Un punto de encuentro para las alternativas sociales

¿Con qué derecho sobrevivimos a los muertos?

Santiago Alba Rico

¿Con qué derecho sobrevivimos a los muertos?

Santiago Alba Rico

La Calle del Medio

A media mañana del día 19 de enero del presente año, el Liberty of the Seas, uno de los navíos más grandes y lujosos del planeta, desembarcó a sus pasajeros en el idílico puerto de Labedee, un “paraíso privado” propiedad de la empresa estadounidense Royal Caribbean. Recibidos con música folklórica y refrescantes Labaduzees -el cóctel exclusivo del recinto-, los viajeros descendieron alborozados para disfrutar de las playas más sensuales, la comida más sofisticada, los hoteles más confortables, el parque acuático más grande del Caribe y hasta de una montaña rusa, tautológica y vertiginosa, siempre a disposición de los clientes. Este sueño materializado, retorno civilizado al edén bíblico, colindaba sin embargo con un mundo de inocencia perdida y barbarie antediluviana. Era sólo un tabique, una transparencia dura e infranqueable. Porque, en efecto, al otro lado del muro de tres metros, erizado de espinas y protegido por guardias armados, no era 19 de enero sino 12; no era media mañana sino las cinco de la tarde; no era Labedee sino Haití y la tierra temblaba, las casas se derrumbaban, los niños lloraban y miles de supervivientes buscaban entre los escombros cadáveres y alimentos.

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Me caí del mundo y no sé por donde se entra

Eduardo Galeano

Eduardo Galeano

Lo que me pasa es que no consigo andar por el mundo tirando cosas y cambiándolas por el modelo siguiente sólo porque a alguien se le ocurre agregarle una función o achicarlo un poco.

No hace tanto, con mi mujer, lavábamos los pañales de los críos, los colgábamos en la cuerda junto a otra ropita, los planchábamos, los doblábamos y los preparábamos para que los volvieran a ensuciar.

Y ellos, nuestros nenes, apenas crecieron y tuvieron sus propios hijos se encargaron de tirar todo por la borda, incluyendo los pañales.

¡Se entregaron inescrupulosamente a los desechables! Si, ya lo sé. A nuestra generación siempre le costó botar. ¡Ni los desechos nos resultaron muy desechables! Y así anduvimos por las calles guardando los mocos en el pañuelo de tela del bolsillo.

¡¡¡Nooo!!! Yo no digo que eso era mejor. Lo que digo es que en algún momento me distraje, me caí del mundo y ahora no sé por dónde se entra. Lo más probable es que lo de ahora esté bien, eso no lo discuto. Lo que pasa es que no consigo cambiar el equipo de música una vez por año, el celular cada tres meses o el monitor de la computadora todas las navidades.

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Una conversación con Eduard Rodríguez Farré sobre vacunas, vacunación y salud pública (II): La argumentación que esgrimen los grupos que están en contra de la vacunación no tiene nada que ver con una explicación con suelo científico…

Salvador López Arnal

Una conversación con Eduard Rodríguez Farré sobre vacunas, vacunación y salud pública (II): La argumentación que esgrimen los grupos que están en contra de la vacunación no tiene nada que ver con una explicación con suelo científico y que parta y acepte la lógica científica. Responderá tal vez a motivaciones emocionales, religiosas… Hay grupos religiosos que se oponen a la vacunación. Los testigos de Jehová, por ejemplo, no se vacunan, no se dejan vacunar, sostienen que las vacunas no son naturales. Por este sendero no vamos a ninguna parte. Está fuera y muy distante de cualquier marco científico documentado.

 

Salvador López Arnal

Diciembre de 2009-Enero de 2010.

 

Miembro fundador del Comité Antinuclear de Catalunya (CANC) en 1977, Eduard Rodríguez Farré es médico especializado en toxicología y farmacología en Barcelona, en radiobiología en París y en neurobiología en Estocolmo. Ha dirigido durante muchos años el Departamento de Farmacología y Toxicología del CSIC en Barcelona. Como experto en toxicología ha asesorado al gobierno cubano en la epidemia de la neuropatía óptica, a la OMS en el síndrome del aceite tóxico y a la Unión Europea sobre la investigación en programas de salud pública y sobre la Encefalopatía Espongiforme Bovina. Actualmente es miembro del Comité Científico de la UE sobre Nuevos Riesgos para la Salud. Socio fundador de la asociación Científicos por el Medio Ambiente (CiMA), Eduard Rodríguez Farré es coautor (autor principal para ser más preciso), junto este entrevistador, de Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente, El Viejo Topo, Barcelona, 2008 (con prólogo, presentación, epílogo y notas finales de Enric Tello, Joaquim Sempere, Joan Pallisé, Jorge Riechmann y Santiago Alba Rico).

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Generación Uno Punto Cinco (1)

Carles Feixa

Generación Uno Punto Cinco (1)

Carles Feixa

La relación entre jóvenes y procesos migratorios se ha configurado históricamente a partir del concepto de “segunda generación”. Dicha noción presupone que hay una “primera generación” –normalmente adulta y masculina–, nacida en el lugar de origen, que es quien protagoniza el proyecto migratorio y atrae la mirada de los investigadores. La “segunda generación”, formada por aquellos que nacen o se socializan en el lugar de destino, arrastra los estigmas del origen y los traumas de la migración, pero al mismo tiempo forman parte por cultura y destino de la sociedad de acogida. Sin embargo, la experiencia de los menores inmigrantes es más diversa e implica diversos ritos y rutas de paso, tanto a la vida adulta como al país de destino (Suárez 2006). Sin embargo, la noción de “segunda generación” encubre varias categorías de jóvenes: los hijos de los migrantes nacidos en el lugar de destino (la segunda generación propiamente dicha); los nacidos en la sociedad de origen pero socializados en la sociedad de acogida (la llamada generación 1.5), ya sea porque llegaron durante su infancia, después de la socialización primaria (la llamada generación 1.75) o bien porque llegaron durante la adolescencia y por tanto después de la socialización secundaria (la llamada generación 1.25). Por no hablar de los que llegaron a partir de un proyecto migratorio propio, ya sean menores no acompañados (como los pequeños harraga marroquíes) o mayores de edad (como jóvenes adultos independizados de su familia de origen), que son migrantes de primera generación (pero de edad escasa). Por ello algunos autores (Giménez 2003) plantean remplazar esta noción confusa por el concepto de “menores o jóvenes en la migración”, que da mayor protagonismo a estos actores transnacionales. La ponencia desarrollará estos argumentos a partir de un estudio de caso sobre los jóvenes de origen latinoamericano en Barcelona, presentando sus ritos y rutas de paso en cinco momentos: orígenes (allí), destinos (aquí desde allí), tránsitos (de allí para aquí), acogidas (aquí), asentamientos (allí desde aquí). A continuación se prestará atención a la temática de las llamadas “bandas latinas”, reflexionado sobre las consecuencias de su transformación en “asociaciones juveniles”.

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Una conversación con Eduard Rodríguez Farré sobre vacunas, vacunación y salud pública

Salvador López Arnal

Una conversación con Eduard Rodríguez Farré sobre vacunas, vacunación y salud pública: “Las vacunas son efectivas para prevenir las enfermedades infecciosas aunque no todas las enfermedades infecciosas pueden tener vacunas. Que lo tengan depende enormemente del tipo de microorganismos de que se trate […] hay que señalar, lo hago ya de entrada pensando en sus detractores que no son pocos y no están callados, que gracias fundamentalmente a las vacunas se han eliminado una serie de enfermedades infecciosas que eran gravísimas hasta hace pocos años”(I y II)

 

Salvador López Arnal

Diciembre de 2009-Enero de 2010.

 

Miembro fundador del Comité Antinuclear de Catalunya (CANC) en 1977, Eduard Rodríguez Farré es médico especializado en toxicología y farmacología en Barcelona, en radiobiología en París y en neurobiología en Estocolmo. Ha dirigido durante muchos años el Departamento de Farmacología y Toxicología del CSIC en Barcelona. Como experto en toxicología ha asesorado al gobierno cubano en la epidemia de la neuropatía óptica, a la OMS en el síndrome del aceite tóxico y a la Unión Europea sobre la investigación en programas de salud pública y sobre la Encefalopatía Espongiforme Bovina. Actualmente es subdirector del Instituto de Investigación Biomédicas August Pi i Sunyer del CSIC (Barcelona). Socio fundador de la asociación Científicos por el Medio Ambiente (CiMA), Eduard Rodríguez Farré es coautor (autor principal para ser más preciso), junto este entrevistador, de Casi todo lo que usted desea saber sobre los efectos de la energía nuclear en la salud y el medio ambiente, El Viejo Topo, Barcelona, 2008 (con prólogo, presentación, epílogo y notas finales de Enric Tello, Joaquim Sempere, Joan Pallisé, Jorge Riechmann y Santiago Alba Rico).

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Aculturación y aculturación

Pier Paolo Pasolini

ACULTURACIÓN Y ACULTURACIÓN

Pier Paolo Pasolini

En estos tiempos de austeridad, muchos lamentan las molestias derivadas de la falta de vida social y cultural organizada, fuera del Centro «malo», en las periferias «buenas» (dormitorios sin zonas verdes, sin servicios, sin autonomía, sin relaciones humanas reales). Lamento retórico. Porque si todo lo que se dice que falta en las periferias existiera, lo seguiría organizando el Centro. El mismo Centro que, en pocos años, ha destruido todas las culturas periféricas que, hasta hace pocos años, aseguraban una vida propia, sustancialmente libre, incluso a las periferias más pobres o miserables.

Ningún centralismo fascista ha logrado lo que el centralismo de la civilización de consumo. El fascismo proponía un modelo, reaccionario y monumental, que luego se quedaba en letra muerta. Las culturas particulares (campesinas, subproletarias, obreras) seguían obedeciendo, imperturbables, a sus modelos antiguos. La represión se limitaba a obtener su adhesión de palabra. Hoy, por el contrario, la adhesión a los modelos propuestos por el Centro es total e incondicional. Se reniega de los modelos culturales reales. La abjuración es un hecho. Se puede decir, por lo tanto, que la «tolerancia» de la ideología hedonista implantada por el nuevo poder es la peor de las represiones de la historia humana. ¿Cómo se ha podido ejercer esta represión? Mediante dos revoluciones en el interior de la organización burguesa: la de las infraestructuras y la del sistema de información. Las carreteras, la motorización, etc. han unido estrechamente la periferia con el Centro, anulando las distancias materiales. Pero la revolución del sistema de información ha sido aún más radical y decisiva. Con la televisión, el Centro ha igualado todo el país, tan diverso por su historia y tan rico en culturas originales. Ha emprendido una labor de homologación destructora de la autenticidad y la concreción. Ha impuesto, como decía, sus modelos, los de la nueva industrialización que ya no se conforma con un «hombre que consume» y pretende que las ideologías distintas de la del consumo sean inconcebibles. Un hedonismo neolaico, ciegamente olvidadizo de los valores humanistas y ciegamente ajeno a las ciencias humanas.

Antes, la ideología impuesta por el poder era, como es sabido, la religión, y el único fenómeno cultural que «homologaba» a los italianos era el catolicismo. Ahora el catolicismo compite con un nuevo fenómeno cultural «homologador», el hedonismo de masas. Como tal competidor, el nuevo poder ha empezado ya a liquidarlo desde hace unos años.

Porque en el modelo del Joven Hombre y la Joven Mujer propuesto e impuesto por la televisión no hay nada de religioso. Son dos personas que valoran la vida solo a través de sus Bienes de Consumo (y siguen yendo a misa los domingos; en coche, por supuesto). Los italianos han aceptado con entusiasmo este nuevo modelo que les impone la televisión según las normas de la Producción Creadora de Bienestar (o mejor dicho, de salvación de la miseria). Lo han aceptado, pero ¿realmente son capaces de realizarlo?

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Apología del apagón

Santiago Alba Rico

Apología del apagón

Santiago Alba Rico

La Calle del Medio/Rebelión

Los aeropuertos se han convertido en el símbolo y el motor de la civilización capitalista: lugares de paso -hacia otros lugares de paso- donde está siempre a punto de estancarse un tiempo muerto, o un tiempo-basura, cuya superfluidad total sólo puede dirigirse hacia el consumo. En el Leonardo da Vinci, en Roma, hace dos años, tuve una experiencia angustiosa. En tránsito hacia Túnez, me dirigía hacia mi puerta de embarque por un pasillo de maravillas, flanqueado por una sucesión de cafés, comercios y boutiques -todas las marcas, todos los prestigios- que saturaban de luz cegadora hasta el último rincón del campo visual. De pronto, a mi derecha, un enorme cartel apremiante me alertó de las consecuencias de seguir avanzando. Se me encogió el corazón. “ATENCIÓN. Todavía está usted a tiempo de volver atrás. A partir de este punto ya no hay tiendas”. Lo malo no es que a partir de ese punto no hubiera tiendas; es que no había nada. Las puertas de embarque habían sido confinadas en un espacio intencionadamente desnudo y sombrío, sucio y vacío, abandonado a su suerte. Como en los cuentos, si se hacía caso omiso de la advertencia se pasaba abruptamente de un mundo brillante y colorido a otro sórdido y amenazador: de la felicidad a la pesadumbre, de la libertad a la prisión, de la luz a la oscuridad. El efecto era tan traumático que resultaba imposible no volver sobre los propios pasos para buscar con ansiedad, no alimentos, bebidas o chucherías, no, sino un poco de luz eléctrica.

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El delirio de ser alguien

Aitxus Iñarra

Aitxus Iñarra – Profesora de la UPV/EHU

Llegar a «ser alguien» es una aspiración común de mucha gente que, para lograrlo, busca la distinción que hoy día supone el logro individual vinculado al dinero y al poder. Según la autora, esa identidad distintiva, destacada por los medios de comunicación, esconde lo natural, la naturaleza propia. Aitxus Iñarra va más allá de la mera constatación de ese frecuente anhelo y se adentra en el mecanismo mental que conduce al mismo: «La idea de que se carece de algo, es decir, de que se es incompleto».

Si hay una pregunta universal es ésta: quién soy yo. ¿Soy, acaso, aquello que creo ser? ¿Soy, quizás, la figura que presento ante los demás? J Grinder y R. Bandler relatan en «De sapos a príncipes» una anécdota que todos hemos vivido. Comenzaremos por ahí.

«Tengo un amigo que es rector de una Universidad, vive en el delirio de que es realmente inteligente y que tiene mucho prestigio y todas esas cosas. Anda por ahí tieso, con aires de importancia y fuma en pipa. El show es completo. Vive una realidad completamente delirante. La última vez que estuve en un hospital mental, había un fulano que pensaba que era agente de la CIA. Creía que estaba ahí por los comunistas. La única diferencia entre estas dos personas es que el resto de la gente está más dispuesta a creerle al rector de la Universidad que al psicótico».

Ironizan los autores sobre la necesidad de levantar la propia identidad sobre la distinción. El mérito de ser alguien importante nos evoca al Narciso de la mitología griega que, enamorado de su propia imagen, quedó atrapado en ella cuando la vio en el agua. Asimismo, el rector de la narración ha engendrado una identidad: la de ser alguien inteligente y prestigioso. Para visibilizar tales rasgos necesita de la utilización de unos signos distintivos -anda por ahí tieso, con aires de importancia y fuma en pipa-. Además, puede llevar a cabo la materialización de su deseo, ya que el contexto universitario asume y valora dicha ficción. Por lo tanto, el proceso de identificación con el objeto deseado produce la aceptación de lo que parece ser por lo que es. O bien su reemplazo. Es decir, el impostor esconde tras la imagen por él construida lo natural, su propia naturaleza.

Es cierto que la distinción ha sido un rasgo al que muchos humanos han mostrado apego. Ese llegar a ser alguien ha sido y es un anhelo humano muy difundido. Hasta el ascenso al poder de la burguesía, la distinción venía vinculada al favor real y a la cuna. Poseer un título nobiliario, una ascendencia ilustre era muy deseable para los que pretendían atribuirse una distinción aristocrática. Hoy en día la idea del logro individual, la necesidad de triunfo, de ser alguien, está tan difundida prácticamente en todos los ámbitos sociales, que parece algo casi natural. No es de extrañar, cuando es propio de la mitología de éste sistema económico y cultural magnificar el mérito, el éxito social y el logro individual.

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Con alevosía y nocturnidad. La ley que facilita el “desahucio exprés” llegó a casa por navidad.

Nando Zamorano

Con alevosía y nocturnidad. La ley que facilita el

"desahucio exprés" llegó a casa por navidad.

Fernando Zamorano

El gobierno socialista, apoyado por el PP y el resto de grupos del Congreso, a excepción de IU-ICV y ERC, aprobó el pasado mes de octubre una reforma legal que servirá para acelerar los trámites legales que facilitará el desahucio de los inquilinos de viviendas de alquiler por impago. De puntillas, casi con nocturnidad y aprovechándose de las fechas vacacionales el día 28 de diciembre entraba en vigor una reforma legal que viene a satisfacer una reclamación que los grandes propietarios de viviendas, especialmente las promotoras, vienen reclamando desde hace tiempo.

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