente camarada Lenin.
La propuesta se aceptó, y el día
del homenaje, portando uno tras otro sus abollados baldes
llenos del líquido negro, se encaminaron todos a la ciénaga,
y allí lo derramaron.

Honrando a Lenin a sí mismos se beneficiaron
y le honraron beneficiándose a sí mismos.
Aquellos hombres le habían entendido.

2.
Ya hemos visto cómo el pueblo de Kujan-Bulak
honró la memoria de Lenin. Derramado
el petróleo sobre la ciénaga, aquella misma noche,
se celebró una asamblea y en ella
alguien propuso colocar en la estación
una placa donde se relatase
el suceso con referencia expresa al cambio de plan
y al trueque del busto de Lenin por el petróleo salvador:
y todo ello en homenaje a Lenin.
Así se decidió
y así se hizo.

Historias de almanaque (1948)

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