Un punto de encuentro para las alternativas sociales

Un clásico del marxismo hispánico en la colección Pensamiento Crítico

Salvador López Arnal

Un clásico del marxismo hispánico en la colección Pensamiento Crítico.

 

Salvador López Arnal

 

Manuel Sacristán Luzón falleció en agosto de 1985. Unos dos años más tarde, su amigo y discípulo Juan-Ramón Capella editaba Pacifismo, ecologismo y política alternativa (PEYPA) en Icaria, la misma editorial que había publicado entre 1983 y 1985 los cuatro primeros volúmenes de “Panfletos y Materiales”, nombre elegido por el propio Sacristán: Sobre Marx y marxismo, Papeles de filosofía, Intervenciones políticas y Lecturas.

El editor abría el volumen con una nota fechada en diciembre de 1986 en la que apuntaba:

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Razonable y admirable crónica de un mirista que fue responsable de la seguridad de Salvador Allende

Salvador López Arnal

RAZONABLE Y ADMIRABLE CRÓNICA DE UN MIRISTA QUE FUE RESPONSABLE DE LA SEGURIDAD DE SALVADOR ALLENDE

 

MAX MARAMBIO, LAS ARMAS DE AYER. DEBATE, MADRID, 2008,. 239 PÁGINAS.  PRÓLOGO DE GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ.

 

SALVADOR LÓPEZ ARNAL

El Viejo Topo, julio-agosto de 2009.

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Por un humanismo no antropocéntrico del ser humano incompleto

Salvador López Arnal

Jorge Riechmann, La habitación de Pascal. Ensayos para fundamentar éticas de suficiencia y políticas de autocontención. Los libros de la Catarata, Madrid, 2009, 317 páginas.

El Viejo Topo, nº 257, junio de 2009, pp. 88-89.

     El autor resume lo esencial de la situación abordada en esta, su ultima publicación, en el haiku 29 del Epílogo. En 2006, The Lancet publicó un estudio de investigadores norteamericanos y daneses. Algunas de sus conclusiones: millones de niños en todo el mundo podrían haber sufrido, pueden seguir sufriendo, daños cerebrales por efecto de la contaminación industrial. El artículo denunciaba la existencia de una pandemia silenciosa de trastornos en el desarrollo neurológico –autismo, retraso mental, parálisis cerebral, déficits de atención- causados por productos químicos tóxicos vertidos en el ambiente. El efecto es real aunque muy difícil de calibrar, de medir con exactitud. Los autores del estudio identificaron unos 200 productos químicos industriales potencialmente perjudiciales para el cerebro humano. Eran, por otra parte, sólo la punta del iceberg. Se sabe actualmente que hay más de 1.000 productos químicos que son neurotóxicos en animales. Los investigadores en cuestión alertaban que era probable que también lo fueran para los seres humanos. Funciones tan básicas para los seres humanos como la respiración, la reproducción, el normal funcionamiento cerebral se ven crecientemente amenazados. Y a eso, aun que generalmente se oculte, se le suele llamar progreso, desarrollo industrial, y se entonan marchas triunfales para celebrar nuestros éxitos. Es la visión fáustica de la tecnociencia contemporánea y de nuestra civilización imprudente. Aquilatar y denunciar esta cosmovisión es uno de los motivos para recomendar, esta vez sin contención, la lectura y estudio del nuevo libro de Jorge Riechmann.

Las razones se agolpan para ello: el propio título, la temática, las citas elegidas, las referencias poliéticas del autor (Pasolini, Castoriadis, Russell, Jungk), la argumentación desplegada, la enorme erudición, las fuentes de documentación, el saber científico acumulado por el autor, la filosofía y belleza que inspiran su escritura, la esencialidad del tema investigado, la prudente relación entre conocimiento, análisis y posición poliética. Estamos ante un nuevo y exceleente libro del poeta, traductor, ensayista, profesor y destacado activista Jorge Riechmann. Su temática básica es apuntada en la contraportada del volumen: la dimensión de la crisis ecológico-social, la gradación de la cual no deja aumentar día tras otro, nos obliga a pensar nuevamente, a repensar si queremos en circunstancias muy distintas de las tradicionales, la condición humana y el encuentro con los otros, en circunstancias, las nuestras, de un “mundo lleno”.

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A propósito de Luces en el laberinto de José Manuel Naredo. Dos notas y una observación (casi) crítica

Salvador López Arnal

A PROPÓSITO DE LUCES EN EL LABERINTO DE JOSÉ MANUEL NAREDO. DOS NOTAS Y UNA OBSERVACIÓN (CASI) CRÍTICA.

     Luces en el laberinto es la autobiografía intelectual de José Manuel Naredo que acaba de publicarse en Libros de la Catarata (Madrid, 2009, número 302). Sin duda, uno de esos acontecimientos político-culturales que merecen festejos, cánticos y celebraciones. Un placer para los ojos, una alegría para nuestras mentes. Celebremos pues, y reconozcamos, al mismo tiempo que agradecemos, el magisterio de José Manuel Naredo. Es consistente con ello que otros dos maestros jóvenes –Óscar Carpintero y Jorge Riechmann- le acompañen en el sustantivo, didáctico e informativo anexo sobre la crisis incorporado al volumen.

     Estas Luces en el laberinto -¡qué título tan hermoso para tan magnífico libro!- recuerda en cierto modo las paradojas de Zenon de Elea, o cuanto menos la aproximación que Salomon Feferman hizo sobre ellas. La aporías del eleata, señaló el lógico norteamericano, son como las capas de una cebolla inagotable, aléfica. A medida que hemos ido adentrándonos en ellas, intentando resolver nociones, problemas y caminos sin salida, una tras otra nos remitían a otras capas más profundas y casi siempre de igual o mayor interés, éstas a su vez pendientes de resolución e incluso inicialmente de comprensión cabal. Sin descanso, sin poder airearnos, sin poder llegar al final de trayecto con todos los interrogantes cerrados. Como una serie aléfica interminable de subíndice no nulo. El viaje en sí- esa vez sí- es la ganancia epistémica. Es la felicidad (y a veces desazón) que otorga el trato con los grandes problemas.

La autobiografía intelectual de J. M. Naredo es también, sin lugar para un atisbo razonable de duda, un libro inagotable, uno de esos raros ensayos que gozan de todas las virtudes exigibles, y algunas más, mil más, por si fuera necesario el cierre categorial: magníficamente escrito; excelentemente documentando; señalando senderos, nuevos o no, pero en todo caso pertinentes; mostrando las formas del trabajo de un cientifico abierto y atento siempre a nuevas disciplinas; enseñando los ejes básicos del trabajo científico honesto y riguroso (y no servil); apuntando y argumentando sobre la importancia de la interdisciplinariedad en ciencias sociales y su complementariedad no contradictoria con las disciplinas naturales; transitando siempre, por lo demás, por senderos terrenales y humanos siempre afables. Por si algo faltara, Luces en el laberinto no es sólo una aproximación a la obra y a la vida pública de J. M. Naredo, sino un interesante retrato de la historia reciente de nuestro país, vista además con los ojos y el corazón de un protagonista de excepción que nunca se rindió, cuando no era fácil proseguir por un sendero de rebeldía e insumisión. 

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