Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Palos, palas, amenazas y fotografías

Salvador López Arnal

A propósito de una información sobre enfrentamientos entre colonos judios y ciudadanos palestinos.

 

 

Salvador López Arnal

 

Público, 2 de enero de 2010, sábado [1]. Con la compra del diario, se adquiere El Estado y la revolución de V. I. Lenin. El manuscrito se interrumpe en las primeras líneas del capítulo VII, el último del índice: “La experiencia de las revoluciones rusas de 1905 y 1917”. Las siguientes son las palabras finales a la primera edición escritas por “el autor” el 30 de noviembre de 1917, en “Petrogrado”, la hermosa ciudad que llevará su nombre durante más de setenta años:

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Entrevista a Íñigo Errejón Galván sobre la situación política boliviana

Salvador López Arnal

Entrevista a Íñigo Errejón Galván sobre la situación política boliviana: “[…]El proyecto de país del MAS, el que Evo se comprometió a “acelerar” durante su intervención en el balcón del Palacio Quemado en la noche de las elecciones, es un programa de modernización industrial, extensión de la ciudadanía y reparto de la riqueza. El Estado boliviano está entonces llamado a ser el instrumento de democratización social que nivele las grandes fracturas históricas provocadas por cinco siglos de colonialismo”.

 

Salvador López Arnal

 

Íñigo Errejón Galván es investigador en la Universidad Complutense de Madrid, donde prepara su tesis doctoral sobre el proceso político boliviano, y ha sido investigador visitante en la Universidad de California Los Ángeles. Es igualmente miembro del Consejo Directivo de la Fundación CEPS, con la que trabajó en Bolivia asesorando a la Asamblea Constituyente y, más recientemente, en un proyecto de formación y capacitación política [E-mail: ierrejon@cps.ucm.es]

 

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Las dificultades de las experiencias de reformismo radical en América Latina

Jesús Sánchez Rodríguez

Las dificultades de las experiencias de reformismo radical en América Latina

Jesús Sánchez Rodríguez *

En los últimos meses se constata una nota de mayor inquietud en los artículos que diversos analistas de la izquierda[1], que se ocupan habitualmente del proceso político en desarrollo en América Latina, realizan sobre la situación y previsible futuro de las experiencias de reformismo radical que diversos gobiernos de izquierda[2] impulsan en esa región.

En general son tres conjuntos de datos los que parecen llevar a esa preocupación. El primero sería el sesgo militarista que ha tomado la oposición que a esas experiencias oponen el imperialismo norteamericano y las oligarquías locales, y cuya escalada ha dado un salto cualitativo con el acuerdo por establecer siete nuevas bases de EEUU en territorio colombiano y el golpe de Estado hondureño[3]. El segundo sería la situación de impasse en que han entrado estas experiencias transformadoras, dando la impresión de que han llegado a un límite que dudan en sobrepasar. El tercero sería el peligro de reversión electoral en algunos de los países de la región, con un regreso al gobierno de opciones políticas derechistas, que añadirían aún más dificultades tanto a las diversas medidas de integración latinoamericanas como al resto de los gobiernos de izquierda que subsistiesen.

La profundización de la primera tendencia llevaría a un escenario de conflictos internos en algunos países e incluso interestatales con consecuencias imprevisibles de evaluar, se trataría, por supuesto, del escenario más inestable e incontrolable, pudiendo producir graves derrotas del movimiento popular, pero sin descartar tampoco que dicha situación, abierta a su pesar, le ofrezca oportunidades de avance. Los retos que plantean este escenario a los movimientos populares y las organizaciones de izquierda  son los retos estratégicos de enfrentamiento abierto a las fuerzas contrarrevolucionarias. A algunas de estas situaciones ya se han enfrentado las experiencias en marcha en América Latina con éxito hasta el momento. Los dos casos más dramáticos fueron el golpe militar contra Hugo Chávez en 2002 y el intento insurrección de los sectores contrarrevolucionarios en septiembre de 2008 en Bolivia. Si la derrota del primero se debió fundamentalmente a la respuesta en gran medida espontánea de los sectores populares, en el segundo caso se trató de una estrategia más elaborada de enfrentar y derrotar la creciente amenaza insurrecional reaccionaria. No obstante, y dada la vía elegida para avanzar en el proceso – de transformación institucional sin ruptura – estas victorias no se convirtieron en definitivas como solía ocurrir en las experiencias revolucionarias del siglo XX. Porque como correctamente señala Nils Castro, “al cabo es claro que ninguno de esos ejemplos ha dado lugar a una revolución en el sentido clásico del término. Ninguno involucró la toma de la totalidad del poder del estado por una fuerza capaz de fundar una nueva formación histórica en reemplazo del capitalismo. Entendido que no es lo mismo llegar al gobierno que tomar el poder, todos esos procesos se resolvieron en cambios de gobierno institucionalmente obtenidos y reconocidos por medios electorales, más o menos en el marco de las restricciones o limitaciones características del sistema político preexistente”[4]

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Muros ruidosos, muros silenciosos

Alizia Stürtze

Alizia Stürtze

(GARA)

Desde su construcción, en 1961, en plena Guerra Fría, el Muro de Berlín fue noticia diaria. Día tras día, año tras año, los medios occidentales de comunicación nos «informaron» sobre el mismo: el muro de la vergüenza, el muro de la infamia, el telón de acero, los muertos al intentar huir, la maldad intrínseca del comunismo… Cuando se inició su caída, el 9 de noviembre de 1989, el acontecimiento fue retransmitido hasta el hastío y celebrado en directo como la victoria del «mundo libre», y, de paso, como el triunfo definitivo del capitalismo. Marxismo, socialismo, lucha de clases, imperialismo, explotación… todo eso eran antiguallas ante el famoso «fin de la historia» de Francis Fukuyama, que proclamaba que un pensamiento único, el «pensamiento de mercado», se mantendría hasta el final de los tiempos: la historia, entendida como conflicto, había llegado a su fin.

Veinte años después, la Unión Europea conmemora el evento con multitud de festividades y hasta subastas de trozos de hormigón de la pared en cuestión, cuyo derrumbe nos trajo, al parecer, la «libertad». Pero ocurre que el aniversario coincide con la gravísima crisis acarreada por ese «fundamentalismo de mercado», como lo llama Hobsbawn, vencedor tras la caída del muro berlinés, que ha traído consigo la liberalización financiera y el desplazamiento de la voracidad capitalista al mundo entero. Y que, además, concuerda con la ratificación del Tratado de Lisboa que, en plena supuesta crisis del modelo, refuerza la Europa neoliberal, aumenta la militarización y la exclusión, subordina el bienestar y la justicia social a la tiranía del Producto Interior Bruto, endurece las políticas represivas y, ya que de muros hablamos, acelera la construcción de la «Europa Fortaleza», es decir, crea infranqueables muros, reales o virtuales, que cierran fronteras, violan el derecho de asilo, criminalizan a los inmigrantes y los encierran hasta su expulsión en centros de internamiento, verdaderos agujeros negros del Estado llamado de derecho que impulsa la directiva europea conocida como la «Directiva de la Vergüenza».

Pero de esos muros no se habla, o se habla poco: son muros silenciosos. Son muros mucho más largos, altos, dañinos y mortíferos que el de Berlín; pero son muros silenciosos y, a menudo, son muros admitidos e incluso aplaudidos.

En los 27 años que se mantuvo el muro berlinés, hubo 79 muertes, de las que se nos informó una tras otra, hasta la saciedad: eran víctimas del comunismo. Entre 1989 y 2007 han fallecido, que se sepa, 15.000 inmigrantes frente a las fronteras europeas; 15.000 muertes ejemplarizantes, al parecer, de las que, según el tono que de los informativos se extrae, son culpables los propios fallecidos; no víctimas. No olvidemos que en la Unión Europea la libre circulación es para capitales, empresas y mercancías; no para personas que huyen de la miseria y las guerras, de las que Europa es, sin duda, responsable. Y que para ocultar esa realidad ahí está esa otra forma de muro, el muro mediático e ideológico, que invisibiliza la tragedia, separa y justifica, y convierte en meros números estadísticos a todos esos representantes de los «condenados de la tierra» como los llamaba Franz Fanon; incluidas mujeres embarazadas y niños.

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Entrevista a Miguel Candel sobre el muro de Berlín

Salvador López Arnal

9 DE NOVIEMBRE DE 1989, 20 AÑOS DESPUÉS.

 

ENTREVISTA A MIGUEL CANDEL SOBRE EL MURO DE BERLÍN: “[…] NO FUE UNA SOLUCIÓN POLÍTICAMENTE MUY HÁBIL, QUE DIGAMOS, PERO RESPONDÍA A LA NECESIDAD DE PONER FRENO, ENTRE OTRAS COSAS, A LA SANGRÍA CONSTANTE DE CUADROS PROFESIONALES QUE SUFRÍA LA RDA COMO EFECTO DE LA POLÍTICA DE CAPTACIÓN SISTEMÁTICA REALIZADA POR LA RFA.”

 

SALVADOR LÓPEZ ARNAL

 

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Los verdaderos piratas

Joaquín Sempere

Joaquín Sempere

En 1991 se hundió el orden político de Somalia, país que sucumbió a una guerra civil empeorada por la intervención estadounidense. El colapso político dejó la sociedad somalí sin defensas, situación que fue aprovechada por navíos procedentes de Europa, Estados Unidos, China y otros países para verter en sus aguas grandes cantidades de residuos tóxicos y radioactivos. El abuso se hizo visible cuando, en 2005, un tsunami depositó en las playas y costas somalíes bidones corroídos y otras muestras de estos residuos. Según el enviado de las Naciones Unidas en Somalia Ahmadou Ould-Abdallah, la porquería tóxica acumulada en pocos días por la catástrofe marina provocó úlceras, cánceres, náuseas y malformaciones genéticas en recién nacidos y, al menos, 300 muertes.

Pero las desgracias no terminan ahí. Aprovechando el desgobierno, una multitud de barcos de pesca empezó a faenar en las aguas frente al país, incluidas sus aguas territoriales. En 2005 se calculó que pescaron allí unos 800 barcos de distintos países, muchos de ellos europeos y, más específicamente, españoles. Se estima que los ingresos generados durante un año por esta pesca extranjera ilegal ascendía a 450 millones de dólares. El resultado fue la rápida disminución de unas reservas pesqueras que eran el principal recurso para las comunidades de pescadores del país, catalogado como uno de los más pobres del mundo.

Un reportaje de Al Yazira informa de que grupos de somalíes trataron de constituir un cuerpo autodenominado “Guardacostas Voluntarios de Somalia”, reuniendo dinero con el que pagar a la empresa estadounidense Hart Security, que se dedica a entrenar y formar luchadores y mercenarios por todo el mundo –y que, años más tarde, ha actuado como mediadora para el cobro de rescates en aquellas mismas aguas: ¡negocio redondo!–. Al parecer, hubo intentos de esos guardacostas voluntarios de negociar con los buques de pesca extranjeros para que dejaran de faenar o pagaran un impuesto para seguir haciéndolo, intentos que resultaron fallidos. El desenlace final fue lo que hoy se califica como piratería somalí. En un país plagado de armas, desgarrado por bandas rivales y sometido a una situación económica desesperada, un desenlace así no debería sorprender. A la vista de lo anterior es legítimo preguntarse: ¿quiénes son, en esta historia, los verdaderos piratas?

Hay en España quien propone que los atuneros españoles (que son sobre todo vascos) lleven militares a bordo para disuadir a los piratas. En el Parlamento vasco, los votos del PP y el PNV han hecho posible el pasado 8 de octubre aprobar una moción en esta línea. El Congreso ya lo había descartado meses antes arguyendo que la legislación española no lo permite. Francia sí lo permite, y hace tiempo que en el Índico los barcos de pesca franceses llevan militares a bordo. Pero esta diferencia es de detalle: ambos países lograron que el 10 de diciembre de 2008 los ministros de Defensa de la Unión Europea aprobaran la llamada Operación Atalanta contra la piratería somalí, y que se diera luz verde al envío de entre 6 y 10 buques de guerra para “garantizar la seguridad” en el golfo de Adén con el mandato de vigilar las costas de Somalia, “incluidas sus aguas territoriales”.

Estos hechos muestran que el colonialismo no sólo no ha muerto, sino que está tomando nuevos bríos. Y un nuevo aspecto marcado por la crisis de recursos naturales, en este caso la pesca. Las flotas pesqueras de los países ricos, compuestas por buques con capacidad para moverse por todos los mares del mundo, esquilman un caladero tras otro: son las principales culpables de la sobrepesca que desde hace años viene destruyendo la capacidad de regeneración de las especies marinas y preparando un colapso de las capturas a escala mundial. Las primeras perjudicadas son las poblaciones de los países pobres que dependen de la pesca local: ellas carecen de flotas potentes para pescar lejos de sus costas. El caso somalí es uno de los más sangrantes por las circunstancias políticas internas, pero no es el único.

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Entrevista a Antonio Cuesta sobre Armenia

Salvador López Arnal

Entrevista a Antonio Cuesta sobre Armenia: “Según denunció Hrant Dink en relación al discurso sobre el genocidio, éste no se utiliza en términos históricos y está blindado por la diáspora con una doble intención: por una parte es una “cuestión nacional” que impide su asimilación en los países donde se encuentran; y en segundo lugar sirve para incrementar su influencia política en los estados de acogida. Con el agravante de que tal discurso no sólo bloquea el diálogo entre Turquía y Armenia, sino que además perjudica la integración de la minoría armenia en la sociedad turca”

 

Salvador López Arnal

 

Antonio Cuesta es corresponsal de Prensa Latina en Turquía y persona altamente interesada en temas de historia y periodismo. Lleva colaborando con rebelión desde casi una década y con Prensa Latina desde 2004, primero en Túnez y luego en Turquía. Es, por otra parte, autor de Euskalherria (Hiru) y Guatemala (Libros Libres, Rebelión).

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Razonable y admirable crónica de un mirista que fue responsable de la seguridad de Salvador Allende

Salvador López Arnal

RAZONABLE Y ADMIRABLE CRÓNICA DE UN MIRISTA QUE FUE RESPONSABLE DE LA SEGURIDAD DE SALVADOR ALLENDE

 

MAX MARAMBIO, LAS ARMAS DE AYER. DEBATE, MADRID, 2008,. 239 PÁGINAS.  PRÓLOGO DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ.

 

SALVADOR LÓPEZ ARNAL

El Viejo Topo, julio-agosto de 2009.

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