Antonio Turiel (CSIC): «Si la temperatura global aumenta tres grados, en España solo sería habitable la cornisa cantábrica»
Álvaro Caballero
Álvaro Caballero
Agosto ha sido un mes clave en la lucha contra el cambio climático. Mientras se sucedían desastres naturales como los incendios en California, Siberia o el Mediterráneo, salía a la luz la primera parte del principal informe sobre el calentamiento global, el elaborado por el Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático (IPCC).
En esta parte del informe, del Grupo I del IPCC, los expertos de Naciones Unidas alertaban de que muchos efectos del calentamiento global eran «irreversibles» durante siglos o milenios y de que la humanidad era «innegablemente» responsable de este proceso. Al mismo tiempo, una filtración del estudio que prepara el grupo III, adelantada por Ctxt y a la que ha tenido acceso RTVE, muestra cómo los expertos elevan el tono sobre las medidas necesarias para evitar los efectos más catastróficos del cambio climático.
Antonio Turiel (León, 1970), es doctor en física, investigador del CSIC y experto en energía y cambio climático. En esta entrevista con RTVE.es, asegura que las conclusiones del borrador trasladan mensajes más «contundentes» de lo que suele ser habitual en el normalmente cauto IPCC. Cita, por ejemplo, el «cambio radical» respecto a la tendencia actual que supone la recomendación de llegar al máximo de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2025, o que pida no abrir nuevas centrales térmicas, aunque se muestra pesimista respecto al cumplimiento de estas medidas por parte de los países.
Pregunta: ¿Por qué se ha filtrado este informe del IPCC?
Respuesta: Lo han filtrado científicos que están trabajando en el IPCC porque están hartos. Estos informes, antes de presentarse en público, tienen que recibir la aprobación de una especie de comité político con representantes de todos los países de la ONU. Lo que hacen siempre es descafeinar las conclusiones. Si haces una horquilla de que la temperatura media sube entre 1,5 y 5 grados, se quedan siempre del lado de 1,5.
Hay un cierto hartazgo, pero no solo, también hay preocupación, porque cada vez que hay una nueva revisión las previsiones siempre van a peor porque no se toman medidas.
P: ¿Qué es lo más relevante de este informe?
R: Tiene algunas perlas bastante fuertes. Algunas de las cosas más contundentes son que las emisiones tienen que llegar a su máximo antes de 2025, lo cual indica un cambio radical. No podemos seguir subiendo, como ha venido ocurriendo a pesar de la COVID. Tendrían que llegar a 0 en 2075 como muy tarde para que haya alguna posibilidad de que salgamos de esta
Se deberían dejar de hacer nuevas centrales térmicas de carbón y de gas, incluidos los ciclos combinados, y las que están en marcha deberían cerrarse en un plazo máximo de 10 años cuando tienen una vida media de más de 30 años.
Se establece bastante conexión entre crecimiento económico y emisiones, sobre todo sobre la extracción de materiales. Es un toque de atención a las tecnologías verdes, que requieren mucha extracción. Habla también de cambios importantes en los patrones de consumo: disminución del consumo de carne o de la movilidad.
P: ¿Crees que es posible que ocurra esto, que toquen techo antes de 2025?
R: No, yo lo veo imposible. Tendría que haber una revolución a escala mundial. Si seguimos con las políticas actuales no se llegará al pico, no se cerrarán centrales térmicas e incluso se abrirán algunas nuevas.
Tendríamos garantizados los dos grados de aumento de temperatura media de la Tierra a mitad de siglo y a tres a finales. Esto es una burrada. La única cosa que puede frenar las emisiones y nos puede salvar el pellejo es el pico de la producción de petróleo.
P: ¿Qué supondría un aumento de la temperatura media de tres grados?
R: Con dos grados de aumento de la temperatura global, en verano en España serían habituales temperaturas de 50 grados, porque aquí la subida está siendo más grande que la media mundial. Un incremento de tres grados a nivel mundial querría decir que aquí se superarían los 60 grados. Y 60 grados es incompatible con la vida, así de simple.
Un escenario de aumento de tres grados haría que en España la única zona habitable realmente fuera la cornisa cantábrica y alrededores. El resto sería inhabitable, salvo alguna zona del Pirineo y Prepirineo.
P: ¿Para cuándo se espera que lleguemos al pico del petróleo?
R: Ya ha pasado. Fue en 2018. No vamos a remontar porque las petroleras están reduciendo la inversión. Repsol está cerrando el departamento de exploración de nuevos yacimientos y desde 2014 ha reducido un 90% sus inversiones en búsqueda de nuevos yacimientos. Naturgy está haciendo movimientos semejantes. Todas las petroleras están desinvirtiendo a nivel global. En el conjunto del planeta, las petroleras han desinvertido un 60% desde 2014. Ya no buscan porque la producción de petróleo no es rentable.
Esto ha hecho que la producción de diésel ya está estancada y con tendencia a bajar desde 2015. Esto, con un cambio en la normativa marítima, hace que haya mucha presión y demanda sobre el diésel. Este año hay un encarecimiento brutal de los costes del transporte marítimo, que se ha multiplicado por tres.
Lo más gordo que nos viene en otoño es un problema con el suministro de alimentos, porque la escasez de diésel afecta a la maquinaria en los cultivos y al transporte. Además, habrá problemas con el suministro del gas sobre todo en Europa, porque el gas también está llegando a su máximo. Se prepara un otoño caliente.
Eso explica en parte también al encarecimiento de la electricidad, que sube porque el gas está en precios máximos. Es un problema que va a persistir, aunque en otoño habrá menos demanda eléctrica y los precios se relajarán.
P: ¿Las energías renovables tienen la capacidad de sustituir las fósiles?
R: El problema de las renovables que es son más difíciles de gestionar a nivel de producción de electricidad. Todavía no hay nada que permita hacer un aprovechamiento máximo.
Hay otro problema, que es que las renovables tienen muy difícil sustituir todo el consumo de energía que no es eléctrica. En España la electricidad es solo el 23% del consumo de energía. Del resto, una parte se puede electrificar pero otra es muy difícil y otra, como la producción del acero, es imposible.
P: El IPCC calcula que el coste de la mitigación será del 0,1% del PIB global al año. ¿Es compatible crecimiento económico con lucha contra el cambio climático?
R: Estas estimaciones económicas no tienen en cuanta el problema de la limitación de los recursos, se trabaja como si fueran infinitos. Habrá una competición por recursos críticos para las energías renovables: por el litio para las baterías o la plata para los conectores de las placas solares. Hace tres meses la Agencia Internacional de la Energía sacó un informe sobre materiales críticos en el que dice que para poder abastecer las necesidades globales para esta transición energética se tendrían que multiplicar la producción por auténticas barbaridades (por 42 el litio, por 21 el cobalto) de aquí a 2040.
La recomendación de la AIE a los países de la OCDE es que acaparasen estos materiales, para intentar hacer su transición. Países como China se están replegando sobre sí mismos porque el coste del contenedor empieza a no salir a cuenta, por la escasez de diésel. Si la abundancia de petróleo barato favoreció la globalización, la escasez favorecerá la relocalización.
En 2012 hicimos un modelo de sustitución de toda la energía por renovable. Durante 30 años se tiene que establecer una especie de ecónoma de guerra en la que se destine el 10% del PIB cada año simplemente para financiar la transición, y eso sin tener en cuenta las restricciones.
P: ¿Entonces habrá que decrecer sí o sí?
R: Que vamos a decrecer lo veo inevitable, la elección es si ese decrecimiento lo queremos hacer pilotado o caótico. No hay base material para seguir creciendo.