Intervención de Antonio Gramsci en la Cámara de diputados.
Intervención de Antonio Gramsci en la Cámara de diputados el 16 de mayo de 1.925 [68] 68 Desde el 26
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Read moreEntrevista al escritor Manuel Talens en el 92º aniversario de la Revolución de Octubre: ‘La revolución rusa fue la primera que ganó el proletariado’
Salvador López Arnal
Rebelión
La Revolución de Octubre fue desde su primer momento un referente del movimiento obrero internacional e internacionalista y de las organizaciones socialistas que no claudicaron frente al belicismo y las ansias de conquista de los poderosos de la tierra. Referente celebrado, además. Los actos que se organizaban en homenaje a esa fecha gloriosa, el 7 de noviembre, están en la memoria de muchos luchadores revolucionarios. Desde la desintegración de la URSS, desde el triunfo de la contrarrevolución capitalista (salvaje) en la tierra de Gorki y Maiakovski, también aquí, en está página enrojecida, habita el olvido, un olvido injusto y suicida. Para recordar esta fecha, para hablar del significado de aquella revolución socialista, hemos conversado con el escritor, científico, traductor y militante Manuel Talens.
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El comienzo de la revolución española –la única revolución que tuvo lugar en Europa durante la existencia de la IC, aparte la efímera república soviética húngara de 1919- cogió desprevenidos a los dirigentes del "partido mundial".
.En febrero, de 1930, Manuílskí, Informando ante el Ejecutivo de la Komintern, se explaya sobre "las vastas perspectivas que se abren de transformación del actual auge revolucionario de los países capitalistas avanzados y de las colonias en situación revolucionaria”. "Auge revolucionario" en los "países capitalistas avanzados" no existía en ese momento más que en la imaginación del representante de Stalin en la Internacional Comunista (IC), pero poco antes de la reunión del Ejecutivo había caído la dictadura de Primo de Rivera, y algunos de los presentes en la reunión se interrogaron sobre la significación del acontecimiento. Manuilski replicó: “No es en España donde se decidirá la suerte de la revolución proletaria mundial […] una huelga parcial puede tener mayor importancia para la clase obrera internacional que ese género de "revolución” a la española, efectuada sin que el partido comunista y el proletariado ejerzan su misión dirigente. “(1). Pero la revolución "a la española” se empecinó en seguir adelante, pese a no estar en las previsiones de Manuilski ya la casi inexistencia del partido ungido por la historia con la “misión dirigente”. La sección española de la IC, en efecto, apenas contaba con 800 miembros cuando cae la monarquía, en abril de 1931. Más grave que su exigüidad numérica era su reducidísima influencia en el proletariado, y su extrema debilidad teórica (2). Rasgo, este último, común a todo el movimiento obrero español. Ni socialistas ni anarcosindicalistas las dos grandes tendencias en que se divide el proletariado peninsular desde el siglo XIX- tenían ideas claras sobre la naturaleza del proceso revolucionario que se inicia en 1930-1931.
Los primeros consideran que se trata de una revolución puramente burguesa y se atienen a su “programa mínimo”; la dirección de la república deben asumirla los partidos republicanos burgueses. Lo más que puede hacer el Partido Socialista es cooperar lealmente con ellos para realizar un programa de reformas que interesen también a la clase obrera española. Se dispone, en una palabra, a seguir las huellas de la socialdemocracia europea. Los anarcosindicalistas parten del mismo’ supuesto -la revolución es puramente burguesa- pero la conclusión operativa es radicalmente opuesta: ninguna colaboración con la república del 14 de abril. Hay que ir a la revolución social para instaurar el "comunismo libertario”. Los comunistas, faltos en los primeros meses de directivas claras del centro de Moscú, improvisan guiándose por la línea general, ultraizquierdista, que sigue la IC en ese periodo. Su posición puede resumirse en las siguientes consignas: "¡Abajo la república burguesa de los capitalistas, los generales y el clero! ¡Por la república de los soviets de obreros, soldados y campesinos!”. Muy española, casi anarcosindicalista, la primera. Completamente exótica y fuera de lugar, la segunda (3).
En verdad, nadie sabía lo que iba a ser aquello, ni en Moscú ni en Madrid. A poco de ser proclamada, la “república del clero” parecía un crematorio de iglesias, y los generales comenzaban a conspirar contra la “república de los generales”. En un esfuerzo de clarificación, la nueva Constitución proclama que se trata de una "república de trabajadores de toda clase”. Pero los trabajadores de “primera clase” se apresuran a enviar sus capitales al extranjero, mientras que los de tercera declaran huelgas y ocupan fincas de terratenientes, con el notorio propósito de reducirla a república de una sola clase. La Constitución define a España como un “Estado integral”, pero admite las “autonomías”, y las nacionalidades periféricas, que soportan desde el siglo XVI el centralismo castellano, tienden a que el “Estado integral” se desintegre en tres o cuatro. Azaña anuncia la sorprendente nueva de que España “ha dejado de ser católica”, y las Cortes -que hacen a Azaña jefe del gobierno- eligen presidente de la república al muy católico Alcalá Zamora. Araquistain afirma con aplomo que “ningún pueblo es racialmente [sic] tan socialista como España”, y Unamuno sale por los fueros del “individualismo” español. Así, apenas venida al mundo, la república española ofrece mil perfiles, pero Ortega y Gasset dice muy sesudamente: “Es preciso rectificar el perfil de la república”. Todas las señoras leídas admiran la profundidad del filósofo, y mientras tanto la guardia civil comienza a “rectificar” ametrallando a los campesinos. En una palabra, la revolución “a la española” se presenta bastante embrollada, pero la IC la clasifica rápidamente en el tipo de revoluciones “democrático-burguesas” que encajan en la teoría elaborada por Lenin para… la Rusia de comienzos de siglo.
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Como es bien sabido, el anarquismo mundial tuvo en España su máxima representación e influencia. Esto ha llevado a decir a algunos especialistas que la presencia libertarla ha sido el trazo más original de su historia contemporánea. Lo que es más seguro es que este hecho fue el más singular de la guerra y la revolución de 1936-1939, fechas absolutamente cruciales en la historia de la anarquía. Después de numerosas derrotas, el movimiento libertarlo internacional creyó encontrar en la contienda española su ocasión de oro para demostrar al mundo, y muy particularmente a los marxistas, cómo se hacia una revolución, o sea de una manera antiestatal y autogestionaria, siguiendo otras pautas de las del modelo bolchevique de 1917 que coincidían casi unánimemente en descalificar (1).
En el momento en que estallaron las "jornadas de julio", la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), creada en 1922 en Berlín en oposición a la II y a la III Internacional, puede dividirse claramente entre su principal sección, la española, con más de medio millón de afiliados -que se ampliarán considerablemente a continuación-, y el resto, en su mayor parte secciones diezmadas por el avance fascista -Portugal, Alemania, Italia- o en decadencia -Francia, Argentina-, todas francamente minoritarias o instaladas en el exilio, como será también el caso de los anarquista rusos (2).
Después de un efímero fulgor con la Internacional Antiautoritaria o Negra, animada por el propio Bakunin, el anarquismo había sido desplazado de los principales centros industriales por la Internacional Socialista que había rechazado tempranamente la filiación anarquista por antipartidista y antiparlamentaria. A principios de siglo XX conocerá otro gran momento con el auge del sindicalismo revolucionario -encarnado por Ferdinand Pelloutier y por los principios expuestos en la Carta de Amiens-, pero en el momento del estallido Primera Guerra Mundial, pero sobre todo, con el triunfo de los bolcheviques en Ia revolución rusa de Octubre de 1917, conocerán sucesivas crisis que se saldan en provecho de la Internacional Comunista en los países semiindustrializados; donde muchos de sus cuadros serán atraídos por el bolchevismo ascendente (3). España será aquí también la gran excepción. Así será incluso durante la resistencia contra la dictadura de Primo de Rivera, y así se llega cuando se implanta la II República, y prosigue cuando estallan la guerra y la revolución. En este momento el anarquismo mundial hará suya las esperanzas de la CNT-FAl y los militantes anarquistas de todo el mundo vivirán intensamente su guerra de España, algunos lo harán viajando para engrosar unas siglas que ya eran míticas.
La excepción española
Read moreLos viajes de Carlo Ginzburg.
(Justo Serna y Anaclet Pons)
Publicado en Archipiélago, núm 47 (2002), Carpeta: “Pensar, narrar, enseñar la Historia”, págs. 94-102.
Pregunta[1]. En este mismo número de Archipiélago, se reproduce un artículo suyo de 1994 en el que reflexiona sobre la profesión que ejerce. ¿Añadiría ahora alguna cosa más sobre ese oficio que desempeña, sobre su concepción? ¿Se reafirma en el perfil que allí trazaba?
Respuesta. El oficio que he aprendido es el de historiador. Es un oficio que me complace porque me permite moverme en muchas direcciones. Hay historiadores que conciben su disciplina como si ésta fuera una fortaleza en la que refugiarse; hay otros que la consideran (o al menos la consideraban) como si de un imperio se tratara, como un impero cuyo confines fuera necesario extender. Para mí, por el contrario, es un puerto de mar, un lugar del que se parte y al que se regresa, un lugar que permite encontrar gentes, objetos y variadas formas de saber. Por eso me place. Sin embargo, debo añadir que, cuando me hallo en una biblioteca desconocida, frente a una balda en donde se exponen y se suceden las revistas más recientes, prefiero ponerme a hojear las publicaciones de historia del arte, mientras que dejo para después, para más tarde, los ejemplares de historia.
P. Hemos de admitir que es ésta, la del puerto de mar, una imagen muy bella, porque da idea de libertad y de tránsito intelectual. Pero para concederse esa libertad se necesitan buenos maestros, alguien que tutele con mano firme. ¿Cuáles fueron los suyos?
Read moreAutodefensa, Autonomía, Solidaridad
En torno al 1º de Mayo
"El 1º de mayo el proletariado no pertenece más que a sí mismo… La calle le pertenece a ellos, a ellos solos. Sin preocuparse de que desfilan en país enemigo, van radiantes, sin inquietud, seguros del porvenir. No deben compartir ese día, como los otros días de reposo, con sus adversarios y enemigos. Este día les pertenece, es solamente de ellos" (J- Diner-Dénes, 1907) ""Qué hemos dicho en nuestros discursos y en nuestros escritos? Hemos explicado al Pueblo sus condiciones y las relaciones sociales; le hemos hecho ver los fenómenos sociales y las circunstancias y leyes bajo las cuales se desenvuelven; por medio de la investigación científica hemos probado hasta la saciedad que el sistema del salario es la causa de todas las iniquidades, iniquidades tan monstruosas que claman al cielo… Yo creo que el estado de castas y clases, el estado donde una clase vive a expensas del trabajo de otra clase (a lo cual llaman "Orden"), creo y digo que esta forma bárbara de organización social, con sus robos y asesinatos legales, está próxima a desaparecer… Si creéis que ahorcándonos podrán contener al movimiento, este movimiento constante en que se agitan millones de hombres que viven en la miseria, los esclavos del salario… ¡Ahorcadnos!"
(Discurso de August Spies, trabajador alemán, ante el Tribunal, 1886)
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