Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Entrevista a Joaquín Miras

Salvador López Arnal

Jornadas de Debate, Espai Marx. Barcelona 29 de mayo de 2010.

 

“[…] Creemos que la vida cotidiana es el lugar donde esta sociedad se reproduce a partir de las actividades de las personas que la constituimos, y que es ahí donde debemos comenzar el trabajo político. Un trabajo que debe ser capilar, de organización inmediata de las personas para realizar actividad”.

 

Salvador López Arnal

 

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La ricomposizione del blocco sociale antagonista, l’organizzazione di classe e i comunisti

Sergio Cararo

La ricomposizione del blocco sociale antagonista, l’organizzazione di classe e i comunisti

Sergio Cararo*

La scelta da parte di alcuni compagni ed esperienze del movimento comunista di riaprire il dibattito e l’inchiesta sul rapporto tra soggettività politica e blocco sociale antagonista nell’Italia del XXI° Secolo, è una scelta maturata – sulla base di una analisi concreta della realtà concreta – già negli anni Novanta. Prima con il giornale Contropiano e poi con la costituzione della Rete dei Comunisti, in questi anni abbiamo cercato di portare dentro un dibattito, troppo spesso liturgico, alcuni necessari elementi di rottura culturale e di sperimentazione concreta nell’iniziativa politica, sociale e sindacale. Un contributo, tanto più necessario, all’indomani della catastrofe politica ed elettorale della “sinistra” mentesi rivela la crisi sistemica del capitale ed è in corso una potente offensiva contro i lavoratori e i ceti sociali subalterni..

Chi non fa inchiesta non ha diritto di parola. In questi anni, nel dibattito sulla composizione di classe e le caratteristiche del blocco sociale antagonista in un paese a capitalismo avanzato come l’Italia, ci siamo misurati con l’inchiesta di classe sulle condizioni materiali ma anche sulla soggettività dei lavoratori del nostro paese, traendone materiali e risultati che si sono rivelati essenziali per la nostra azione politica e sindacale.

La credibilità e le possibilità di una opzione comunista nel XXI Secolo e in una realtà come quella italiana, devono infatti fare necessariamente i conti con le modificazioni sociali e produttive intervenute in questi ultimi tre decenni nella realtà di classe e nella società. Modificazioni oggi nuovamente e fortemente scosse dalla nuova fase della crisi strutturale dell’economia capitalista.

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Potencias del comunismo

Daniel Bensaïd

Daniel Bensaid

[Publicamos a continuación el último texto escrito por Daniel Bensaid para el nº 4 de la revista Contretemps, de la que era fundador. El texto forma parte del sumario de VIENTO SUR nº 108]

En un artículo de 1843 sobre “los progresos de la reforma social en el continente”, el joven Engels (recién cumplidos los 20 años) veía el comunismo como “una conclusión necesaria que se está claramente obligado a sacar a partir de las condiciones generales de la civilización moderna”. Un comunismo lógico en suma, producto de la revolución de 1830, en la que los obreros “volvieron a las fuentes vivas y al estudio de la gran revolución y se apoderaron vivamente del comunismo de Babeuf”. Para el joven Marx, en cambio, este comunismo no era aún más que “una abstracción dogmática”, una “manifestación original del principio del humanismo”. El proletariado naciente se había “echado en brazos de los doctrinarios de su emancipación”, de las “sectas socialistas”, y de los espíritus confusos que “divagan como humanistas” sobre “el milenio de la fraternidad universal” como “abolición imaginaria de las relaciones de clase”. Antes de 1848, este comunismo espectral, sin programa preciso, estaba presente pues en el aire del tiempo bajo las formas “poco pulidas” de las sectas igualitarias o de ensueños icarianos. Sin embargo, ya entonces la superación del ateísmo abstracto implicaba un nuevo materialismo social que no era otra cosa que el comunismo: “Igual que el ateísmo, en tanto que negación de Dios, es el desarrollo del humanismo teórico, también el comunismo, en tanto que negación de la propiedad privada, es la reivindicación de la vida humana verdadera”. Lejos de todo anticlericalismo vulgar, este comunismo era “el desarrollo de un humanismo práctico”, para el cual no se trataba ya sólo de combatir la alienación religiosa, sino la alienación y la miseria sociales reales de donde nace la necesidad de religión.

De la experiencia fundadora de 1848 a la de la Comuna, el “movimiento real” que busca abolir el orden establecido tomó forma y fuerza, disipando las “locuras sectarias”, y dejando en ridículo “el tono de oráculo de la infalibilidad científica”. Dicho de otra forma, el comunismo, que fue primero un estado de espíritu o “un comunismo filosófico”, encontraba su forma política. En un cuarto de siglo, llevó a cabo su muda: de sus modos de aparición filosóficos y utópicos a la forma política por fin encontrada de la emancipación.

1. Las palabras de la emancipación no han salido indemnes de las tormentas del siglo pasado. Se puede decir de ellas, como de los animales de la fábula, que no han quedado todas muertas, pero que todas han sido gravemente heridas. Socialismo, revolución, anarquía incluso, no están mucho mejor que comunismo. El socialismo se ha implicado en el asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburg, en las guerras coloniales y las colaboraciones gubernamentales hasta el punto de perder todo contenido a medida que ganaba en extensión. Una metódica campaña ideológica ha logrado identificar a ojos de muchos la revolución con la violencia y el terror. Pero, de todas las palabras ayer portadoras de grandes promesas y de sueños de porvenir, la de comunismo ha sido la que más daños ha sufrido debido a su captura por la razón burocrática de Estado y de su sometimiento a una empresa totalitaria. Queda sin embargo por saber si, de todas estas palabras heridas, hay algunas que vale la pena reparar y poner de nuevo en movimiento.

2. Es necesario para ello pensar lo que ha ocurrido con el comunismo del siglo XX. La palabra y la cosa no pueden quedar fuera del tiempo de las pruebas históricas a las que han sido sometidos. El uso masivo del título “comunista” para designar el Estado liberal autoritario chino pesará mucho más durante largo tiempo, a ojos de la gran mayoría, que los frágiles brotes teóricos y experimentales de una hipótesis comunista. La tentación de sustraerse a un inventario histórico crítico conduciría a reducir la idea comunista a “invariantes” atemporales, a hacer de ella un sinónimo de las ideas indeterminadas de justicia o de emancipación, y no la forma específica de la emancipación en la época de la dominación capitalista. La palabra pierde entonces en precisión política lo que gana en extensión ética o filosófica. Una de las cuestiones cruciales es saber si el despotismo burocrático es la continuación legítima de la revolución de Octubre o el fruto de una contrarrevolución burocrática, verificada no sólo por los procesos, las purgas, las deportaciones masivas, sino también por las conmociones de los años treinta en la sociedad y en el aparato de Estado soviético.

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En la muerte del camarada Daniel Bensaïd

Salvador López Arnal

En la muerte del camarada Daniel Bensaïd

 

Salvador López Arnal

 

El correo de un amigo me informa del fallecimiento en la mañana de ayer lunes, 11 de enero de 2010, del teórico y activista comunista Daniel Bensaïd. Sin acabarlo de creer escribo esta nota a todas luces injusta con su enorme figura, con su admirable ejemplo.

Profesor de filosofía en la Universidad París VIII, autor de Cambiar el mundo, Marx Intempestivo, Clases, plebes, multitudes, Resistencias, Trotskismos, de una extensa obra filosófica y política: treinta libros y centenares de artículos, Daniel Bensaïd había nacido en Toulouse hacía poco más de 63 años. Fue uno de los líderes estudiantiles del mayo parisino de 68; a diferencia de muchos otros, no se reconvirtió.

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